Indiscreción e indiferencia
Era muy temprano, primer domingo en el cual Akane dormía plácidamente ya que los fines de semana no tenía clases que impartir.
Hiroshi ya estaba levantado frente a la tv de su habitación mirando partidos de futbol; muy emocionado fue al cuarto de su padre a despertarlo, se subió a la cama - Papá... ¿me escuchas?
El castaño solo emitía sonidos pues era demasiado temprano y quería seguir dormido. El niño comenzó a saltar para despertarlo- ¡Despierta!
Shindou no tuvo opción más que preguntar algo malhumorado- ¿Qué sucede?
- Quiero que me compres un balón de futbol, por favor y no te molesto más- sonrió.
Él se levantó y fue a su armario a buscar algo que tenía guardado, el menor solo lo miró curioso preguntándose internamente que buscaba.
- Lo tengo - dijo Shindou victorioso al encontrar su balón en buenas condiciones, algo que no practicaba desde hace mucho pero ahora su hijo sentía de alguna manera esas ganas de jugar, aunque nunca hubieran hablado del tema, jamás. - Toma, puedes hacer un poco de practica en el jardín.
- Muchas gracias, aunque yo deseaba que pudiésemos jugar.
- Ahora estoy cansado. -Shindou se vuelve a meter bajo las sábanas y el niño solo siente desilusión y se va de la habitación con el balón.
En el pasillo mira la pelota en sus manos y se dirige a la de su institutriz, abre con cuidado y entra, estaba oscuro, pero pudo llegar a la cama de ella y subirse.
- Señorita Yamana... despierte.
Akane solo abrió los ojos, veía borroso y apenas distinguía las siluetas por falta de luz. Aún con las sábanas pegadas se incorporó y aclaró sus ojos, estiró su mano para encender la lámpara y justo Hiroshi pone en frente el balón y pide jugar.
Akane un poco quejica le responde- Hiroshi es muy temprano y ni siquiera has tomado el desayuno.
- Que importa quiero jugar, patear el balón y... y... como ayer.
- Bueno, lo haremos más tarde para todo hay tiempo, oye descansa un poco.
- Está bien- dice el chico mientras se acomoda en la cama de ella.
- Pero es que no te he dicho que en mi cama. - ella ríe por la actitud del chico.
- Solo no quiero que no cumplas tu promesa de jugar conmigo- se hace un espacio y encuentra un objeto curioso debajo y lo toma, ella se avergüenza un poco pues aún dormía con un gato de peluche muy tierno. - ¿Y esto?
- Es mío, no le digas a nadie. Ahora duerme. - Le exigió, él como pudo solo cerró sus ojos, para Akane estaba siendo un trabajo duro pues el pequeño no la dejaba, pero sabía que solo le faltaba ese amor maternal y ella no se lo podía dar.
Era la hora del desayuno, la asistente de Shindou estaba más que lista caminando con altivez por el pasillo para ir al comedor, pero este estaba vacío y apenas estaban acomodando las cosas.
- Hoy hay un poco de retraso ¿no? - dijo al mayordomo.
- El señor se levantará pronto. - contestó.
Akane y Hiroshi estaban más que somnolientos, éste último porque el sueño había venido nuevamente, ella se pone su bata para cubrirse y tomó la mano de él. Al salir se encontraron con Shindou que venía bostezando, ella hizo una reverencia a la vez que le deseaba -buenos días- El respondió, su hijo saltó para abrazarlo.
- Vayamos los tres a desayunar, muero de hambre. - dijo Hiroshi, en lo que bajaban hablaban de lo que harían más tarde o de ciertas materias que reforzar.
Para Shindou, hablar con Akane era muy agradable, tras que era demasiado tierna, escuchar su voz en la mañana era un deleite, es más se lo preguntaba internamente y solo escuchaba el bla bla bla, porque no prestaba atención a lo que ella decía sino al tono melodioso y dulce de la chica.
Al llegar al comedor los tres venían animados, en eso la asistente hace notar su presencia- Los estaba esperando, señor le recuerdo que debe de estar puntual, tiene otras cosas que hacer.
- Eso lo sé, pero fue inevitable, pero ya estamos todos aquí. - dijo mientras tomaba asiento al igual que los otros dos.
En lo que desayunaban Hiroshi preguntó a la asistente si quería unirse a jugar futbol, ella simplemente negó- No soy buena, además es un deporte que no me atrae para nada. - dijo sin más, pues a Akane si le gustaba y lo disfrutaba, Shindou no dijo nada, solo que lo había decepcionado en parte ya que él amaba ese deporte.
La mañana iba avanzando, Shindou estaba ocupado haciendo su trabajo en la oficina de la mansión en compañía, por su parte Akane estaba vestida con ropa deportiva y Hiroshi igual.
Ella se las ingenió para hacer la portería y que él practicara tiros, ella se encargaría de pararlos, aunque no fuese muy buena que digamos, pero al menos hacían un poco de ejercicio para mantener condición.
Disfrutaban de aquel deporte, tanto que no importaba la tierra que ya era parte de sus rostros y sus cabellos despeinados, la sonora risa de ambos en aquel jardín, seguían tras aquel balón.
Shindou recordó que su hijo quería jugar con él, además le estaba dejando todo a la institutriz, sobre el crecimiento ella estaba ocupando ese lugar de verlo crecer y disfrutar juntos. Pidió que cancelaran unas cosas y se levantó- Iré con mi hijo, me estoy perdiendo de mucho. – Fue a su habitación a cambiarse.
Akane y Hiroshi estaban en descanso, mientras bebían un zumo de naranja- Tiene la cara un poco sucia.
- Tu igual - dijo la chica, luego rieron por ello.
En medio de eso Shindou se apersona en el jardín sorprendiendo a su hijo. - ¿Hay lugar para un jugador más?
- ¡Papá! - dejó el vaso en la mesa de jardín y lo fue a abrazar. - ¿Entonces jugarás?
- Claro que si, además cuando iba en la escuela fui el capitán del club, pero bueno – Miró a la chica que estaba ahí terminando su bebida. – ¿Tiene conocimiento sobre el futbol?
Ella sonrió y contestó – Es un deporte muy apasionante, aunque sea un poco mala para ciertas cosas, en el colegio solía ver los partidos junto a mis amigas.
- Bien puedo ayudar con eso, ahora seré yo quien proteja la portería, no quiero que sus manos se maltraten demasiado – dijo ya que ella no llevaba guantes especiales para atrapar el balón, ella se sonrojó un poco.
- No me molesta, además me estoy divirtiendo.
Los dos dejaron de lado a Hiroshi y este a su vez los miraba mientras hablaban y para colmo se le había enseñado a no meterse en una charla de adultos a menos que se dirigieran a él.
- No sabía que las institutrices fueran tan amables como usted.
- Vaya creo no hago bien mi trabajo, pero es que no puedo ser así de dura con este pequeño- Acarició la cabeza del chico despeinándolo a su paso y este se quejó.
- ¡Ya, vamos a jugar! - dijo pues se estaba impacientando pues no le agradaba mucho las miradas que se daban.
Tomaron posiciones y para no hacerla difícil fueron a los penales, Akane y Hiroshi chutaron, el marcador iba a favor del chico ya que para Shindou le era fácil leer los movimientos de ella.
Mientras la asistente solo se sentó en una de las sillas de jardín para apoyar al pequeño Hiroshi. Solo quería ganarse su afecto y que la llegase a ver como una madre; Akane por su parte ya tenía claro todo lo que intentaba y sentía un poco de lástima por que al niño no le habían dicho nada.
Luego de jugar Shindou tomó a su pequeño en brazos y lo lanzó un par de veces provocando carcajadas al pequeño, Akane estaba muy feliz de que por fin tenían un tiempo entre padre e hijo.
Una vez dentro Akane supervisó que el pequeño tomase una ducha rápida y que se vistiera, éste muy feliz y con su actitud de niño rico se sentó en la cama, levantó el pie y con su mano sostenía una calceta.
- Esa no es la forma de pedir un favor- dijo ella mientras se cruzaba de brazos, no iba a moverse sin la palabra mágica.
- ¿Ah no? Entonces ¿Cuál es la forma? - preguntó con su cara de fastidio pues ella siempre se las ingeniaba para no obedecer a sus caprichos.
- Por favor, es una de ellas y gracias- Akane tomó el control del televisor- Bueno tal vez quiera ver al dinosaurio morado cantar una canción sobre eso.
- No, no me gusta ese programa. - El chico lo pidió como correspondía ya que en verdad no quería que ella lo obligase a ver ese programa para niños de uno a cinco años, ella gustosa ahora si lo ayudó. Hubo un contacto visual entre ambos, él solo miró que su Institutriz tenía una mancha de tierra en la mejilla, con su mano trata de quitarlo- ¿Te gusta mi padre?
Ella lo miró sorprendida - ¿Qué? Eso... pues claro que no- dijo nerviosa.
- Lo decía porque estuviste con tierra en la mejilla todo este tiempo y él no se fijaría en cenicienta.
Akane se sonrojó, sentía vergüenza, recordó todo lo aprendido en clase y esto era inaceptable, además de que el señor la había visto sucia y no quería dar una mala impresión. - Bueno ya que he terminado de vestirlo, con su permiso me retiro a mi habitación.
Salió con algo de prisa pues debía de estar presentable, justo al salir se tropiezan ella y Shindou, este la sostiene pues ella era más frágil y con el impacto hubiese caído de no ser por él. - ¿Está bien? - dijo preocupado mientras ella lo miró con algo de temor, pero era más por cómo estaba ahora.
- S-sí, no se preocupe- él la dejó de sujetar y viendo que ya estaba estable se fija en su rostro, con su pulgar trata de quitar la tierra de su mejilla. Ella se alarmó y él de su bolsillo sacó un pañuelo.
- Tenga, lo necesita más que yo en este momento.
- Señor no se preocupe, no se repetirá el que yo esté así en esta facha tan bochornosa.
- No, descuide. - dijo un tanto divertido porque al parecer ella pensaba que él solo se fijaba en las apariencias y ahora ella estaba un poco despeinada, con barro y sus vestimentas manchadas. En eso se acerca la asistente y Akane lo mira apenada y se va.
- ¿Ha pasado algo? - pregunta pues no le gustaba en estos momentos la cercanía que había entre ambos.
- No ha pasado nada, solo un ligero tropezón- dijo así sin más, luego guardó su pañuelo ya que ella lo había rechazado.
Ella miró a Shindou y con los brazos cruzados le dedicó una mirada de reproche por lo que había pasado, él solo la ignoró pues en verdad no había pasado nada, tal vez.
Akane por su parte, fue directo al baño a desvestirse y mirarse al espejo, él había sido amable con ella y eso que lucía desaliñada. Se metió a la ducha y que quedó ahí pensativa tratando de no cometer más errores.
Una vez fuera de la ducha, se secó el cabello frente al espejo con la secadora, luego hizo una trenza de lado, eso siempre la hizo lucir dulce, fue a su armario por ropa limpia. Luego se sentó en el escritorio para escribir una carta a su familia.
Hiroshi estaba en su habitación ya que no podía hacer mucho pues en si era el día libre de su institutriz y quería que ella le dedicara un poquito de atención, a pesar de eso solo se puso a practicar su caligrafía pues en sí aún le costaba que su letra fuera nítida y clara.
La asistente fue a la habitación del niño- Hiroshi-sama ¿puedo pasar?
- Adelante- dijo sin dejar de apartar la vista de libreta.
- Parece que las clases están surtiendo efectos, eres mucho más educado que antes. - Ella se acerca y toma asiento. - ¿Qué te parece tu maestra?
- Pues no es lo que imaginaba en un principio, pensé que sería más una señora amargada y pues ella es muy preciosa.
- Ah ¿piensas que es preciosa? - preguntó pues no pensaba que el niño pensara eso de su institutriz.
- Si, es muy amable y juega mucho conmigo, además me ha leído el libro que me regalaste.
- Pensé que lo leerías ya que no quisiste que te lo leyera yo- dijo haciéndose la ofendida.
Hiroshi aún era muy inocente para comprender algunas emociones en otras personas y más si eran falsas- No se ponga triste.
- Es que llevamos tiempo de conocernos y una extraña viene y te lee, no es justo el libro te lo regalé yo.
- Pero es que usted siempre está ocupada y no la quiero molestar. Además, ella hace muy bien su papel con los personajes es increíble. Y creo que le gusta papá.
Al escuchar eso ella pone una cara seria- ¿Te lo ha dicho ella?
- No, pero lo sé.
Ella se levanta y se despide del chico que queda ahí algo extrañado por el cambio de actitud repentino de ella.
Camina apresuradamente, con sus ojos algo perdidos y va a donde está Shindou. Como estaba concentrado en su trabajo deja de hacerlo tras verla entrar. - ¿Ocurre algo?
Ella no sabía por dónde empezar, estaba desesperada, caminando de lado a lado. - ¿Es posible que entre tu y Yamana suceda algo? Con razón estaban tan cerca cuando me los he encontrado.
- ¿De qué hablas? - preguntó un tanto confundido.
- ¡De que esa Institutriz de cuarta está enamorada de ti! - dijo reclamándole y revelando algo que no iba a lugar.
- Oye un momento, no hables así de ella, además no ha sucedido nada, estás diciendo cosas que nunca pasaron.
- Tu hijo me lo ha dicho, que ella siente cosas por ti. - dijo abrazándose a sí misma.
El se levanta y la va a consolar- oye mi hijo es un nene que tiene una gran imaginación.
- ¿Qué tal si no? Es que yo creo que ella se está haciendo ilusiones contigo.
Shindou suspiró, lo menos que quería era tener problemas en casa- Bueno eso lo aclararemos en seguida.
Ambos salieron del despacho y se encontró con su mayordomo- ¿Puede llamarme a la señorita Yamana?
- Lo lamento señor, ella acaba de salir hace unos momentos. - dijo, Shindou solo pidió que en cuanto llegara le avisara que quería hablarle.
En tanto fue a hablar con su hijo, al entrar lo encontró haciendo sus deberes.
- Papá ¿sucede algo? - preguntó viendo la cara enojada de su padre y mas por que tomaba asiento.
- Tenemos que hablar- este le puso atención- Me ha contado mi asistente que le dijiste que Yamana gustaba de mi ¿de dónde sacas eso?
- Es que antes ustedes se miraron y pues...
- No malinterpretes las cosas, metes a los demás en problemas diciendo cosas que no son. Tendré una charla con tu maestra.
- No, por favor, no le digas que he dicho eso y que he armado un lío.
- Lo siento ella tiene que saberlo.
Shindou salió de la habitación, Hiroshi solo se cruzó de brazos y torció la boca pues la asistente de su padre le había dicho lo que habían hablado, no tenía por qué y ahora su institutriz se llevaría una amonestación.
Akane volvió un poco tarde justo para la cena, la chica realmente se había demorado por la fila y justo al pisar la entrada el mayordomo le comunica el mensaje.
Ella solo fue al despacho de Shindou, tocó y él la dejó pasar- Me han dicho que quería verme. - dijo mientras cerraba tras sí.
- Si, es sobre algo que ha ocurrido en su ausencia- El le comenzó a contar todo haciendo que ella se sintiera mal y avergonzada sin motivos. - Y eso sucedió.
- Comprendo, pero en ningún momento he dado motivos para ello, Hiroshi-sama me lo ha comentado y lamento las molestias causadas, no era mi intención que su novia se molestara- Akane en ese momento se llevó ambas manos a la boca y él la miró sorprendido.
- Así que sabe que tengo algo con mi asistente.
- Lo lamento, no quise... decir eso bueno tal vez sí, es que me enteré hace mucho y creo que debería de decirle las cosas a su hijo tal cual son así no habrá más malentendidos. - Ella hace una reverencia- con permiso. - sale del lugar con el corazón a mil por todo lo acontecido.
Shindou no podía creer que ella en poco tiempo se hubiese dado cuenta de su relación. La cena fue un poco incómoda para los cuatro, Hiroshi miraba a Akane y podía sentir lo seria que estaba con él, la indiferencia que le daba dolía.
La asistente no podía mirar a la castaña pues ahora la consideraba una enemiga, pero se encargaría de echarla de casa tan pronto como fuera anunciado su noviazgo.
Al finalizar la cena Shindou y su asistente se retiraron dejando a los dos ahí.
- Señorita Yamana...
- Si ya terminaste de cenar es mejor que te vayas a preparar para dormir, mañana tienes mucho que aprender. - Ella en ningún momento lo miró y se mostró fría.
¿Cómo podía el ser mas dulce que había conocido hacerlo temblar? Él solo obedeció, ella lo acompañó vigilándolo en todo momento, al terminar de ponerse el pijama tomó un libro. - ¿Me lo lee por favor?
- Creo que no soy la mas apta para eso, tu padre no tardará en venir a desearte las buenas noches, por favor suba a la cama.
Él dejó el libro sobre la mesita de noche y ella solo lo cubrió con la manta, era cierto no tenía por qué darle ciertas muestras de cariño que le correspondían a otras personas. - Buenas noches- dijo para salir e ir a su pieza.
Shindou al rato pasó a verlo, aún seguía despierto- Vengo a desearte las buenas noches- ve el libro- ¿Quieres que te lo cuente?
Éste solo lo miró y negó- no, ya me quiero dormir.
- Bueno- Shindou lo besó en la frente- Que descanses, mañana tienes que seguir con tus clases.
Al salir Shindou, Hiroshi solo pensó en la mirada de Akane, tan indiferente con él y que no lo determinaba como antes. No sabía como y por que ahora derramaba lágrimas, pensó como solucionarlo si ella no quería escucharlo.
Akane por su parte estaba muy triste por todo y eso que en la mañana parecía haber felicidad, suspiró y se metió bajo las sábanas a esperar lo que le deparara el día de mañana.
Al día siguiente Hiroshi a duras fuerzas se tuvo que levantar ya que en verdad prefería no hacerlo, estaba triste y no tenía ganas de desayunar así que no comió mucho que digamos, como algunas veces, su plato fue retirado.
Miró a la castaña para apreciar que seguía disgustada, resignado volvió la mirada al mantel de la mesa.
Cuando estuvieron a punto de comenzar las lecciones el se acerca y trata de hablarle- Señorita Yamana yo... discúlpeme por lo de ayer.
- Hiroshi-sama ya pasó y creo que comprenderás que entre nosotros solo existe una relación alumno y maestra, así que por favor dedíquese a estudiar y así complacerá a su padre, yo solo estoy aquí para impartirle mis conocimientos.
- Bueno...- dijo tristemente, luego tomó asiento, en verdad le dolía el rechazo y todo por hablar de más y ahora sabía que no podía confiar en la asistente de su padre.
Eran las diez de la mañana y no podía concentrarse mucho, quería enfrentarla así que lo hizo, se levantó de golpe llamando su atención.
- Hiroshi-sama no tiene permiso de levantarse aún- dijo firme Akane.
- ¿Es que ya no me quiere? - dijo y ahora tenía la cara con ganas de soltar en llanto.
- ¡¿Eh?!
- A pesar de que lleve una semana aquí me encanta jugar hablar con usted, al principio no me gustaba la idea, pero le he tomado cariño... ¿Ya no le importo?
- Oye Hiroshi no...
Hiroshi terminó de decir todo lo que sentía y comenzó a llorar, tras no haber desayunado y tener depresión y estrés perdió el conocimiento, Akane muy asustada lo tomó en brazos y mandó a que llamaran al médico de la familia.
Una vez recostado, con sus labios algo pálidos y resecos, ella solo podía pedir que nada malo le pasara- Si le pasa algo jamás me lo perdonaré, no debí de hacerle eso, pero ¿Quién soy yo para que usted mi niño, sienta afecto por una desconocida?
El medico llegó y lo atendieron, de inmediato avisaron a Shindou que tuvo que cancelar algunas cosas para ir a ver a su hijo.
Él recobró la conciencia y lo primero que vio fue a su institutriz a su lado. - ¿Qué pasó?
- ¡Hiroshi-sama! Que bueno que despertó- la chica lloró de felicidad al ver que había reaccionado, él medico lo volvió a examinar y dejó instrucciones para una pronta recuperación.
- ¿Por qué llora? - preguntó, no entendía nada de lo que pasaba y menos a la actitud de ella.
- Me has preocupado, te desmayaste, pero qué bueno que despertaste. - ella sintió en su mejilla la mano del chico que trataba de secar sus lágrimas. - ¿Quiere comer algo? Yo personalmente se lo preparo.
- ¿Me quiere?
- Perdóname, tu no tienes la culpa de nada, solo eres un niño y por supuesto que te quiero- Akane se sienta a su lado ya que antes estaba arrodillada al borde de la cama; lo abraza y lo llena de besos.
Por que para él en estos momentos esos besos eran muy cálidos y dulces, más que nada porque lo hacía sentir como si fuese su madre quién le estaba dando mimos.
Ella se dirigió a la cocina luego de eso y personalmente preparó algo para que él comiera, unos sándwiches y leche para que se recuperara.
Justo llega Shindou y corre a la habitación a ver como estaba, lo encuentra tomando la merienda y se acerca a él para preguntar como se sentía, a lo que el niño responde- Ya me encuentro mejor.
- Me asusté mucho- le dio una caricia en la cabeza, luego miró a Akane. - ¿Puede explicarme que fue lo que pasó? - dijo con un poco de enojo, ya que le había encargado su tesoro más grande a ella.
- ¿Podemos hablarlo en otro lugar?
Shindou señala la puerta para ir a otro sitio a conversar, más específico su despacho en la planta baja de la Mansión. Cuando llegan y él cierra la puerta ella un tanto mortificada dice todo.
- Discúlpeme ha sido todo culpa mía, sobre lo de ayer... tal vez no debí de tratarlo con indiferencia y como Hiroshi me ha tomado cariño pues lo que pasó ayer lo ha dejado muy mal.
- Tiene razón, he notado que mi hijo la quiere y no debió de mostrarle indiferencia.
- Lo sé, pero es que siento que me interpongo, no soy nadie para que su hijo me quiera.
- Bueno y en parte es mi culpa, esto se nos fue de la mano y además le he quitado el desayuno, debo de vigilar más su alimentación.
- Si me deja decirle, el desayuno es la comida más importante y yo veré que se alimente bien, me ha dado un susto que casi me muero.
Shindou ya estaba más tranquilo, fue con Akane a la pieza de Hiroshi y se despidió. Ella se hizo cargo de él, estaba aliviada de que nada malo le pasara. Solo lo abrazó y le leyó una historia del libro que había pedido la noche anterior.
- Hiroshi, perdóname, te quiero demasiado- dijo en sus pensamientos.
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