
4. Yo nunca...
They say oh my god I see the way you shine
Take your hand, my dear, and place them both in mine
You know you stopped me dead when I was passing by
And now I beg to see you dance just one more time
Dance Monkey - Tones and I
SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE DE 2019
Todavía tengo ganas de golpear a Grace por haberme encerrado el martes. Pero tras recordar el día en La Celda, las ganas se me van. Debo mantenerme al margen a toda costa o lo único que haré es seguir dañándome profundamente. Si necesito guardar las apariencias para evitar que mi tía se la agarre conmigo, está bien. Estaré bien.
«Seré tu sobrinito bueno y piadoso. Si quieres también te diré mami, perra de mierda» pensé en decirle. Luego recordé que, bueno, eso no sería de mucha ayuda. Así que se me pasó el impulso... Otra vez.
—¿Me puedes explicar por qué Abby casi te viola en el pasillo? Ayer le estuviste chupando tanto las medias a Grace que no tuvimos tiempo de discutir qué carajos sucedió —le digo a mi hermano desde la cama. Ya extrañaba tenerlo a mi lado sin que tuviéramos que correr hacia la escuela.
Nicholas bosteza y se va incorporando. Me mira con los ojos caídos, casi como un zombie. Después contesta:
—Pues a mí me sorprende tanto como a ti. ¿Has visto... como me ha calentado?
Asiento.
—Yo creo que deberías tener cuidado con las cosas que planeas con esa chica. Ha demostrado tener un carácter impredecible. Y no es precisamente lo que buscamos si queremos mantenernos a salvo de ser descubiertos por toda la escuela.
Nicholas demuestra estar analizando mis palabras, pero veo que algo no le cierra.
—Dime que no estás pensando lo que estoy pensando. Nuestra prioridad es mantenernos a flote juntos, ¿verdad? Nada de chicas que se interpongan en nuestro camino —digo insistiendo en el último punto. Nicholas baja la cabeza avergonzado—. ¡¿Verdad?!
—Te juro que me vuelve loco, Ben. Y claro que mi prioridad es que estemos bien, pero también podemos divertirnos, ¿sabes? Por primera vez en muchos años siento que tengo a alguien más que tú y Grace con el que compartir mi tiempo.
Su comentario me hiere. Me escondo entre mis sábanas para que no pueda notar el desagrado que se me ha pegado al rostro.
—Creía que no te hacía falta nada más, hermano. Gracias. Ahora veo que no soy suficiente.
Nicholas salta de su cama y se sienta sobre mis pies. Evito mantener contacto visual y me concentro en la belleza de la pared.
—Vamos, Ben... Tú sabes que no se trata de eso. Te amo más que a nadie en este mundo, no me vengas con estas cosas...
—¡Se trata exactamente de eso! —lo interrumpo y me volteo fuera de control—. ¿Me estás diciendo que una chica que conoces hace menos de cinco días te cambió la mentalidad como para estar pensando en arriesgar todo? Yo no puedo fingir tan bien como tú lo haces, ya deberías saberlo. ¿Qué coño haremos si logras conquistarla? ¿Nos intercambiaremos los días para besarla y ver quien la tiene más grande? ¿O qué es lo que pretendes exactamente? ¿Perder la virginidad de una vez por todas? ¡Abre los ojos, por favor! —clamo golpeándolo con cierta moderación en el pecho—. Estamos siendo torturados y a ti lo que te importa es una estúpida chica. ¿Acaso tienes síndrome de Estocolmo? ¿Te gusta tener que vivir bajo el mantra de una loca y hacerte pasar por alguien que no eres?
—Eso es caer bajo. Incluso para ti —responde alejándose—. Puedes hacer lo que quieras con Abby. Si quieres arruinar mi ilusión con ella, pues mándala a la mierda y acabemos con esto.
Rio burlón. Me decepciona lo que acabo de escuchar. Nicholas se gira, como esperando una respuesta sobre mi reacción inadecuada del momento.
—Todavía no lo entiendes, ¿verdad? Intento establecer un punto mucho más allá al hecho de que quieras estar con Abby o no. Lo que quiero decir es que...
—Sí, sí. Lo que digas. Tú siempre tienes la razón, ¿no hermanito? Atrapado en el cuerpo de un precoz chico de quince años, tú tienes la mente de un experimentado sabio de cincuenta —declara y suspira, con notable tristeza en tus palabras—. Me voy a desayunar. Te veo luego.
Nicholas desaparece de la habitación y me deja recalculando. Casi nunca peleamos, y menos con esta magnitud de agresividad. Me he sobrepasado con la dureza de mis palabras, por más necesarias que fueran.
Ha pasado menos de una semana desde el comienzo de clases y ya estamos teniendo este tipo de peleas. Todo esto de Logan Walker acabará por... hundirnos. Tarde o temprano. ¿Cómo podremos mantener la imagen si ni siquiera nosotros podemos ponernos de acuerdo en el accionar de nuestros movimientos? Si mis temores se confirman, la relación con mi mayor pilar se habrá destruido por completo. Por eso, salvaguardar lo que tenemos es mi prioridad. Y si debo hacer concesiones con mi código moral y ético y suprimir todo aquello que me enemiste con mi hermano, pues que así sea. Poco a poco iré logrando hacerle entender que lo que sucede no es normal.
Pero todo a su tiempo. Lamentablemente, esto recién ha comenzado. Hasta no encontrar cual es la Kryptonita de mi no tan querida tía Grace, no hay mucho que hacer. Solo sentarse a analizar, y esperar que esa hendija de esperanza se abra para nosotros.
Hay Logan Walker para rato. Y si hay Logan Walker para rato, supongo que debe haber una Abby Torres para rato. O al menos debo apoyar a mi hermano como para que sea feliz... ¡Por el amor de Dios! ¿No podría haberse encontrado a una chica que fuera más o menos normal? Digo, porque si me llega a apretar mis pelotas lo primero que haré es... golpearla. Bueno, eso no. ¿Insultarla? No, tampoco. Es demasiado. En fin... ¡No me gustará un carajo!
—¿Puedes bajar a desayunar, Ben? Debemos hablar sobre la fiesta en lo de Abby del día de hoy —demanda Grace de forma sutil, casi perfecta. Es bastante típico en ella ver estos cambios de humor que varían en demasía según si se ha levantado con ganas de gritar lo desastrosos que somos o hablarnos suave y tiernamente. Al parecer, hoy toca el último. ¿Punto para los Moore? No, tampoco para tanto.
Asiento sin siquiera atinar a mantener contacto visual. Me pongo mi pijama y salgo de mi habitación con incertidumbre y cierto dejo de tensión.
Espero que no me toque ir a la fiesta.
—Ben, irás a la fiesta de Abby —afirma Grace tan pronto me siento en uno de los bancos que están en la cocina. No me da ni tiempo a probar los huevos revueltos.
«Genial. ¡Me cago en Grace y su toma de decisiones!» me dice el diablito sobre mi hombro derecho.
«Mantente tranquilo, Ben. No seas idiota» me dice ahora el angelito de mi otro hombro.
No es que esté esquizofrénico, pero la metáfora del diablito y el ángel me persigue, esa que representa tus pensamientos positivos y negativos en situaciones donde tienes un dilema moral.
—¿¡Por qué tiene que ir Ben?! Vamos, tía. Claramente yo lo disfrutaré mucho más que él —increpa mi hermano un tanto alterado. Aunque, de alguna forma, ambos esperábamos tener esta mala suerte.
—Ser Logan Walker no se trata solo de disfrutar, Nicholas. Si quieres estar con Abby, Benjamin también deberá aprender a estar con ella. De lo contrario, solo causaremos problemas. Es importante que los dos parezcan la misma persona.
Grace intenta pronunciar cada una de sus palabras con cautela, pero para mí no dejan de ser igual de irritables. Nicholas hunde su rostro en el café con leche y sus huevos revueltos y no propina contestación.
Diablos, es como si estuviera perdiendo a mi hermano. Cada vez más sumiso. ¿Será que lograré hacerlo entender antes de que las manipulaciones de Grace se lo lleven por completo?
El día entero pasa sin mucho contacto entre Nicholas y yo. Y cuando la hora de irme a la fiesta de Abby ya se torna inevitable, parece que él será el primero en vencer a su orgullo y hacer las paces:
—Solo... Disfrútalo. Y decide lo que te parezca adecuado con ella —me dice resoplando mientras Grace me pasa maquillaje por todo el cuerpo, ocultando las casi imperceptibles diferencias físicas que existen entre nosotros pero que podrían ser un caballo de Troya si alguien lograra notarlas. Por eso, mi tía se toma un especial cuidado en asegurarse que eso no suceda.
Y aquí estoy. Como Madonna antes de salir al escenario. Qué rutina tan desgastante.
—No te preocupes —contesto ladeando una media sonrisa, en plan «estamos bien». Nicholas se aleja de la sala de estar y lo pierdo por las escaleras.
—Qué lo disfrutes, cielo. Recuerda que, si se te hace muy tarde, puedes llamar un Uber que te pase a buscar —me aconseja mi tía en un intento genuino de parecer amable. No registro falsedad en sus palabras. Es como si por momentos realmente creyera las cosas que dice y lo mucho que nos quiere, pero luego un ente maligno se apodera de ella y todo se va a la mierda.
Mal o bien, esto es un desastre.
Me despido con un simple saludo de mano y emprendo mi camino hacia la casa de Abby. La idea no me gusta en absoluto. Esta chica es peligrosa y no tengo la más mínima idea que esperar. Pero debo hacer concesiones por el bien de la relación con mi hermano.
Según nos ha escrito al Instagram de Logan Walker —sí, al parecer ya llegamos a ese punto—, la fiesta tomaría lugar a lo grande. ¡Y guau! Nosotros somos uno de los afortunados en tener invitación. Qué desgracia la mía. También se la ha ocurrido aclarar que ni sus padres ni sus hermanas estarían en casa, como demostrando que todo probablemente se irá a la mierda. Será mejor que deje de evaluarlo antes que empiece a correr como Forrest Gump. Falta que empiece a mandar nudes y ahí tendremos graves problemas.
Solo espero que esté Miles, como para variar un poco el ambiente y tener una cara conocida que realmente me caiga bien.
Camino por las calles iluminadas de Blestville. El barrio residencial donde vivimos no es más que puro lujo y dinero. Las casas tienen unos estilos variados, combinando no solo lo tradicional y lo moderno sino también lo rústico y lo desesperado de atención.
Según Google Maps, el hogar de Abby se encuentra a un kilómetro y medio. Me cagaría un poquito de miedo si no fuera por el hecho de que todos han repetido que la zona en la que estamos viviendo es de las más seguras de todo Blestville. Aunque no he escuchado cosas tan buenas de otros sitios. Sin dudas, esta no es una ciudad como las demás. Me falta tiempo para transitarla y poder descubrir qué es lo que no me cuadra, pero por ahora solo me quedaré con la extraña corazonada de que debería andar con cuidado.
La bendita aplicación me lleva hasta la casa de Abby sano y salvo. En el camino, el nivel de las mansiones se modificó y las calles se transformaron en un entorno más modesto, con hogares de clase media y gente seguramente muy trabajadora. La familia de la señorita Torres no parece estar en una mala posición económica, pero tampoco puede compararse con la holgada situación de Grace y sus millones de dólares.
Inspiro hondo y me aproximo a tocar su puerta. Las luces están encendidas y puedo escuchar algún tema de Harry Styles sonar en un parlante lejano. Parece que la gran fiesta ya ha comenzado. También se escuchan gritos. ¿Será que la casa está colmada de gente?
Odio las fiestas.
Doy dos golpes suaves pero seguros.
—¡El gran Logan Walker! Pasa, hermano —clama Oliver como olvidando que somos archienemigos en la clase de historia americana y simulando una confianza que, hasta ahora, claramente yo pensaba que no teníamos. Me da una palmadita en la espalda y un poco más, me empuja dentro del hogar de los Torres.
La casa de Abby tiene un estilo muy tradicional. Todo en perfecto orden y con una decoración sobria pero claramente acertada... si no fuera por todos los estúpidos invitados de la fiesta que arruinan la atractiva imagen del amueblado por completo. Oliver camina hacia el fondo del pasillo, que lleva a una puerta que da al parque esquivando a una cantidad de posibles estudiantes de la High School de Blestville que, obviamente, no conozco. Todos están con algún tipo de vaso de plástico en la mano. ¿Ponche? ¿Jugo de naranja? ¿Vodka? ¿Quién sabrá?
—¡Miren quien ha llegado! —recalca Oliver abrazándome. Siento una fragancia desagradable a alcohol. ¿Han cenado siquiera antes de meterse estas sustancias?
—Hola, bebé —menciona Abby, acercándose y dándome un beso en la mejilla. Levanto un poco la cabeza más allá y veo que Emma y Miles están sentados a tan solo unos metros.
Saludo a todos con mi falsa sonrisa y amabilidad y me acomodo al lado de Miles en los sillones. Hay restos de pizza en una no tan pequeña mesa rectangular que se interpone entre el sillón en el que nos encontramos sentados y el que está en frente, con Oliver, Emma y Abby tirados de forma desordenada.
La casa tiene chicos y chicas descontroladas por todas partes. Lo único bueno es que no hay piscina en la que tirarse. Así se evitan accidentes fatales y las estúpidas pool party cliché que veo en las series de Netflix que siempre acaban mal.
—¿Ya cenaste, Logan? Disculpa, estos muchachotes se lo han comido todo —ríe con su voz que de pronto se volvió chillona. Por suerte he aprovechado y he comido en casa. Esas pizzas no tenían una pinta muy... pulcra.
—Sí, gracias. Estoy bien —contesto sincero. Observo a Miles, que está totalmente perdido. No sé si ha venido por obligación o porque yo estaría aquí. De una forma u otra, no parece estar disfrutándolo mucho. Su mirada se pierde en las infinidades de la noche, ocultas en algún punto lejano e insignificante. Intento traerlo de nuevo a la realidad—: ¿Cómo estás, Miles?
—Sobrio. No puedo decir lo mismo de tus amiguitos. Ya van por la tercera botella —responde señalando las cervezas vacías de la mesa. Los analizo y todo cobra sentido. Oliver me ha recibido como si fuera su mejor amigo de toda la vida y Abby está más risueña que de costumbre. En cambio, Emma parece estar teniendo un ataque de depresión. No puedo discernir si es el efecto de la borrachera o si Miles se ha equivocado y está pasando por un mal momento.
Aunque, debo admitirlo, Miles no parece de esos que suela equivocarse en las percepciones de la gente.
—¡¿Qué les parece si jugamos a un juego?! —exclama Abby tras dejar de reír a carcajadas con Oliver. Un tipo grandote la empuja por detrás cuando estaba por volverse a tirar en los sillones. El chico se disculpa y sigue con sus quehaceres.
No hay duda de que la fiesta es un total descontrol. Y lo peor de todo, la anfitriona está aún más perdida que sus propios invitados. Solo agradezco no tener que cruzarme con nuevas caras y socializar como si de verdad fuera un tipo agradable.
Logan lo es. Claramente, yo no. Bueno, tengo mi lado cool. Pero no todos lo ven.
—Pues... Hagámoslo —musito sabiendo que no tengo muchas más opciones.
Abby se retuerce en el sillón, como evitando lanzar una bomba nuclear de pedos. Estoy seguro de que no se trata de eso, pero de todas formas se me hace divertido imaginarme la escena. Me asombro de mis propios pensamientos. Fantasear sobre algo tan estúpido siempre fue cosa de Nicholas.
—Juguemos al yo nunca, nunca...
Oliver salta de la alegría, emocionado. Emma finge una sonrisa y vuelve a ponerse en órbita con sus amigos. Parece que solo faltamos Miles y yo.
—Yo no tomo alcohol, chicos... Solo tenemos quince años...
—¡Vamos, Logan! No seas tan rígido. Y tampoco me hables de edades, ¿quieres? Que no estamos en el siglo veinte. Súmate al barco de la modernidad y deja atrás el emporio retrógrado. ¿Qué me dices, camarada? —arremete Oliver, quien no parece haber querido sonar ofensivo, pero causa ese efecto.
—Yo juego. A ver si puedo olvidarme un poco de lo mala que está siendo esta fiesta —declara Miles dejándome sin alternativas. Su reacción me sorprende. No ha demostrado ser el tipo de persona que se sume a las masas solo para agradar. Tampoco creo que disfrute tomar alcohol... Es curioso, muy curioso. Pero debo dejar de analizar todo tan al extremo o acabaré por equivocarme en algo grave.
Asiento indicando que estoy listo para jugar. Abby desaparece por unos minutos y vuelve a los sillones y la mesita rectangular con una botella de Vodka intacta y cinco vasitos para hacer shots.
Como acompañando la locura del momento, todos se levantan frenéticos a bailar un remix de Dance Monkey y saltar como si no hubiera un mañana. Cuando el estribillo ya queda en el pasado, Abby, Oliver y Emma vuelven a sentarse. Miles y yo no hacemos más que mirarlos con sonrisas forzadas.
Madre mía. Nadie me ha preparado para mi primera borrachera. Solo espero tomar las decisiones adecuadas. He visto y leído tanto sobre las estupideces que uno puede llegar a hacer cuando está fuera de sí que me da un temor intenso. Pero debo hacerlo por Logan y su maldita fachada. Y por Nicholas también.
¿Qué estás tramando, Abby?
—Yo nunca... he hecho un spoiler de una serie —comienza diciendo Miles. Abby, Oliver y Emma se mandan el primer shot de vodka sin dudar. Al parecer, la tan misteriosa Emma ha olvidado lo que la tenía tan perpleja y se ha sumado a la fiesta como una descontrolada más. Me pregunto cuánto alcohol terminarán tomando estos tres antes de correr al retrete y vomitar lo que han comido.
El juego continúa con una serie de afirmaciones bastante estúpidas. Intento mantener las apariencias y solamente tomar un shot cuando se trata de algo que Logan haría. No debo olvidar bajo ninguna circunstancia que no soy yo el cuestionado.
El vodka puro me resulta desagradable. Solo había tenido la posibilidad de olerlo una vez en mi vida y ni siquiera pude volver a acercarme. Ahora estoy tomando como si fuera un viejo pulgoso de un bar de mala muerte. Nicholas habría servido mucho más aquí, sin duda.
Tras otra ronda, la cabeza me empieza a dar vueltas aun estando sentado. Me obligo a mantenerme concentrado, pero cada vez resulta más difícil. Veo como Miles también demuestra sentir los efectos.
Luego, las cosas se ponen aún peor cuando a Abby se le ocurre subir el nivel de calentura de las afirmaciones. En serio, esto es lo que me faltaba para convertirme en todo lo que alguna vez juré destruir.
—Yo nunca... me sentí atraída por nadie de este grupo —confiesa Abby, atacando un nuevo shot de vodka. Oliver, Emma y Miles se quedan estáticos. Al parecer, su ebriedad tiene un punto límite.
Aquí es donde viene la decisión clave. Abby me está probando a ver si me atrevo a mostrar interés por ella. Y al mismo tiempo, aquí es donde debo decidir si apoyar a Nicholas o mostrarle a la señorita Torres que no tengo interés en ella y acabar con las esperanzas de mi hermano.
Me sirvo un nuevo shot de vodka y trago sin recelo.
El grupo nota lo que acaba de suceder, pero todos disimulan como si no lo supieran. Abby de alguna forma se muestra satisfecha y, en contra de todo pronóstico, no continúa metiendo el dedo en la llaga. Parece que lo único que quería era recibir la confirmación de que Logan Walker estaba interesado. Pues ahí está, perra. Lo estoy. Mi hermano lo está.
Cuando vemos que nuestros cuerpos ya no dan ni para una gota más de alcohol, detenemos el juego. La fiesta está a punto de acabar y no sé en qué momento se hicieron las cinco de la mañana. Se ve que es uno de los superpoderes que te da estar tan borracho.
Pero estoy feliz. Lo he hecho muy bien y no he cometido errores. Ahora es momento de volver a casa. Aunque no tengo muy claro cómo voy a hacerlo... con el fuerte mareo que tengo.
Tras coordinar con Miles que nos volveríamos juntos en un Uber hasta la mansión Moore-Walker, Abby me detiene para despedirse en su puerta de entrada.
—Hasta pronto, bebé —me susurra de la misma manera que se lo hizo a Nicholas.
Me toma mis dos huevos con fuerza y se aleja. Otra vez. Juré que no iba a gritarle y golpearla, aunque borracho me es difícil controlar el impulso.
Corro hacia Miles para evitar hacer una estupidez, y trastabillo. Casi me voy de cara al suelo. Veo al Uber llegar y que en su teléfono ha puesto... ¡Casi la misma dirección de nuestra casa!
—¿Vives sobre esta calle? —pregunto señalando la aplicación, e intentando disimular lo que acaba de suceder con Abby. Creo que no lo ha visto, y de no ser así por lo menos no le ha importado.
Miles asiente, claramente intentando entender el porqué de mi pregunta.
—Pues somos vecinos y no tenía la más puta idea, amigo —respondo. Miles me dedica una sonrisa que jamás le había visto hacer. Su dentadura blanca y brillante me resulta tan tierna que me da ganas de darle un abrazo.
Miles inspira profundo como a punto de tomar una decisión muy importante. Se lo nota mucho más... sensible. Como si aquella coraza protectora que lo caracteriza y lo aleja de las personas ya no existiera. Es lindo verlo así. Muestra el tipo de persona que en verdad es.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí esta semana. Puedo ser difícil. Pero valoro a las buenas personas cuando las tengo cerca. En tus ojos no veo más que transparencia, Logan. Así que gracias por permitirme estar cerca de ti.
Las palabras de Miles me toman por sorpresa. Estoy completamente seguro que esta escena no es más que su vulnerabilidad por haber tomado alcohol. El Miles que he visto esta semana jamás habría dicho eso. Pero es bueno saberlo, a fin de cuentas. Sé que lo que ha dicho fue de corazón.
Me parte el alma pensar en que su error más grave es creer que en mis ojos solo hay transparencia. Si supiera lo que hay detrás de toda esta pantomima, sería un golpe durísimo. Soy una farsa. Lo que menos soy es ejemplo de transparencia.
Y como para terminar de rematarme y sufrir en silencio por lo mucho que me ha herido lo que Miles dijo, Abby me envía el peor mensaje que se le podía haber ocurrido:
«Habría jurado que tenías los huevos más pequeños. Qué extraño, ¿no? XOXO».
JAJAJAJAJJA ese final. ¿Qué piensan de los personajes hasta ahora? ¿Los están disfrutando?
Gracias por leer <3
Santeeh
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