
Capítulo 7, El secreto de Azul
A medida que Azul se iba adentrando en la música olvidaba un poco sus responsabilidades escolares, una mañana la profesora Claire comenzó a recoger sus ensayos sobre la independencia de Argentina que debían entregar ese día, Azul por supuesto había olvidado por completo realizar su ensayo. Sentada en su pupitre veía como la maestra estaba cada vez más cerca.
¿Por qué no muero ahora mismo? No estaba acostumbrada a no entregar sus actividades escolares, era la más responsable del salón —Ahora los demás se burlaran de mí, que le voy a decir a mi maestra, debería hacerme la enferma, diré que se me quedó en casa.
—Eso no es mejor que decir "no lo hice" —Su conciencia le respondió.
Es culpa de mamá, ella debería recordarme hacer mi tarea, unas palabras típicas resonaron en su cabeza "es tu responsabilidad hacer tus actividades escolares" —Ashhh casi la escucho decirlo. ¡Oh no! estaré castigada ahora, —se decía a si misma recordando los castigos de Lisy.
Finalmente la maestra llegó a su asiento —Azul tu ensayo.
Azul miró a su maestra con sus hermosos ojos de avellanas, como suplicando que se fuera a torturar a otro niño, su maestra no entendió el mensaje.
—Azul necesito que me entregues tu ensayo y le demuestre a todos tus compañeros lo que es ser una niña responsable —dijo con plena confianza en que, Azul siempre entregaba sus tareas a tiempo.
Aún más avergonzada la pequeña contestó casi entre los dientes —lo dejé en casa.
—¿Cómo decís Azul?
—Lo dejé en casa —dijo alzando la voz—, lo siento señorita Claire, prometo traerlo el lunes.
Algunos niños efectivamente se caían a carcajadas. Un niño desde el último pupitre se levantó y gritó.
—A cualquiera le puede pasar, nos da otra oportunidad señorita Claire. —Un murmullo se levantó entre los niños suplicando—, por favor señorita Claire, por favor siii. Por favor señorita.
Los niños por lo general no rogaban por una segunda oportunidad, porque sabían que su maestra era muy inflexible, pero quisieron aprovecharse del momento y por supuesto obtuvieron otra oportunidad para entregar sus ensayos.
Como era viernes Azul estaba desesperada por salir de clases, veía su reloj cada dos minutos, esperando que las doce llegaran pronto para ir a su clase de música, sin embargo hubo un pequeño problema: Miranda llegó temprano a buscarlas, Lisy se había portado mal de nuevo, así que Miranda fue a hablar con su maestra.
Azul no había dicho nada en casa sobre el piano, al ver a Miranda esperándola en la puerta se sintió triste. Sonó el timbre, tomó su bolso y salió llena de frustración.
—¿Qué hacés acá? —dijo con decepción.
—Vine al concierto de Shakira, oí que estará por aquí hoy —expresó con sarcasmo—. No es obvio, a buscar a las mocosas. Oh mira me encontré una —se burló descaradamente fijando los ojos en la pequeña con ironía.
—Tan temprano ¿Qué no tenés naaada que hacer en la facultad? —espetó.
Miranda absorta con la actitud de Azul —¿Tenés algo más importante que hacer acaso mocosa? Lisy se portó mal por eso llegue temprano, no entiendo tu molestia, más te vale dejar de hablarme de esa forma —Chilló Miranda frunciendo el ceño.
Hussss... dejó salir aire de su boca en forma de fastidio —¿Dónde está ella ahora?
—Está hablando con la orientadora. En verdad ¿que bicho te pico?
Sin nada más que decir, su mente solo podía pensar en su piano que estaba arriba y no iba a poder tocar ese día, tomó una decisión; contarle a su hermana.
—¡Miranda! Puedo decirte algo.
—Claro ¿Qué pasa Azul? Estoy ansiosa por saber el ¿Por qué? de tu actitud el día de hoy —dijo levantando una ceja, cruzando los brazos en su pecho.
—Ven conmigo quiero mostrarte algo. —Azul tomó la mano de su hermana y la dirigió a las escaleras, ambas subieron y en el gran salon de música donde Miranda conoció a la profesora de Azul—. Ella es mi maestra Emily —Miranda, la saludó con cortesía sin entender muy bien la situación.
—Mucho gusto soy la hermana de Azul —dijo con algo de confusión.
—Hola, el placer es mío, me alegra conocerla, quería hablar con usted. —Saludó la señorita Emily con una gran sonrisa. Bajó la mirada para toparse con Azul—. Quédate un momento acá, hablaré con tu hermana un segundo.
Azul asintió y se dirigió al piano, tomó su mochila para sacar su libro y comenzar su lección mientras tanto la señorita Emily llevó a Miranda a su oficina a un lado del salón, le ofreció una taza de café caliente para conversar un rato.
—Azul es una niña muy talentosa, ha aprendido muy rápido —la maestra empezó halagando el extraordinario desempeño de su joven aprendiz.
—Espere un momento... Ummm, no le entiendo ¿Azul ha estado estudiando música? —preguntó atónita.
—¿Ella... no ha hablado de esto en casa?
—No, no ha dicho ni una palabra. Es una niña muy callada, me sorprende que haya hecho algo como esto, no habla nunca con nadie y siempre le gusta estar sola.
—Sí, ya lo he notado —asintió con la cabeza, tomando un sorbo de su café.
—Pero, ¿qué instrumento toca?
—Ese que oyes, esa es ella.
—Eh... ¿el Piano? —preguntó incrédula.
—Sí, es un piano, Azul ya aprendió a leer el pentagrama perfectamente y toca algunas canciones sin equivocarse, me gustaría obtener permiso para presentarla en un recital dentro de dos meses, de eso quería hablar con vos, se lo iba a comentar a Azul hoy para poder hablar con sus padres.
—Wow, esa chica es increíble. Pero si, por supuesto que sí, si ella encontró algo que la hace feliz entonces estará bien. —Hizo una pausa y dejó la tasa de café vacía en el escritorio—, me gustaría verla ¿puedo?
—Oh claro que podés, ven conmigo —dijo sonriendo, ambas se levantaron para dirigirse al salón.
Al momento de Miranda entrar al aula, Azul se detuvo en seco.
—Vamos seguí tocando, quiero oírte —dijo Miranda con ojos de cachorro mimado.
Pero la pequeña no pudo continuar con una nota más, se sintió como aquella vez que tenía que leer en frente de toda la clase, era la misma sensación.
Miranda miró fijamente las almendras de Azul, se acercó y apoyó sus brazos en el piano, proyectó su mirada más allá de sus ojos, estaba muy seria, su sonrisa había desaparecido, fue tan aguda su expresión que Azul se sintió intimidada por su hermana.
—Si aprendés algo nuevo, debés mostrarle al mundo lo que has logrado, mira las notas y demuéstrame que serás la mejor pianista del mundo, te oí hace un momento y me di cuenta de que sos increíble Azul.
Con las palabras "sos increíble" la chiquilla se sintió más confiada y comenzó una canción muy conocida por todos, "el titanic".
La expresión de Miranda cambio inmediatamente, aplaudió emocionada cuando la pequeña presionó la última tecla —Wow ¿sos mi hermanita? Tendré una hermana famosa.
Azul sonrió dejando mostrar todos sus dientes, estaba feliz de ver a su hermana apoyándola de esa forma.
Miranda era una persona estricta y obstinada, pero podía ser muy linda y amable con sus hermanas de vez en cuando, a pesar de que las reprendía muy fuerte o les hacía bromas pesadas, sentía un gran amor hacia ellas.
—Disculpe profesora, me permite un segundo con Azul.
—Por supuesto. —La señorita Emily se retiró para darles espacio.
Estando solas en la habitación Miranda inició su discurso de hermana mayor.
—Ahora, decime porque no nos habías comentado sobre esto —dijo sentándose a su lado.
—Ustedes no me preguntaron —respondió bajando la mirada al piso.
—¡No hay necesidad de preguntar! —gritó con molestia, pero luego intentó calmarse y dio un suspiro con los ojos cerrados para calmar su ira—. La familia se apoya, estamos aquí para ayudarnos mutuamente, debes confiar en nosotros. Entiendo que no te gusta hablar con los demás, pero somos tu familia Azul y cualquier cosa que te suceda sea malo o bueno debemos saberlo.
—Tenía miedo de que no me dejaran tocar más el piano, mamá siempre le dice a Lisy no hagas esto, no hagas aquello.
—Eso es diferente, Lisy hace cosas malas, cosas que no debe hacer, pero esto es bueno Azul, es muy bueno. Mamá estará feliz, ella siempre quiso que yo tocara algún instrumento o aprendiera a dibujar... —Moviendo su cabeza de un lado a otro al hablar—, o a cantar... o algún otro idioma, o lo que sea, pero, sabés lo perezosa que soy para eso, hasta leer me da fastidio, me quedó dormida en medio las páginas, en fin, no quise nada.
—Prometo no volver a ocultar nada nunca más —respondió Azul levantando su mano como si hiciera un juramento.
—Tu maestra me dice que tenés un recital dentro de dos meses.
—¿Yo? ¿Recital? —un tono de preocupación se sintió en su voz.
—Ah ¡sí! Mamá cumple años dentro de dos meses ¿Qué tal si no decimos nada?... Por ahora y le damos una sorpresa ese día. —Miranda pasó sus ojos de Azul al piano—, ¿podés tocar feliz cumpleaños con esto? —dijo pasando sus manos por encima de las teclas.
Azul jugaba con sus manos con nerviosismo —pero un recital, habrá mucha gente. No podré tocar, no quiero hacerlo.
Miranda la sujetó de los hombros — ¡No!, no... nada de "no puedo" si no lo hacés no tiene ningún sentido que aprendas a tocar esto. —Su voz amenazadora, sus teñidos ojos oscuros, su actitud firme y recta perturbo la paz de Azul—, si no sos capaz entonces, será mejor que no sigas con esto.
—Está bien, practicaré mucho —respondió asustada, dando un gran suspiro para intentar aliviar la tensión de su corazón.
Nota: Gracias a los que han llegado aquí conmigo, sé que somos poquitos pero me encanta ver sus votos, tambien me encantan aquellos lectores ocultos, sé que estan ahí puedo verlos mujjaja naa es broma no puedo verlos, bueno los quiero bye, besitos espero que les guste mi historia.
Me gustaría que comentaran si ven algún error por allí, cuido mucho mi ortografía pero a cualquiera se le puede pasar una que otra palabrita.
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