Capítulo Veinticuatro
Capítulo veinticuatro.
Hay dinero.
Dinero que puede ayudarnos tanto, pero no sé dónde viene.
No sé por qué apareció en nuestro buzón y no sé si usarlo está mal.
Elanese dice que puede ser una señal, que lo necesitamos y debemos usarlo. Eva asegura que nada bueno puede venir de ello.
No sé qué hacer.
Necesito ese dinero, pero tengo miedo de lo que esté detrás de ello, de quién esté detrás de ello.
No dejo de ver el sobre en la mesa esperando por una decisión justo al lado de muchas facturas. Es pasada las dos de la madrugada, los ojos me arden, el cuerpo me duele y se supone vine rápidamente por otra manta para Arthur porque creo que las que tiene en el hospital no son suficiente.
—Si es dinero sucio, por favor te pido nunca saberlo —Pido a la nada—. Y si estoy haciendo mal al tomarlo, pido perdón, pero mi hijo es más importante que cualquier cosa en este momento.
No hay orgullo, dignidad o arrepentimientos cuando se trata de la vida de Arthur. Tomo el sobre.
Cuando Andrew se encuentra en toda su altura, una de sus manos adentra los dedos en mi cabello, peinándolo y ocasionando que los vellos de mi cuerpo se ericen cuando se acerca todo lo que puede, hasta que su frente se roza contra el mío y su boca está a solo centímetros de la mía. Sin decir palabra alguna, su mano se aleja y luego siento a ambas deslizarse desde mis muslos, por encima de la tela del vestido, hasta llegar debajo de mi trasero y tomarme por sorpresa cuando me alza, de inmediato mis manos se aferran a su cuello.
Las puertas del ascensor se abren.
—Envuelve las piernas alrededor de mí, no te haré caminar descalza.
—Y no pondré ninguna queja sobre que me lleves en tan agradable posición —respondo haciendo lo que acaba de pedirme y mordiéndome el labio para que ningún sonido comprometedor escape de mí.
— ¿Siempre tienes que tener la última palabra, Leslie?
—Uhm, no siempre, tú eres bueno haciéndome ceder.
Riendo nos hace salir del ascensor y por fortuna, como siempre, el pasillo se encuentra vacío mientras nos lleva hacia su apartamento. Por supuesto que Andrew no tiene ningún problema en introducir la llave en la cerradura mientras me tiene sobre él y muy aferrada de brazos y piernas a su cuerpo. En cuanto la puerta se abre, arrojo mi pequeño bolso en algún lugar del suelo sin importarme demasiado, acordándome de manera tardía que mi teléfono se encuentra ahí, pero estoy segura de que sobrevivió, algo en mi corazón me lo dice.
—Aquí estamos —dice.
—Y estoy enojada —Le recuerdo.
Con esa sonrisa traviesa con la que ya me siento familiarizada, Andrew me deja sobre mis pies y se saca la chaqueta de su traje dejándola caer poco después al suelo, luego se pasa las manos por el cabello terminando de desordenar las hebras rubias y haciéndome seguir con la mirada sus movimientos de manera casi hipnótica. Lo siguiente es que se afloja el nudo de la corbata y alzo abruptamente la mirada cuando de hecho comienza a alejarse, a caminar lejos de mí ¿A dónde cree que va?
— ¿A dónde vas? —Lo pregunto en voz alta viendo que se aleja todavía más.
—A dónde vamos —Me corrige dándome la espalda mientras se aleja sacándose la corbata y arrojándola al suelo.
No dudo en seguirlo, no hay manera en la que no lo haga.
Cuando llega a la pared en dónde no hace tanto tiempo caí de rodillas, se voltea y lo encuentro con la mitad de los botones de su camisa blanca desabrochados. Su mirada es intensa y en un movimiento bastante astuto toma mi mano, tira de mi cuerpo y pronto me encuentro con la espalda apoyada en la pared mientras me besa el cuello y sus manos se deslizan por mis costados hasta mis pechos con una caricia coqueta, pero no lo suficiente persistente.
Cuando digo su nombre su respuesta es llevar esos talentosos labios a los míos en un beso que me hace sentir un sinfín de calor y emociones. Me besa con profundidad, de una manera húmeda e invasiva que insinúa muchas promesas sobre esta noche y poco después, cuando se hace necesario respirar, su boca no va muy lejos porque se desliza desde mi barbilla hasta mi cuello, por entre mis pechos, baja y baja hasta que cae de rodillas y sus manos agrupan tela larga de mi vestido para irla subiendo poco a poco por mis muslos.
—Te dije que arrodillarme ante ti nunca sería un problema —dice con sus labios contra la cara interna de mis muslos y luego me da un mordisco que me hace gemir—. Tengo muchos dilemas porque quiero probarte, pero también quiero hundirme en ti de tantas maneras, quiero hacer tantas cosas que no sé ni siquiera por dónde empezar aun cuando sé que para nosotros la noche aun es joven.
Trago y luego mis manos algo temblorosas bajan hasta pasar las suyas y tomar las delgadas tiras de mi ropa interior. Bajo su atenta mirada comienzo a bajarme las bragas y al terminar, las pateo a un lado, luego soy lo suficiente atrevida para abrir un poco más mis piernas y darle una sonrisa.
—Estar de rodillas es un buen comienzo —aseguro y su sonrisa es toda la advertencia que recibo antes de que esa talentosa boca una vez más esté sobre mí.
Lo he dicho antes: esos labios, esa lengua e incluso esos dientes son talentosos. Gimo, me retuerzo y digo cosas sin control mientras me devora de una manera ágil, tortuosa e increíble. Me hace querer alejarme porque es demasiado, pero también quiero estar sobre él para que me dé más de ello y luego se hace bastante notable que su habilidad es de otro nivel cuando no ha pasado ni siquiera unos cinco minutos y ya me estoy estremeciendo mientras alguna especie de sonido ronco y alto sale de entre mis labios porque acabo de tener un orgasmo alucinante que me deja con la espalda recargada de la que diré que es mi pared favorita en este apartamento.
No creo que Andrew esté pensando en ir lentamente esta noche y estoy bien con ello. Lo veo ponerse de pie con lentitud y terminar desabotonarse la camisa, arrojándola en el suelo y pretendiendo alejarse de mí una vez más, pero antes de que pueda hacerlo, lo abrazo y me pongo de puntillas, besándolo en la boca. No me importa si me saboreo en él, no me importa si el beso es torpe y descuidado debido a las ganas insaciables que nos tenemos, nada de eso importa porque en todo lo que puedo pensar es en él, en mí, en nosotros.
Mis uñas rasguñan sus abdominales y un sonido profundo de placer viene de él mientras enreda los dedos de una de sus manos en mi cabello y con la otra me acaricia un pecho por sobre la tela del vestido, gracias al cielo el vestido no hacía juego con algún sujetador. No me siento orgullosa de la manera en la que mis manos se vuelven torpes al llegar a su cinturón, pero eso no me impide deshacerlo en el tercer intento mientras le muerdo el labio inferior y luego lo lamo. Nos besamos nuevamente al mismo tiempo en el que mis descoordinados intentos consiguen desabotonarle el pantalón y bajar la cremallera, dándome la oportunidad de indagar con mi mano la evidente erección esperando por mi atención.
En cuanto mis dedos lo rodean, Andrew empuja contra mi toca, pidiéndome con ese simple gesto mucho más. Y justo cuando creo que va a besarme una vez más, con una voz enronquecida y afectada, me susurra a los labios:
—Me encanta que nunca te dije cómo me gusta ser tocado y aun así consigues enloquecerme cada vez que me tocas.
Y ese es solo el principio de una honesta charla por parte de Andrew, porque cuando mi mano aprieta, sube y baja, una ráfaga de charla sucia llueve sobre mí. Quiero besarlo, pero también quiero que esa dulce boca siga dándome toda esa charla que tiene a mi cuerpo a un punto de ebullición máxima. Nos vemos fijamente a los ojos mientras lo toco y luego ambos bajamos la mirada hacia donde su pantalón se aferra por debajo de sus caderas junto a su bóxer. Me gusta el contraste de nuestras pieles. Ambos tenemos la vista clavada en mi mano sobre lo que nombré Pecado Wood, viendo cómo cambio los movimientos y el toque para que no sea capaz de predecir lo que haré; y lo que descubro que más me gusta, es la manera en la que se deja ir, en la que con sonidos y palabras me hace saber que lo acerca más rápido y que lo desacelera del camino al máximo placer.
Mi próximo plan es caer de rodillas, pero él me detiene y sacude la cabeza en negación antes de soltarme y sacarse los zapatos, los calcetines, el pantalón y por último el bóxer. Andrew se encuentra en toda su gloria, desnudo, vestido únicamente con los tatuajes en su piel y con lo que podría resultar una intimidante erección. Es increíble y me resulta estimulante el hecho de que aún me encuentro vestida...Aunque no por mucho tiempo.
Con lentitud bajo la cremallera ubicada en uno de los lados de mi vestido, haciendo que la tela se afloje de mi cuerpo y cuando alzo las manos para deshacer el nudo en mi cuello que sostiene las dos franjas de tela que me cubren los pechos, me paralizo.
— ¿Qué sucede? —Me pregunta Andrew.
¿Cómo se atreve a hacer tal pregunta cuando la respuesta es tan obvia?
Lo que sucede es que Andrew se encuentra envolviéndose a sí mismo con una de sus manos en un movimiento que casi parecería perezoso si no fuese por el hecho de que puedo ver cuánta influencia tiene en sí mismo porque se endurece incluso más mientras me ve. Es una de las cosas más eróticas que he visto en mi vida y mira que mi hermana me ha enviado bastantes gifs de sexo.
— ¿Leslie? —Detiene el movimiento de su mano al hacer la pregunta y no puedo evitar quejarme.
—Sigue —Me escucho decir sin poder dejar de verlo cuando reanuda los movimientos y con algunos apretones extras al ver que tiene a un público muy entusiasta con las vistas.
Él sigue los movimientos mientras deshago el nudo del vestido en mi cuello. Me encantaría decir que el vestido cae como seda a mis pies, pero la realidad es que lo ayudo a caer y lo pateo de una forma nada elegante para que salga del camino debido a nuestros planes inmediatos de esta noche.
Ahora ambos estamos desnudos y nos dedicamos a vernos con las respiraciones agitadas, las pieles sonrojadas y un sinfín de deseos ardiendo en nuestras miradas.
Construimos tanto el camino hasta este momento que tal vez durante algunos segundos ambos nos encontramos procesando que no es un sueño, imaginación o alguna locura, que es la realidad y que es incluso mejor que cualquier idea que pude haber tenido al respecto.
En un momento la distancia entre nosotros se siente inmensa y luego es nula cuando está contra mí, besándome, tocándome, tentándome, dándome tanto cómo espera recibir. Su piel cálida contra la mía me hace gemir mientras mis manos tocan y tantean tanto cómo pueden, siento su dureza contra mi abdomen y luego sus manos en mis pechos. Cuando sus labios abandonan los míos, ellos no van muy lejos porque pronto se encuentran alternándose en una deliciosa tortura de besos húmedos y mordidas en mis pechos sensibles, me hace sentir que me eleva cada vez más alto.
No sé en qué momento nos alejamos de la pared, pero cuando me hace retroceder me encuentro chocando contra un estante cuya altura llega a mi cintura y del cual caen unas hojas y CDs a Andrew esto no parece importarle porque tras una enloquecedora succión en una de las cimas fruncidas de mis pechos, sus labios hacen su camino de regreso a mi cuello en donde me hace jadear cuando muerde y lame la sensible piel de esa zona. Tomando mis manos me hace girar y de inmediato siento sus labios en mi espalda mientras apoya mis manos sobre el borde del estante.
—Sostente de aquí, no queremos que te hagas daño.
—Eso...Eso arruinaría la fiesta —digo sin aliento.
Su risa enronquecida es toda la respuesta que recibo mientras me quejo con un sonido de protesta cuando su cuerpo se aleja, pero luego estoy sintiendo la humedad de su lengua contra los hoyuelos por encima de mi trasero.
—Estos me gustan mucho, Leslie. Por eso te dije que te llamaría hoyuelos —Los besa—. Los apodos no son lo mío, pocas veces los uso, pero tal vez solo lo diga cada vez que estemos sin ropa y planeo que eso suceda mucho, casi demasiado.
—Solo dame promesas que planees cumplir.
— ¿Quieres una promesa sexual?
—Contigo quiero muchas cosas, Andrew, tal vez demasiadas... —Podría haber dicho algo más o tal vez algo romántico, pero nunca lo sabré porque lo que sale de mí es un grito agudo de sorpresa y placer cuando sus dientes se clavan en la carne de una de las mejillas de mi trasero.
Y luego él, de verdad, pero de verdad, me da una nalgada que me hace recordar los mensajes de un principio en donde técnicamente me preguntó si todo esto era válido y por todo lo sagrado, esto me hace volverme todavía más liquido en los lugares necesarios porque me excita demasiado.
—No puedo creer que hicieras eso —digo con la voz afectada, vuelve a hacerlo—. Por favor...Para la tortura, solo hazlo. Hazlo ahora, hazlo ya, de cualquier forma, solo hazlo. Fóllame, hazme el amor, ten sexo conmigo, cómo sea que lo llames, pero hazlo porque siento que me voy a morir si no sucede ahora.
Estoy tan sobrecargada que mi cuerpo tiene pequeños temblores y me duelen zonas de mi cuerpo que claman por la culminación, mis músculos se aprietan en búsqueda de algo que en este momento y tal vez durante mucho tiempo quiero que solo Andrew me dé. Nunca esperé que mi primera vez con Andrew fuese lenta, tierna o dulce y eso se debe a que soy consciente de que estábamos acumulando demasiado y me intuía que cuando explotáramos todo sería descontrol.
Así que cuando Andrew me gira y me sube sobre el estante, la mitad de mí se encuentra sorprendida y la otra demasiado emocionada para poner objeciones sobre este escenario. Me besa y mientras que sus manos se dividen para acariciarme un pecho y la otra jugar entre mis piernas, mis manos se encuentran desesperadas tirando de su cabello y acariciándole el rostro. Al acercarse más a mí, siento su dureza rozarse contra mí, piel contra piel y él deja de besarme para darme una mirada qué dice mucho, quizá no capto todo lo que sus ojos transmiten, pero hay algo importante en este momento.
Tiene mis exámenes y sabe que estoy limpia, sé que él está limpio, la pregunta no dicha es "¿Haremos realmente esto de esta manera?"
Los segundos transcurren y luego abriendo más una de mis piernas, la enredo alrededor de su cadera y con mis brazos alrededor de sus hombros tiro de él para que se presione más contra mí. Andrew lo entiende de inmediato y en esa posición, con él de pie entre mis piernas, yo sobre un estante y atrayéndolo tanto a mi cuerpo cómo puedo, finalmente sucede: con un suave empujón comienza a adentrarse en mi cuerpo, pero cuando retrocede y avanza una vez más, cierro mis ojos y gimo porque se encuentra tan profundo cómo mi cuerpo se lo permite.
Se contiene y espera a que me adapte a su presencia dentro de mí, su respiración es tan agitada cómo la mía y el sudor comienza a hacer resbaladiza su piel. El estante no es el más cómodo porque evidentemente no fue hecho para sentarse, pero es lo último en mi mente cuando todo lo que hago es sentirlo, a cada parte de él, conectado con mi cuerpo.
Al abrir los ojos lo encuentro con las pupilas dilatadas, viéndome, la frente perlada en sudor y el rostro sonrojado, se está mordiendo el labio inferior con fuerza mientras se contiene y bajo mis manos siento los músculos de su espalda tensarse. Con mi pulgar libero su labio inferior de sus dientes y sonrío cuando me muerde la yema para luego gemir cuando la lame.
— ¿Todo bien? —pregunta en voz baja.
—Todo se siente increíblemente bien.
—Te sientes —Sale —increíblemente —Entra— bien —Se detiene—. ¿Qué tan raro es decir que pensé mucho en esto? —Entra—. Qué soñé con esto —Entra con más fuerza—. Que apenas está comenzando y ya estoy pensando —sus dedos se clavan en mis caderas para afianzarme contra sus embestidas— en volver a empezar. Una y otra vez. Una y otra vez, cómo una canción favorita que incluso cuando no la reproduces, suena siempre en tu cabeza.
El lugar se llena de los sonidos de nuestros cuerpos al colisionar, mis gemidos, sus palabras y respiraciones agitadas mientras entra en mí una y otra vez con movimientos contundentes que me tienen enloqueciendo. Cuando creo que he descubierto el ritmo de sus embestidas, cambia o baja la velocidad. Es alucinante, impredecible, apasionado y tan intenso que siento que me hará perder la cordura, que me destroza mentalmente de una manera en la que todos serán comparados con él y de una manera preocupante en la que me digo: no puedo dejarlo ir.
Beso su cuello, su rostro, sus labios mientras me habla, susurra y me devuelve los besos. Cuando pienso que no podría ser mejor, me alza haciendo que enrede mis piernas a su alrededor y recargándome apenas del estante mientras se mueve con mayor rapidez y mucho más profundo. Soy consciente de que más cosas caen del estante que no deja de sacudirse, de que estoy rasguñando toda su espalda, de que también digo cosas que tal vez ni siquiera son coherentes y de que ambos estamos tan perdidos en el otro que nada más nos importa. Siento que me arma y me desarma, que toma de mí en la misma medida en la que me da, no sé si este es un tipo de cielo o infierno, pero sé que tal cómo lo dijo quiero hacer el viaje una y otra vez, volver a empezar incluso antes de terminar, sonar cómo su canción favorita porque sé sin duda alguna que él sonará cómo la mía.
Siento que es demasiado, pero aun así tengo la codicia de querer más y cuando alcanzo esa desesperado y necesita orgasmo, es cegador, intenso, largo y enloquecedor, ni siquiera soy consciente de que poco después él se encuentra con su propia culminación hasta que lo siento en mi interior.
No tengo palabras o tal vez las tenga para dentro de un siglo o poco más.
Ni siquiera sé cuándo cerré los ojos ni cuando escondí mi rostro en su cuello, todo fue tan desestabilizador. Me cuesta hacer uniforme mi respiración y cuando abro los ojos, tras sacar mi rostro de su cuello, me encuentro con sus ojos, sus parpados un poco caídos y una leve sonrisa en los labios, todo su rostro se encuentra sonrojado y sus labios tan inflamados cómo imagino que están los míos.
Mientras que antes él fue muchas palabras, ahora se encuentra en silencio solo viéndome mientras deslizo mis manos desde su cuello a su rostro, él hace que una emoción diferente a la lujuria y deseo me embargue cuando girando el rostro me besa la palma de la mano y su sonrisa crece.
—Te debo un encuentro en algo tan cómodo como la cama.
—Después de esa esplendida demostración de habilidades —digo descubriendo que mi garganta necesita agua luego de tantos sonidos— lo último que haces es deberme.
Riendo por lo bajo me da un suave beso en la boca y luego me estremezco por la sensación de pérdida cuando sale de mí y me ayuda a ponerme en pie, me sorprende que mis piernas sean capaces de sostenerme, son algo inestables, pero al menos no me desplomo vergonzosamente en el suelo luego de semejante paseo.
—Me duelen partes y músculos de mi cuerpo que tenían telarañas —comento y luego aprieto las piernas sintiendo como una especie de fuga en mi cuerpo, específicamente entre mis piernas—. Oh...
—Sí...Precisamente "¡Oh!" —dice viéndome— ¿Todo bien con eso? —No respondo de inmediato— ¿Te arrepientes? Porque a veces en el momento se aceptan cosas que luego...
—Estoy bien...Solo necesito una ducha porque esto se siente muy incómodo, se sale... —Hago un gesto con la mano hacia mi piernas apretándose y sus cejas se alzan en entendimiento.
—Bien, ducha, la ducha puede venir antes de la cama, eso será divertido.
Me alza en sus brazos cómo una tonta recreación de una novia siendo cargada en su noche de bodas y lo agradezco porque con honestidad las piernas me tiemblan y tengo una fuga debido a la evidencia de su orgasmo dentro de mí y...Bueno, no hay pecado en admitir que disfruto estar en sus brazos mientras tararea una canción y camina hacia la habitación a la que nunca llegamos y luego hasta el baño.
—Eres fuerte —digo palmeándole el brazo—. Eso de sostenerme mientras lo hacíamos fue muy sexy.
— ¿Gracias?
—También eres muy atractivo, la manera en la que te ves cuando estás más allá del placer es impresionante —ríe y veo que algo de sonrojo le cubre los pómulos—. Y tus palabras, nunca te detengas ¿De acuerdo? Eso es infinitamente caliente y toda esa coordinación de movimientos... En serio, eres algo más, eres especial, Andrew Wood y no solo en el sexo, me encantas en todas tus facetas, lo prometo.
Me deja sobre mis pies y abre la llave de la ducha antes de girarse a verme. Mientras que él luce despeinado y bien follado, seguramente yo me veo bien despeinada, pero también bien follada.
—Eres increíble, Leslie, pero eso ya lo sabes. Gracias por tus palabras post sexo —bromea dándome un suave beso en la boca.
Deslizo la mano por su brazo aun húmedo de sudor y entonces tengo el tiempo y la atención de notar el tatuaje interno del brazo:
—BG.5 hoy, BG.5 siempre —Leo—. Esto dice mucho sobre lo que significa la banda para ti.
—Todos tenemos el mismo, lo hicimos poco antes de que la tienda de tatuajes de Doug fuese inaugurada —Me explica mientras acaricio el tatuaje—. Incluso Max tiene uno porque él siempre ha sido parte de esto, creyó en nosotros incluso antes de que nosotros lo hiciéramos.
—Quiero descubrir cada uno de tus tatuajes.
—Hay tiempo para ello.
—También quiero besarlos y lamerlos.
—El tiempo definitivamente sobra.
Mordiéndome el labio inferior lo veo, realmente lo hago. Lo veo sintiendo tantas cosas que me abruman, emociones que tal vez se han hecho más intensas por lo que acaba de suceder, pero que han estado ahí, construyéndose en cada cita, cada conversación presencial o telefónica, cada pensamiento, cada momento, cada instante.
—Me miras cómo si en este momento yo fuese todo lo que te importara —susurra.
—Te miro cómo si en este momento mi mundo se llamara Andrew Wood —susurro de vuelta.
Acortando la distancia entre nosotros me da un beso suave, lento y esta vez lleno de dulzura, haciéndome saber que no importa en qué nivel o estado se encuentren nuestros besos, todos ellos tienen el poder y facultad de despertar en mí emociones, sensaciones, deseos y anhelos. Encontrar a una persona con la que puedas ser tierna, amorosa, apasionada, ruda, divertida y cada una de tus facetas es algo indescriptible.
Decir que no tengo sentimientos fuertes por Andrew sería mentir ¿Cómo no hacerlo? Tres meses ha sido todo lo que ha llevado convertir una atracción en mucho más.
—Dime por favor que sigues enojada —dice contra mis labios.
Mañana mi cuerpo seguramente me odiará, específicamente mis músculos poco ejercitados en mucho tiempo, pero ¿A quién le importa? No sería un mal dolor y ya va siendo hora de entrenar de nuevo al cuerpo, después de todo nos prometimos un "una y otra vez" ¿No?
—Estoy tan enojada, Andrew —respondo sintiendo su sonrisa inmediata contra mi boca.
Buenas, buenas, espero se encuentren bien y sanos en sus casitas.
¿Cómo les queda la máscara de payasitos quienes creyeron que no había follación en el capítulo? O ¿Cómo les queda a los que pensaron que la primera vez sería bien lenta, peotica, dulce y bonis? Tranquilos igual la máscara les queda bello.
Bueno, me doy por servida y me quedo contenta con las actualizaciones de hoy, espero las hayan disfrutado tanto cómo yo y que con esta última las manos hayan estado visibles, no sean sucios ni tan perversos jejeje.
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Pues, nada, ya me voy, espero les haya gustado.
Un beso.
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