Capítulo 29, Los malos momentos nos llevan a mejores lugares
Azul no sabía cómo responder o actuar ante la actitud de su hermano mayor, él continuaba hablando mirándola con desprecio. —Mi madre jamás querrá una pendeja como vos, ¿Por qué creés que te dió en adopción y a mí no? ¿Por qué tú y no yo? —remarcó mucho las últimas palabras pronunciándolas lentamente.
—Solo podía mantener uno de nosotros —musitó Azul intentado comprender a su madre.
—Sí claro, pensá lo que querás, mi vieja solo quiere el bono extra que le darán en el trabajo por tener una mocosa más que atender, —sus oscuros ojos mostraban malicia, sus peludas cejas se levantaban cada vez que abría la boca.
Azul sin más que decir se levantó para volver con su padre. Dió dos pasos hacia la salida y escuchó la insolente voz del chico detrás de ella.
—Sí, eso es, vete a llorar con papi, ¡Chiquilla mimada!
Intentó no darle importancia pero la conciencia no es algo fácil de controlar y siempre está deseando darle mil vueltas al asunto, —"¿Por qué tú y no yo?" quizás tenía razón, había algo más allí, algo que no quisieron contar, su mente repetía esa frase que punzaba y la lastimaba mucho, aunque quería enterrar ese sentimiento en lo más profundo de su corazón, su necio cerebro no podía evitar recordarle las palabras, incluso el tono en que fueron acentuadas.
Justo enfrente de la salida, los ojos de la pequeña chocaron con un gran letrero que decía "la orquesta de nuevo Real" y la curiosidad mató al gato o en este caso a Azul.
La señora Ávila regresó a la mesa, al notar la ausencia de la niña preguntó a su hijo, —¿Dónde está Azul?
Sebastián no respondió solo encogió los hombros, el señor Smith terminó su llamada y volvió a la heladería.
—... ¿Y Azul?
—Ella se fue —dijo al fin el chiquillo travieso—, Dejó bien claro que odiaba a su madre y que se largaba porque no quería verla nunca más.
El señor Leonardo molesto arrugó su frente y rodó los ojos —Azul jamás... escúchame bien pequeño diablillo ¡jamás se ha expresado de esa forma! mocoso impertinente. —Con la furia bailando a su alrededor salió del local para buscarla, justo al frente leyó el gran letrero, no fue difícil deducir a donde iría.
Dentro de la orquesta, Azul caminaba sin rumbo observando todo a su paso, se encontró un gran auditorio con muchas butacas —wooohowo —admiró con asombro.
El techo era altísimo con hermosas figuras de piedra en forma de ángeles y arcángeles como si fuera el cielo, el piso con alfombras no permitía oír el sonido de las zapatillas al caminar, había poca iluminación pero justo al frente estaba muy claro, —es un gran escenario —susurró para sí misma.
Cada paso adelante la acercaba más y más al gigantesco piano enfrente, no podía evitar caminar hacia él, el instrumento la llamaba. Era incluso más hermoso que el del restaurante y la chiquilla nunca había visto un piano completamente blanco, estaba deslumbrada, el taburete combinaba a la perfección, tenía un acolchado que lo hacía muy cómodo, se sentó para confirmarlo y al mismo tiempo pasó sus pequeñas manos por encima de las teclas sin presionarlas, sonreía emocionada.
Sobre el piano había hojas revueltas, la pequeña se tomó el atrevimiento de ordenarlas y comenzó a tocar las notas escritas en ellas.
El director Brown atendía a unos estudiantes fuera del lugar, la distancia no impidió que escuchará el sonido, se sorprendió al oír la melodía que había empezado a componer hace unas cuantas horas atrás, despidió a los estudiantes y no soportando el abuso se dirigió al auditorio casi contando el tiempo en que cada nota iba tintineando.
—Noam no debería estar husmeando entre mis cosas, —gruñió enojado, pensando que su amargado colega tocaba la tinta recién grabada en las hojas.
Al entrar al auditorio por detrás del escenario frenó en seco al notar a la pequeña. Sorprendido decidió no interrumpir, apoyó su hombro en uno de los muros, solo para admirar la escena. La melodía estaba incompleta pero, no era problema para Azul, ella iba intentando continuar la canción con sus conocimientos e incluso comenzó a escribir en el pentagrama como si le hubieran dado permiso para ello.
El director sonrió al ver a la nena modificar su composición, —conseguí mi nuevo Beethoven. Ya era hora, —expresó en voz baja.
Su preocupado padre entró al auditorio, al verla al frente se calmó y se sentó en una de las últimas bancas, la señora Ávila iba tras él, observó a Azul con admiración y asombro.
Del corazón de Sebastián brotó una semilla de envidia que se ramificó rápido hasta dar frutos de celos y coraje.
Azul se detuvo para observar hacia el montón de sillas vacías, su padre estaba muy lejos era imposible distinguirlo y el director Brown estaba a sus espaldas por ello tampoco fue visible a sus ojos. Su mente comenzó a llenar el auditorio con las personas que conoció en el hospital, todos vestidos con trajes de gala, los niños en la primera fila, los doctores más atrás, todo perfecto para un gran concierto.
Vislumbró las sonrisas que había memorizado en sus rostros y viéndose enfrente de todos comenzó una canción "el vals de las flores" de Tchaikovski una obra musical pensada para ballet. Al terminar se puso de pie encima del taburete sin importarle lo blanco que era y se inclinó exageradamente una y otra vez como jugando consigo misma.
—Gracias, gracias. Gracias Robert, gracias mamá de Louis —decía sin parar pensando que estaba completamente sola.
El eco de los aplausos despertó el miedo en su corazón, rápidamente se bajó del taburete para ponerse de pie en el suelo, sus ojos buscaron el sonido y allí se encontró con un mayor alto y delgado, su memoria la transportó al pasado, ese señor era el mismo que había llamado tanto su atención el primer día en el restaurante, el brillo de sus ojos azules era inolvidable, apenada intento limpiar el acolchado taburete con sus manos.
—¡Eso fue impresionante pequeña! —exclamó.
—Lo siento no debí entrar sin permiso, lamento haberme puesto de pie encima de la banca.
—Está bien, no importa ¿Cómo te llamás?
Su padre apresurado se acercó —¡Azul! Se llama Azul —interrumpió subiendo las escaleras del escenario.
—¡Azul!... eh —Sonrió el director recordando a Louis—, Soy compositor y director de la orquesta nuevo Real, Jerry Brown —extendió su mano hacia el señor Smith.
—Un placer, soy su padre Leonardo, Leonardo Smith —se presentó estrechando su mano.
—Su hija es muy talentosa.
—Sí lo sé. Azul debemos irnos, —demandó dirigiéndose a la pequeña.
—Espere señor, me gustaría tomar a su hija como mi aprendiz, podría encargarme de su carrera musical.
El señor Smith sin conocer en qué mundo se estaba metiendo su pequeña, se negó —sería un honor, pero... primero déjeme hablar con sus tutores.
—¿Louis? —preguntó con curiosidad.
—Solo déjeme hablar con ellos, un placer conocerlo, debemos irnos.
—Por favor tome mi tarjeta, llámeme cuando tome una decisión o si tiene alguna pregunta, —dijo el director con una sonrisa amistosa.
Nota: hello como estan? me extrañaron?, ya presente mi examen por eso no había subido el cap, estaba muy estudiosa jaja, al fin me siento libre ese examen me llevaba loca.
Espero que les guste, bye bye, los quiero.
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