10. Vendedor de rifas
Times that I've seen you lose your way
You're not in control and you won't be told
All I can do to keep you safe is hold you close
Hold you close till you can breathe on your own
Keeping your Head Up - Birdy
SÁBADO 21 DE SEPTIEMBRE DE 2019
—¿Y quién la está chantajeando?
—No sé todavía.
—Pero ¿quién haría algo así?
—No tengo idea.
—¿Dónde puede llegar a estar?
—¡¿Entiendes el idioma en el que te hablo o debo decírtelo en mandarín?! ¡No lo sé, pesado! —le grito a Nicholas que parece buscar una fórmula mágica que le revele quién está chantajeando a Abby.
Soy bueno para percibir cosas que generalmente nadie puede ver, pero como la persona que está acosando a Abby actualmente se encuentra inactiva, me es imposible averiguar nada. Habría que esperar a que se cumpla el plazo y ver qué sucede. Mientras tanto, solo me resta analizar con lujo de detalles todo lo que el entorno de la señorita Torres se dedica a hacer. No hay duda de que se trata de algo personal, y que quien sea que quiera hacerle daño es porque verdaderamente busca lastimarla.
Nicholas no entiende eso.
—A solo unos centímetros... ¡Mierda! La tenía tan cerca, Ben.
Alejo mi visión del computador y le echo una mirada asesina a mi hermano.
—¿Vas a seguir reprochándote por algo que pasó hace dos días? Mira, si yo fuese tú agradecería el hecho de haber podido disfrutar tiempo con ella. Si yo fuera Abby, y sabiendo que tal vez fuiste tú el que pasó sus fotos, no me habría acercado ni por casualidad. Y si te llegara a ver, te partiría la cara.
—Emocionante. Pero es que...
—¿Y qué me dices de esa contestación a lo de cuál era tu palabra favorita? ¿Pizza? Me conformaba con no sé, un libro de Julio Verne, sobre todo luego de la respuesta que te dio ella. —Inspiro hondo y resoplo—. En fin, supongo que estuviste bien. Al final, Logan Walker también es igual de básico.
—Básicas son tus pelotas, hermano —bromea lanzándome un almohadón y entorpeciendo la placidez con la que navego por Internet. Como ve que sigo ignorándolo, prueba con llamar la atención con algo que en verdad me importa—: ¿Extrañas a Miles?
Me volteo para mirarlo de frente.
—¿Por qué habría de extrañarlo? Lo conozco hace unas semanas y ya. No es para tanto —contesto sabiendo la gran mentira que acabo de pronunciar.
—Ben... Ambos sabemos que Miles te importa mucho más de lo que estás dispuesto a admitir —asegura—. No hace falta que finjas conmigo.
Analizo en una fracción de segundo si es la mejor idea abrirme ahora mismo con Nicholas. Decido que no, que es una malísima idea. Mi hermano no está como para soportar dramas, y yo tampoco para abrir mi coraza. Poco a poco me voy sintiendo mejor en la seguridad de mi impenetrable escudo protector.
—Todo bien, hermano. Tranquilo.
Le sonrío. Nicholas me guiña el ojo y se pone a ver el celular. Misión cumplida.
Pasamos la mañana del sábado entre disfrutando la libertad del fin de semana y haciendo la tarea que nos dejaron los profesores. Aprovecho para explicarle a Nicholas esas pequeñas cosas de química que no había entendido un carajo.
—Oye. ¿Tú crees que Grace tiene otras relaciones más allá de nosotros dos? —me pregunta ignorando todo lo que le acabo de decir sobre las conexiones iónicas. Como el cuestionamiento me interesa, decido mandar a la mierda el libro y responderle.
—No sé y tampoco me importa. ¿Por qué lo dices?
—El jueves antes de irme a ver a Abby, estaba hablando con alguien... de nosotros. Se la veía preocupada. Tan pronto entré a la habitación a saludarla, se puso muy nerviosa. Casi histérica —añade.
Agradezco que Nicholas haya decidido contar este pequeño acontecimiento. Por más que él no lo note, esa conversación que ha escuchado puede ser el puntapié para saber qué es lo que hay detrás de Grace y Logan Walker. El problema es que, si no soy cauteloso, acabará notándolo. Aun cuando ya tengo ganas de desenmascararla y mandarla al culo del mundo, sé que todavía estoy lejos de lograrlo.
Presiono a Nicholas para que me cuente más. No es la gran cosa, simplemente que ha escuchado que nosotros deberíamos parecernos más a... la persona con la que Grace estaba hablando. Y que es difícil, porque somos muy distintos.
Eso no tiene ningún tipo de sentido. ¿Acaso hay alguien por encima de Grace que le ordena a ella que hacer? No, claro que no. No puede tratarse de eso. Ya he visto en reiteradas oportunidades como ha sido claramente mi tía la que mueve los hilos. El ejemplo perfecto es todo esto de Cristopher y su rol de guardaespaldas. Ella es la que manda. Nunca se dijo nada de un tercero.
Dudoso.
—Benjamin, alístate. Esta tarde serás tú quien vaya a los entrenamientos del equipo. El viernes que viene tienen su primer partido y más vale que estén preparados —indica, pero no entiendo a qué se refiere, puesto que ya hemos aclarado que Nicholas jugará el primer partido de la temporada—. Sé lo que estás pensando. Debes estar preparado por más que no vayas a jugar tan pronto, Ben.
Bien. En serio me leyó la mente.
Nicholas no para de hablar de la emoción que trae por ser parte del equipo de fútbol americano. Se ha molestado un poco con todo el rollo del junior varsity. Él pretendía formar parte del equipo de mayores sin siquiera haber entrenado por un mes al menos. Ay, madre mía... Si este pobre chico tiene todo el mundo patas para arriba. Las prioridades las tiene tan mezcladas que no sabe discernir entre el bien y el mal, y encima busca tener todo servido, como si la vida no se tratara de tropezarse cien veces y tal vez recién ahí conseguir una minúscula parte de lo que uno anhela.
Bah. Ya empiezo a sonar como un jubilado de setenta años. A fin de cuentas, cualquier análisis que haga sobre Nicholas no es novedad. Pero lo quiero, lo quiero mucho. No se puede ir en contra de los sentimientos.
—Entendido, Grace. Me acercaré al entrenamiento esta tarde —digo.
Falseo una sonrisa y mi tía sale disparada de la habitación al escuchar que ha dejado su teléfono en el piso de abajo y está recibiendo una llamada.
La situación dispara el recuerdo de la muy compleja frase que dijo Abby justo antes de dejar a Nicholas entre lágrimas. «Pretender, Logan. ¿No es acaso lo que todos hacemos?»
La pregunta deambula por mi mente. Y, a fin de cuentas, tiene sentido. Nunca creí que lo diría, pero después de esa salida al mall, Abby Torres se ha ganado un pedacito de mi respeto. No resultó ser tan idiota. Su reacción fue acorde a lo que cualquiera en su posición habría imaginado. Y también la comprendo, por más que Nicholas no lo haga del todo. Si Abby se siente tan vulnerable con mi hermano como yo creo que lo hace, toda perspectiva racional de lo que uno puede esperar de la otra persona cambia radicalmente.
Cuando hay mariposas en el estómago, uno es capaz de hacer y decir cualquier cosa. Enamorarse aflora en los humanos una sensación muy difícil de explicar. Y, al final, ¿quién no querría sentirse así en algún momento de su vida? ¿Qué sería de nosotros sin un poco de amor?
Agradezco el millar de libros que me han hablado de eso. Porque, creer o reventar, yo no sé ni mierdas de lo que estoy hablando. No lo experimenté, y tampoco parece que vaya a hacerlo en el futuro cercano. Me he olvidado de esa posibilidad... Yo, yo estoy para otras cosas: descubrir chantajes, proteger hermanos idiotas, desbandar a una tía loca o limpiar los desastres de los demás. Pero no, ¡claro que no! Dios no permita que Ben pueda enamorarse.
Enamorarse es para frutas. Y me importa un bledo que la frase no sea así.
—Oye, Ben. Oliver nos llama. Atiende tú —indica Nicholas, sacándome de mis pensamientos y pasándome el teléfono.
¿Qué quiere Oliver un sábado a la mañana?
—Hey, Logan. ¿Ya estabas despierto? Recién me he levantado... Tengo noticias.
«No, idiota. Si te estoy hablando desde la ultratumba. Soy Tutankamón» pienso en decirle.
—Sí, camarada. ¿Qué necesitas? —comento en tono Logan Walker y haciendo reverencias con las manos, como mostrándole a Nicholas lo tan agradable sujeto que puedo ser cuando quiero. Mi hermano ríe por la ocurrencia.
—Acaba de escribirme Emma. Al parecer Miles es un experto de los hackeos, las computadoras.... Vamos, yo que sé. —Oliver hace una pausa—. Ha logrado algo increíble, y no me preguntes como lo ha hecho porque no tengo idea. La próxima vez que el desconocido intente enviarle un mensaje a Abby, podremos detectar su ubicación y así... ¡Pum! Se meterá su chantaje por el culo.
Busco descifrar por entre las palabras de Oliver lo que está pasando por su cabeza. Todavía no interpreto su incomodidad al discutir el otro día toda la situación con Abby. Menos puedo interpretar porque siempre está pasado de energía, como si no pudiera sacarse la sonrisa de encima.
—Que bien. Veo que me ha sacado la posibilidad de redimirme —respondo—. Pero por lo menos todo acabará pronto para Abby. Me alegra.
—Escucha, amigo. Me enteré lo que pasó entre ustedes el otro día. Debes entenderla... Ha pasado de todo el último tiempo con los chicos y tal. Nosotros confiamos en ti y estoy seguro que ella también, pero merece respetarse y dudar por un segundo... Por si tú resultas ser el hijo de puta que está detrás de todo.
No comprendo muy bien qué quiere decir Oliver con todo eso. No sé si está intentando consolarme, o si me está agrediendo indirectamente. Cuando me decido en contestarle ácido y cortante, Nicholas parece leer mis pensamientos y hace un ademán con las manos que me tranquilice para no mandarlo a la mierda.
Inspiro hondo. Cierto que la idea no era quedarse sin amigos.
—Sí, sí. Tienes razón. En fin, gracias por avisarme —mascullo. En el momento que estoy a punto de despedirme y cortar con la llamada, me arrepiento—. Por cierto, ¿Miles les ha dicho algo más o solo hizo hincapié en sus descubrimientos?
—Te dije todo lo que sé hasta ahora. Disculpa no poder ser de más ayuda —señala en lo que parece un intento sincero. Oliver es confuso. Por momentos parece inteligente y estratégico, pero a veces da la sensación que está vacío de tanta transparencia.
—Gracias. Ten buen día. ¡Nos vemos el lunes!
Oliver corta la llamada abruptamente. No dudo un segundo que tengo que hacer a continuación.
No toleraré seguir así con Miles, como meros dramáticos. Me ha dado la excusa perfecta para ir a enfrentarlo. O pedirle disculpas. ¡No tengo idea! Solo sé que adiós nuestra pelea. Me le plantaré en su casa tal cual hizo él conmigo.
—Me voy.
—¡¿Qué?! ¿A dónde? ¡Debemos celebrar! —musita Nicholas que salta en una pata sobre su cama. Oh, si su chica lo viera... Tan tonto e infantil que enamora—. ¡Abby y yo podemos estar juntos otra vez! Cuando encontremos a ese hijo de puta lo confrontaremos para sacarle la verdad como sea, y así ella verá que siempre le he dicho la verdad y que no tiene nada que temer.
—¿Tú me juras que no le has enviado eso a nadie? —pregunto mientras me cambio de ropa para salir.
—¿A quién quieres le cuente? ¿Al perro que no tenemos? ¿A Cody, el pobre pez del que ni tenemos en cuenta su existencia? ¡Si ni siquiera te las he mostrado a ti, que eres mi hermano! —chilla Nicholas agitado. No para de saltar.
—Bueno, bien. Te lo seguiré preguntando por más que ya sé que no has hecho nada indebido. Es divertido tener con que hostigarte —replico—. Ahora, adiós. Me voy a arreglar las cosas con Miles. Si todo sale bien, celebramos con champagne. O jugo de naranja. Lo que Grace nos permita.
Me coloco la mini-cámara en el lugar de siempre de uno de mis abrigos.
—Tía, me voy a visitar a Miles para arreglar las cosas. Volveré en una hora para comer y luego ya me voy para la escuela al entrenamiento.
Grace quita su mirada del teléfono y me analiza de arriba abajo.
—¡Qué lindo estás hoy, Ben! Me alegra que tomes una decisión tan madura. Ya era hora de que Miles y tú arreglaran sus... diferencias. Con lo que acabo de escuchar de Abby y su chantaje, veo que todos volverán a estar unidos. Me alegra, en serio te lo digo —ratifica sonriendo... extrañamente. Vaya, este sí que es un día buenísimo para ella—. Y no lo olvides... sonríe.
Le muestro mi dentadura blanquecina de una forma bien exagerada para mostrarle que he entendido su punto a la perfección. Fingir, fingir, fingir. Ya voy.
Por más que internamente quiero lanzarle mi calzado por la cabeza, decido mantenerme sereno para no caer en la locura. No soy el sumiso de nadie, eso lo tengo claro. Pero tampoco seguiré siendo tan errático con mis respuestas. Ya me he dado cuenta que no puedo sacar nada positivo de eso.
El día que verdaderamente pueda acabar con mi tía, le diré todo lo que me vengo guardando desde hace años. Y dolerá, dolerá mucho. Dolerá porque de esa conversación no habrá retorno.
Salgo por la puerta con las esperanzas bien altas. Por primera vez en mucho tiempo, he dejado mi análisis exhaustivo de lado y he tomado una de las decisiones más impulsivas y concretas de toda mi vida. No me puse a evaluar las ventajas y desventajas de aparecerme por lo de Miles un sábado por la mañana. Y eso es positivo, claro que sí. Un pequeño paso para el hombre... un gran paso para Benjamin Moore.
Llego hasta los escalones que dan a la puerta principal del hogar de Miles. Su casa es fantástica, como todas las de la zona. Me pregunto cómo ha ganado tanto dinero su familia. No puedo evitar preguntarme también lo extraño de la personalidad de Miles. Para un ricachón de estos niveles, lo normal sería que fuera un estereotipo de Jonah: extrovertido, medio bravucón, caprichoso y mandón. Pero Miles no cumple con ninguno de esos requisitos. Es como salido de otra especie.
Otra razón más para pensar que tal vez detrás de todo ese dinero hay un chico que no está en su mejor momento.
Doy tres pequeños golpecitos a la puerta. Casi al instante, aparece un grandulón de barba y espalda ancha. Imponente. Asumo que es el papá de Miles.
—¡Ya le hemos dicho a todos los que han pasado por aquí que no compraremos ninguna rifa! —vocifera el señor, sin dejarme dar la más mínima presentación—. ¡Piérdete, chico!
El tipo me cierra la puerta en la cara. Qué amigable.
Escucho voces. Parece que Miles me ha visto llegar y le está explicando a su papá que solo soy un compañero de clase.
Por primera vez desde hace ya muchos días, puedo ver a Miles a los ojos otra vez. Su expresión parca y su tono blanquecino son lo primero que noto cuando abre la puerta.
—¿Qué haces aquí? —pregunta con su fiel estilo seco.
—¿No me pedirás disculpas por el malísimo recibimiento de tu padre? No lo sé, creía que eras mejor anfitrión...
—No —niega y entorna la puerta, supongo que para que sus padres no se enteren de nada—. ¿Qué quieres?
—¿Así que ya nos has dado el caballo de Troya para resolver el chantaje de Abby? ¿Por qué lo has hecho? Si ella ni siquiera te importa —aseguro intentando mantenerme sereno.
Miles revolea los ojos dubitativo y camina lejos de la entrada hacia la calle. Lo sigo detrás.
—Porque a ti te importa.
La respuesta me deja, como menos, impactado. Comprendo entonces que él tampoco pretende seguir en esta situación combativa. Aflojo los hombros, como si una parte de la guerra ya estuviera ganada, y me fuerzo a dejar de lado mi orgullo. Pero antes Miles me gana de mano:
—Quien la está chantajeando ha utilizado un teléfono descartable. El plazo que tenía Abby se vence durante el primer partido de la temporada, el viernes. Debemos lograr que esta persona acabe llamando a Abby y así lograremos detectar su ubicación...
—Mira, Miles... —interrumpo. Mi voz parece querer quebrarse. No ahora, maldita sensibilidad—. Siento haberte presionado. Yo no estaba... yo no estoy pasando por un buen momento y a veces termino desquitándome con las personas que me importan. ¿Puedes perdonarme, por favor?
De alguna forma mi voz se mantiene en una delgada línea de firmeza. Miles no baja la guardia. No me veo venir lo que puede o no llegar a pasar a continuación. Él se extraña por no haberle dejado terminar su explicación sobre el tema de Abby.
Soy Logan. No Ben. Y a Logan le importa más Abby que Miles.
No esta vez.
—¿No estás pasando un buen momento? Pues yo tampoco. Nunca estoy en buen momento. Pero aun así no trato para la mierda a la gente que me importa, ¿sabes?
—Miles, por favor... ya te he dicho que lo siento.
Comienzan a escucharse gritos desde el fondo. Algo sucede dentro de la casa.
—Y al final, ¿por qué nos importa tanto? No ha pasado ni un mes. Olvídalo, Logan.
A Miles le cuesta pronunciar esas palabras.
—¿¡Puedes dejar al vendedor de rifas en paz?! ¡Ven a ayudar a tu madre, ahora! ¡No te lo repetiré otra vez! —se escucha del otro lado de la puerta.
—Será mejor que te vayas, Logan. No puedo resolver esto ahora...
—¿Ese es tu padre? ¿Por qué te habla así? —increpo. Miles asiente cabizbajo, y se empiezan a escuchar pasos que van acercándose.
La figura envalentonada del padre vuelve a aparecer, pero esta vez con su rostro tan frío como un témpano de hielo. Sus ojos celestes cristalinos me inspiran un terror profundo, pero debo mantenerme firme.
El hombre amaga a tomar a Miles, pero se arrepiente fugazmente y le habla en un tono impasible, prácticamente impenetrable. Su cambio repentino también me infunde terror. Parece un manipulador nato.
—Hijo, deja al vendedor de rifas. Ya te llamé tres veces, y tienes cosas que hacer. ¿Sí? Ven ahora —menciona a un volumen muy bajo, casi en susurro. Toda esa fuerza con la que me rechazó en la entrada, ahora parece impropia de él.
Una mujer aparece por la puerta, con el rostro aún más perdido. Quiere hacer algo, pero no sabe qué. Está bloqueada.
—Estoy cansado que me digas qué hacer.
Miles parece más valiente de repente. No sé si es por mi presencia, pero de pronto toma un coraje contra su padre que no creí que tendría.
El papá se acerca y le susurra algo al oído de Miles. Su reacción me parece de lo más fuerte que he visto en él en mucho tiempo. La mirada desencajada. El cuerpo venido abajo.
Su expresión corporal indica que acaban de tirarle una bomba.
—No me hables así... —La voz de Miles pierde firmeza con cada palabra. Se desmorona. Intenta no hacerlo, pero no hay remedio.
—¡Claro que te hablo así, hijo! Si es que no reaccionas, por favor. Eres una completa decepción andante y con tu madre debemos estar aquí, aguantándote.
—Debería tratar mejor a su hijo, señor comemierda.
Miles sonríe por mi ocurrencia mientras se limpia una lágrima.
—Te arrepentirás de haber dicho eso... vendedor de rifas —esboza el papá amenazante.
—Vámonos para adentro, Robert. No queremos alterar a los vecinos —comenta su madre, quien me parece una auténtica cobarde.
Miles no puede hablar, pero me empuja para que salga de allí. No entiendo muy bien qué es lo que pasa, pero no iré en contra de la corriente en una situación que de pronto se ha tornado tan errática.
Salgo corriendo, pero no sin antes echarle una mirada desafiante a la mamá de Miles, que en vez de asistir a su hijo maltratado está chequeando el bienestar de las plantas de la entrada.
Pienso en la secuencia que acabo de presenciar. No ha sido un episodio aislado. En esa casa... en esa casa pasan cosas muy malas.
Incapaz de analizar todo con tranquilidad, me meto en un santiamén en casa y me encierro en el baño. Apoyo mis manos contra la cabeza, intentando callar a Grace y Nicholas que me hablan desde fuera.
Conclusión número uno: Miles está tan dañado como yo.
Conclusión número dos: Miles está solo en toda esa lucha.
Conclusión número tres: Miles no puede seguir sufriendo de esa manera.
Mi móvil suena. Es un mensaje de Miles.
«Gracias. Todo perdonado, vendedor de rifas»
El humor de Miles es el indicador más claro de que podremos volver a tener la relación que tanto extrañaba.
Respiro otra vez, porque coño, me han dejado sin aliento.
Benles es lo más tierno que me pasó en la vida. Gracias por leer <3 Recuerden esta es una versión borrador, así que hay escenas nuevas, ilustraciones y detalles que no están aquí pero que encuentran en la versión en papel.
Santeeh <3
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