Cuando Andrew conoció a Arthur
Cuando Andrew conoció a Arthur.
Andrew Wood.
Leslie Anderson y yo nos abrazamos cómo dos viejas almas ansiosas de reencontrarse.
Aunque su abrazo me tomó por sorpresa, mi cuerpo respondió mucho más rápido que mi mente ante gesto. Entre mis brazos ella se siente cálida y sus lágrimas contra mi camisa me hacen entender el peso de esta realidad y cómo finalmente le doy un rostro a la mujer llena de fortaleza que escribió uno de los correos más crudos con palabras que nunca olvidaré.
Sostenerla, me hace saber que este cuerpo cálido que se aferra a mí con fuerza, es el ser que desde el primer momento me hizo creerle, me hizo desear venir, me hizo desear poder hacer más de lo que está en mis manos.
Siempre me han dicho que soy bueno con el consuelo, con los abrazos, la paciencia y comprensión, espero y tengan razón porque en este momento me gustaría que este simple gesto fuese suficiente para reconfortar a alguien que pasa uno de los momentos más difíciles de su vida.
—Ya lo dije, pero gracias por estar aquí —murmura retrocediendo con lentitud y dejando caer los brazos a un lado.
—Estoy feliz de estar aquí incluso si las circunstancias no son las mejores.
—Habías dicho que vendrías, pero aun así se siente cómo un sueño.
—No soy tan genial.
Estiro la mano con algo de dudas y alcanzo una de las suyas descubriendo que sigue fría y un poco temblorosa, así que una vez más me encuentro intentando darle calor entre las mías. No creo que esté notando la manera en la que sus dedos fríos se aferran a mi mano ni las lágrimas corriéndole por rostro. Los pómulos los tiene sonrojados y los ojos azules altamente impresionantes se encuentran un poco rojizos.
Nunca me planteé buscar cómo lucía Leslie Anderson, de hecho, no sabía qué esperar y la verdad es que solo bastó una mirada a esos ojos para entender que el dolor y angustia reflejadas en esa carta en la que tanto pienso, venían de ella.
Tiene ojeras, se ve físicamente agotada y sé que esto incluso conlleva también a un agotamiento mental y emocional, sin embargo proyecta una fortaleza impresionante, me da la sensación de alguien inquebrantable que se levantara una y otra vez. Alguien que no está preparada para lo peor, pero sí para sonreír si eso es lo que se necesita para que su hijo se sienta feliz. Me impresiona, muchísimo.
No presiono, le doy el tiempo que necesita para recomponerse aunque estoy un poco preocupado de que esto haya sido demasiado, pero una profunda respiración me abandona cuando la mano que no se encuentra entre las mías se desliza por mi muñeca, dejando un rastro de tacto frío, pero que debido a su trasfondo se siente cálido; asciende por mi brazo de manera superficial hasta alcanzar mi barbilla y posarse sobre una de mis mejillas, entonces un gesto inesperado aparece: sonríe.
Y no es cualquier sonrisa.
En medio de la tristeza, los ojos azules le brillan con un toque de alegría y emoción contenida junto a una de las sonrisas más honestas, bonitas y emotivas que he recibido en toda mi vida.
—Eres Andrew, signo Aries, sin novia, fuiste el primero en ser aceptado en BG.5, todas tus guitarras tienen nombres que nunca memorizo, lo que molesta a mi hijo —Ríe por lo bajo en tanto su mano abandona mi mejilla—. He escuchado un montón de ti, pero memorizo tan poco, lo siento.
—Esos datos son suficientes —Le aseguro—. Así que tú eres Leslie...
—Signo sagitario, sin novio, trabajadora social, creo que escribo y con un hijo Fiver que siempre me dice que eres el hombre.
—¿El hombre?
—Eso lo engloba todo.
Le doy un ligero apretón a su mano y la libero, sabiendo que tal vez lo llevé demasiado lejos. Un largo silencio nos envuelve en tantos nos vemos, sus lágrimas han parado y poco a poco parece que la emoción junto al entusiasmo la van envolviendo, lo que me gusta, quisiera que mi visita no resultase triste.
—Eres una gran mamá —rompo el silencio.
—¿Cómo sabrías eso?
—Porque no sé cómo diste con mi correo ni cuánto lo intentaste, pero estoy suponiendo que no te detuviste hasta lograrlo y eso a mí me dice mucho.
—Soy una buena mamá —Aprieta los labios para no llorar y luego sonríe—. Soy una increíble mamá, lo he dado todo de mí y aun me queda más por dar. ¿Conoces la sensación de creer que algo no es para ti, pero luego descubrir que estabas equivocada? Me pasa con ser la mamá de Arthur, tengo tal privilegio que incluso con dolor, me siento afortunada.
No tengo palabras para responder, ese tipo de amor no lo conozco todavía y dudo que pueda alcanzar a siquiera imaginarlo.
La veo pasarse las manos por el cabello, lo que lo desordena aún más haciéndome sonreír y parece que por inercia me devuelve el gesto.
—Debes estar tan ocupado y viniste aquí —Sacude la cabeza—. Solo déjame verificar que él está listo para verte.
—Esperaré justo aquí —aseguro sin perder la sonrisa.
—De acuerdo —murmura girando para entrar a la habitación, pero una vez más voltea para verme.
—No me iré, lo prometo. Aquí estaré, Leslie.
—Aquí estarás —repite y asiente con lentitud cómo si se convenciera a sí misma antes de perderse dentro de la habitación.
Una vez se ha ido, dejo ir el suspiro que parece estaba conteniendo mientras me paso una mano por el cabello, procesando que esto realmente está sucediendo. Un rápido vistazo a mi alrededor me hace saber que Hunter parece estar comunicándose por teléfono con Max y Stone no me quita la mirada de encima.
—¿Todo bien con ella? —Me pregunta.
—Todo está bien con ella, no nos equivocamos.
Una sensación de nervios me embarga porque no sé qué esperar, no sé qué se espera de mí. En conjunto BG.5 y yo hemos cumplido sueños, algunos en contextos lamentables y tristes, pero nunca he sido simplemente yo y nunca con alguien tan pequeño luchando una batalla tan feroz a la que Leslie me hizo saber en su carta se acercaba poco a poco a un inminente final.
Vine aquí con la idea de ayudar, pero ¿Qué debo hacer? No quiero arruinarlo. Tal vez debí esperar a que Max pudiese venir conmigo o traer a Harry, quizá asesorarme mejor o tener algún plan, a veces queriendo hacer lo mejor también puedes arruinarlo y no quiero eso. Tal vez...
El sonido de la puerta abriéndose me hace digerir la atención al lugar y me encuentro con la pequeña sonrisa de Leslie Anderson.
—Ya puedes entrar —dice en voz baja—. No sabe que eres tú, haré una introducción ¿De acuerdo?
—De acuerdo —Me giro hacia mis guardaespaldas—. Pueden esperar aquí, estaré bien.
Stone quiere replicar, pero Hunter asiente hacia él y muy a su pesar acepta mi petición en tanto me acerco a la puerta y veo por el pequeño espacio de apertura la espalda de Leslie que ya se encuentra nuevamente adentro.
—Necesito que cierres los ojos, cariño —dice con entusiasmo— ¡Hay una sorpresa para ti!
—¿Quieres que adivine? —pregunta una voz infantil con entusiasmo.
—No, quiero que sea sorpresa.
—¡Es una película!
—No, cierra los ojos.
—¡Tienes un nuevo novio!
—¿Cómo que nuevo novio? Ni siquiera tenía uno antiguo —Se ríe y él también lo hace, sonrío sin pensarlo.
—¡Podré irme a casa!
Me acaricio de manera distraída el pecho porque ahí sentí un dolor sordo ante las ansias y esperanzas en su declaración.
—No, cariño, no puedes ir a casa. Lo siento.
—Oh, está bien, mami, no estés triste —Se hace un breve silencio.
»¡Ya sé! ¡Revistas de BG.5!
—Cerca, pero ahora cierra los ojos.
—¡Boletos para BG.5!
—Muy cerca, pero ¡Cierra los ojos, Arthur! —Se está riendo ahora y él también.
—¿Cerca? ¿Qué tan cerca estoy?
—Muy, muy cerca y más cerca si cierras los ojos.
—¡Conoceré a BG.5! —Se ríe cómo si fuese la mejor broma, despreocupado y distraído de todo el camino que le ha tocado recorrer a tan temprana edad.
—¡Solo tenías que cerrar los ojos! —Veo a Leslie alzar las manos frustrada—. Bueno, sí, es eso ¡Sorpresa! Aquí tienes al hombre.
»Puedes pasar, Andrew. Mr Smile está muy preparado para verte.
—¿Estás bromeando, mami?
—No, amigo, no hay ninguna broma —digo entrando.
Y este es el segundo exacto en el que cualquier duda se va: cuando nuestros ojos conectan.
Un niño delgado, pálido, con ojeras, calvicie y grandes ojos azules me ven en tanto sus labios quedan medianamente abiertos. Me sigue con la mirada mientras me acerco y cuando me detengo frente a su cama, en donde se encuentra sentado en una bata con pequeñas estrellas, algunas cosas conectadas a su cuerpo e incluso dentro de los orificios de su nariz, me ve como si acabara de bajarle la luna.
Cualquier miedo, duda e incertidumbre desaparece y tengo esta sensación y certeza de que es aquí en dónde debo estar. Me alegra de haber leído y creído en ese correo, me alegra aun tener la ingenuidad de querer esperar lo mejor de las personas porque eso fue lo que me hizo luchar y empujar a Max a que confirmara que esto era verdad, a hacerme estar aquí en este momento.
—Mami, veo a Andrew.
—Es él, cariño, es Andrew.
Él jadea y parpadea un par de veces, un pequeño ataque de tos lo invade, pero se recupera con rapidez.
—¿Eres Andrew? —Me pregunta en voz baja, con los ojos muy abiertos y sus dedos jugando con la bata.
En lugar de responderle en voz alta, acorto la distancia entre nosotros, me agacho lo suficiente para estar a su altura y luego estiro la mano hacia él.
—Soy Andrew Wood, cantante y guitarrista de BG.5.
—Eres mi héroe favorito, bueno, junto a mi mami —El labio inferior comienza a temblarle—, pensé que nunca te vería y estás aquí.
El labio inferior comienza a temblarle mucho más y luego se cubre el rostro con sus dos pequeñas manos comenzando a llorar. Es una imagen impactante, verlo llorar con tanta emoción y sentimiento.
Me toma pocos segundos recuperarme, pero no lo consigo así que termino apretando los labios y sintiendo la manera en la que los ojos se me humedecen cuando me acerco y lo abrazo. Su respuesta es inmediata: envolver los brazos alrededor de mi cuello y recargar una de sus mejillas contra mi hombro, mojándome la camisa con sus lágrimas del modo en el que su mamá lo hizo hace tan solo unos minutos.
—Eres real —dice llorando.
—Estoy aquí.
—Aun no me he ido a dormir por siempre y estás aquí —Me aprieta el cuello con fuerza—. ¿Es magia?
Presiono una de mis manos en su cabeza y se tensa, pero cuando dejo una caricia suave se relaja aun llorando y abrazándome.
—Si alguien es mágico eres tú, Arthur, tu mami me dijo lo fuerte y el guerrero que eres.
—¿Mi mami te trajo?
—Sí.
Se aleja lo suficiente para ver a su mamá y cuando volteo, descubro que ella también está llorando, pero sonriéndole. La alegría en el rostro de ambos es palpable, me llena el pecho, me hace sentir bien incluso privilegiado de ser parte de este momento, de ser una razón, de descubrir que mi existencia no se reduce a momentos que solo me hacen feliz a mí, qué también marca un hito o un momento especial y significado para otros.
—¡Gracias, mami! Soy tan, tan feliz ¡Andrew está aquí! —Y se vuelve a arrojar en mis brazos—. Gracias, gracias, Andrew ¡Eres el hombre! Te amo mucho, eres mi héroe ¡Gracias, Andrew! Haces que ya no duela, ya no duele.
Y en esta habitación de hospital, abrazando a este pequeño y escuchándolo murmurar sobre cuánto me espero y soñaba, me hace saber que un pedazo de mi corazón se queda con él e incluso con su mamá.
¡Sorpresa! No quería poner esto en un simple recuerdo introductorio y quería que lo leyeran desde Andrew para que comprendieran el nivel de impacto que tuvieron esos encuentros con Arthur.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro