ADIÓS
(Hiccup's POV)
_Quiero mi mortalidad devuelta.
Esas fueron mis palabras estando delante de la gran luna llena, esperando que aquel que me había metido en todo este embrollo me escuche.
Todo el problema empezó hace un año, el año en que se celebró el nombramiento de los cuatro nuevos guardianes de los cinco reinos (Fuego, Hielo, Agua, Viento, Tierra). Los guardianes eran cuatro personas que tenían la responsabilidad y el privilegio de proteger a todos los pueblos, y el Hombre de la Luna, el líder supremo al cual nadie ha visto cara a cara, les otorga a los guardianes escogidos inmortalidad.
Los anteriores guardianes fueron North, del reino del hielo, Sandman, Tooth y Bunnymud, del reino de la tierra, ellos pasarían a ser consejeros ahora, tenían la responsabilidad de guiar y ayudar a los nuevos guardianes siempre que sea necesario.
Cada quinientos años se escogía a cuatro nuevos guardianes, elegidos por la pureza de sus corazones y por tener la fuerza necesaria para proteger a las personas de todos los reinos, con habilidades tanto externas como internas...
Por eso, cuando llegaron los soldados del palacio de los guardianes a mi casa a decir que había sido elegido para ser uno de los guardianes, me costó mucho creerlo.
Mi nombre es Hipo Horrendo Abadejo III, soy de Berk, uno de los principales pueblos del reino del fuego. Mi padre es el jefe del pueblo, pero eso nunca me hizo más importante que los demás. En Berk no acostumbran a venerar a alguien con buena posición, sólo admiran a los fuertes y habilidosos, por lo que el ser el hijo del jefe no me servía de mucho para mi reputación. Yo no era bueno con armas, ni luchando, por lo cual todos en el pueblo creían que los soldados que habían venido a buscarme estaban en algún error.
Mi padre específicamente, aunque cualquiera podría pensar que debería sentirse muy orgulloso de mí al ser electo para ser uno de los guardianes, fue todo lo contrario. Al principio se rió creyendo que era una broma, cuando los soldados no se rieron junto con él pasó a replicar diciendo que debía haber algún error, y cuando ellos le verificaron que no era un error tuvo que aceptar la verdad... .... pero aun así no se veía orgulloso de ninguna manera, su cara más parecía expresar "Oh no, mi hijito se va a hacer daño".
Sí, siempre fue sobreprotector conmigo.
No puedo culparlo, no era como si yo me sintiera muy preparado, pero aun así estaba más que dispuesto a demostrarle a los demás que el Hombre de la Luna no se había equivocado al elegirme, era mi oportunidad de demostrar que valía mucho más de lo que los demás alcanzaban a ver y de hacer sentir orgulloso a mi padre. Después de todo, cuando el Hombre de la Luna elegía a alguien era porque sabía que tenía una habilidad especial, la cual surgía en un plazo de un año máximamente.
Así que tomé mis maletas y me fui al palacio de los guardianes.
Allí conocí a mis compañeros.
Mérida, quien era del reino del viento. Era una intrépida, audaz, enérgica, hiperactiva y liberal pelirroja. Y no puedo negar que era muy hermosa.
Rapunzel, quien era del pueblo de las flores del reino de la tierra. Ella era una bondadosa, gentil, carismática y dulce rubia. También era muy hermosa.
Ambas chicas eran hermosas de diferente manera.
Y por último, estaba Jack Frost, del reino del hielo... ... ... ... desde que lo vi, lo detesté. Él era arrogante, rebelde, malicioso, competitivo, fastidioso, obstinado y... no sabía por qué rayos lo admiraba tanto. Bueno, tal vez sí lo sabía... él era devoto, fuerte, valiente y divertido. Su historia era muy diferente a las demás. Rapunzel vivía con su madre y siempre estuvo encerrada en una torre, Mérida estuvo a punto de casarse a la fuerza, y Jack... bueno... él había perdido a su familia cuando el barco en el que viajaban se hundió y desde ese momento se quedó solo, pasando entre la gente como alguien invisible en quien nadie creía y a quien nadie le importaba. Yo me sentía en cierta forma, identificado con él... pero aun así era tan diferente a mí.
Al principio él estaba reticente a compartir con nosotros, supe que los soldados lo habían traído prácticamente a la fuerza al Palacio de los Guardianes donde nos otorgaron la inmortalidad, él decía que no quería tener ese tipo de responsabilidades y que le parecía aburrido, pero que nos ayudaría si necesitábamos tanto de su ayuda.
Sonaba egoísta y desconsiderado. Pero durante las batallas mostraba mucha devoción y un fuerte instinto de proteger a los demás, por lo que yo no comprendía su actitud y su oposición a ser guardián y vivir bajo el mismo techo que nosotros.
Hasta que Rapunzel comentó algo que me impulsó a acercarme a él y a observarlo más de cerca...
"Su corazón tiene una pared de hielo cubriéndolo"
Al principio yo no había comprendido, pero comencé a espi... observarlo, y noté la soledad y la tristeza en sus ojos mientras permanecía sentado en un tejado mirando hacia la luna. Entonces supe que lo que sentía era miedo... a ser herido.
Entonces, tomé la decisión de hacerme su amigo a toda costa.
Aunque lastimosamente no tenía muy buenas ideas...
_Hola, chicos.
_Jack, qué sorpresa – a Mérida le parecía extraño que aparezca sin que haya ninguna emergencia – ¿sucede algo?
_ ¿Alguno de ustedes vio mi cayado?
Sí, le robé su cayado y, sin deseos de alardear, debo decir que ese robo fue la obra de una mente maestra, pues me fue muy pero muy difícil porque nunca (NUNCA) suelta ese maldito palo. Pero después de dos semanas siguiéndolo arduamente, pude encontrar mi oportunidad.
¡MUAHAHAHAHA!
¿Qué por qué se lo robé?
Para chantajearlo.
No me culpen, la idea sonaba genial semanas atrás.
_Yo lo tengo. Está escondido. – le dije después de respirar hondamente.
Jack, Mérida y Rapunzel dirigieron sus miradas hacia mí.
_ ¿Qué? – se veía muy sorprendido por mi descarada confesión – ¿Tú lo tienes? ¿Por qué?
Yo traté de mostrarme lo más tranquilo posible, no debía dar señales de duda.
_Te lo devolveré si te vienes a vivir con nosotros.
_...
_...
Fue muy notable la sorpresa en los tres. En Mérida y Rapunzel porque creían que yo odiaba a Jack por mis constantes quejas sobre su molesta y arrogante actitud y sus bromas que siempre me hace cada vez que tiene oportunidad (una vez puso huevos en mi casco. Sí, fue asqueroso). En cuanto a Jack, estaba sorprendido porque en general nosotros no hacíamos más que discutir cada vez que nos encontrábamos.
Pero su sorpresa duró poco y pronto pasó a verse enojado.
_ ¿Es una broma? – preguntó.
_Nop.
_No quiero vivir aquí, ya se los dije, no soy un guardián, sólo los estoy ayudando.
_Eres un guardián – dije calmadamente.
_No lo soy, devuélveme mi cayado.
_No.
Y sucedió lo que supuse que sucedería.
Comenzó a perseguirme como loco.
Recuerdo que Rapunzel trataba de calmarnos mientras que Mérida no hacía más que reírse y animarme a correr más rápido. Lo bueno era que sin su palo no podía volar y no parecía ser muy ágil sin él, yo por otra parte era muy escurridizo... hasta que caí de cara cuando me tropecé con pinturas de óleo que estaban en el suelo... muchas gracias, Rapunzel.
_¡Hipo! – entonces, Jack me atrapó y me tomó de la solapa amenazadoramente – ¡devuélvemelo!
_Sólo acepta venir a vivir con nosotros – volví a hacer la propuesta. No me iba a dar por vencido tan fácilmente.
_¿Por qué insistes? – me miró con suspicacia – ¿Estás planeando algo para cobrarte las bromas que te hice?
Vaya, esa no sería una mala idea... pero no eran esas mis intenciones.
_No, te lo prometo, no estoy planeando nada malo – le dije con sinceridad – Has demostrado ser un buen guardián y el Hombre de la Luna te escogió por alguna razón.
_ ¿Y qué razón sería esa? – reviró los ojos hastiado.
_Eres especial – respondí con seriedad – Eres un guardián.
_...
Él me miró sorprendido y me soltó. Parecía algo abrumado con mis palabras, y sin decir nada se fue del palacio... sin su palo.
Después de eso, me quedé preocupado pensando que había hecho algo malo, pero al siguiente día alguien tocó la puerta y supe que mi plan había funcionado... bizarramente.
Era extraño, porque normalmente Jack tenía la costumbre de usar la ventana y entrar volando al palacio sin pedir ningún permiso, nunca usaba la puerta ni mucho menos la tocaba (bueno, tal vez era porque no tenía su cayado aún). Por mi parte, yo nunca solía ir a abrir la puerta, ya que en el palacio tenemos asistentes (Yetis) que se encargan de todo allí.
Cuando abrí la puerta, ambos nos quedamos mirándonos con sorpresa por un momento.
Miré sus maletas e inmediatamente él sonrió y me las pasó bruscamente, como si yo fuera el botones.
_Te arrepentirás de pedirme vivir contigo – me dijo entrando al palacio.
Yo solté un suspiro... y sonreí.
_De eso no tengo duda.
Fue gracioso pero nuestra relación no cambió mucho desde entonces. Él seguía haciendo bromas y mofándose de mí, yo seguía llevándole la contra en todo, reíamos, discutíamos, jugábamos, etc.
Y así pasó un año.
Como todos esperaban, los integrantes del equipo desarrollaron sus habilidades externas e internas.
Rapunzel, físicamente tenía la habilidad de la curación a través de su mágico cabello, e internamente podía cambiar los corazones de la gente haciendo que retomen sus caminos en dirección a sus sueños, les daba esperanza.
Mérida, físicamente tenía una gran habilidad en el uso de armas y toda clase de táctica de batalla, especialmente empleando en arco y la espada. Internamente, podía cambiar los corazones de la gente promoviendo la unión y la comprensión.
Jack, físicamente era capaz de volar y manejar el elemento del hielo y la escarcha. Internamente podía cambiar los corazones de la gente, especialmente de los niños, logrando que olviden sus miedos y temores promoviendo el optimismo y la diversión.
Y yo...
Nada.
Todo ese tiempo había tratado desesperadamente de encontrar mi habilidad especial, pero había fracasado hasta ese momento. Seguía siendo malo para la batalla y no lograba que nadie me escuche.
No había conseguido nada.
Jack, Merida y Rapunzel eran famosos y aclamados por todas partes. Yo tenía suerte si recordaban mi nombre, sólo para señalarme como el estorbo del equipo.
Y era precisamente así como me sentía. Como un estorbo.
Estaba cansado de eso.
Pero un día fue el colmo cuando hubo una emergencia en mi pueblo.
Berk nunca había pedido ayuda de los guardianes antes, era un pueblo fuerte y obstinado que le gustaba resolver sus propios problemas sin ayuda, pero aquella vez hubo un gran ataque de dragones que no pudieron controlar.
Mi participación en esa batalla fue un desastre y lo único que logré fue ver la decepcionada cara de mi padre.
Fue entonces que tomé medidas desesperadas y tuve la descabellada idea de cazar a un dragón. De esa manera les demostraría a todos que era capaz de luchar, en especial si lograba matar al dragón más peligroso de todos... Un Furia Nocturna.
Por pura suerte o por obra del destino, logré capturar a un Furia Nocturna, pero todo sucedió diferente a cómo lo planeé.
No pude matar al dragón, el miedo en sus ojos logró hacer que me refleje en ellos. Fui incapaz de matarlo.
Entonces lo liberé.
Increíblemente, el dragón no me lastimó cuando estuvo libre, lo cual hizo que mi curiosidad por él naciera.
Así cambió todo.
Descubrí que los dragones no eran los monstruos que todos pensaban que eran. Y Chimuelo, como decidí llamarlo, era un dragón muy especial.
Al principio él era desconfiado, pero cuando le mostré que no tenía nada que temer conmigo, dejó que me acercara.
Chimuelo tenía una personalidad muy llamativa para mí. Era un dragón curioso e inquieto, le gustaba jugar, disfrutaba volar, era algo malicioso, testarudo y rebelde, aunque también era tierno y divertido.
Me recordaba mucho a Jack de alguna manera.
Como, las veces que Chimuelo corría y dibujaba líneas en el suelo con un palo, yo no podía evitar pensar en Jack corriendo y dibujando líneas de escarcha sobre el agua... y esa sonrisa suya...
Como sea, yo salía todas las tardes a pasar tiempo con Chimuelo y entrenar con él. No le había dicho nada a mis compañeros porque quería mostrárselos después de mejorar el vuelo con Chimuelo, así que decía cualquier mentira a la hora de salir.
Las chicas no me cuestionaban mucho.
Pero Jack era otra historia.
Mi situación con Jack se había puesto muy tensa desde que conocí a Chimuelo.
_¿Dónde estuviste? – fue lo primero que me preguntó cuando llegué al palacio.
_Fuera – le respondí cortantemente. No me gustó el tono de voz que usó, él no era mi jefe.
_Esa no es una respuesta, idiota.
_Mira, que yo sepa no eres mi esposa, así que deja de cuestionarme.
_Ahí van de nuevo – escuché a Mérida decir, por lo que noté que las chicas estaban sentadas cenando a unos pocos metros, y por un momento me pregunté si Jack había cenado.
_Has estado desapareciendo todas las tardes. Somos tus compañeros, ¿por qué no habrías de decirnos a dónde vas?
_Porque no es asunto tuyo.
Jack se veía molesto. Al parecer pensaba que yo no le tenía la suficiente confianza.
Soltó un gruñido.
_Mira, si estás saliendo con alguien sólo dilo – refunfuñó enojado mirando al suelo, él...
Espera, ¿qué?
¿Saliendo con alguien?
¿Por qué él...?
_ ¿O es que ella es tan fea que tienes vergüenza de presentarla? – preguntó sonriendo de lado.
Yo me enojé ante su comentario. Odiaba que saque a relucir lo poco popular que yo era a comparación de él. Por supuesto, él era siempre el que tenía a todas las chicas gritando su nombre como locas.
_Deja de fastidiarme o te arrepentirás. No estoy de humor para tus mofas – le advertí secamente. Y en verdad no lo estaba. Venía de visitar a mi padre, quien no habla de otra cosa que no se trate de matar dragones.
Jack frunció el entrecejo ante mi tono y se acercó.
_¿Me estás amenazando? – preguntó, mirándome desafiante. Yo lo miré de la misma manera.
_Chicos, por favor, dejen de discutir – dijo Rapunzel acercándose a nosotros – vamos a hablar como personas civilizadas, ¿sí?
_Como si ellos fueran "personas civilizadas" – murmuró Merida revirando los ojos.
_Como sea – dijo Jack dejando la pose desafiante – como si alguna chica quisiera salir contigo.
En serio, no entendía por qué él insistía con lo de la chica, pero sea como sea, me molestaba.
_No te metas en mis asuntos – gruñí.
Rapunzel interfirió de nuevo parándose en medio de los dos, sonriendo.
_Mira, está bien si Hipo tiene secretos, todos los tenemos, ¿no? No tiene la obligación de decirnos nada.
Los ojos de Jack permanecían firmes sobre mí.
_ ¿Acaso no confías en nosotros?
Yo suspiré resignado. No podía seguir ocultándolo, y no quería hacerles sentir como si no les tuviera confianza.
_No es que no confíe en ustedes – dije con cansancio – estaba esperando el mejor momento para decírselos, chicos. Pero al parecer alguien – mencioné mirando fijamente a Jack – no es capaz de esperar, así que voy a decirlo – tomé un profundo respiro antes de soltarlo – tengo un dragón.
_ ¿Un dragón? – preguntó Merida con interés.
_Sí. Un día lo atrapé y ahora lo entreno. Al fin he descubierto mi habilidad, con Chimuelo a mi lado seré capaz de ayudar en batalla – dije sonriendo animado.
_ ¿Chimuelo? – Merida me miró confundida.
_Uh, sí... es el nombre que le di.
_ ¿No tiene dientes? – cuestionó Rapunzel con curiosidad.
_Bueno, de hecho, él sí tiene dientes.
_ ¿Y por qué Chimuelo entonces? – insistió Merida.
_Pues, porque... ¡eso no importa! – dije sin saber cómo responder exactamente – La cuestión es que desde ahora él es mi compañero y-
_Eso no es posible.
Miré hacia Jack.
_ ¿Qué?
¿A qué se refería con eso?
_Los dragones no son inmortales, necesitas un arma que dure para siempre – explicó con seriedad.
_Él no es un arma, es mi amigo – refuté ofendido.
_Está prohibido – recalcó Jack con más severidad.
_Tú no puedes prohibirme nada.
_Está en el reglamento de los guardianes. No puedes depositar toda tu confianza en algo mortal y menos considerarlo tu habilidad – ¿era en serio? ¿Él leyó el reglamento? Eso es increíble, se supone que odia los libros aburridos y más aquellos que dictan reglamentos – también dice que no puedes tener novia.
De verdad me sorprendía que haya leído todo el...
Espera, ¿qué dijo?
¿Novia?
¿Qué rayos?
_Como sea, debes buscar otro talento – reiteró retomando el tema y cruzándose de brazos.
Fruncí el ceño.
_No hay otro talento, ¿no lo entiendes? No sirvo para nada en este equipo. Esta es la única oportunidad que tengo de lograr algo.
_ ¿De qué hablas? Tú siempre has ayudado al equipo – trataba de convencerme, pero era en vano, ni siquiera él se veía completamente seguro de lo que decía.
_ ¿Hablas de afilar las armas de Merida? Eso lo podría hacer cualquier otra persona – contradije.
_También haces planes y estrategias.
_Las cuales nunca son llevadas a cabo. Ustedes siempre terminan haciendo lo que quieren y al final no sirve de nada.
_Pero tú...
_ ¡Yo sólo estorbo y arruino las cosas! – lo interrumpí. Sabía que Rapunzel y Merida observaban preocupadas la conversación y de seguro estaban tratando de pensar en algo para calmar la situación. Yo sentía que ya no me importaba nada, estaba enojado e irritado, ya había llegado a mi límite. Suspiré al ver el rostro contrariado de Jack ante mis palabras – ¿Para qué me molesto? ¿Qué podrías saber tú? Eres el Señor Popularidad – mencioné con desdén – jamás lo entenderías.
Entonces, él me miró iracundo, y en cierta forma parecía... ¿herido? No lo sé, no supe interpretar su mirada, y en ese momento no me importó hacerlo.
_ ¿Sabes qué? Tienes razón, eres un inútil, ni siquiera sé por qué estás aquí – gruñó y yo me sorprendí al escuchar eso. Era algo que yo sabía y que yo mismo había dicho, pero no pensé que doliera tanto oírlo de su boca.
Escuché a las chicas jadear, y yo agaché la mirada sin poder evitarlo.
Sentí que algo dentro de mí se quebró.
Pero lo ignoré y cubrí ese sentimiento con enojo. Enderecé mi cuerpo mirando a Jack, observándolo retador. Sin decir nada más, me fui a mi habitación, ignorando la voz de las chicas llamándome. No estaba dispuesto a discutir con alguien que nunca entendería.
Cerré la puerta de mi habitación de un golpazo.
Jack tenía razón, era prohibido, lo decía en el reglamento. ¿Pero qué se supone que haga entonces? Podría entrenar a otros dragones cuando Chimuelo muera, pero no era tan simple. Chimuelo era especial para mí.
No supe si era el enojo o la desesperación que sentía en ese momento, pero tomé la decisión de que, si Chimuelo era mortal, entonces yo también debía serlo.
Entonces, me fui del palacio sin decir nada.
Fui a buscar a Chimuelo, y juntos fuimos al monte más alto de la isla, donde la Luna llena iluminaba todo. Antiguamente subían a ese monte para hablar con el Hombre de la Luna, tal vez aún sea posible hacerlo.
El Hombre de la Luna me concedió mi pedido. Me devolvió la mortalidad y ya no era un guardián.
Pero entonces me puso una condición...
No volvería a ver a mis compañeros. Nunca más. Me prohibió hacerlo.
Le pregunté por qué, pero nunca me respondió.
Pensé en ellos y mi corazón dolió al pensar que no los volvería a ver jamás. Yo realmente los quería...
Entonces... ¿eso era todo? ¿No volvería a verlos otra vez?
¿No volvería a ver a Merida? ¿Ni a Rapunzel?
¿... a Jack?
Jack...
Cerré mis ojos con fuerza.
A pesar de todas nuestras diferencias, él era mi mejor amigo. Era a quien más apreciaba y de quien más me dolía separarme....
¿Sabes qué? Tienes razón, eres un inútil, ni siquiera sé por qué estás aquí.
Sin importar lo que dijera.
El único logro que tenía era el haberlo convencido de ser uno de nosotros y vivir en el Palacio.
Eso era suficiente para mí.
Ahora... estaba fuera de todo lo que tenga que ver con ellos.
Dentro de mí pensé que algo malo sucedería si los volvía a ver, más que por mí, temía por ellos. Por eso, de ahora en adelante los evitaría a toda costa y me alejaría para siempre.
De todas formas, estarán mejor sin mí.
.
.
.
.
CONTINUARÁ...
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