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21. Ya es muy tarde

Now the day bleeds

Into nightfall

And you're not here

To get me through it all

Lewis Capaldi - Someone You Loved


LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2019

—¿Dónde estabas? Dijiste que llegarías aquí hace media hora, amigo. Me estoy cagando de hambre —digo cuando veo a Cristopher entrar por la puerta de la cabaña—. ¿Por qué estás todo sudado?

Cristopher me observa y jadea. O se acaba de echar el sprint de su vida, o sus planes se fueron un tantito a la mierda.

—Lo único que importa es que ya tenemos el control de la situación —esboza, y veo que saca un celular debajo de su brazo. Sigue jadeando.

Es el teléfono de Grace que no teníamos permitido tocar. Lo sé porque lo he visto más veces de las que puedo contar hablando sobre temas que no nos dejaba escuchar. La pregunta es cómo demonios cayó en manos de Cristopher.

No puedo evitar alterarme al pensar sobre las mil conclusiones negativas posibles de lo que me estoy dando cuenta. Si Cristopher está en posesión de ese teléfono, es porque algo malo ha pasado con Grace, incluso con Ben. Quiero mantener la fachada y seguir pareciendo que apoyo los movimientos de mi secuestrador a rajatabla para que no desconfíe de mí, pero resulta imposible. Se ha metido con mi familia, y eso sí que no se lo tengo permitido.

—¿Qué has hecho? —contesto, pero agacha su cabeza. Vuelvo a repetir con más fuerza y echándole un pequeño empujón—: ¡¿Qué carajo hiciste con ella?!

—Yo no tuve la culpa, amigo. Tu tía está en el hospital, y eso es todo lo que sé.

La noticia me cae como un baldazo de agua fría. Por más mala que haya sido conmigo el último tiempo, Grace fue la única que se mantuvo a mi lado cada día junto a Ben. Y por más que ahora poco a poco empiezo a entender que no importa que tan bien me tratara, que Ben estaba sufriendo y yo no podía verlo, sé que en el fondo de todo ese caparazón de castigos ella tiene un buen corazón. Mi tiempo en La Celda me ha permitido despertar de la burbuja, pero me ha generado tanto odio que me volví a cegar con mis propios demonios. Pero estar aquí, en una celda diferente, con un captor que lejos está de apreciarme de verdad, me ha hecho darme cuenta donde verdaderamente están las prioridades y en donde recae el bien y el mal. Logré sacarme las vendas, logré espantar el rencor que me estaba consumiendo para poder ver más claro a aquellos que en serio quieren lo mejor para mí.

Cristopher no es uno de ellos. Cristopher es un impostor, un ventajero, un egoísta. No se preocupa por lo que pase con Ben y conmigo, ¡claro que no! Él está esperando el momento para poder librarse de las cadenas.

—¿Y qué procede ahora que por fin te has adueñado de su teléfono? —señalo intentando mantener la calma con todas mis fuerzas.

No puedo quebrarme ahora que sé que Cristopher piensa que me tiene de su lado. Por más dolor y preocupación que me cause el estado de Grace, debo ser fuerte. Debo mostrarle a Ben que he madurado, que ya no volveré a lastimarlo como hice en el pasado y que puedo redimirme y aguantar como él lo hizo todo este tiempo. Es lo mínimo que puedo hacer sabiendo todo lo que ha luchado por mí.

—Tendré que contratar a algún especialista para que pueda desencriptar el teléfono y así ver si encuentro ese video que tanto me ha atormentado, amigo. Lo entiendes, ¿verdad? Cuando Grace ya no sea una amenaza para nosotros, todo habrá terminado.

Reflexiono sobre cada una de las palabras que acabo de escuchar y me confirmo todavía más que Cristopher no ha venido a salvarnos. Lo único que está buscando es poder librarse del chantaje de Grace para dejar atrás ese tan atroz delito que cometió y seguir con su vida. Lo curioso es que, para intentar borrar las pruebas de un crimen, esté cometiendo otro. Su paranoia no tiene límites.

—Sí, amigo. Lo entiendo —murmuro y me echo en la cama.

Espero a que se despida, puesto que seguro llegará tarde a la escuela si no sale de aquí enseguida. En contra de todo pronóstico, oigo su celular sonar:

—¿Jonah? ¿Qué pasa? —atiende ansioso.

Tiene tan alto el volumen que logro escuchar en el silencio de la cabaña las contestaciones de su primo, que denota un grado preocupante de alteración.

—¡Necesito tu ayuda, primo! Estoy yendo para la cabaña del bosque. Te veo ahí.

Cristopher se horroriza al escuchar esas palabras. Por lo que puedo comprender de su relación, una cosa es que el primo perfecto guarde el secreto de los crímenes del otro, pero algo me dice que Cristopher no es capaz de confiarle lo mismo a Jonah. Sabe que puede cagarla, y prefiere que no se entere que tiene a un chico secuestrado en sus narices.

—¡No puedes venir a la cabaña! —vocifera, perdiendo claramente el rumbo.

—Es la única opción que tengo, primo. Ya estoy yendo para allá.

Jonah corta abruptamente la llamada y Cristopher revolea el teléfono contra la mesa. Se toma la frente sabiendo que, aun sin tener idea por qué su primo necesita su ayuda, seguramente no son buenas noticias. Por todo lo que me ha contado, con Jonah nunca lo son.

Empiezo a temer por el final de todo esto. Con Grace hospitalizada, Ben desaparecido, Cristopher con la mente nublada y Jonah con un problema que seguro amerita graves consecuencias, no sé en qué posición quedo parado. ¿Qué tanto peligro estoy corriendo? ¿Debería escapar y eliminar la fachada de perrito guardián? Si tan solo tuviera a Ben a mi lado para aconsejarme, todo sería muchísimo más fácil.

Por primera vez desde que Cristopher me tomó contra mi voluntad, temo por mi seguridad. Temo no poder ver nunca más a Grace y descubrir que ese corazón dulce en verdad existe. Temo no poder despedirme, y temo no poder disculparme por todo el mal que he causado a mi hermano.

Temo por mí.

—Tienes que esconderte, Nicholas. Jonah no puede verte. Jonah no debe verte. Te lo digo por tu bien. Mi primo no está bien, y no sé... no sé qué puede pasar si se entera que estás aquí.

Me fuerzo a creer que esta vez Cristopher no está manipulándome y que verdaderamente quiere protegerme de su primo, porque puede que sea un egoísta o un ventajero, pero el pesar del crimen lo lleva en sus hombros. No está feliz con lo que ha hecho, pero sabe que es imposible eludir el limbo. Dentro de su cabeza me imagino que lo único que debe querer es hacer borrón y cuenta nueva.

—No lo dejes entrar. Será lo mejor. Aquí no tengo donde esconderme, más todavía si Jonah conoce los agujeros de este lugar —sostengo aportando serenidad, lo que considero que necesita Cristopher en estos momentos.

Qué ganas de tener la mente de Ben y poder leer a todos muy fácil. Con mi psiquis chiquitita de hormiga voladora me tengo que conformar con un tal vez en todas las ocasiones. Una razón más para echarlo de menos.

—Bien, pero no te acerques a las ventanas.

Cristopher se sienta a esperar a su primo con extremo nerviosismo. Su pierna derecha rebota contra el piso una y otra vez sin descanso. Cada unos cuantos segundos, vuelve a pararse para confirmar que su primo no ha llegado. Está tenso, muy tenso.

Jamás había visto a Cristopher así. Lo que sea que esté sucediendo entre ellos dos, es tan grave como para sacar al primo perfecto de sus cabales y moralidad inexorable.

Permanezco en silencio por miedo a que Cristopher pierda los nervios conmigo. Miro a través de la ventana por una última vez y enloquezco con la espesura del bosque y sus árboles de magnífica altitud, que hace ya unos cuantos días son el camuflaje perfecto para secuestrar a alguien que no debe ser encontrado.

Jonah aparece al cabo de unos diez, casi quince minutos. Cristopher sale a su encuentro y me es imposible no pispear disimuladamente a través de la cortina. Nadie tiene por qué descubrirme.

Junto a él, Danny aparece en escena. El Danny hermano de Emma. El Danny que escuché varias veces justo antes de desmoronarme y disfrutar mis últimos minutos de libertad. Se lo ve agotado, y da cada paso como si fuera el último. Cuando lo observo con más detenimiento, veo que lo han molido a golpes. Además, tiene sus manos atadas con algún tipo de mordaza.

Me recorre un frío inexplicable por la espalda cuando descubro que Jonah sostiene una pistola en su mano derecha y hace avanzar a Danny con el arma sobre su cabeza.

Ha venido a darle el golpe de gracia.

—¡¿Qué carajo has hecho?! ¿Todo este tiempo has sido tú? ¿¡Qué demonios, Jonah?! —Cristopher grita mientras se toma la frente desaforado—. Todo este tiempo te he repetido sin parar que debías alejarte de ese negocio de mierda con la droga, que toda nuestra familia se ha hecho cómplice de un asesinato por nuestra culpa y que nos han dado esta segunda oportunidad para redimirnos y poder vivir nuestra vida. ¿Me has escuchado alguna vez? Por el amor de Dios, suelta al chico.

Jonah ríe a carcajadas con las palabras de su primo. Le está faltando el respeto como nunca antes, y parece que la catarata de replanteos no hace efecto alguno sobre él. Peor aún, se está burlando de lo que Cristopher defiende con tanta fuerza.

Y eso es lo que más me aterra. No hay remordimiento alguno.

—¿Qué creías, primito? ¿Creías que podías llegar aquí a Blestville y adueñarte de todo lo que antes era solo mío? ¿Creías que podías incluso apropiarte del amor de mi familia y del poder que significa ser un Watson? Pues ¿adivina qué? No eres mi sangre, idiota. Te soporté año tras año desde las sombras, viendo como siempre te convertías en el hijo favorito, ¡aun cuando solo eres un puto sobrino que se quedó huérfano! ¿Qué quedaba para mí? Los insultos, los castigos, las presiones. A ojos de papá, yo nunca podría alcanzarte. Tú eres todo lo que él quiere y lo que yo no le puedo dar.

—Por favor, solo cálmate...

Jonah dispara un tiro de advertencia al cielo. Está fuera de control. Cristopher quiere acercarse, pero le es imposible. Una distancia de tres metros lo separan. Aún desde la cabaña, veo como Danny tiembla y solo atina a permanecer en shock.

—¡Ya no vas a controlarme, hijo de puta! He encontrado la forma y el lugar de ser mejor que tú y de tener todo el poder que ni siquiera mi padre tiene en este lugar. Voy a mostrarle a todos que no soy una decepción andante ni tampoco la oveja negra de la familia. Y para lograrlo, tengo que acabar con este chico.

—¿Qué pretendes? ¿Asesinarlo a sangre fría?

—Solo así puedo ganarme la confianza y el respeto de mi jefe. Al final, por accidente o no, ya hemos tenido la experiencia de matar a alguien y no ha sido tan terrible, ¿verdad primito?

Los ojos de Jonah desatan furia.

—No sabes lo que dices, Jonah. Estás drogado. Baja el arma, te lo pido.

—No dejes que me haga daño, Cristopher. Por favor... yo solo, yo solo quería tranquilizar a mis padres para que pudieran darnos de comer cada día sin tener que arruinarse su sanidad mental trabajando. Yo... yo les prometo que no le diré nada a nadie. ¡Se los juro por lo que quieran! No sabrán de mí nunca más, no volverán a escuchar mi nombre —implora Danny en un llanto desconsolado, sabiendo que tal vez ese es uno de sus últimos intentos de rogar por su vida. A Jonah no se le inmuta un pelo, pero puedo ver de perfil las facciones de Cristopher, que está horrorizado por la crueldad de su primo.

—¿Lo ves? Todavía estás a tiempo, Jonah. Podemos parar esta locura. Puedo ayudarte a resolverlo, solo déjame hacerlo.

Cristopher intenta acercarse unos pasos, pero su primo cambia de objetivo y empieza a apuntarle con la pistola.

—¡No te muevas un pelo más o te vuelo una de esas tan lindas piernas que tienes! —masculla a todo volumen—. ¿Sabes algo, querido primito?

La escena es austera. No soy capaz de moverme de mi sitio, sabiendo que al más mínimo estimulo de peligro este tipo es capaz de dispararme sin pensarlo. Estoy a merced del destino.

—Por favor, no lo hagas.

Cristopher se arrodilla y empieza a rogar por un poco de misericordia.

—Te he llamado para que vengas hasta aquí con el simple propósito de cargarte con algo tan, tan grande que, de ir en contra de mis planes, puedas hundirte conmigo y tengas no una, sino dos muertes sobre tus hombros. Puro placer es verte arrodillado y saber que, en el fondo, ya estás acabado. Ya no serás perfección, porque esto quedará pegado a tu mente cada día de tu puta vida. —Jonah escupe a su primo—. Ni papá, ni Santa Claus, ni Dios serán capaces de salvarte de todo este escándalo.

—¡No dejes que lo haga, por favor! Tengo una vida que vivir, ¡igual que tú! Me lo merezco, Cristopher. Merezco tener una vida...

Las plegarias de Danny son en vano. Está decidido a hacerlo.

—Jonah, por favor —esboza Cristopher en un último intento compasivo.

—Ya es muy tarde.

Jonah dispara y el cuerpo de Danny cae inerte al suelo. El estruendo resuena cien veces más que el anterior, como si haber asesinado causara en el sonido de la pistola un efecto multiplicador. El bosque de Blestville vuelve a sumirse en el silencio sepulcral que tanto lo caracteriza, preso de los que ya no están y de los que han caído en esas tierras y ahora se transforman en testigos de un crimen atroz.

El cielo se nubla y empiezan a caer gotas de lluvia. Se levanta un viento de tormenta espeluznante y entiendo al instante que no es un acto de pura coincidencia, sino la naturaleza pidiendo disculpas por no haber podido salvarlo. Es el tributo a quien era inocente, a quien solo estuvo en el momento equivocado en las circunstancias equivocadas y que cae como consecuencia de un conflicto mucho más grave que su mera existencia.

Cristopher queda arrodillado e inmóvil, como si su vida se hubiera consumido en un instante. Jonah se regocija y guarda su pistola debajo de su camiseta, trabándola con su pantalón.

Una lágrima cae por mi mejilla por la muerte de Danny, y otra porque la persona que no debería estar aquí en este momento bajo ningún punto aparece en mi campo de visión.

A la distancia y corriendo a toda velocidad, veo a Ben y los chicos acercarse. Cuando se frenan a unos metros y ven lo que ha sucedido, mi gemelo aparta la vista de Danny y me ve por detrás de la cortina. Cruzamos miradas y nuestro corazón late más fuerte que nunca.

Nos tranquiliza pensar que, si este tiene que ser nuestro final, lo habremos acabado juntos.

Pucha, capítulo doloroso. 

No se me olviden que hay un sorteo navideño activo en el que pueden conseguir LIDLW desde cualquier lugar del mundo. ¡Para aprovechar!

Los quiere,

Santeeh <3

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