Eres un pensamiento involuntario, de esos inesperados, de esos que no se buscan, pero apareces,
golpeas,
iluminas,
existes,
mientes...

Te me cuelas día y noche,
a horas imprudentes,
no me dejas la mente en calma
en un silencio evanescente.

Ya no suenan mis mensajes,
ni escucho tus palabras,
ya no huele a ilusiones la funda de mi almohada...
Ya no grita en mi silencio la noche más callada,
solo me hundes en los miedos de mis memorias más amargas.

He pecado de optimista por creerme tus hazañas,
me he empujado a mí misma al escudo de tus alas
y no he mirado, como siempre,
lo que otros se callaban.

Tengo miedo de perderte aunque nunca te he ganado.
Me he forjado mil historias para este gran fracaso y no encuentro ningún sentido a tu verso más extraño,
ni una explicación coherente a tus actos más callados

No tengo forma alguna de hablarte de nuevo porque lo último que te dije fue mi adiós más sincero.
Solo espero que algún día sepas que me has dañado,
que solo quería tregua y guerra es lo que me has dado,
que era una amistad sincera y ahora solo siento pena,
que solo yo te pienso
y para ti no soy ni buena.

Lo malo es esta sensación de espera que me ha puesto en cuarentena, porque no me canso de alargar el momento de oír una frase entera.
Me jodiste, amigo mío, ahora no sé por qué te has ido.
Me has dejado congelada en una larga parada y no te das ni cuenta de que ya llevo tu huella.