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P9C7. Final del primer infierno 5: La nueva vida


Y por último, la fortuna del viejo. La maniobra de José fue tan alucinante que yo también creo que le ayudaron, pero preferí no preguntar. Al principio Olga y yo no queríamos ni oír hablar del tema, pero él decía que si no lo movía nadie se lo quedarían los bancos, y al final nos convenció. Pero le puse la condición de que lo repartiéramos, incluyendo a Nuria y Habib, que recibieron una buena parte.

Sí, al final Habib me envió el correo ;).

El caso es que era una fortuna monstruosa, milmillonaria. José lo cambió todo de sitio, pero dejó una parte bien llamativa... ¡a mi nombre! Y luego pistas que indicaban que lo había ido ingresando mi padre sin que yo me enterara. Naturalmente a mi padre casi le dio un ataque cuando le preguntaron sobre aquel dinero, pero por mucho que dijera que no era suyo no fue capaz de demostrar que no lo había ingresado él. Y al ser un dinero tan "oscuro" y con todo lo otro que tenía, aún le cayó más gorda.

A parte de los fictícios ingresos de mi padre fue imposible descubrir la procedencia del dinero que José puso a mi nombre. Así que con un buen abogado, y después de un más que generoso pago a Hacienda, esa parte quedó bien limpia y para mí. Y también para Olga, que obtuvo enseguida mi custodia y al ser yo menor era la administradora.

Desde luego sólo era una parte y no hubiese hecho falta, pero así Olga y yo éramos oficialmente ricas para hacer lo que quisiéramos. José y Eli tampoco tuvieron problemas para pasar a ser oficialmente ricos. Ella me dijo que empezaron a invertir en empresas de alta tecnología, que con la gente que conocía José en la red siempre obtenía información clasificada. Y al decirme eso yo ya no quise que me explicara nada más.


Y esta fue mi vida: Seis años de paraíso y diez de complejos y mentiras. Y ocho días de descubrimiento, infierno y final de película para acabar una vez más, casi sin comerlo ni beberlo, ante una nueva vida. 

Una nueva vida de ensueño, casi irreal. Ni siquiera terminaba de creer que fuera de verdad: Libre, joven y multimillonaria... uuuff... y viviendo con las personas que más quería en este mundo: Olga, Eli y José. Mis únicos amigos, los que volvieron a demostrarme así, sin darles nada a cambio, que también me querían. 

Sí, ya sé que estaba lo de la fortuna del viejo. Que fue José quien insistió en que nos la quedáramos. Alguien podría decir que estaban conmigo por eso. Pero a parte de que viviendo con ellos era imposible pensarlo, yo volví a decirle a José que no quería ese dinero, que se lo quedaran él y Eli. Y él  me respondió que no pensaba tocar ni un céntimo si no me lo quedaba yo. Así, como quien te habla de una moneda encontrada en la calle.

¿Cómo acabamos juntos? Pues en eso yo no tuve nada que ver. Fue justo al salir del hospital, cuando aún no había decidido quedarme con el dinero del viejo. Yo ni pensaba en eso entonces, sólo estaba emocionada porque ya sabía que podría ir a vivir con Olga. Me dieron el alta un lunes por la mañana y fue ella quien vino a buscarme. Cuando íbamos en el taxi ella estaba muy callada, pero no me importó. Para mí ya era un sueño que pudiéramos vivir las dos juntas, pero al llegar a su apartamento fue José quien nos abrió la puerta.

─¡Bienvenida, guapísima! ─Dijo él, guiñándome un ojo.

─¿Qué haces tú aquí? ─Pregunté. Pero él miró a Olga.

─Ah, por cierto Olga. Tienes un router malísimo. ¿Te importa que te lo cambie?

─Tú mismo... ─Dijo Olga.

Y José se dio media vuelta y entró en el apartamento dejándome con la boca abierta. Miré a Olga y ella se rió, me agarró la mano y me hizo entrar hasta el comedor. Y allí estaba Eli, sacando un montón de libros de una caja. En cuanto me vio los dejó caer al suelo.

─¡¡Ya está aquí!! ─Gritó. Y corrió hacia mí abriendo los brazos.

─¡Eh, eh! ¡Mucho cuidado con los abrazos que aún tiene el vendaje en las costillas! ─Gritó Olga. Eli frenó en seco al llegar y me agarró las dos manos. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.

─¿Pero qué...? ─Intenté decir yo.

─¡Alucina tía! ¡¡Nos venimos a vivir aquí!!

Y yo me quedé muda. Miré otra vez a Olga.

─¿Qué quieres? ─Dijo ella encogiendo los hombros ─ Resulta que son bastante simpáticos tus amigos...

─Pero...

─Lo siento chica ─ Volvió a interrumpirme Eli ─, pero Olga tiene que trabajar, y tú necesitas a aguien que te cuide.

─Tiene que trabajar porque quiere ─Oí que decía José desde la puerta ─. Hay una fortuna triste y abandonada esperando que alguien la acoja. Y además es...

─Oye, rico. Que a mí me gusta mucho mi trabajo ─Le interrumpió Olga.

─Ya, pero...

─¡Chaval, deja ya de dar el coñazo con eso! Ya sabes que no es decisión nuestra ─Protestó Eli.

Y yo no podía creerlo. ¡Es que ya hablaban los tres como si fueran amigos de toda la vida! ¿Vivir también con Eli y José?

─Pero tú... tu tía... ─Intenté decirle a Eli.

─¿Qué le vamos a hacer? Tú eres un poco calladita para mi gusto, pero cualquier cosa es mejor que vivir con mi tía, créeme.

─¿Ahora no te va la gente calladita? Si hasta hace un mes eras la depre personalizada... ─Dijo José.

─¡A ti nadie te ha preguntado!

─Pues ahora que lo dices. Nadie le ha preguntado a Alba si quiere vivir con nosotros...

Y yo miré a José. Y después miré a Olga.

─Yo no necesito preguntarle ─Dijo ella ─. Sé cuánto os quiere a los dos...

Y después volví a mirar a José.

─Por mí no te preocupes. Desde que mi madre lo dejó mi padre anda muy pesado con sus ligues. Se alegrará de quedarse solo... ─Dijo él.

Y después volví a mirar a Eli. Y ella me apretó las manos, mirándome a mí con su sonrisa y con sus preciosos ojazos claros.

─¡Qué! ¿Nos lo vamos a pasar genial o no? ─Exclamó pegando un saltito.

─Os... yo... os quiero tanto... ─Alcancé a decir. 

Y después volví a llorar de felicidad. Por seguna vez desde que vi a mamá en sueños, cuando me creí muerta. Pero esa vez con los ojos abiertos.

─Aaay mi linda ninfomanita... ─Susurró Eli. Y me acarició una mejilla. Y se acercó para darme un beso en los labios.

─¡Ostras! ¿Así empezó lo que me contaste de la barca? ¿Puedo mirar? ─Exclamo José.

─¡No seas guarro!

Suficiente muestra de cómo iba a ser nuestra vida a partir de entonces. Lo más raro del mundo y lo más maravilloso.  

Y sí, finalmente nos quedamos la fortuna del viejo. Millonarios los cuatro pero sin lujos. Olga siguió trabajando y nosotros estudiando, y viviendo los cuatro en el pequeño apartamento de alquiler de Olga. No necesitábamos más para ser felices, en ningún momento nos planteamos buscar una casa más grande, o comprar un capricho caro.

Bueno sólo lo de Eli, que finalmente y casi obligada por Olga, fue a una clínica de estética a que le quitaran las cicatrices. Y vale, cuando lo hizo fue casi en navidad, y a Olga se le ocurrió celebrarlo pasando el fin de año en algun paraíso tropical.

─¡Qué caray! Nos lo podemos permitír ¿No? ─Insistió ─ Además la vida son cuatro días, hay que disfrutar mientras se pueda...

Cuánta razón tenía.

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