Capítulo Seis
Capítulo seis.
A veces mi trabajo es muy rudo y siento que absorbe demasiado de mí. Me contengo estando en él, pero cuando llego a casa lo dejo ir todo. Esa es la razón por la que en este momento me encuentro llorando de tristeza, impotencia y rabia.
¿Cómo pueden existir tantos monstruos haciéndose llamar humanos?
El caso del que debí hacerme cargo hoy me desgarra y me hace sentir asco hacia la humanidad. Una niña de ocho años, maltrato físico y violación por su primo de veinte años. La familia lo supo y lo guardó por apariencias, la maestra lo reportó luego de que la niña colapsara en la escuela y descubrieran las formas en las que había sido maltratada.
Llevo las manos a mi rostro mientras me sacudo llorando, es una mierda, ellos son una gran mierda por hacer tal daño y ocultarlo.
— ¿Mami?
Muerdo mi labio para controlar los sonidos que vienen de mí. Arthur estaba en la sala con Leah, su niñera, llegué y lo saludé, le pedí a Leah que se quedará un poco más con él mientras me encerraba en mi habitación a llorar.
Siento sus pequeñas manos sobre las mías y tomo profundas respiraciones antes de retirar mis manos de mi rostro, le doy una sonrisa temblorosa y frunce el ceño, sus manos se posan en mis mejillas y sus dedos tocan la humedad de mis lágrimas.
—Estoy bien, bebé, mami solo tiene un poco de dolor.
— ¿Dónde? —pregunta.
—En mi cabeza.
Sube sobre mi regazo y besa mi frente antes de abrazarme, lo envuelvo en mis brazos con fuerza, queriendo protegerlo del mundo, la maldad, el sufrimiento y el dolor que compone el ciclo de la vida humana. Quiero protegerlo de cualquier daño, quisiera que nunca experimenté el dolor incluso si este es un mal necesario que forma parte de la vida.
— ¿Duele mucho, mami? —pregunta separándose de mí para ver mi rostro.
Asiento y deja continuos besos en mi frente. Tengo un hijo maravilloso lleno de empatía y muy amoroso. Él recarga su mejilla de mi pecho y beso su cabeza.
—Me siento mejor cuando me abrazas —Le digo. Alza el rostro y me mira con una sonrisa.
— ¿Si, mami?
—Sí, mi amor.
—Entonces te abrazaré siempre, mami.
20 de enero, 2016.
Sonrío escuchando papá contarme cosas sobre el trabajo, desde que tengo uso de razón siempre fuimos hijas de papá incluso mientras mamá estuvo con vida, él siempre fue esa persona a la que recurríamos y en quien nos refugiábamos. Papá nunca nos dio la espalda, cuando caíamos estaba para levantarnos, cuando triunfamos era el primero en aplaudir y si llorábamos estaba más que listo a hacerlo con nosotras.
Lo confieso, amo mucho a mi madre y la extraño, pero siento que ella no estableció una conexión con nosotras, que tal vez no le interesó lo suficiente ser una madre. Por mucho tiempo estuve enojada cuando murió porque me di cuenta de que esos momentos madre e hija nunca los tuvimos, me di cuenta que se echó al abandono cuando su gemela murió. Siempre prefirió ser una hermana que una madre y aunque papá trata de suavizarlo, mis hermanas y yo aceptamos que esa fue una realidad y que por fortuna lo tuvimos a él para darnos todo el amor que necesitábamos.
Cuando supe que estaba embarazada, lloré mucho con mi papá. Fue la primera persona de mi familia que lo supo. Me había estado haciendo la fuerte cuando me enteré y se lo dije a William, pero cuando se lo dije a él, sí estaba furioso y su primer instinto fue reprenderme, gritar de frustración pero luego me abrazó y lloramos juntos por horas, nunca me dejó sola. También fue la figura paterna que Arthur tuvo, fue quien estuvo conmigo durante mis errores y aciertos. Él es la persona que me recuerda que afuera hay hombres que valen la pena.
— ¿Cómo se encuentra Rosalie? —Le pregunto por su novia, porque después de tantos años, mi papá tiene una nueva relación.
—Increíble cómo siempre, tenemos una reservación para cenar.
—Dale mis saludos y un abrazo.
—Se los haré llegar —Hace una pausa breve—. Mañana visitaré a Arthur.
Cierro mis ojos y dejo ir una lenta respiración. Me costó mucho volver al cementerio en dónde descansan sus restos y pese a que lo logré, aun no consigo ir tan seguido, es demasiado crudo y difícil ver su nombre sobre una lápida que deja en claro lo corta que fue su vida. Papá susurra mi nombre.
—Lleva margaritas —susurro—. Apuesto que este mes le hubiesen gustado esas.
—Lo haré, cariño.
—Y dile que mami irá en unos días.
— ¿Puedes hacer eso, hija?
—Puedo, papá. Me siento capaz —respondo y limpio la lágrima que cae—. Le llevaré hermosas flores y cómo lo hago siempre, conversaré con él. ¿Por qué sabes, papá? No necesito estar frente a una lápida con su nombre escrito para hablarle. Siempre le hablo con esperanza de que mi voz viaje tan lejos hasta llegar a él.
—Estoy seguro de que es así, es un pequeño ángel escuchándonos.
—Te amo, papá, gracias por siempre estar conmigo, incluso a la distancia.
—Esta familia siempre será un equipo —Garantiza—. Y porque somos un equipo, quiero que me pongas al día sobre esos planes de mi nuevo nieto.
—Oh...
Es todo lo que digo tomando un lapicero y girando en la silla frente a mi escritorio. ¿Cómo podría decirle que por el momento he hecho un sutil cambio de planes?
—Sucedió un percance —digo—. Algo que estoy evaluando, pero te diré en cuánto tome una decisión.
— ¿Debo preocuparme?
—Para nada.
— ¿Qué hay sobre tus hermanas? Escuché a Elanese lloriquear por teléfono sobre que quiere casarse pronto y Dexter no hace nada —Se burla—, esa niña siempre quiere ir corriendo.
—La muy tonta no se lo dice, espera que él sea adivino.
—Pobre Ela —Ríe—. ¿Qué hay sobre Evie? No he podido hablar con ella, pero sé que la situación con el desgraciado de Elliot la tiene estresada.
Resoplo. Elliot seguramente lo catalogaremos cómo el peor error en la vida de Eva. Él solo sigue y sigue presionando a mi hermana, no sé si planea enloquecerla. Sigue en pie lo de demandarla, el esposo de la amiga de Elanese, Jeremy, le ha recomendado un abogado de su firma y alega que las demandas de Elliot no tienen sentido, por lo que no debe preocuparse, sin embargo, a mi hermana mayor todo esto la está afectando.
Así que trato de poner al día al papá sobre las visitas de Elliot, las tonterías de su familia y su abogado. Papá asegura que él solo es un hombre con ego herido que quiere intimidarla.
—En parte sentía empatía porque se debe sentir terrible ser plantado el día de tu boda, pero cuando él se expresa de una manera tan horrible de Eva, pierdo cualquier simpatía y compasión. Gracias al cielo mi hermana no lo hizo mi cuñado.
—Ni mi yerno.
Ambos reímos. Hablo por mucho rato con papá y cuando finaliza la llamada me hace saber que comprará las margaritas más hermosas para Arthur en mi honor. Giro en mi silla y veo hacia el techo « ¿Lo ves, Sonrisas? Siempre tuviste a un abuelo maravilloso».
Dejo de girar y vuelto mi atención de nuevo al ordenador leyendo la próxima entrada a mi blog, la leo una vez más y estoy complacida. Confirmo mi participación en un pequeño taller y encuentro entre bloggers. Y por último, leo los mensajes acumulados en la bandeja de entrada del correo electrónico que uso especialmente para ello.
Mi teléfono suena y veo que se trata de William, contesto y lo ubico en mi oreja mientras lo sostengo con mi hombro y respondo los correos.
—Señorito William —saludo, lo escucho reír.
—Señorita Anderson —responde—. ¿Cómo estás, Leslie?
—Sentada y trabajando —respondo—. ¿A qué debo esta cordial llamada?
Termino de escribir el mensaje y presiono enviar, abro uno nuevo, pero primero le doy mi atención a William.
—Quería saber cómo estabas y cómo marchaba todo sobre... Ya sabes, el bebé no creado.
—Bueno... —Aclaro mi garganta—. Estoy evaluando las opciones.
— ¿Qué opciones?
—Me las guardaré por el momento, gracias por preocuparte por mí. ¿Qué tal has estado?
—Bastante bien, tuve un par de días libres por lo que vine a Preston —Hace una pausa—. Ayer visité a Arthur... —susurra.
Permanecemos en silencio, ambos afectados y sabiendo que esta podría ser una conversación muy sensible.
—Le llevé rosas y cuando llegué me sentí de nuevo tonto. Me pregunté "¿Estas serían sus flores favoritas?" y no lo sabía por qué no conocí lo suficientemente bien a mi hijo por vivir con miedo...
Siento un nudo en mi garganta, hemos hablado mucho de esto y es algo que creo que William con algún terapeuta debe trabajar. Una manera en la que concilie con sus decisiones y aprenda a aferrarse a los buenos momentos. Será difícil despojarse de arrepentimientos, pero al menos debería poder aprender a vivir con ellos sin hacerse tal daño.
—Conociste a tu hijo —Le recuerdo—. Te llamaba su mejor amigo. Reíste, jugaste, hablaste y lloraste con él. Le dijiste que lo amabas y él también te lo dijo.
—Casi cuatro años de diez años de su vida, solo estuve casi cuatro años porque tuve miedo. ¿Entiendes? Lo jodí todo y solo tuve cuatro años. Fue la peor decisión de mi vida, ¿Puedes creerlo? Mientras que a los quince años tú tomaste la mejor decisión de tu vida, a los diecisiete yo tomé la peor por miedo.
—Tuve a mi papá conmigo y a mis hermanas, a los quince años todavía estaba llena de inmadurez, pero ya sabes, decía "tengo quince años, pero todos dicen que soy muy madura para mi edad."
—Eso es lo que todas las personas con falta de madurez y que aún deben crecer dicen —murmura y rio por lo bajo.
—Lo sé, la cosa es que tuve a mi familia escuchándome, aconsejándome. Tus padres fueron abiertamente unos remilgados hijos de su madre.
—Fueron terribles, lo admito y me avergüenza. Lo siento, Leslie.
Ni siquiera quiero recordar lo hostiles y groseros que fueron sus padres al respecto sobe el "error" de William.
—Mi papá estuvo conmigo, me apoyó y orientó. Los tuyos te hablaron de un futuro destruido, un amor tonto y te dieron un boleto de avión. Sí, fuiste un idiota que pudo hablar, pero también un niño tonto que creyó en lo que sus padres pensaron era lo mejor.
»Fueron cuatro años, William, pero incluso si mucho tiempo de ello fue en un hospital, lo hiciste feliz y sé que también lo fuiste.
—Irónico que seas quien me consuele, deberías ser la que me odie. Pero eres demasiado buena.
—No es cierto, no soy tan buena. Solo creo que lidias bastante con tus cargas internas, no necesitas de mis reproches, tienes suficientes con los tuyos. ¿Te sientes mejor ahora?
—Un poco —suspira—. Le pedí perdón, siempre lo hago.
—Arthur no guardaba rencores, él te hubiese perdonado.
—Y me hubiese llamado papá de haberlo sabido.
Sí, pero no lo confirmo en voz alta para no torturarlo, aunque ambos sabemos que luego de adaptarse, él lo hubiese llamado "papá".
— ¿Recuerdas cuando le regalaste un libro de mil dibujos para colorear? —pregunto, queriendo traer recuerdos felices que suban su ánimo—. Estaba muy feliz.
—Sí, sonreía tanto que pensé que se le acalambrarían las mejillas...
De esa manera comenzamos a traer muchos recuerdos de ambos con Arthur y puedo sentir su ánimo aumentando. Otra de las razones por las que no guardo rencores hacia él, es precisamente porque sé que lo amó. Cuando William habla de Arthur lo hace cómo mi papá habla sobre mis hermanas y de mí. Habla con amor, añoranza, orgullo y melancolía. Habla de Arthur cómo un padre que hubiese deseado dar su vida si eso garantizara que él siguiera con vida.
Hablamos durante largos minutos y en algún momento además de hablar de nuestro hijo, hablamos de nosotros. Nuestros trabajos y planes, no comento que estoy viendo a alguien y mucho menos que considero usar su esperma, William por el contrario si me hace saber que conoció a alguien con la que quizás quisiera intentar salir y lo aliento a hacerlo.
Es algo positivo que nos llevemos bien, vivimos un amor adolescente apasionado y dulce, tenemos bonitos recuerdos del pasado y creamos un niño increíble, sería lamentable odiarnos en la actualidad.
En algún punto de nuestra conversación, leo el correo que he abierto y enarco mis cejas ante las palabras que se leen:
«Un saludo, señorita Anderson.
Se preguntará quién soy, la verdad es que por el momento prefiero estar en el anonimato cómo lo hice en el pasado.
Se cuestionará "¿Cuál pasado?", respondiendo a su pregunta, me refiero a ese en donde recibió ayuda financiera para cubrir los gastos del tratamiento de quien fuera su hijo. ¿Lo recuerda? Dinero anónimo que llegó a su buzón.
¿Le gustaría saber el nombre del benefactor?»
— ¿Qué carajos? —murmuro.
— ¿Qué sucede?
—Estoy leyendo un mensaje muy raro. William, voy a colgar, quiero concentrarme en responder.
—Está bien, fue bueno hablar contigo.
—Igual, William.
Finalizamos la llamada y leo la dirección del remitente, pero no me dice mucho. Leo el mensaje un par de veces.
En un principio cubrir los gastos de Arthur no fue difícil, pero a medida que avanzaba el tiempo y él tenía recaídas, debía ser internado o empeoraba, las facturas medicas se hacían más grandes. Mi papá había optado por tener dos trabajos, Eva trabaja horas extras yo vendía bisutería además de mi trabajo formal. Las deudas nos ahogaban y cada día Arthur necesitaba más.
Me recuerdo noches llorando, pensado en soluciones, maneras de conseguir más dinero – antes de que William apareciera y comenzará a ayudar financieramente – y es que los primeros cinco meses fueron caóticos. Un mes antes de cumplir sus siete años, Arthur se sometía a exámenes médicos, una semana después de su cumpleaños, nos dieron el diagnóstico: cáncer de páncreas. Esos terribles primeros meses, pensé que no lograríamos conseguir dinero y entonces un día – tiempo después –, en nuestro buzón un sobre con dinero apareció.
Intenté investigar de dónde venía, tuvimos nuestra reservas sobre hacer uso de él, pero cuando la situación se volvió realmente asfixiante, hicimos uso de ello dispuestos a correr los riesgos si alguien nos cobraba o venía por mí, estaba tan desesperada. El dinero ayudó mucho, cubrió exámenes, tratamientos y al menos un mes de medicinas. Antes de que el dinero terminará de desaparecer, William hizo su aparición y admito, que en un principio la única razón por la que cedí tan rápido a aceptar su regreso, fue el que me ayudará con los gastos médicos.
Era una madre desesperada, cualquier ayuda era bien recibida ¿Iba a perder el tiempo pensando en pequeñeces de corazones adolescentes rotos cuando mi hijo era todo lo que importaba? No hubo orgullo ni terquedad y de parte de William en ningún momento hubo arrogancia. Hicimos todo lo que pudimos por nuestro hijo.
Nunca supe sobre la persona que nos ayudó con el sobre de dinero, deje de temer que vinieran por nosotros y ahora solo me pregunto si este es el momento en el que esa caja será abierta. ¿Por qué el correo se lee tan poco amable? ¿Por qué ahora?
En un primer momento no respondo el correo, no se siente bien la manera en la que se lee, incluso si puede ser el benefactor, pero al final presiono responder:
«Reciba un cordial saludo, gracias por tomarse la molestia de escribirme.
La verdad que esa es una caja cerrada desde hace mucho años. Si eres el o la benefactora, te agradezco de corazón.
Ahora, no pretendo ser grosera, pero al menos que quieras el dinero de regreso (lo entendería) o reunirte para que hablemos las razones detrás de la donación, estaría encantada de conocer el nombre y rostro de la persona que me ayudó.
De no ser así, si no es molestias, preferiría mantener el anonimato.
Muchas gracias. »
No sé si lee tosco o malagradecida, pero de verdad me aterra abrir esa caja del pasado y si no quiere el dinero de vuelta o conversar sobre sus razones, preferiría no revolver esas aguas porque me aterra encontrar algo doloroso en el pasado. Tal vez es un pensamiento cobarde o desagradecido, pero por ahora así lo prefiero.
Así que cierro la pestaña y voy a otro mensaje intentando olvidar el anterior. La puerta de la casa se abre y no entro en pánico porque escucho a Elanese gritar: "¡Leslie!" Alargando el final, escucho sus pasos y luego está en la puerta de mi habitación con la respiración agitada, luciendo un poco loca.
— ¿Qué sucede? —pregunto reparando en la manera dramática en la que me mira.
— ¡Tú dime qué sucede! —Me grita y la veo con sorpresa.
Ella saca su teléfono pareciendo buscar algo y luego se acerca mostrándome la pantalla. Es Andrew...
—Esa es la camisa que te regalé, ese es tu cabello oscuro. Ese es el anillo que Eva te regaló en tu cumpleaños y es tu genial y maldito perfil. Tienes una gorra y gafas de sol, pero sé que eres tú. ¿Qué hacías con Andrew Wood?
Mierda. La miro mientras pienso alguna respuesta políticamente acertada. Ella se agacha frente a mí y ubica sus manos sobre mis rodillas, me mira la expectativa. Parece una pequeña hambrienta de información, pellizco su mejilla y se libera de mis dedos.
Suspiro, aquí iremos con una verdad a medias, pero es porque ella le contaría a Dexter y luego él a otro. Ninguno de los dos sabe guardar un secreto. Ambos aman el chisme.
—De acuerdo, soy yo.
—Lo sé. Eres 100% tú y es 100% Andrew.
—Bien, bien, cálmate —pido ubicando mis manos en sus hombros—. Andrew y yo fuimos a una cita.
—Una cita —repite con sorpresa—. Pensé que dirías algo cómo: fue una rara casualidad y yo iba a fingir que te creía.
Sí, pensándolo bien pude haber usado esa excusa, pero es demasiado tarde.
—Él me invitó a salir y acepté —digo con simpleza, intentando restarle importancia.
— ¡Es Andrew! Es éste increíble ser humano ardiente que todos aman. Cuando tenías dieciséis años dijiste que los rubios no eran lo tuyo.
—Bueno, ahora tengo veintisiete y los rubios son tendencia —Intento bromear, ella golpea mi rodilla.
—En serio, pensé que ustedes tenían un aura extraña, pero con tus planes y lo poco que hablan...No pensé qué...De acuerdo, admito que estoy emocionándome demasiado —Ríe—. ¿Qué tal estuvo la cita? No, no, no respondas. Tuvo que haber sido buena.
—Lo llevaré a una cita.
—Espera, espera. ¿Estamos teniendo más citas con Andrew Wood?
—Estamos.
—Pero, pero... ¿Y nuestro bebé? —pregunta con preocupación.
Me causa gracia la manera en la que se encuentra hablando en plural, palmeo su cabeza y trago midiendo bien mis palabras.
—Sobre eso...Estoy pensándolo un poco.
— ¿El qué? —Me mira con grandes ojos curiosos.
¡Dios! Me encanta ver directo a los ojos azules de Elanese porque los suyos son los más cercanos a los de Arthur y son tan hermosos. Ella puede crecer y ser toda esta adulta independiente, pero en sus ojos siempre brilla una picardía y diversión infantil que espero siempre esté ahí.
—Sobre los métodos de concepción —respondo a su pregunta—. Todavía quiero tener un bebé y todavía ese es mi plan, solo que evalúo todas las oportunidades. No quiero hablar de ello ahora, ¿Puedes esperar a que tenga mi decisión?
Estoy segura que ella entiende a qué me refiero con "opotunidades" no es idiota y aunque muere por enloquecer y preguntarme, termina por asentir.
—Me asustas y me intriga no saber lo que creo que sé, pero supongo que tengo que decir que estoy de acuerdo porque no te puedo obligar a hablar ¿Verdad?
—No, no puedes —sonrío y peino con mi dedos su cabello—. Hablé con papá, cree que eres una tonta que no le dice a Dexter que quiere casarse pronto.
—Voy a decirle, solo quiero preparar una buena atmosfera —Su sonrisa es amplia—. Sé que va a encantarle.
»Pero no cambies de tema ni intentes distraerme, ¿Qué pasará con Andrew? ¿Te gusta mucho?
—Eso trato de descubrir, qué pasará con él y sobre gustarme —Suspiro— ¿Cómo podría no gustarme? Si antes pensaba que era una persona increíble, ahora solo creo que es el tipo de hombre con el que solo pocas personas se topan en su vida. No todos corren con la suerte de conocer a alguien como él.
Ella se incorpora y ríe, ahora apoya su culo sobre el escritorio y teniendo en cuenta que mi hermana es miss curvas, estoy un poco tentada a fastidiarla pellizcándole toda esa tentación que lleva por cuerpo.
—Si Arthur supiera que su tía va a casarse con Dexter Jefferson y que su mami está yendo a citas con Andrew Wood, creo que se habría desmayado un par de veces, llorado de emoción durante días y luego nos daría una charla sobre lo importante que es mantener el amor vivo —Sonríe y también lo hago—. Puedo imaginarlo, su sonrisa más grande, ojos brillosos y saltos de emoción.
—Puedo imaginarlo —Secundo—. Sería tan feliz.
—Nunca dejaré de extrañarlo —Voltea a verme y toma mi mano—, pero cuando lo imagino así de feliz por nuestras decisiones, me siento alegre. Él estaría muy orgulloso de ti, Les y tan feliz de verte hoy, ver la manera en la que sonríes y en la que avanzas.
—También estaría muy orgulloso de que su loca tía Ela haya ido por la profesión que quiere, tenga más seguridad en sí misma y sus decisiones. Y por sobre todo, lo haría feliz saber que Henry está fuera de la ecuación y Dexter es la nueva era.
—Se hubiese llevado increíble con los niños de BG.5 —Garantiza—. Es de esta manera cómo siempre lo mantendremos vivo, con nuestros recuerdos.
—Porque nunca lo olvidaremos.
Ambas sonreímos y sé que pensamos en ese pequeño guerrero que desde que estuvo en mi vientre, cambió nuestras vidas.
***
21 de enero, 2016.
Miro de reojo a Eva mientras tomo un puñado de palomitas de maíz, ella está llorando. No sé si se trata de que tiene su periodo o porque recuerda que Elliot fue un error en su vida, pero sé que no puede ser por la película que es una comedia.
Mi teléfono vibra y lo saco de debajo de las sabanas en las que estoy acurrucada. Estamos en su espaciosa cama viendo una película en su enorme televisión. En verdad a Eva le ha ido muy bien económicamente en su vida.
Trago luego de masticar un poco decepcionada de que no se trate de Andrew, pero riendo cuando veo que se trata de una foto de Elanese haciendo un puchero.
Ela: Lo odio.
Ela: es un completo idiota.
Leslie: ¿Dexter?
Ela: ¡No! Y cuando es idiota es un idiota encantador.
Ela: me refiero a Henry. Me topé con él y fue tan idiota. Lo odio.
Ela: ¿cómo lo amé alguna vez?
Leslie: decías que era bueno en la cama...
Ela: cierto. Pero ahora conozco que hay quienes son muchísimo mejores.
Leslie: apuesto a que a Dexter le haría muy feliz leer esa declaración.
Me envía emoticones que me hacen reír y salgo de su chat para abrir otro. He hablado con Andrew muy pocas veces desde la cita, creo que captó el mensaje de que al ser la encargada de la cita, soy quien debe contactarlo. Son poco más de las diez de la noche, pero él mencionó que se dormía tarde mayormente, así que le escribo.
Leslie: ¿Qué harás mañana?
Listo, no iré con tantas vueltas. Tardé demasiado en concretar la cita y tal vez eso sea considerado trampa de mi parte teniendo en cuenta que los días corren rápido y en cualquier momento se cumple el mes pautado.
Mi mensaje se marca cómo recibido, pero no es leído. Bloqueo la pantalla y lo hago a un lado, volteo a ver a la llorosa Eva luego a la pantalla del televisor.
—La película en verdad es bastante divertida y no creo que estés llorando de la risa —comento.
Eva voltea a verme. Su rostro está enrojecido debido al llanto de esa manera que hacía que Ela y yo no burláramos de ella. Pregunto qué sucede y suspira limpiando nuevas lágrimas.
—Siempre quise ser exitosa profesionalmente. Fui competitiva y ambiciosa, quise tener todo dentro de un plan. Incluso conocer a Elliot se vio como si encajara perfecto con todo —Mira hacia sus manos—. Muchas veces Elliot no me caía bien, pero siempre me dije que estaba bien, una relación promedio que nos convenía ambos. Mi pensamiento de que lucíamos bien juntos y era un buen partido para mí parecían ser suficiente.
»Y toda esa soberbia sobre querer ser la persona que planeé desde mi infancia me trajo hasta aquí. Soy una profesional exitosa, pero soy infeliz en lo personal. Tengo a un ex queriendo quitarme cada libra y acosándome sobre ser una perra fría, a Alan uno de los mejores trabajadores de la agencia pidiendo traslado y un vacío en mi pecho.
Ella limpia sus lágrimas con la manga de su camisa y me da una sonrisa temblorosa.
—Y sí, Elliot es una persona cuestionable, pero acepté casarme con él y haberlo plantado no fue amable —Sorbe por su nariz—. Fue su boda soñada e hizo muchos gastos, tendría que hacerme responsable por mucho de ello y no tengo problema. Pero él quiere que lo pague todo y luego las consultas con su psicólogo...
»Mi vida personal es un desastre y es exclusivamente mi culpa. Por ser una maldita arrogante que creía que tenía su vida perfecta planeada —Hace una pausa—. Miro a Ela, nuestra hermanita, la loca descarriada que siempre hacía desastres y me doy cuenta que sin planear su vida ha encontrado la felicidad. La reprendí tanto en el pasado por su forma de actuar y me doy cuenta que tendría mucho que aprender de ella, de ti, de la vida.
La miro por largos segundos ante de aplaudir con fuerza y gritar "¡Al carajo!" sobresaltándola y haciendo que el tazón de palomitas entre nosotras caiga sobre la cama.
—Deja auto compadecerse. Sí, siempre fuiste una mandona y maniática de tener el control sobre cada aspecto de tu vida. Elliot fue un error, pero aprende de ello. Eres joven, hermosa, exitosa e inteligente. Toma tu vida y haz de ella lo que quieres.
»Solo serás feliz cuando decidas hacer algo más que respirar y llorar sobre tus errores, ve por aciertos y éxitos —Me encojo de hombros—. No seas tu propio obstáculo.
Se arrastra, cerrando la distancia que nos separa y me abraza, limpia sus mejillas húmedas de mi camisa y hago una mueca, espero no haya rastro de mocos.
—Te amo, Leslie. Creo que necesitaba esas palabras —susurra—. Siempre he estado tensa sobre relajarme y no ser exitosa por ello. Divertirme parecía una distracción y quería tanto cuidar de ustedes.
Auch, veo que de alguna manera a todas nos afectó lo poco presente que estuvo nuestra madre en nuestras vidas. Ella me abraza con más fuerza.
—Estaba asustada de la imperfección, del descontrol que no sé lo que es divertirse. Pero aún estoy a tiempo de relajarme y dejarme ir ¿Cierto?
—Tampoco te presiones sobre dejarte ir —Rio—. Solo relájate y actúa con base a lo que te gusta, lo que te haga feliz...
—Sin dañar a otro —agrega.
—Exacto —Se incorpora y me sonríe.
—Bien puedo hacer eso —dice con determinación.
—Y sobre Alan...
—Pidió un traslado.
— ¿Y quieres que se vaya? —pregunto.
—No, él es un trabajador increíble y de gran ayuda en la agencia. Después de todo, consiguió lo mejor para Skylie.
—Me refiero a un nivel más personal, Evie.
—No lo sé —suspira.
Comienza a recoger las palomitas de maíz de la cama y la observo. Es evidente que Alan le gusta y está en sus pensamientos desde su despedida de soltera, pero supongo que llegará a ello o actuara sobre ello si así lo decide. Eva es una adulta y hemos aprendido que cuando se trata de decisiones nunca le ha gustado que otros se inmiscuyan, incluso si son enormes errores.
— ¿Irías por agua mientras recojo esto? —Me pide y asiento.
Llevo mi teléfono conmigo al ir a la cocina por agua, Andrew aun no ve mi mensaje y decido que no tengo nada que perder al llamarlo. Tarda en responder y cuando lo hace, ni siquiera es él.
— ¿Hola? —repite la voz de mujer. Aclaro mi garganta y reviso que lo llamé a él.
—Eh...Hola ¿Se encuentra Andrew?
—Lo siento, en este momento no te puede atender —dice y se hace unos segundos de incómodo silencio—. ¿Quién lo llama?
Estoy segura de que Andrew tiene mi número agendado, pero tal vez esta persona no lo leyó. Aclaro una vez más mi garganta.
—Soy...Leslie.
—Oh, Leslie —dice la mujer—. Escuché de ti.
¿Lo hizo? Suelto una risa nerviosa y la mujer del otro lado suspira.
—Le haré saber a mi hijo que lo has llamado, en este momento está con su papá y no quiero interrumpir. Respondí al teléfono por si era una emergencia.
Mierda, su mamá. Por alguna razón enderezo mi espalda cómo si ella pudiese verme.
—Un gusto, señora Wood. Gracias...
— ¿Por qué? —Y parece divertida pese a que su voz suena apagada.
Si, ¿Por qué le estoy agradeciendo? No quiero hacer esto un desastre, pero por lo visto me he vuelto torpe.
—Por decir que le hará saber que lo llamé —improviso.
—De acuerdo, Leslie, no hay problema, lo hago con gusto. Fue un agradable conocerte por teléfono.
—Igual, señora Wood.
Finalizo la llamada con una sensación de querer darme bofetadas en el rostro. Actúe vergonzoso, sé que lo hice. No fue una primera impresión increíble, pero ¿Por qué me importa lo que opine la mamá de Andrew sobre mí?
Porque mi hijo no creado podría estarla llamando "abuela" para toda la vida.
22 de enero, 2016.
Acabo de terminar una vídeollamada con mi amiga japonesa Risa y estoy tomándome un té antes de irme a la cama cuando mi teléfono vibra sobre mi escritorio, bostezo, pero estoy sonriendo al terminar.
—Una y media de la noche ¿Qué o quién tendría a Leslie despierta a esta hora? —pregunta cuando se da cuenta de que respondo.
—Una taza de té y mi amiga de Japón —respondo reposando mi brazo del escritorio y recargando mi cabeza—. También me tiene despierta la mortificación de que actúe muy vergonzoso cuando tu mamá respondió el teléfono.
Ríe y escucho los acordes de una guitarra. Bostezo y luego tomo el resto de mi té antes de ir a la cama y acostarme.
—Según ella fuiste amable y linda —Me dice—. "Ah, ella es la famosa Leslie" fue lo que dijo.
—Calla, créeme cuando te digo que fui torpe.
—Te creo, pero también le creo a ella cuando dice que fuiste linda y amable —Hay más acordes de guitarra—. ¿Qué hay sobre tu amiga de Japón?
— ¿Qué hay sobre ella? —pregunto riendo de la torpeza con la que pregunta—. La conocí mientras viví en Japón, fuimos compañeras de trabajo, la extraño en ocasiones. Me enseñó mucho sobre la cultura japonesa.
— ¿Por qué volviste de Japón? Parece que eras realmente feliz allá.
—Porque me di cuenta de que me fui dejando muchas heridas inconclusas, extrañaba a mi familia, venía pensando lo del embarazo y mi contrato se terminaba. Me ofrecieron renovarlo, pero ya tenía el blog y decidí ser valiente y volver.
— ¿Te arrepientes de haber vuelto?
—Por el momento no —respondo—. ¿Quieres preguntar si me arrepiento de haberte vuelto a ver al volver?
Los acordes de la guitarra ahora hacen sonar una dulce melodía, lo escucho reír ante mis palabras. Me acomodo sobre mi almohada y reprimo un bostezo. No quiero dormirme, pese al sueño, quiero que sigamos hablando.
—Si quieres responder.
—Uhm... —Finjo pensarlo—. Me gusta no tener que preguntarle a alguien más cómo te encuentras. ¿Es suficiente respuesta?
—Por ahora lo es.
— ¿Qué haces despierto?
—Compongo, toco un poco. Es mi manera de relajarme, fue un día un poco difícil —Hace una pausa—. Aunque hace un frío que casi me hace volver.
— ¿En dónde estás?
—En una piscina...En el trampolín más alto de hecho —Ríe—. Creo que en este momento Kid, mi guardaespaldas, me odia.
— ¿Qué haces ahí?
—Me gustan ciertos lugares para componer —confiesa—. Es una rareza de mí.
—Todos tenemos de esas —digo. Me pide que diga una mía—. No me gusta que me toquen los pies y tampoco me los cubro al dormir. Cuando me los tocan siento que quiero patearlos para que alejen sus manos.
Eso lo hace reír con fuerza y yo sonrío arropándome mucho más con la manta. Es agradable escucharlo reír mientras se mantiene tocando.
—Reviso las hornillas de la cocina al menos tres veces antes de irme a dormir, siento que podrían estar abiertas incluso si ya lo revisé.
—Es válido, me pasa eso con el refrigerador, me da miedo haberlo cerrado mal y que todo se descongele por mi culpa.
—No le hablo a nadie en las mañanas si no tomó leche chocolatada.
—Ow, eres un bebé —Lo molesto y él suelta un bufido—. Estoy en rehabilitación entorno al café, pero a veces caigo y tomo un poco. Lo amo.
—Adicta a la cafeína y a la velocidad, eso podría decirme mucho de ti.
—Sí... —Bostezo y cierro mis ojos—. ¿Es esta una competencia de manías? Porque podría seguir.
—Eso parece. Qué opinas de esto: ¿Mis dedos son muy largos es bueno o malo?
Mis ojos se abren y rio. Ambos sabemos la respuesta pervertida a tal declaración. Eso más que una manía ha sido una insinuación.
—Es bueno. Mi boca puede tener mucho dentro de ella ¿Eso es bueno o malo? —pregunto con fingida inocencia.
—A mí me parece muy bueno —Suspira—. Siento que estoy tocándote una canción de cuna para que te duermas.
—Y está funcionando, no te detengas —Básicamente ruego.
—Está bien, te dejaré usarme. ¿Para qué me llamabas? Pensé que habías olvidado mi existencia —Bromea.
—Mañana —respondo con los ojos cerrados—. Una cita.
— ¿Mañana de otro día o mañana de hoy ya que es la una de la madrugada?
—Mañana de hoy —respondo arrastrando la voz y sin abrir mis ojos.
—Está bien, cuando despiertes me envías la hora y lugar —murmuro algo y ríe—. ¿Quieres que cuelgue?
—No...Hablemos.
—De acuerdo, hablemos. Hagamos de esta una pequeña cita telefónica. ¿Algo que quieras decirme?
— ¿Te llevas bien con todas las novias y esposas de tus amigos? —pregunto aunque creo conocer las respuestas.
—Sí, son mis amigas. Es difícil caerle mal a alguien de alguna manera todas ellas me conocieron y ya tenía lugares en sus corazones —presume con diversión.
—Lo creo. Le caes muy bien a Ela, ella vio la foto de nosotros y obvio me reconoció, parecía una pequeña detective reparando en toda la ropa que llevaba puesta.
— ¿Y sabe sobre mi propuesta? Porque si es así, falta poco para que Dexter lo sepa.
—Lo sé, son unos chismosos —Rio—. Son lindos juntos, me hace feliz que sean novios.
—Prometidos.
—Ela quiere casarse pronto, pero Dexter no capta sus indirectas. Son bobos.
—Dexter quiere casarse pronto también y le envía indirectas con todo lo que dice, pero tu hermana no las atrapa. Apostamos cuánto tardarían en darse cuenta.
Rio y continuamos hablando sobre nuestros amigos o familia, también sobre cosas banales. Estoy luchando contra el sueño porque de verdad quiero seguir con la conversación, pero él tocando la guitarra y hablando con voz suave me relaja demasiado.
—Me gustas —susurro cerrando mis ojos—. Nunca conocí a un hombre cómo tú.
— ¿Hay mariposas en tu estomago? —bromea y sonrío.
—A veces parece que tengo abejas cuando te veo —confieso—. No es tan malo, pero da miedo.
»Escuché que te llaman Santo Wood —Cambio de tema y lo escucho reír.
—Sí, es un apodo que no sé cómo me gané, pero te dice sobre cuán angelical soy.
—Entonces ¿Hay que rezarte de rodillas? —Abro mis ojos tras hacerle la pregunta.
Él deja de tocar la guitarra y aclara su garganta antes de retomar los acordes del instrumento, cambia la melodía.
—Solo si quieres hacerlo. También puedo ponerme de rodillas.
—Suena tentador —murmuro en voz baja—. También escuché que te han llamado cupido.
—Exageraciones —resopla—. Lo que pasa es que todos mis amigos eran ciegos sobre tener el amor frente a ellos y me gustaba darles empujones o jugar con sus mentes para que se dieran cuenta.
— ¿Todos?
—Harry fue más decidido y diría que pese a todo Dexter también, él siempre supo que le atraía Elanese, pero ella no se lo ponía fácil —Ríe—. Doug tomó años que sacara la cabeza de su culo e hiciera algo y a Ethan básicamente hubo que obligarlo un poco.
— ¿Qué hay de ti?
—Aprendí de ellos, me tomé mi tiempo para exponer mis cartas y ahora espero a que en una cuantas semanas me digan si lo estoy haciendo bien.
—Eres tu propio cupido.
—Podría decirse, ¿Está funcionando?
—Lo hace —Soy sincera y aclaro mi garganta—. Dime otra cosa de ti, Andrew.
Permanece en silencio durante largos segundos y bostezo, pienso que no va a responderme, pero lo hace tomándome por sorpresa.
—A veces...A mí...
— ¿Si?
—Hablo sucio —Hace una pausa y yo abro mis ojos—, sobre el sexo, lo que deseo hacer y cómo lo quiero hacer.
Trago y lamo mis labios. Eso es algo que definitivamente me resulta tentador y alentador.
— ¿Durante el sexo? —pregunta.
—Puede suceder durante el sexo, pero mucho por mensajes o llamadas, me gusta crear la expectativa, crear el escenario. Solo piénsalo, no ves a la persona, pero con palabras ya seas leídas o escuchadas vas creando todo en tu imaginación, la forma en la que va a tocarte, qué quiere hacerte, cuánto te desea... Entonces cuando lo ves, todo viene a tu mente y tu cuerpo está ardiendo por todas esas promesas.
Vale, me afectó y ni siquiera está hablándome realmente sucio.
— ¿Leslie?
—Hablaremos de eso más adelante, Andrew, porque ahorita no me provoca tomar una ducha fría.
Eso lo hace reír y yo también lo hago. Hablamos otro poco más, pero estoy perdiendo mi lucha con el sueño, él escucha mi bostezo largo.
—No quiero dormirme, pero siento que en cualquier momento me quedaré dormida.
— ¿Quieres que cuelgue y finalice nuestra cita telefónica?
—No, no quiero.
— ¿Quieres que cante?
— ¿Lo harías?
—Si me pagas —Bromea, haciéndome reír.
— ¿Cómo quieres tu pago?
—No me tientes, Leslie, pese a lo que dicen, realmente no soy un santo.
—Entendido —digo en voz baja—. Ahora canta.
—Voy, mandona.
Aclara su garganta y la melodía cambia antes de que su voz suave comience a entonar dulces letras. Sonrío, de alguna manera esto se siente cómo un gesto especial. Su voz es dulce y suave, romántica cómo lo es la letra de la canción.
—Eres increíble, Andrew —susurro poniéndome más cómoda.
Lo escucho reír antes de que retome la canción, me voy relajando hasta quedarme dormida con la voz de Andrew cantando.
Holisss, no entiendo por qué el capítulo tiene tantas palabras, pero xs no nos vamos quejar.
¿Cómo están? Espero cada uno de ustedes se encuentre muy bien en sus hogares.
Adelantos del próximo capítulo porque hay que ser buenos en la cuarentena:
— ¿Estás teniendo sexo? —Pregunta—. ¿Es una cita caliente?
***
Susurran unas pocas palabras que lo tienen a él riendo ante de que se giren hacia nosotros, la sonrisa de ella es inmediata cuando ve a Andrew y él le corresponde el gesto antes de acercarse y darle un rápido abrazo.
***
—Puedo verlo —Ahora son mis dedos los que acarician sus nudillos—. ¿Sabes que es difícil no verte?
— ¿Es así?
—Sí. Mírame, no te puedo quitar los ojos de encima ¿Te incómoda?
***
—Hace frío, pero aun así reír tanto me hace sentir cálida —Volteo a verlo—. Hace mucho tiempo no sonreía tanto, no es que sea una persona infeliz, pero últimamente se siente más ligero hacerlo.
—Conozco el sentimiento.
***
—Podría decir en este momento algo muy sucio o muy romántico al respecto —dice con diversión.
***
El hada en esta ocasión señala a @Utopia-26 gracias por todo tu amor hacia mis historias, ve cómo amas mis dos sagas. Un mega abrazo para ti.
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Espero les guste.
Un beso.
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