P8C30. Eli
Llegamos al paseo y casi corrimos hasta la avenida para tomar el metro. No sabía dónde me llevaba Eli, pero la seguía sin rechistar. Iba tan decidida, y me sentía tan segura con ella... Pero permaneció callada hasta que estuvimos sentadas en el vagón y el metro arrancó.
─Bueeeno... ya puedes empezar a soltarlo ─Me dijo.
─¿Soltar qué?
─¿Qué va a ser? Lo que te ha pasado esta semana.
─Eli, es que no es el tipo de cosa que a una le guste contar...
─Sí, eso ya lo imagino. Pero es que te he mirado en el bar, cuando has dicho lo que nos has dicho. Y no te he visto muy bien.
─Tía, es que...
─Mira Alba ─Dijo poniéndome las manos en los hombros. Me miraba a los ojos. ─. Te ha aparecido una amiga que será íntima te guste o no.
─Me gustaría mucho... ─Confesé.
─Pues esa amiga tiene mucha experiencia en guardarse las cosas dentro ─Siguió. Y enseguida cerró los ojos y negó con la cabeza ─. Y no es nada bueno. No te voy a obligar, pero creo que si no se lo cuentas a alguien vas a explotar.
Hizo un gesto muy exagerado con las manos, imitando con la boca el ruido de una explosión. Me hizo sonreír. Ostras, Eli...
─Ufff... ─Suspiré ─ Es que es un poco fuerte...
─¿Qué te crees? ¿Que voy a pasar contigo un sábado tan estupendo para que me expliques recetas de cocina?
Esa vez me reí. ¿Tenía ganas de contarlo? Cerré los ojos y levanté la cabeza, apoyándola en el cristal. Estuve un buen rato así. Ella no decía nada.
─Me llamo Alba... y soy una ninfómana ─Sentencié al final.
Ella no respondió, y yo abrí los ojos. Me miraba con cara de alucinada.
─No jodas ─Dijo.
─Ninfómana del todo, Eli.
Se quedó callada otro rato.
─Pero... ¿del todo del todo? ─No sabía muy bien qué quería decir, pero asentí con la cabeza.
─¿Carne... y pescado? ─Volvió a preguntar. Ahora ya sabía a qué se refería.
─Y todo el resto de la fauna ─Contesté.
─Jooodeer... Oye, no me vas a violar, ¿no?
Otra vez me hizo reír. Ostras, Eli... ¿Por qué no te he descubierto hasta ahora?
─No te preocupes, creo que podré controlarme.
─¿Tendrás que controlarte? ¿Qué pasa? ¿Que te ponen las cicatrices?
─No seas idiota ─Protesté ─¿Crees que tus cicatrices pueden tapar... todo lo demás?
Me miró como arrepentida. Luego me sonrió.
─Vaaale, gracias por el piropo. Pero oye, siento no habértelo dicho antes... pero es que tengo novio ─Lo dijo poniendo una mueca tan divertida que esa vez nos reímos las dos.
Nos quedamos calladas otro rato. Luego yo empecé a hablar, y ya no paré.
Bajamos en el parque, donde estuvimos horas. Paseando, tumbadas en el césped... Luego comimos algo y tomamos el autobús hacia la playa. Y yo se lo fui contando todo. Todo. No sólo lo de aquella semana: Le conté lo mucho que me masturbaba ya desde niña, luego el fin de semana con Olga... hubo detalles que me los callé, pero muy pocos. No me corté ni un pelo.
Y ella... ostras, yo veía que alucinaba mucho con lo que le decía, pero me escuchaba sin ningún reproche. ¡Y me hacía preguntas! ¡Me preguntaba lo que yo había sentido! Cuando le conté lo del tren... Ostras, con Olga, y ella en ningún momento me miró mal. Va la tía y pregunta:
─¿Es verdad que con una tía es mejor que con un tío?
Me lo pensé un poco.
─Bueno, desde luego con Olga sí. Pero de momento mi experiencia con hombres ha sido... No sé, supongo que cuando haces algo con mucho morbo te da igual con quien sea.
Nos quedamos las dos pensativas. Entonces se me ocurrió que estaba saliendo por primera vez con un chico. Me sentí obligada a añadir:
─Pero nunca lo he hecho con un tío del que esté enamorada. Supongo que en ese caso es diferente.
Me sonrió.
─Tranquila. No sé cuanto durará lo mío con José, pero ahora que lo he pillado no lo voy a soltar tan fácilmente...
Y seguí. Era como si al contarlo no fuera tan grave, y Eli siempre estaba de mi lado. Cuando le expliqué lo del piso de Nuria alucinaba pepinos, ¡pero me preguntó detalles! ¡Ostras! Y cuando lo del viejo se cabreó tanto que se puso a insultarle a gritos. Estábamos tumbadas en el césped con gente alrededor, y todo el mundo nos miró... Menudas palabrotas soltó. Y al contarle cuando apareció mi padre en la mansión del viejo... Menudo grito. Y cuando supo lo que había oído escondida detrás de aquel sofá... ¡se puso a llorar! ¡Llorando las dos abrazadas, en aquel parque!
Cuando llegamos a la playa ya se lo había contado todo. Y de una forma natural, sin que yo se lo pidiera, ella me estaba contando su vida. Ostras, cuando perdió a sus padres y a su hermano en aquel accidente... cómo le afectaba tener esas cicatrices en la cara y cómo la trataba su tía, que la veía como una molestia ¿Por qué la vida es tan injusta con las mejores personas? Menudas lloreras nos pegamos las dos.
Amigas... como quien dice desde hacía sólo un día, y ya éramos mucho más. Ella no era como yo, no íbamos a enrollarnos, pero ya éramos mucho más que amigas. Mucho más que hermanas.
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