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Capítulo Treinta


Capítulo treinta.

Me gusta pensar que algún día, mi hijo será el que venza el cáncer. Qué me darán buenas noticias y entonces, tendremos un futuro por delante.

Algún día, solo debo esperar por ese día.


Me despierto con el vestido aun puesto, un pecho afuera, los tacones intactos, el cabello y el maquillaje seguramente hecho un caos y el cuerpo cálido de Andrew encima del mío mientras su respiración pausada está contra mi oreja.

La famosa erección matutina se encuentra contra mi estómago.

No sé en qué momento me volteé o me giraron boca arriba, tampoco cuando trepó sobre mí para dormir de esta manera en donde sus brazos básicamente me acunan la cabeza y su peso, la mitad, se encuentra sobre mí.

—Sí que la pasaste bien, Andrew Wood —susurro.

—Uhmm —murmura moviéndose sobre mí.

Durante un par de segundos se queja adormilado y yo permanezco debajo de su cuerpo, pero luego su respiración cambia haciéndome saber que se encuentra despertándose y aprovecho para hacerlo a un lado para respirar y tener algo de aire fresco, porque su calor corporal me estaba haciendo sudar. Él se queja y gira hasta quedar boca arriba, llevándose un brazo a los ojos.

— ¿Qué hora es? —pregunta con voz rasposa pasados unos minutos.

—No lo sé ¿Cómo te sientes?

—No tan mal cómo debería. Soy bueno con las resacas —Medio sonríe aun con el brazo cubriéndole los ojos.

—Afortunado —murmuro poniéndome de pie.

Me siento sobre la cama sacándome los zapatos de tacón, mis pies me odian, pero al menos puedo caminar cuando me pongo de pie yendo hacia el baño de mi habitación. No miento cuando digo que me asusto con el reflejo que me da la pared espejo del baño, estoy peor de lo que esperaba.

Es que ni siquiera puedo explicar el nivel de desastre que soy, qué bueno que Andrew se cubrió los ojos o hubiese pensado se fue con una loca. Soy metódica cepillándome los dientes y luego tomando lo necesario para desmaquillarme, que es justo cuando aparece Andrew vistiendo únicamente un bóxer gris, con los ojos hinchados y la marca de uno de mis aretes en la mejilla, el cabello hecho un desastre, pero viéndose maravilloso.

Él se ríe cuando ve mi lamentable estado y yo solo ruedo los ojos haciéndole saber que en el segundo cajón hay un cepillo de dientes nuevo. Mientras se cepilla los dientes me mira quitarme todo el maquillaje corrido del rostro, me observa volverme Leslie de nuevo y cuando termina con su higiene bucal, recarga la espalda de la pared, siguiendo con la mirada el cepillo domándome el cabello.

— ¿Por qué tienes una pared espejo completa en el baño? —pregunta, pero no me da oportunidad de responder—. Parece una invitación a hacer cosas perversas.

—Pregúntaselo a Eva, tal vez no esperaba que sus invitados fueran del tipo traviesos.

Termino con el último nudo en mi cabello y suspiro, al menos no me arranque demasiado cabello y ahora me veo decente. Mi reflejo me muestra a una mujer de ojos algo hinchados con leves ojeras, pero estoy libre de maquillaje y sin nudos en el cabello.

— ¿Lista?

—Lista —Le respondo viéndolo acercarse gracias al espejo.

Me hace el cabello a un lado y baja el rostro dejándome un beso en el cuello mientras sus manos se mantienen en mis hombros.

—Buenos días, amor.

"Amor" una palabra cariñosa que nunca pensé que causaría tantos estragos en mí, pero eso fue porque nunca imaginé a Andrew Wood diciéndomelo.

—Buenos días, Santo Wood —Le sonrío en el espejo.

—Fue un infierno de fiesta ¿Eh?

—Sí —Me rio— ¿Cómo está la memoria?

—Está buena, lo recuerdo todo, desde Doug haciéndome tirar el pastel hasta acostarme a tu lado y quedarme dormido.

Uhm, supongo que no todo si no recuerda que en un momento de debilidad y con bastante ilusión le dije "sí" a una pregunta a la que siempre respondía de manera diferente.

—Verte borracho fue divertido, no eres insoportable y eso es bueno saberlo.

—Pasé tu prueba —bromea, deslizando el dedo por debajo del tirante del vestido—.Toda la noche pensé en arrancarte este vestido.

— ¿Ah, sí?

—Sí —Me ve a través del espejo haciendo que sus manos lo bajen los tirantes hasta que el vestido me libera los pechos y se reúne alrededor de mi cintura—. Es una cosa buena que no te lo quitaras antes de dormir.

—No lo hice porque alguien me apresó a su cuerpo y no me dejó ir.

—Debo agradecerle a ese alguien —Me sonríe, cubriéndome los pechos con las manos y presionando las palmas contra las puntas ya endurecidas—. Creo que me gusta este espejo.

—A mí también.

Sonríe antes de llevar sus los labios a mi cuello, dando inicio a otros de esos momentos en los que me vuelve loca con todo su ser. Me besa el cuello mientras sus dedos tiran y pellizcan mis pezones, me tortura hasta que veo en el espejo cómo sus dedos se deslizan por mi estómago, colándose debajo de mis bragas y tocándome cómo a las cuerdas de su guitarra. Gimo y me presiono hacia adelante, pero también me gusta sentirlo atrás, endurecido. Me enloquece con su toque y con la vista de nuestro reflejo en el espejo. Su mano se mueve debajo de mi vestido y luego, cuando estoy temblando con un orgasmo matutino bastante increíble, se saca el miembro del bóxer, me hace las bragas a un lado e inclinándome con las manos sobre el espejo, me embiste en un solo movimiento.

El vestido alrededor de mi cintura, sus manos en ese mismo lugar, mis pechos sacudiéndose con cada una de sus fuertes y largas estocadas, su mirada a través del espejo, es cómo un sueño húmedo, pero es mejor porque es real. Es increíble porque esta es mi vida.

***

Resulta que cuando Andrew y yo, yahemos tomado una ducha y salimos con la misión de hacer un desayuno, en realidad es pasada de la una de la tarde, pero de igual manera terminamos haciendo un desayuno lleno de grasa que comemos de pie frente al mesón de la cocina.

Le robo miradas de tanto en tanto porque está llevando únicamente un pantalón holgado de algodón sin estrenar que estoy suponiendo había sido comprado para Elliot, lo que hace que le quede por arriba de los tobillos y muy ajustado, teniendo en cuenta que no lleva bóxer puesto, es difícil no distraerse con el contorno insinuante en la parte delantera y la manera en la que lo llena.

Sin embargo, creo que no es momento para distracciones, debemos finalmente hablar, porque si bien las cosas parecen ir de manera regular entre nosotros, me gustaría que todo el asunto del anillo quedara aclarado de una vez por todas. Así que luego de lavar lo que ensuciamos, cuando volvemos a mi habitación, sentada en la cama espero a que termine de hablar por teléfono con Hunter pidiéndole que por favor cuando venga por él traiga algo de ropa, también tiene una breve llamada con Max en donde todo lo que hace es reír por lo bajo y murmura un "lo siento". Cuando finalmente se desocupa del teléfono, le doy una larga mirada.

Suspirando, toma la silla de mi tocador y la deja frente a mí para tomar asiento, me devuelve la mirada, no parece nervioso, solo decidido.

—Lo siento...

—Si te disculpas en nombre de ella, prometo que me enojaré —Lo corto y él sonríe.

—En realidad iba a decir que lo sentía por el enorme chupetón que te he dejado en el cuello —Me lo señala—. No me di cuenta de que estaba chupándote tan fuerte.

—Solo querías decir que me chupaste fuerte —digo y él ríe, eso aligera un poco el ambiente.

—Antes de abordar el tema de lo que ella dijo, quiero decirte que escucharte hablar sobre mí de esa manera, me hizo sentir algo aquí —Se lleva una mano al pecho—. Dijiste cosas tan certeras e impresionantes.

—Solo dije la verdad, eres libre de hacer tus elecciones y mereces ser feliz, Andrew. Es evidente que no es justo que ella siempre aparezca para impedirte tener libertad y plenitud en tu vida.

»Supongo que también escuchaste cómo de hecho atosigó a algunas de tus ex, las que vinieron después de ella.

—Sí, pero eso ya me lo habían dicho ellas y ha sido parte de muchas de las razones por las que me aleje de Isla —Golpea los dedos contra sus rodillas—. Sobre la bofetada que te dio...

—Qué fue inesperada o nunca hubiese tenido oportunidad de ponerme un dedo encima.

—Realmente me molestó, pero no tuve tiempo de cabrearme porque luego te vi darle un puñetazo —Estira una mano tomando la mía, me acaricia los nudillos—. Estoy seguro de que ella no lo esperaba, no tenía ni idea de que devuelves todo lo que recibes, sea bueno o malo.

—Incluso si no quisiera hacerlo, es un instinto natural en mí —confieso—. Nunca he sabido ser la alfombra de otros, nunca me dejo pisotear.

—Y eso está bien, nadie tiene por qué pisotearte y siempre he sabido que eres una mujer muy fuerte y con mucho carácter. Incluso en tus momentos más duros, has sido infinitamente fuerte de una manera admirable.

»Me gusta saber que eres fuerte, que de alguna manera siempre sabes recomponerte y alzar el mentón ante situaciones cómo esas. También espero no vuelvas a verte envuelta en una situación como esa y para que quede muy en claro: no había visto a Isla desde esa vez que la conociste.

»Tengo su contacto bloqueado en mi teléfono, mis redes y me desentiendo de cualquier tipo de comunicación que quiera tener conmigo. No la insté a venir aquí y de haber logrado subir, tampoco la hubiese recibido. Tiene la entrada denegada a mi piso, por eso intentaba convencer al vigilante.

»Fui muy honesto cuando te dije que había llegado a mi límite, que estaba enfocado en nuestra relación y no en el pasado. Desde hace más de dos años me he esforzado en que no vuelva a mí, parece que no lo suficiente o que a ella le cuesta entenderlo, pero ese no es mi problema. No quiero que pienses que simplemente estoy abierto a la idea de que ella entre en mi vida cada vez que así lo desea.

Asiento, no quiero interrumpirlo para que finalmente lo deje ir todo.

—Las cosas que ella dijo fueron inaceptables, estaba tan perturbado y molesto que creo que eso influyó mucho en mi comportamiento la mañana de ayer. Me arrepentí de haber estado a la defensiva contigo, pero es frustrante que basándose en el comportamiento de Isla, todos asuman que es que siento algo romántico por ella o que no la quiero dejar ir ¿Por qué querría en mi vida alguien que me recuerda una época, un tiempo, en dónde no me conocía?

—No creo que tengas sentimientos románticos hacia ella, no lo he llegado a pensar. Reconozco que no has sido más que cordial al momento de sacarla de tu vida y que ciertamente no es tu culpa que regrese una y otra vez, pero también es frustrante tener que presenciar cómo hace lo que quiere sin importarle si te lastima u ocasiona daños.

»Dijo cosas terribles de mí que me hicieron recibir una cantidad insana de odio y me dolió, Andrew, pero ¿Sabes lo que me enfureció? Que te lastimara, la idea de que haya una posibilidad de que te lastime una y otra vez, de que crea tener ese poder.

—Nunca he sido una persona conflictiva, trato de manejar todo con cordialidad —Se lame los labios—. Mi relación con Isla no siempre fue mala, al principio todo iba bien, altibajos cómo cualquier pareja, la amaba y sé que lo entiendes porque tú también compartiste un amor hace unos años, porque sabes que no hay error ni juicio en haber amado a alguien antes de nosotros, antes de nuestra relación.

Una vez más me encuentro asintiendo a la verdad de sus palabras. No puedo enojarme porque conociera algún tipo de amor antes de mí, de que compartiera años de su vida con alguien más, porque eso forma parte de su pasado y moldea su presente.

—Todos siempre vieron su lado malo, pero hubo momentos buenos y por esos momentos siempre he sido amable, cordial, porque sí bien es fácil señalarla y hacer evidente que es tóxica, también es necesario tener en cuenta que yo le di el poder de cambiarme dentro de la relación y que el no haber sido más radical después de la ruptura, tal vez le hizo creer que seríamos amigos.

»El primer año tras la ruptura, luego de recuperarme porque estaba dolido sobre todo lo que había sucedido, no tuvimos ningún tipo de contacto y pensé que siempre sería así. Hasta que ella reapareció y tuvimos una conversación en dónde pensé que ambos estábamos en la misma página sobre no guardarnos rencores, tener una relación cordial y continuar, pero entonces ella volvió, una y otra vez.

»Quise demostrar que los exnovios sí pueden ser amigos y pensé que todo era inofensivo, pero cuando me di cuenta de que las cosas se estaban volviendo raras, decidí desligarme, sin embargo era tarde, ella ya estaba una y otra vez. He hablado con ella tantas veces, incluso he sido grosero porque la manera en la que atosigaba a Carol o Amy era una locura, pero era cómo hablar con una pared.

»No sé qué fue de la mujer con la que un día salí, no reconozco a quien es hoy y no puedo evitar entristecerme y agobiarme porque a veces siento que fui algo toxico en su vida que la convirtió en lo que es hoy.

—No, Andrew, no eres tú el problema, no eres quien la volvió quién es.

—No quiero que arruine o cree distancia en nuestra relación, supongo que termino de entender que la cordialidad y paciencia no dan resultados y que ser radical y firme sobre no querer tener nada que ver con ella es la salida. Lamento haber tardado en ser más rudo, pero es difícil entender que es una persona venenosa que de verdad parece simplemente querer verme infeliz por la simple razón de que me liberé de la persona que era a su lado y por la sencilla razón de que parece creer que no merezco ser feliz.

»Quise creer que por la relación que tuvimos me guardaba algún tipo de respeto, pero escucharla decir todas esas cosas y reconocerlas frente a ti, únicamente me habló de una egoísta y sensación enfermiza de querer controlar la manera en la que se supone debo vivir.

—Me alegra que nuestro desafortunado encuentro sirviera para más que darle un puñetazo —aligero el ambiente con mi comentario y el medio sonríe.

Respira hondo y entrelaza nuestros dedos, sus ojos se clavan en los míos con una intensidad arrolladora que me exige entender muy bien sus próximas palabras.

—Desde un principio te hice saber que estuve muy cerca de pedirle a Isla que se casara conmigo. Compré el anillo poco menos de un año antes de que termináramos, sin embargo, no era capaz de dárselo porque una parte de mí sabía que las cosas estaban escalando a un punto en donde me asfixiaba.

»Compré el anillo pensando en que era el siguiente paso, que se supone era lo que seguía y con la idea absurda de aferrarme a que las cosas no estaban tan mal, pero cuando pensaba en comprometerme, me veía al espejo y era angustiante no reconocerme y pensar que esa era la persona que sería toda mi vida.

»Me decía que lo haría mañana, pero siempre me entraba pánico, siento que ese fue el verdadero declive junto a sus ultimátum para decirme que no podía más, que o encontraba mi camino o simplemente me perdería a mí mismo. Todavía fui lo suficiente ingenuo para creer que cuando le dije que debía amarme cómo era, ella lo haría. Estaba aferrado al inicio de la relación, los primeros años, pero cuando se hizo evidente que eso no sucedería de nuevo, me fui, no sin antes decirle algo un poco hiriente.

— ¿Qué le dijiste? —No pueden culparme por querer saber y regodearme un poco en lo que Andrew pudo haberle dicho.

—Me reí y le dije que tal vez debería sentirme feliz de haber esquivado una bala porque el anillo le habría quedado grande, porque finalmente entendía que no había manera en la que me pusiera de rodillas por una mujer que tal vez merecía un amor, pero no el mío. Qué tal vez cada día atrasé darle el anillo porque en primer lugar nunca debí pensarlo en hacer tal tontería.

—Rudo —Lucho contra la sonrisa mientras le doy un apretón en la mano.

—Y no me arrepentí de mis palabras, nunca lo hice, quizá fue descortés, pero eran palabras sinceras. Estaba cansado, harto, decepcionado y herido.

»No es que yo me crea el mejor hombre del mundo o que valgo más que otras personas, pero sé que merezco ser feliz cómo cualquier otro, sé que merezco ser amado por quién soy. Sin ocultarme, sin moldearme, sin fingir hasta cansarme.

—Es bueno saber que tienes eso muy en claro.

—Así que me fui y me quedé con el anillo, pero no porque quisiera dárselo alguna vez —Se ríe por lo bajo—. En primer lugar ¿Qué pasa con las personas que creen que botaría el anillo? Es costoso y pueda que viva bien económicamente, pero ¿Por qué voy a desperdiciar mi dinero así?

Ríe por lo bajo ante mi expresión de sorpresa porque eso no lo esperaba.

—Y además de ello, ese anillo es un símbolo, tiene significado para mí y no, no es un símbolo de amor.

»Conservo ese anillo para decirme que no volveré a cambiar por otra persona, cómo algo que representa un momento de mi vida al que no espero volver y porque cuando lo veo me digo que no estaba listo, que ella no era la persona, pero que cuando vuelva a plantearme algo tan serio y duradero, será real y no tendré arrepentimientos.

—Obviamente no será el mismo anillo ¿Verdad? —cuestiono y él ríe.

—No, Leslie, no será el mismo anillo, eso sería muy desagradable —Me aprieta la mano—. ¿Sabes qué? Prometo que cuando finalmente dé el anillo correcto a la mujer con quien quiero pasar mi vida, iré con ella a vender ese y con el dinero compraremos algo genial para la boda o la luna de miel.

—Parece un buen plan.

Él me mira, quiero decirle ¿Piensas que esos planes serán conmigo? Y una vez más recuerdo la respuesta susurrada de la madrugada, ese "sí, Andrew". Quisiera que lo recordara, que lo sacara a colación porque me siento rara con el conocimiento de una respuesta a la que tal vez me estoy aferrando demasiado.

Sin embargo, sacudo al cabeza para aclararme y volver de nuevo a todas las palabras que acaba de decirme. Muchas veces nos enojamos, entristecemos o afectamos ante las palabras hirientes de otra persona o cuando nos dan información sin explicaciones de la persona que amamos, lo cual nos hace sentir fuera de órbita, pero bien es cierto que toda moneda tiene dos caras y aunque en un principio las palabras finales de Isla se sintieron cómo un puñetazo, escuchar la perspectiva de Andrew me quita un nudo del estómago.

Porque sí, tengo en claro desde un principio que Isla no es algo romántico en su vida, también sabía lo de que pensó en algún momento pedirle matrimonio, pero cuando ella mencionó que él aún tenía el anillo, admito que me descolocó y me dolió, sabía que debíamos hablarlo, pero aun así me desconcertaba.

— ¿Me crees? —Me pregunta y veo la sinceridad en su mirada, la manera en la que se encuentra tenso esperando mi respuesta.

—Te creo, no has sido más que sincero conmigo desde el principio, solo tú conoces. Ahora que has despejado ese tema, me siento mejor.

Poniéndome de pie me siento sobre su regazo y él me envuelve en sus brazos, recargando la mejilla de mi pecho. De esa manera permanecemos en silencio durante largos minutos.

—Leslie...

— ¿Uhmm?

— ¿Cuándo sabremos si ya está en camino? —susurra.

No necesita ser más específico porque sé de lo que habla. Dejo un beso en su cien y con mis dedos le acaricio el cabello.

—La verdad es que mi periodo debería bajar mañana, soy regular.

—De acuerdo, ahora estoy nervioso mientras esperamos.

—Yo también —rio.

***

28 de marzo, 2016.

Bebo de mi jugo mientras continuo escribiendo en la laptop el artículo que planeo publicar esta semana entrante. Me encuentro en una cafetería, esperando por alguien que de hecho va un poco retrasado, pero teniendo en cuenta que no tengo prisa, no me estreso por ello. Ahora, lo que no puedo evitar pensar y mucho menos con el el vibrar de mi teléfono al lado de la mesa anunciando un mensaje de Andrew, es en la ausencia de algo.

Mi Santo: ¿Ya?

Leslie: ¿Ya qué?

Mi Santo: ¿Sigues teniendo un retraso?

Me muerdo el labio inferior mientras respondo de manera afirmativa. Soy una mujer muy regular en sus ciclos menstruales y tener cuatro días de retraso crea una gran honda de ilusión que aún no me siento segura de creerme, estoy tan nerviosa.

Mi Santo: ¿Quieres que pase a la farmacia por algunas pruebas caseras?

Leslie: ¿Y qué luego esté por todo el internet?

Mi Santo: pequeño detalle

Leslie: le pediré favor a la persona que estoy esperando.

Mi Santo: de acuerdo, espera por mí para hacértela. Pasaré en la tarde y haremos esto juntos

Leslie: ¿Orinarás en el palito conmigo?

Rio ante mi propia broma y su respuesta son emojis rodando los ojos antes de que vuelva a escribir.

Mi Santo: mantenme al tanto, te veo en unas horas

Estoy sonriendo enviándole un corazón, pero luego me sobresalto porque unas manos me cubren los ojos desde atrás, pero cuando habla y reconozco la voz masculina: sonrío.

—Adivine quién soy, señorita Leslie.

Sonriendo pongo una mano sobre la suya, me siento cálida en el pecho y me embargan emociones.

—Solo conozco a cierto jovencito que me llamaría así incluso cuando han pasado años y sabe que prefiero que me diga Leslie.

Él ríe de manera ronca y retira las manos de mi rostro plantándome un beso en la mejilla. Me pongo de pie y de inmediato lo envuelvo en un fuerte abrazo. Es mucho más alto que yo, tal vez incluso que un poco más que Andrew. Cuando me alejo lo suficiente para verlo, detallo en el cabello castaño oscuro ondulado cayendo hasta el final de su cuello en el que se vislumbran una serie de tatuajes que sé que abarcan sus brazos, nudillos y el torso. Esos ojos grises en un rostro delgado con facciones muy marcadas me dan una mirada llena de cariño. No puedo evitar volver a abrazarlo.

— ¡Por favor, Caden! Ya deja de crecer.

—Pero sí dejé de crecer cómo a los dieciocho años —Se ríe—. No creo que en este momento a mis veintidós siga creciendo.

Sonriendo vuelvo a tomar asiento mientras él arrastra la silla para estar a mi lado, no puedo dejar de verlo. Caden, el adolescente bastante delgado, sin cabello y grandes ojeras que estuvo con nosotros en momentos difíciles y el que nos permitió acompañarlos en sus propios momentos duros. Caden, un guerrero superviviente del cáncer que ahora es éste apuesto muchacho que aunque resulta reservado y cínico, con mi familia siempre es muchas sonrisas y calidez.

—Oh, no llores, Leslie —dice tomándome una mano—. No vine para hacerte llorar.

—Lo siento, es que me emociona siempre que te veo, descubrir lo bien que estás. Me siento tan orgullosa de ti.

—Tú cómo siempre estás muy hermosa y radiante, me contenta verte así de feliz —libera mi mano y toma una de las galletas en la mesa—. Estuve en Preston hace un par de semanas y vi a Loick, pasé la tarde con él y su nueva novia, me dijo que todas ustedes lo están haciendo bien aquí.

Caden no mantiene un contacto muy seguido con nosotras, es algo desprendido en ese aspecto. Le seguimos la pista por sus redes sociales cuando muestra su trabajo como tatuador y cuando él nos contacta para vernos porque estará en la ciudad, es su manera de ser y se lo respetamos, sé que nos quiere de la manera en la que nosotros lo queremos.

—No leo sobre chismes, pero te vi en muchos —Sonríe—. Creo que mi pequeño amigo en dónde se encuentre está dando saltos de alegría, mira qué salir con su ídolo y mi amada Ela con otro de ellos, es algo grande.

—Simplemente sucedió —rio—. ¿Qué hay de ti? ¿Alguna novia?

—Estoy viendo a alguien, nada serio hasta el momento.

Una mesera se acerca a tomar su orden y aunque es un poco mayor, es descarada en su coqueteo, pero él es simplemente impersonal y dice lo necesario para hacerle saber lo que desea.

— ¿Cómo están tu hermana y tu mamá?

—Mi hermana en un bucle, la depresión es bastante fuerte, algunos días mejores que otros y mi mamá trabajando día y noche cómo siempre —Se encoge de hombros—. Sabes que no somos tan cercanos, nos amamos, pero de alguna manera siempre ha habido mucho espacio entre nosotros.

»Nunca supieron cómo tratarme mientras estuve enfermo, cómo enfrentarlo, y estando sano tampoco lo saben muy bien porque ese puente ya se cayó.

Es verdad. Durante sus tratamientos, él pasó más tiempo en nuestra casa que en la suya y en cada quimio alguno de nosotros estuvo acompañándolo. Hablé muchas veces con su mamá y no era una mala persona, solo alguien sin saber cómo enfrentarse a un hijo con cáncer y una mujer que trabajaba muchísimo para que sus hijos tuvieran para comer. En cuanto a su hermana, recuerdo que estuvo metida en muchos problemas y que tenía una depresión bastante fuerte que terminó con más de un intento de suicidio.

— ¿Siguen viviendo en Preston?

—Sí y yo sigo en Liverpool —responde—. A veces me muevo dentro del país o afuera, pero estoy establecido ahí.

—Me alegra que te esté yendo tan bien —Niego con la cabeza sonriendo.

— ¿Qué pasa? —sonríe.

—Simplemente cada vez que te veo el pecho se me llena de orgullo y amor.

—Oh, Leslie —Se lleva una mano al pecho—. Por favor deja de disparar cosas dulces a mi corazón.

Hablamos otro poco más de su trabajo y el mío, me hace saber que piensa estar una semana completa en Londres y cuando le hago saber que podría conseguir que conozca a los miembros de BG.5, parece sorprendido. Arthur fue un buen maestro que le inculcó su fanatismo pese a que no verás a Caden siguiendo todo lo que pasa con ellos o involucrado en chismes.

— ¿Eso es una posibilidad?

—Lo es —Le sonrío.

—Eso sería genial —Me da una pequeña sonrisa—. ¿Sabes? BG.5 es mi conexión con Arthur, cuando los escucho mis recuerdos con el pequeño se hacen más vividos.

»Aunque el cáncer fue una perra, no tengo problemas en recordarme calvo, flacucho y con dolor porque de esa manera tuve buenos recuerdos con mi pequeño mejor amigo.

—Por favor no me hagas llorar.

—No es lo que pretendo, pero soy honesto y tampoco quiero que llores con esto.

Se alza la manga larga de su camisa negra para mostrarme, escrito en el antebrazo en una letra típica de máquina de escribir, un nombre: Arthur. Y va acompañado por una capa de súper héroe detrás de la A.

—Siempre supimos que era un súper héroe —Me sonríe—. Me gusta llevarlo conmigo.

— ¿Hace cuánto...? —Mi voz flaquea y veo borroso por las lágrimas.

—Un par de años, solo que nunca te lo enseñé, es de mis tatuajes más importantes y significativos. Él fue mi familia.

— ¿Cómo pretendes que no llore? —Me quejo.

Su respuesta es atraerme para un abrazo lleno de mucho cariño y agradecimiento que no dudo en aceptar.

Su pedido es traído a la mesa, lo que nos hace separarnos mientras con una servilleta me limpio las lágrimas. Cómo siempre él es reservado cuando habla, incluso misterioso, pero me sonríe y hace preguntas sobre mi vida. Tenía casi un año sin verlo y no puedo dejar de tocarle el cabello, las manos o el rostro, él pacientemente lo permite, riendo o rodando los ojos cada vez que lo hago.

Caden tiene veintidós años, claramente no está tan alejado a mi edad, pero no puedo evitar sentirlo cómo un hijo cuando lo cuidé, cuando en mis brazos se sentía tan frágil al abrazarlo cada vez lloraba diciéndome que no quería morir. Verlo vivo, radiante, tan independiente, me llena el corazón.

Seguramente habrá algún fotógrafo capturando este momento para luego hacerlo algo que no es en las redes sociales, pero no me importa, Andrew sabe de él y en este momento solo me concentro en la felicidad de nuestro encuentro.

Hablo bastante y él aporta cada vez que lo cree conveniente, sonríe y me da toda su atención. Recordamos algunos momentos y me hace tener presente una vez más la cantidad de personas maravillosas que mi hijo trajo a mi vida.

Estoy a instantes de plantearle el favor de que necesitaré que me consiga unas pruebas de embarazos caseras, pero entonces me tenso y borro mi sonrisa.

— ¿Qué sucede?

—Dame un momento —pido poniéndome de pie.

Hago mi camino rápidamente al baño que gracias al cielo se encuentra desocupado. Me bajo el pantalón junto a la ropa interior descubriendo que ya no necesito las pruebas, ya no hay retraso. No hay bebé.



Buenos, disfruten de ambos capítulos y esperen pacientemente los próximos capítulos que prometen.

Por si Wattpad de juega una mala pasada, hice doble actualización, así que devuélvete si aun no lees la fiesta de Andrew en el capítulo veintinueve.

Redes: Instagram: DarlisStefany / Twitter: Darlis_Steff / Páginas de facebook: Darlis Stefany y "Saga BG.5 de Darlis Stefany" /En vivos en YouNow: DarlisStefany

Espero les guste.

Un beso.

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