20. Nadie va a morir hoy
You can be my guiding light
Keep me
Company in the night
That's all I need
Mike Perry - The Ocean
LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2019
Grace se desploma al ver mi rostro como si nada ya le importara. Apoyo su cabeza suavemente en el suelo y mi mente maquina a toda velocidad. No puedo evitar cuestionarme si haber llamado a la ambulancia tan pronto vi por las escaleras que Grace estaba a punto de tener un ataque nervioso fue la mejor idea. ¿Y si en realidad esta es una señal del destino para acabar con la inexistencia de Logan Walker y ponerles fin a tantos años de sufrimiento?
Tampoco puedo evitar golpearme la cabeza de solo recrear algo tan desalmado en mi mente. Si yo dejara morir a mi tía, ¿cómo me lo perdonaría? Al final, solo me convertiría en una cutre pizca de lo que ella es ahora. Y, antes que eso, prefiero estar muerto.
Sigo en pijama y el haberme levantado tan rápido de la cama me empieza a traer aparejado un fuerte dolor de cabeza. Espero unos breves minutos antes de que la ambulancia llegue y estoy en vilo: Grace perdió el conocimiento. Los gritos que me levantaron de la cama parece que fueron el epicentro de la tormenta justo antes que estallara por completo.
Estoy colapsado. Acabo de levantarme entre gritos, ni siquiera me he cambiado y tengo a mi tía a punto de morirse, que, si bien es lo que he deseado por mucho tiempo, es una realidad muy oscura y austera que lo que jamás podría haber imaginado. Ver a alguien desvanecerse es... horrible. Como si fuera poco, tengo que tener cuidado con cada pequeño paso que doy o cometeré un error irremediable.
Necesito una hora entera para lavarme la cara, sentarme y pensar en cuál será el próximo movimiento de los Moore. Pero no tengo nada de eso. Lo único que me queda es esperar a esa ambulancia y jugar a que todo está bien y se resolverá.
Me aterra no tener a Nicholas aquí. No porque me haga falta para mantenerme de pie, sino porque él seguro sabría exactamente qué hacer. Yo no puedo permitirme preocuparme por la salud de Grace e idear un plan de acción al mismo tiempo. Necesito que mi hermano ocupe la otra mitad de lo que yo no puedo, y que le otorgue un poco de claridad a mi claro conflicto de intereses. Porque claro, sin Grace en la imagen, el panorama cambia por completo. Cambia para Cristopher, cambia para Nicholas, cambia para mí y cambia para el puto Logan Walker. Absolutamente todo mi entorno se ve afectado por el hecho de que Grace quede inutilizada.
En todo un trajín de pensamientos sin conclusiones evidentes, escucho la ambulancia llegar a todo volumen. Corro a la puerta de entrada y grito en parte fingiendo un temor y dolor que en realidad estoy muy lejos de sentir:
—¡Mi tía... mi tía se desplomó en el suelo! ¡Ayúdenla, por favor! —esbozo con un acto digno de un Oscar. Los paramédicos corren hacia el interior de la casa llevando una camilla.
Entonces lo veo. Está observándome desde una ventana lateral de su piso superior. Mi rostro aún refleja la perplejidad con la que acabo de actuar, y él parece sentir una conexión instantánea con mi dolor. Mierda. Por mucho que quiera estar con él, no podría haber elegido peor momento para aparecerse y traer un embrollo más al desastre que es mi cabeza ahora mismo.
Miles corre hacia mí. Entonces me doy cuenta que debo seguir fingiendo. Tengo que seguir siendo Logan, porque, a fin de cuentas, nada está definido aún. Con un dolor interno casi indescriptible que me obliga a clavarme las uñas en los brazos, pretendo que estoy lloriqueando justo antes de que venga a darme un abrazo.
Soy la persona más miserable de todo este planeta. Él está aquí como soldado inamovible para protegerme de todas mis penas, aun cuando el desmayo de Grace no es una de ellas. Mientras tanto, yo le sigo mintiendo. Yo le sigo haciendo creer que soy esta versión de chico perfectamente imperfecto y solo hago y digo las cosas que él tiene permitido ver de mí.
Miles volvió cuando no lo merecía, me perdonó luego de haberlo presionado e incluso se atrevió a decirme la verdad sin rodeos cuando se lo pregunté, sabiendo que eso implicaba un riesgo terrible si su familia se enteraba de que había soltado el secreto más oscuro. ¿Qué hizo el fantástico Benjamin Moore? Mintió descaradamente. Fingió. Dijo ser una persona completamente distinta. Lastimó.
No me entra en la cabeza como Miles podrá perdonarme cuando se entere de toda la verdad. Me es tan difícil aceptarlo que cuando sus brazos chocan con los míos ignoro el lloriqueo falso hacia el desmayo de Grace y desplomo lágrimas verdaderas, lágrimas que comprenden que cada vez me quedan menos abrazos con Miles que pueda compartir antes que lo que tenemos se hunda para toda la eternidad.
Lloro como pocas veces me lo he permitido.
—¿Por qué lloras así, Logan? —pregunta acariciando mi nuca, lo que me da un cosquilleo general en todo el cuerpo.
—No me quiero quedar solo —respondo sincero, aunque no por las razones que Miles piensa.
—No lo permitiré —confiesa en su tan clásico estilo de contestaciones de tres palabras, a un tono casi imperceptible e intentando abrir la boca el menor tiempo posible.
Me alejo unos centímetros de su hombro y acabo con el abrazo para poder admirarlo. Está más pálido de costumbre, como si mi incipiente ataque de tristeza lo impactara con una fuerza abrumadora.
Nuestras miradas conectan como siempre lo hacen. Pasa un segundo, dos, tres, cuatro, y al quinto siento que me adentro en su alma. Él piensa que yo estoy tan desnudo emocionalmente como lo está él, pero a mí todavía me quedan muchísimas capas que arrancar. No puedo ignorar el hecho de que sé perfectamente lo que está pensando. Miles no quiere sentirse así, pero nada ni nadie pueden ir en contra de los sentimientos. No puedo darle lo que quiere. No puedo. No hoy, tampoco mañana.
Tal vez nunca.
La conexión acaba cuando el paramédico nos interrumpe. Miles agacha la cabeza y yo vuelvo a fingir al ver a Grace en la camilla. Me obligo a olvidar la razón verdadera de mis lágrimas y me concentro en mantener la postura con la que he comenzado toda esta mentira.
—Chico, tenemos que llevárnosla al hospital. ¿Vienes con nosotros? —consulta mientras mete la camilla en la ambulancia con la ayuda de su compañero.
—¡¿Qué es lo que le pasa?! —replico descolocado y tomo la mano inerte de Grace que continúa inconsciente.
Verla batallando por su vida me causa una profunda pena. No intento alejar el sentimiento de mi mente, porque al final eso es lo que me hace humano. Eso es lo que me hace distinto a ella.
—Tuvimos que reanimarla, chico. Ha tenido un infarto —expresa con sensibilidad, tratándome como si fuera el típico chico idiota de quince años—. Ahora se encuentra estable, pero su estado es delicado. Debemos llevarla de inmediato.
Me subo de un salto y Miles atina a hacer lo mismo, pero lo freno sin disimulo:
—Quédate, por favor. Necesito estar solo —manifiesto en modo de despedida, pero recuerdo que todavía me queda una cosa pendiente—. Prometí que hoy íbamos a monitorear a Jonah a la salida de la escuela y pienso cumplir mi palabra. No le digas a los chicos lo que pasó, por favor. Nos vemos en unas horas.
Miles asiente y veo su rostro entristecido cuando la puerta de la ambulancia se cierra y sale a todo motor de mi casa. Dejo a mi compañero de penurias parado sobre la acera en pijama con una expresión que me es imposible descifrar. Es tan propio de él que ya estoy acostumbrado.
Cruzamos toda el área rica de Blestville en un santiamén. Por la hora que es, casi que no hay autos en la calle, aunque ya de por sí la zona no es muy transitada. En todo el trayecto, Grace no mueve un pelo y los paramédicos la monitorean atentamente. Parece que, después de todo, mi tía tiene más de una vida.
Recuerdo a Nicholas y cuanto desearía estar aquí para ver qué pasa con su tía. Sé que en su estúpido corazón bondadoso todavía hay lugar para las segundas oportunidades, y que si tuviera a Grace aquí a punto de morir él le perdonaría todo lo que ha hecho con tal de ver que va a recuperarse. Y tiene derecho a saberlo, claro que sí.
Decido no extenderme con el análisis. Ya está decidido. Nicholas tiene que saber lo que pasó con Grace por una cuestión de respeto.
"Grace ha tenido un infarto y me estoy yendo al hospital. Deja de jugar al James Bond de las misiones secretas y sal de ahí, te lo suplico".
Envío el mensaje de texto al número con el que Nicholas me llamó anteriormente. Él me dijo que lo tendría consigo en todo momento y que de necesitarlo podría escribirle cuando sea. Por favor, que lo vea. Tiene que salir del mantra de Cristopher cuanto antes.
Vuelvo a centrarme en Grace y en la realidad que tengo a mi alcance. He hecho todo lo que podido para que Nicholas se enterara de la verdad, y ahora mismo él no es la única persona de la que debo preocuparme. Tan pronto llegamos a un hospital lujoso y que parece haber abierto hace un tiempo relativamente corto, todos parecen olvidarse de que un chico de quince años iba arriba de esa ambulancia. Los paramédicos, ya sea por falta de atención o experiencia, me dejan a merced de mi suerte cuando la camilla de Grace entra por el sector de urgencias del lugar y unos médicos de bata blanca empiezan a dar órdenes mientras la llevan a quirófano.
Por suerte, no necesito su ayuda. Mejor que me dejen tranquilo y no hagan muchas preguntas. Por una vez en la vida, la ineptitud de la gente podrá ayudarme a hacer lo que se me dé la gana con este tiempo. Así podré usarlo para pensar y aclarar las ideas.
Me acerco a la sala de espera luego de escuchar que se llevarían a Grace a hacer unos estudios. Entrelazo mis dedos buscando matar el tiempo, aunque sé que tarde o temprano alguien irá a buscar al chiquito que llamó a emergencias para salvarle la vida a su tía. Pasan varios minutos sin que nadie se me acerque y aprovecho para unir algunas de las piezas del gran rompecabezas. Necesito descifrar cuál es la mejor opción para seguir.
La paz se ve interrumpida cuando alguien se me acerca.
—Hola, Logan —me dice una voz suave y tierna, como la de alguien que no desea hacerme ningún daño. Levanto la cabeza y veo a una mujer rubia regordeta clavándome la vista. No es que tenga nada contra las regordetas, pero las cosas como son: a los kilos no hay forma de camuflarlos.
—Eh, ¿hola? ¿Cómo sabes mi nombre?
La mujer se sienta a mi lado. Intento no mirarla mal, pero no puedo evitarlo.
—Te reconocería donde sea. Mi hijo no para de hablar de ti —ríe con disimulo—. Cosas de adolescentes, seguro. No tengo dudas que se le pasará en cuanto...
—Disculpe, señora. Creo que se equivoca —interrumpo. Parece del tipo de personas que puede hablarte por años sin dejarte meter bocado.
—Tranquilo, Logan. Soy la mamá de tu amigo Oliver. Trabajo aquí como enfermera. ¿Dónde están tus padres? ¿Has venido a hacerte un chequeo de rutina? Sí que has sacado turno temprano...
Pienso por qué Oliver hablaría de mí con su madre y no encuentro ninguna respuesta lógica o aparente. Además, ¿cuáles son las probabilidades de encontrarme a la mamá de uno de los putos cuatro amigos que tengo en todo Blestville? Al final, este pueblo es más chico de lo que parece. ¡Déjenme en paz!
—Mi tía tuvo un infarto —interrumpo, porque la mujer me está cansando.
Su rostro cambia por completo. Acabo de avergonzarla. Se debe estar pensando que estoy al borde del suicidio, la pobre mujer. Si tan solo supiera lo que hay detrás de esta carita de ángel que oculto... se caería de culo.
—Discúlpame, discúlpame —transmite y me da un abrazo forzado, lo que me pone incómodo—. ¿Te encuentras bien? ¿Qué necesitas? Puedo traerte un vaso de agua, o una manta....
—Sígueme hablando de tu hijo, por favor. Así puedo olvidarme que mi tía se debate entre la vida y la muerte ahora mismo —enfatizo en mi mayor esfuerzo, sabiendo que puedo darme a entender mejor que nadie.
Consigo mi objetivo al ver que la mamá de Oliver pone ojitos de cachorro. Vaya, eso ha sido fácil.
—Bueno, Oliver siempre está mencionándote. Generalmente dice cosas buenas, pero a veces se le va la olla y empieza a quejarse de ti porque cree que le has robado al amor de su vida —ríe otra vez como para matar la tensión. Hace chistes malos, pero valoro su intento.
—¿Abby?
—¿Quién más si no? Es muy fácil enamorarse de esa chica. Es perfecta. Tiene una figura asombrosa, unos padres espectaculares...
—¿Y dices que Oliver está enamorado de ella? —interrumpo otra vez. ¡Deja de hablar!
—Completamente —sonríe.
La mamá de Oliver me genera unas vibras más que nada preocupantes. Es como si estuviera carcomida por alguna fuerza mayor que ella, porque sus sonrisas son todas forzadas y sus palabras se aglomeran en un tintineo interminable, como si el silencio fuera un ente al que le tiene mucho miedo. ¿Será que es de esas personas que habla y habla para no recordar lo que los atormenta cuando el mundo se sume en inactividad? Me asusta la respuesta a esa pregunta, aunque no me extrañaría en absoluto. Oliver es demasiado perfecto para ser verdad. Bueno en la escuela, buen amigo, siempre con una sonrisa y listo para darte una mano a cualquier hora y en cualquier lugar.
Preocupante. Pero son solo conclusiones de una conversación de cinco minutos. Por más perspicacia y buen ojo que tenga, no le pondré la cruz a esta mujer y a su hijo solo porque se me dio la gana. Con todo lo que me está pasando no me extrañaría que tal vez tenga la brújula un poco en un extremo.
—Iré a respirar un poco de aire fresco. ¿Podrías anotar mi número y llamar si hay alguna novedad? De todas formas, vuelvo en unos minutos —digo con la mejor de las sonrisas falsas.
—Seguro llegará alguien de Servicios Sociales muy pronto... Deberías quedarte cerca.
—Por favor. Solo unos minutos —insisto. La mujer me da su teléfono todavía avergonzada por su enfoque inicial. Logro anotar mi número y se lo devuelvo—. Gracias.
—Cuídate, Logan.
Le dedico a la señora un saludo de mano y salgo casi corriendo de la sala de espera del hospital. Corro lejos, muy lejos. Corro hasta llegar a mi casa, porque la actuación ya ha acabado y seguramente no tendré novedades de Grace hasta dentro de unas horas.
El bus que nos lleva a la escuela ya salió, así que no debo preocuparme de volverme a cruzar a Miles.
Tan pronto doy un paso dentro de mi casa, noto que alguien más estuvo allí. Lo percibo en el ambiente. Subo las escaleras en busca de alguna prueba de mi presentimiento. Voy habitación por habitación perdiendo las esperanzas hasta que entro al cuarto de Grace. El silencio sepulcral de mi hogar no me causa pánico, pero sí cierto aire de tensión reinante.
Todo es un desastre. La cama está dada vuelta, los cajones tirados por el suelo y un sinfín de papeles revoleados por todas partes. Alguien ha venido a buscar algo, y no estoy seguro de si lo ha encontrado o no.
Temo un segundo por si la persona que ha hecho todo esto sigue aquí. Apuesto a que no quiere hacerme daño, o si no ya lo habría hecho tan pronto entre por la puerta. Vuelvo a mi habitación con la cabeza a mil, sin poder llegar a ninguna conclusión y sintiendo que, si no consigo respuestas, toda la fortaleza en la que estuve trabajando estas semanas puede irse a la reverenda mierda.
Entonces mi cerebro conecta. ¿Quién es la única persona que sabe que no había nadie en casa además de Miles y los paramédicos? Nicholas, o al menos eso creí cuando le envié ese mensaje. ¿Pero qué pasa si en realidad mi hermano nunca tuvo de nuevo ese teléfono y ha sido Cristopher el que me la ha jugado para que pisara el palito? Pues lo ha hecho de maravillas.
Todo cuadra. Sé que Cristopher oculta un secreto muy grande y que seguramente Nicholas sea la carnada para chantajear a Grace. Si mi tía sabe algo sobre ese tan oscuro acontecimiento de Cristopher, él corre peligro. Le he dado las herramientas para venir hasta aquí y llevarse cualquier prueba que pudiera incriminarlo. Solo espero que mi tía no haya sido tan estúpida como para no guardar ninguna copia.
No veo como esto puede dañarnos a mí y a Nicholas, pero de todas formas Cristopher ha demostrado ser mucho menos confiable de lo que aparenta. ¿Por qué se metería en mi casa a escondidas y revolvería toda la habitación como un maniático? Él sabe perfectamente que no caeré en sus trampas y debe considerarme una amenaza.
No volveré a subestimar a Cristopher.
Pero ahora no puedo seguir pensando en él. No lo tolero. No tolero tener a Nicholas encerrado otra vez y a Miles a mis pies cuando lo único que hago es seguir mintiéndole. No puedo ni siquiera pensar en cómo las dos personas que más me importan en estos momentos pueden perder toda relación conmigo si muevo la pieza equivocada. Pero, esta vez, no es que esté atascado. Sin Grace, debo moverme. Debo actuar. Debo entender lo que pasa por la cabeza de Cristopher, debo resolver la desaparición de Danny, debo cumplir con las expectativas de lo que la gente espera de mí y al mismo tiempo debo ver como saco a mi hermano de allí sano y salvo y con su cordura intacta.
Los estímulos no paran de llegar. Mi teléfono suena y pienso que es la mamá de Oliver buscándome por toda la ciudad, pero en contra de todo pronóstico es el número de Emma el que aparece en pantalla:
—Logan, ¿dónde estás? No me pude contener y estuve vigilando a Jonah todo el fin de semana... ¡Estaba como loco, súper nervioso! Y hoy... Ay, dios mío. Llegó a la escuela súper apurado y se fue corriendo a su casillero. Con los chicos nos acercamos hasta su auto para ver si escondía algo que pudiera ayudarnos... y....
—¡Cálmate, Emma! ¿Qué encontraron dentro de su auto? —pregunto intentando serenarme, pero Emma logra trasmitirme sus nervios.
—¡Tenía una pistola, Logan! ¡Apúrate, por favor, corre! ¡Debemos seguirlo, tengo el auto chatarra de mi madre para estar bien cerca y que no se nos escape!
—¡¿Un arma?! ¡Esperen, por favor! Ya estoy en camino. Aguanten, todo estará bien.
—¡¡Una puta pistola!! Corre, Logan, corre. Matará a mi Danny.
—Nadie va a morir hoy.
Empiezo a correr despavorido. Mis amigos me necesitan, y no cargaré con el peso de una muerte sobre mis hombros. Si puedo parar a Jonah de cometer una locura, nada ni nadie me frenará.
Una cosa a la vez, Benjamin Moore. Repite conmigo: nadie va a morir hoy.
AAAAAAAAAA CRISIS EXISTENCIAL.
Se acerca el final de este primer tomo borrador. Qué ganas de que vean la versión corregida, mis bellos. ¡Y que puedan leer LIDLW 2! Pero por ahora sigan disfrutando aquí <3
Santeeh <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro