P7C3. Las preguntas
¿Quién es ese hombre de negro? ¿Y el tal Pablo Mendoza? ¿De qué coño nos conocen a Olga y a mí? ¿Por qué parecía que nos habían estado buscando? Y sobre todo ¿Realmente quieren matarme? ¿Por qué? Dios mío... ¿Quizá habían tenido tratos con el viejo?
Esas eran las preguntas que se repetían en mi cabeza, mientras miraba al tal simpático Pedro hablando con Eli y José, pero sobre todo con Olga. Y aún no podía creer lo que veía.
Estábamos en la habitación de Olga, con los tres gorilas armados montando guardia al otro lado de la puerta. Y él acababa de decirnos que sí, que era del CNI, y que estaba investigando a una banda mexicana que vendía no sólo armas, sino también drogas. Y no sólo en España, sino por medio mundo. Aaaay madre, adivina qué banda.
Pero es que el tío lo decía como quien te cuenta una anécdota graciosa del trabajo. Y ya no es que fuera simpático, es que todos hablaban con él como si fuera un amigo de toda la vida ¡y acababan de conocerle!
Pero no era eso lo que no podía creer. Al principio ya me fijé en que Pedro estaba muy pendiente de Olga, pero eso era normal en todos los hombres que la conocían. Lo que no era normal era que ella estuviera pendiente de él. Y eso que ella, que era como era, le dijo bien clarito por qué habíamos ido a aquel almacén. Y no solo eso: ¡Le dijo que ella y yo éramos "muy aficionadas al sexo"!
─Olga, no creo que a Pedro le interese nuestra vida íntima ─Intenté cortarla. Pero Eli ya se reía por lo bajo, y encima va Pedro y me dice:
─Bueno, tengo entendido que es una actividad muy divertida...
Y fue la cara que puso. Todos se rieron, incluida yo. Pero fue al ver la cara de Olga cuando me di cuenta: A ella le gustaba Pedro. Y ella, a él. Y empecé a preocuparme. Mira que a Olga le había visto hacer cosas con hombres, pero nunca tontear con ninguno. Nunca. Y a partir de ahí ya fue descaradísimo, tonteando los dos como si fueran dos críos de quince años. No veas las sonrisitas y las indirectas de José y Eli.
Pero cuando Pedro se hubo ido, también me di cuenta de otra cosa: Para querer información sobre una banda criminal, él no nos había preguntado casi nada. Y tampoco había mencionado el episodio con el hombre de negro y los policías en el pasillo, aunque agradecí que no dijera nada de eso.
Porque volvía a tener miedo. Y a pensar que allí había mucho más de lo que todos creían. Y cuando oí las risas de Olga y Eli hablando del simpatiquísimo Pedro, y a Eli intentando obligar a Olga a confesar cuánto le había gustado, también me di cuenta de que José me miraba fijamente. Y de que él también tenía miedo.
Pero no quise que ni él ni ellas vieran el mío. Les dije que necesitaba airearme un poco y volví a salir de la habitación. Y en el pasillo volví a ver al simpático Pedro sentado en el mismo banco, con la misma pose y jugando con el mismo móvil. Y sin poder evitarlo volví a ir hacia él, pero esa vez llegué y me planté justo enfrente. Y esa vez él levantó la vista. Sólo le miré a los ojos, no le dije nada.
─Creo que necesito hablar contigo. Y creo que tú con alguien ─Me dijo él.
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