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22. Soy Benjamin Moore

When the night was full of terrors

And your eyes were filled with tears

When you had not touched me yet

Oh, take me back to the night we met

Lord Huron - The Night We Met

LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2019

El primer disparo sirvió como advertencia para que corriéramos despavoridos hacia el lugar donde se escuchó el estruendo. El segundo, con la presencia de todo el grupo ya en el lugar de los hechos, solo sirvió para hacer el corazón de cada uno de nosotros añicos y romper un pedacito de nuestra alma.

Somos testigos de un asesinato.

Después de haber visto a Grace tan vulnerable en una delgada línea entre la vida y la muerte, uno creería que yo estaría listo como para ver la forma en la que la vitalidad de una persona desaparece, como sus ojos se apagan para no volver a brillar, como sus sueños se desvanecen y su cuerpo se desconecta.

Claro que no estoy listo. ¿Cómo voy a estarlo, cuando existen soldados entrenados que van a la guerra, lloran a sus propios compañeros, y a veces jamás pueden superar el estrés postraumático que les genera haberse rodeado de tanta muerte? ¿Cómo puedo yo, un mísero niño de quince años que no sabe absolutamente nada de la vida, estar preparado para algo semejante?

El shock se apodera de mí y un nudo recorre mi garganta a ritmo acelerado al corroborar que es Nicholas Moore, mi hermano gemelo, quien se esconde tiernamente detrás de la cortina de la cabaña que cubre la ventana. Quiero abrazarlo y decirle cuánto me alegra poder verlo bien, pero ambos sabemos con solo un cruce de miradas que tal vez ese sea el escenario más utópico que podríamos imaginar en estas circunstancias.

Emma grita sin consuelo y corre hacia Danny. No soy capaz de moverme o siquiera girar la cabeza para ver qué sucede con el resto de mis amigos, porque temo por lo que Jonah puede hacernos. Su rostro demacrado y agarrotado por vaya uno a saber qué demonios se extiende intacto por la distancia que nos separa.

—¿Por qué? ¿Por qué has hecho esto? Danny, por favor... Vuelve conmigo —suplica Emma como nunca antes. Es desesperante estar aquí.

En el trajín de toda la conmoción, los gritos, el silencio y el temor, Cristopher le arrebata la pistola a Jonah de un movimiento seco, rápido y perfecto.

—Ya... ya has hecho demasiado daño por hoy, Jonah —tartamudea el secuestrador de mi hermano, que o resulta un actor imperiosamente culminado o en verdad está sufriendo tanto como nosotros por este asesinato a sangre fría.

—Devuélveme esa pistola o será lo último que hagas, primo.

Una pieza del rompecabezas se conecta en mi cabeza, pero soy incapaz de analizar más allá. Mi mente está congelada y mis músculos estáticos.

Recuerdo todos los momentos en los que evalué qué tipo de rol cumpliría en una situación de tan extremo peligro. Sin importar el escenario, jamás pude imaginarme como el héroe salvador. Hoy confirmo que mis sospechas son ciertas, y que no soy más que un fiel servidor del miedo a morir.

Como dice el refrán, al dios de la muerte solo podemos pedirle una cosa: «hoy no».

Juego con mis manos en un intento por tranquilizarme. Entrelazo los dedos y los vuelvo a separar esperando a que Cristopher emita respuesta mientras se aleja de su primo a pequeños pasos. Entonces, siento que alguien se mueve detrás de mí y se prepara para un accionar que me es completamente desconocido.

Cuando encuentro la fuerza para voltearme, veo que uno de mis amigos se adelanta para atreverse a decir o hacer lo que nadie pudo hasta ahora.

Oliver saca una pistola y apunta contra Jonah. Emma, que no se entera de nada, sigue llorando sobre el pecho de su hermano.

—¿Qué haces, niñato? No tienes los huevos —remarca Jonah totalmente entregado. Su tan particular comportamiento desmedido solo me hace pensar que el chico no está en sus cabales ahora mismo.

Oliver chilla y echa un grito ahogado. Lo veo de espaldas con Miles y Abby a mi lado, que tampoco son capaces de mover un pelo.

—Oliver, por favor... baja la pistola —implora Cristopher, que guarda el revólver de Jonah entre sus ropas.

Me doy cuenta entonces que, si bien Cristopher ha querido evitar más sangre derramada, también se ha firmado su propia sentencia. Ahora son sus huellas las que quedarán pegadas al asesinato de Danny.

—¿Ahora me llamarás por mi nombre? Ahora que tu vida corre peligro, me rogarás que pare para que no cometa una locura. —Oliver patea con brutalidad un montón de hojas acumuladas—. ¡Fueron ustedes dos todo este tiempo los que asesinaron a mi hermano y cerraron la boca como dos putos cobardes! ¡¿Dónde estabas cuando ni siquiera te atreviste a aparecer en su funeral, mirarnos a la cara y decirnos cuánto sentías nuestra pérdida?! ¡¿Dónde estabas, hijo de puta?! ¡Me has arrebatado a mi hermano, y ahora tu primo lo ha vuelto a hacer! No puedo... no puedo ver como siguen haciendo tanto daño.

Oficialmente, me desentiendo de las palabras agarrotadas de Oliver. ¿Por qué nunca había oído hablar del hermano? Blestville ataca de nuevo con todos sus secretos.

—Oli... baja la pistola. El dolor está hablando por ti. Lo que pasó con Payton fue una tragedia, pero no es culpa de Cristopher ni de Jonah. Tienes que entender que se trató de un accidente —masculla Abby con extremo cuidado en sus palabras, porque sabe que su amigo está tan inestable como lo estuvo Jonah al asesinar a Danny.

—¿Tú también te crees eso, Abby? Él.... él no fue capaz de volverme a mirar a los ojos porque se siente tan culpable que no puede ocultarlo. —Oliver apunta con la pistola a Cristopher mientras mira a la señorita a Torres con desprecio. Luego, se da media vuelta bruscamente—. Desconozco como he sido capaz de soportar día tras día tener que verlos por la escuela impunes, gozando la buena vida del sueño americano mientras yo me consumía por dentro, mientras sonreía y fingía para que la gente dejara de preguntarme cómo me encontraba.

Las palabras de Abby resuenan en mi mente. «Fingir, Logan. ¿No es acaso lo que todos hacemos?». Al final, todos somos culpables de pretender. Todo mi grupo de amigos es el ejemplo perfecto de que callamos lo que somos o lo que queremos decir por un miedo irracional que nos controla. Somos esclavos de aquello que no somos capaces de enfrentar, somos esclavos porque fingir es muchísimo más tolerable que aceptar que nuestra realidad es una puta mierda.

Miles, esclavo de su padre narcotraficante y torturador.

Abby, esclava de la opinión del resto, del agradar, del ser lo que todos esperan.

Emma, esclava de su pobreza.

Oliver, esclavo de una muerte que no pudo superar.

Jonah y Cristopher, esclavos de un oscuro crimen atroz.

Nicholas y yo, esclavos de Grace y de su mantra de mentiras.

—Les juro que me había acostumbrado a sonreír como si nada hubiera pasado. Eventualmente, las personas dejan de preguntarte cómo estás porque la desgracia ya quedó atrás y no queda dolor que enmendar. Pero cuando escuché que Danny se esfumó en el aire... todo comenzó otra vez. Reviví la noticia de su muerte como si hubiese sido ayer. Cada noche me levantaba con pesadillas, obligado a verlo morir de forma interminable —berrea con una mezcla de furia y tristeza, lo que hace que sus palabras tengan un efecto explosivo—. Olvidar se sentía bien. Era fantástico porque así dejaba de recordar todos los miserables días de mi vida que perdí a mi hermano mayor, el único que me veía de verdad, a costa de dos ricos de mierda que decidieron arruinar su vida. Pero claro, eso no fue suficiente para ellos. Debían ocultarlo y correr la voz que... ¡Guau, Payton se había suicidado!

Oliver jadea. La tormenta en la que nos vemos envuelta larga toda su furia y comienza a llover con tanta intensidad que nuestras prendas se empapan en segundos. Pero, a pesar de todo, las voces del bosque no se apagan. Quién hubiera dicho que ese bosque que Abby comentó en una teoría conspirativa tan pronto nos conoció sería tal vez el lugar en donde nuestras vidas cambiarían —o incluso acabarían— por completo.

—Fue un accidente... ¡Fue un accidente! Somos culpables, Oliver. Por favor, detente...

Cristopher gesticula pidiendo perdón. Veo como Oliver empieza a temblar, y le cuesta mantener la pistola en línea. Echo una mirada de reojo a Nicholas para ver si sigue en la cortina, y sus ojos penetran toda la escena como el testigo invisible de esta sinfonía de tensión y desgracia.

—¡¿Ahora quieres que te perdone?! ¡¿Ahora?! Ya es demasiado tarde, idiota. Si alguien me hubiera mirado con los mismos ojos que Payton, tal vez ahora no estaríamos en esta situación... yo solo quería tener alguien con quien compartir todo mi dolor. Para mis padres también fue más fácil fingir y seguir adelante, y yo me quedé solo en toda mi locura pensando cómo podría hacer para superar lo insuperable. Quería que alguien me abrazara, que me preguntara a cada rato como me encontraba, que me hiciera regalos y durmiera conmigo en las noches. Mi familia perdió la capacidad de amar y sentir, y yo me quedé solo intentando buscar alguien que pudiera darme todo eso. Cuando me di cuenta que jamás lo hallaría, me rendí ante los pies de las mentiras y fingí tanto que olvidé lo que era querer de verdad.

—Eres muy gay, amigo. ¿Ya podemos irnos? Jamás vas a apretar el gatillo —declara Jonah a un tono tan desalmado que solo puedo sentir asco por su persona. A este punto no me queda ninguna duda que el tipo es un sociópata.

Oliver dispara muy cerca de Jonah, pero sin llegar a rozarlo. No sé cómo, pero parece que sabe lo que hace. El demente asesino se congela del susto y retoma un medio giro para asegurarse que el próximo tiro no vaya a su cabeza.

—Nadie se va de aquí hasta que yo lo diga. —Oliver vuelve a apuntar contra Cristopher—. Cuéntame cada puto detalle de esa noche. Quiero que me digas la verdad.

El primo de Jonah inspira profundo. Se va a animar a contar todo, aún con un cuerpo a su lado y la hermana mayor del difunto llorando desconsolada. Es una escena terrible de ver, sobre todo teniendo en cuenta que estamos obligados a presenciar cada segundo sin descanso.

—Esa noche recién habíamos festejado Año Nuevo. La mayoría estábamos borrachos y solo se olía descontrol. Ante tanto trajín, Jonah convocó una fiesta de último momento en su casa. Todos aman las fiestas en lo de los Watson y la gente no tardó en llegar. Era verdaderamente una locura la cantidad de estudiantes de la Blestville High School que se habían acercado para saltar al ritmo de la música y seguir embriagándose —dice, y hace una pausa para exhalar—. Las cosas malas empezaron a suceder cuando Jonah me dijo que había conseguido droga. Yo estaba tan alterado que no entendí lo peligroso que podía ser eso en nuestro estado. Una cosa llevó a la otra y... casi que no recuerdo cómo, pero Jonah, Payton y yo terminamos en una de las habitaciones del piso de arriba. No había nadie cerca, pero...

—¡¿Pero qué?!

—Estábamos tan colocados que no queríamos bajarnos de ese nivel de excitación. A partir de ahí no recuerdo nada, si no fuera por el video, ese maldito video. —A Cristopher le cae una lágrima por su mejilla—. Jonah desafió a Payton para ver si se atrevía a tomar más pastillas de la droga esa que había traído. Yo... yo grabé todo. Nos estábamos divirtiendo, ¿sabes? No sabíamos lo que podía llegar a pasar. No estábamos en nuestros cabales.

A este punto ya no puedo ocultar mi rostro aterrorizado por lo que sé que estoy por escuchar.

—Seguí grabando y minutos más tarde de tragarse esas pastillas extras, Payton tuvo un ataque y murió en el acto. —Ahora Cristopher llora desconsolado como un barril sin fondo—. Nunca nadie lo supo. Mi papá ocultó toda la evidencia y le pagó a la policía para enterrar el caso como un suicidio. ¡Era mi puto mejor amigo, y con Jonah lo matamos y nunca dijimos ni una palabra! Hay días en los que me levantaba y quería irme a la otra punta del mundo, pero no fui capaz. No soy tan valiente. Además, con mi tío en medio, él haría lo que sea por mantenernos silenciados.

Oliver se limpia su mejilla tras una lágrima que cae por su rostro. Noto como Cristopher aún conserva la pistola en su mano. La aprieta con fuerza, como si estuviera intentando largar sus reproches personales en un solo objeto.

Imagino lo que sería perder a Nicholas a manos de un final tan trágico y un escalofrío recorre todo mi cuerpo como resultado. No hay palabras ni acciones que puedan poner en órbita todo lo que significaría dejarlo ir. Solo puedo sentir una profunda compasión por Emma y Oliver, que quedan presos de una angustia y desconsuelo que jamás van a desaparecer.

—Eso lo arregla todo, ¿verdad? Mi papi no me lo permitió. Quise hacerlo, pero no fui lo suficientemente valiente. Si tan arrepentido estás... entonces me dejarás hacer lo que quiero hacer.

—Oli, por favor. Mira a tu amiga. Está sufriendo —declaro en un esfuerzo sobrehumano por parecer firme.

—Cállate, Logan —protesta echándome una mirada de reojo, y no puedo evitar pensar cuántas veces más escucharé que me llamen por ese nombre—. Si tan arrepentido estás, soltarás el arma y me dejarás pagar con la sangre de tu primo que ha... reavivado todo este dolor, y les ha causado tanto daño a otros. Merece morir.

Las palabras de Oliver nos paralizan a todos, incluso a Emma que atina a levantar su rostro demacrado por primera vez desde que vio a su hermano morir en vivo y en directo.

Cristopher no sabe qué decir. Jonah, inmóvil, tiene los ojos perdidos. Dudo que siquiera sepa lo que está sucediendo a su alrededor.

—¿Qué ganarás disparando? ¿Quieres convertirte en uno de ellos? Ya has probado tu punto... por favor te lo pido, vayámonos de aquí —suplica Abby, que parece haber ganado fuerza tras mi locución. El único que se mantiene fiel a su estilo silencioso y calculador es Miles, que literalmente no ha pronunciado el más mínimo susurro. ¿Qué estará pasando por su cabeza? Solo puedo pensar en abrazarlo y correr de ahí, pero hay demasiado en juego para pensar con egoísmo.

Oliver reacciona ante las palabras de Abby con un brusco giro, lo que hace que la pistola ahora empiece a apuntarnos a nosotros:

—¡Tú también tienes la culpa, Abby! ¡Tú podrías haber sido la que me viera de verdad, la que me salvara de toda esta mierda! ¡Pero no, claro que no! Tenías que irte con el asesino de mi hermano. Tenías que salir con la persona más despreciable de todo este pueblo maldito en el que vivimos. Y claro, al mejor amigo que estuvo siempre para ti en las buenas y en las malas, que lo follen. Te amé con tanta fuerza que podría haber hecho lo que sea por ti. Pero claramente, siempre tuviste ojos para alguien más.

Abby abre la boca anonadada y confirmo mi sospecha inicial. La mamá de Oliver no había mentido cuando dijo que su chico estaba enamorado de la señorita Torres.

—Yo... yo...

—¡Solo cierra la boca y déjame acabar con esto de una vez por todas!

Oliver vuelve a girarse bruscamente con la pistola tambaleándose. El veloz movimiento genera un acto reflejo en Cristopher que se asusta por su accionar y una bala sale disparada de la misma arma que asesinó a Danny unos minutos atrás. El estruendo es la señal perfecta para confirmar que no lo estoy soñando.

La bala perdida no impacta contra Oliver, lo que hace que rote pasmado para ver a Abby y Miles a mis costados. Ambos, en perfecto estado, me observan horrorizados.

Bajo mi cabeza y ubico mis manos en mi abdomen. La bala perdida, aquella que Cristopher jamás quiso disparar, choca con mi estómago y percibo el hediondo sabor a sangre y óxido aflorar por mi cuerpo.

Caigo al suelo de rodillas. Por una última vez soy capaz de mirar a Nicholas a través de la cortina. Está asustado, muy asustado. Con la mirada intento decirle que todo estará bien y que siempre, sin importar ni donde ni cuando, estaré para cuidarlo. Le dedico una sonrisa ladeada, de esas que él sabe que solo expreso en los momentos más inoportunos. El torrente de agua no me permite ver su reacción, y todo empieza a difuminarse.

Cuando mi rostro se inclina directamente al suelo, unas manos me detienen y me giran para ponerme de cabeza. Estoy perdiendo la consciencia tal cual lo hice en otros episodios tenebrosos de mi vida, pero en esta ocasión no veo luz que pueda salvarme. Todo cada vez se hace más oscuro, y cada parpadeo requiere un esfuerzo mucho mayor.

Reconozco los rostros despavoridos de Abby, Cristopher, Oliver y... Miles. Están gritando, pero no puedo escucharlos. Los ecos del bosque hacen presencia y solo escucho un retumbe intenso en mis oídos, como si todo se viniera abajo.

Sé que mi vida está próxima a terminarse tal cual la conocemos. Soy el honorable Benjamin Moore que está a punto de decir adiós, y maldigo el escenario de mi muerte que no me permite dar un discurso digno a la altura.

Hago un esfuerzo inhumano por hablar entre gárgaras de sangre. Estoy por quedar inconsciente, y es posible que nunca más vuelva a despertar.

—M-Miles, Miles... Váyanse.

Oliver y Cristopher se alejan de inmediato. No saben qué pasa, pero entienden mi pedido. Abby duda el primer instante porque piensa que aquí tiene a su casi novio moribundo, el perfecto Logan Walker, y que está a punto de morir.

Pero yo ya no soy esa persona. Nací como Benjamin Moore, y moriré como Benjamin Moore.

Estiro mi mano con otro esfuerzo sobrehumano para alcanzar la de Miles, que está completamente helada. Aprovecho el roce y conexión de nuestro contacto para acariciar su cara suavemente. Su rostro escuálido y blanquecino se llena de una pequeña línea de sangre que le deja el recorrido de mi mano por su rostro. Las gotas de lluvia limpian la huella en instantes.

Me preparo mentalmente para pronunciar las palabras que ni siquiera quise tener en mi cabeza por mucho tiempo. Lagrimeo con lo poco que me queda, e inspiro hondo como sabiendo que lo que se viene después es el último exhalo:

—Nunca lo olvides...

—¿Qué dices? —Miles se acerca a mi boca para escucharme. Sé que quiere gritar con mucha fuerza, pero no lo hace. Está internalizando el pesar de verme partir para poder regalarme los últimos mejores instantes de vida.

—Te amo.

Los ojos de Miles se llenan de lágrimas como nunca antes. Puedo verlo gracias al rayo de luz que lo ilumina, que desconozco si es producto de mi mente o Dios enviándome una señal de aprobación por soltar lo que hace mucho tiempo me veía incapaz.

—Yo también te amo —susurra a mi oído con delicadeza, y sus palabras se transforman en un polvo mágico que me indica que todo está a punto de acabar.

El tercer y último esfuerzo sobrehumano llega cuando corro mis manos de las suyas y me estiro para alcanzar uno de los bolsillos de mi jean.

—Leer... carta.

Miles saca de mi pantalón la carta que escribimos con Nicholas antes de que todo comenzara. Es la mejor disculpa que pudimos recrear, pero ahora sé que se queda demasiado corta. La tortura de todas nuestras mentiras es un peso mucho más grande del que ambos imaginamos cuando Logan Walker apareció.

La lluvia quiere despedazar las palabras que escribí con puño y letra para evitar que Miles descubra que todo este tiempo no hice más que ocultarle la verdad, pero, en contra de todo pronóstico, mi otra mitad acaba de leer y no se aparta de mí. Hace la carta un bollo y la tira muy lejos. Luego, vuelve a tomar mi mano con tanta fuerza que por un segundo pienso que tal vez tenga alguna chance de sobrevivir.

—Yo... Ben.

—Lo nuestro no termina aquí, Ben.

Sus últimas seis palabras son todo lo que necesito para dejarme ir. La calma se adueña de mí, porque sé que mi trabajo ha terminado.

Pienso en Nicholas antes de pestañear por última vez y perder la última pizca de fuerza para mantenerme despierto. Buena suerte, hermano mío.

La inexistencia de Logan Walker se acaba en lo que a mí concierne. Yo soy Benjamin Moore, un huérfano torturado, honrado de su último acto de valor. Hasta pronto, mi querida Blestville. Me has hecho descubrir que incluso en los tiempos más oscuros, la luminosidad del amor sincero siempre sale.

Cambio y fuera.

...

Me retiraré lentamente.

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