8. Asistencia al compromiso
Capítulo 8
Asistencia al compromiso
La feria, un jueves, desató un torrente de emociones y revelaciones inesperadas. Dos días después, debíamos asistir al compromiso de mi excompañera, Hatsume, con Iida Tenya, un magnate que lideraba la empresa de autos de Fórmula 1, además de ser una figura clave en las carreras. Encontrar mi lugar en este universo de la élite empresarial me resultaba desafiante.
Soy el vicepresidente de una prominente empresa constructora, pero frente a nombres como "Ingenium" y personalidades como Iida, me sentía fuera de mi zona de confort. Sin embargo, hoy es sábado y el destino llama. La señorita Uraraka y yo habíamos delineado una historia ficticia sobre nuestro supuesto romance, detalles que, si eran aceptados, serían la clave para una gala sin tropiezos. A pesar de mi falta de habilidades románticas, debía confiar en la narrativa creada por Ochako.
—¿Qué te parece este, Midoriya? —La voz de Mina en la videollamada me sacó de mis cavilaciones.
Ella, con su toalla de baño, exhibía tres vestidos: esmeralda, blanco y rojo carmín.
—¿Podrías optar por algo menos... revelador? Uno que cubra más, tal vez hasta el cuello —mi tono, más protector que crítico, escapaba sin control.
—Pero, ay, si fuera la señorita Ochako, seguro estarías babeando —su respuesta me dejó atónito.
Cierto, siendo una gala formal, seguramente Ochako llevaría un vestido. Me preguntaba qué elección haría, aunque sabía que luciría espectacular con cualquier cosa que escogiera.
—Por favor, deja de imaginar cosas. Tomamos una foto comiendo algodón de azúcar, nada más, es solo una actuación —aclaré, tratando de bajarle el tono a las especulaciones de Mina desde que me vio mencionado en la foto de Ochako.
—El tercero —indicó, señalando el vestido carmín.
—¿Y la camisa? —Le pregunté yo, mostrándole las cuatro opciones. Ella arrugó sus cejas analizando cual camisa se vería excelente conmigo; una blanca, otra roja, negra y azul. —¿Quieres verte atractivo? —Rodee los ojos y le cause una risita, y movió sus manos.
—Solo quiero verme presentable —le dije después de rodar los ojos, ella asintió con una sonrisa perversa. Esta mujer me cansa, pero aun así la quiero.
—La negra, para que calles bocas —Mina me sonrió.
Mientras procedí a ponerme la camisa —por debajo usaba una playera blanca, así que no mostraba nada—, mi mejor amiga se comenzaba a maquillar, me daba mucha risa los gestos que hacía cada vez que la miraba maquillarse. Hace poco me había puesto el pantalón formal, solo me puse el cinturón color negro y mis zapatos. Mina fuera de cámara se colocaba el vestido y daba retoques a su cabello, debo mencionar que aquellos rizos rosas era el toque que la hacían resaltar sobre todas las mujeres que había conocido.
Sus rizos parecían ser lo más preciado que tiene, o eso ella ha dicho, pues me contó que era muy agotador tener que darle cuidado a su cabello para mantener la forma, que se vean preciosos, uniformes, ¿Cuánto dinero se habrá gastado en tratamientos y cuidados?
—Midoriya no olvides usar la loción que te regale, ahora si tienes motivos —me dijo sin mirarme ya que estaba atenta a no salirse del contorno de sus labios, ese labial que se estaba colocando se le veía bien.
—Oh si, casi lo olvido —voy al buró y sujeto la botella de vidrio color azul oscuro y me pongo poco perfume en mis muñecas y en el cuello.
Escucho el tiembre de la casa de Mina, y ella rápidamente va, se oyen pasos y Mina llega hasta su habitación, sujeta el celular y enfocaba a Kirishima.
—¡Kiri, saluda, es Midoriya! —Dice ella con entusiasmo.
Rio un poco, es como si Mina fuera una niña pequeña que muestra a sus padres quien ha llegado.
—¡Hola, Midoriya! —Alza la mano en forma de saludo, el no me puede ver porque Mina movió la configuración de la cámara. —¡No te preocupes a las diez de la noche tu hermana estará en su casa!
—Ja, ja, ja —salgo de mi habitación con el celular en mi mano —¡eso espero! ¡Cuídala bien!
Mina cambia la imagen a cámara frontal y se enfoca ella y detrás sale Kirishima.
—Ya nos vamos, Midoriya, suerte en la reunión, no dejes que esa tal Hatsume te menosprecie, me saludas a tu mami y a la señorita Uraraka —me guiña un ojo, simplemente sonrió y asiento.
—Gracias, suerte en su cita —les digo a ambos y se corta la videollamada.
De repente me da un escalofrío, ay, ¿nervios?, ¿miedo?, ¿ambos?, Es muy raro volver a ver a una vieja compañera de la preparatoria, sobre todo cuando te ha tratado mal.
Siento mi celular vibrar.
“Hijo, ¿Cómo estás? En unos minutos llegare al salón, espero verte y ACOMPAÑADO :D”.
¿Saben cómo me siento?
Como el príncipe sin nombre que sale en la Cenicienta, que el rey quiere y le busca una esposa a su hijo, y el príncipe aburrido en medio del baile, porque ninguna señorita le llama la suficiente atención.
Mi madre si supiera que es una app de citas sería la primera en escribirme en cada una de ellas. Entiendo que quiera nietos, o que mínimo me vea feliz en una relación, pero con esta presión me hace sentir abrumado, tampoco no me voy a casar solo porque sí.
De nuevo y como siempre he pensado. Estoy esperando a la pareja perfecta.
“Hola Izuku, estoy lista, te espero en mi casa c:”.
Sonrió al leer el mensaje y respondo rápidamente, los sonidos repetitivos de las teclas se escuchan en mi silencioso departamento.
“Hola Ochako, claro, ya voy para allá (◠‿◕)”.
Ochako manda un sticker de un gatito guiñando el ojo. Guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón, tomo las llaves de mi auto, cierro la puerta y me dirijo hacia el departamento de mi jefa.
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Escuchaba una canción mientras hacia el trayecto hacia el departamento de Ochako, si ya no le decía señorita Uraraka porque debía acostumbrarme a llamarla por su nombre sino las personas podrían sospechar que, si estamos en una relación y hay confianza, debería de llamarle por su nombre.
Ochako no vivía tan lejos como creía, es un punto medio entre la empresa y mi dónde yo vivo, no me quejo por la distancia por la gasolina de mi auto. Estacione el auto frente al departamento de la señorita, me baje, entre y hable con el encargado, él está ahí para tener un control de que visitas entran al edificio y comunicarles a los dueños si quieren recibirlas o no.
—La señorita lo espera en su departamento, planta cinco número 310.
Tomé el ascensor.
Caminé por el vestíbulo del elegante edificio con la ansiedad palpable en cada paso. La anticipación hacía que mi corazón latiera más rápido mientras ascendía por las escaleras hacia el piso indicado. Al llegar al pasillo, las puertas numeradas parecían interminables hasta que finalmente encontré la correcta.
Después de un momento de duda, levanté la mano y toqué la puerta. El sonido resonó en el pasillo, y por un breve instante, todo pareció detenerse. Esperé con la respiración contenida, y entonces, la puerta se abrió lentamente.
Mi corazón dio un vuelco inesperado. Su presencia era como un destello suave de feminidad y elegancia que iluminaba todo a su alrededor. El vestido rosa, que abrazaba su figura con gracia, dejó una impresión duradera en mi mente.
La forma en que el vestido se ceñía a su cintura y se desplegaba sutilmente hacia abajo, unido a esas mangas largas y el cuello delicadamente expuesto, creaban una imagen que me dejó sin aliento. No pude evitar notar cómo cada detalle se combinaba perfectamente, desde el reloj plateado hasta los tacones beige que complementaban el conjunto con refinamiento.
Su maquillaje, tan sutil como potente, realzaba su belleza natural, y su cabello ondulado hasta los hombros, con ese toque vintage de los años 60, añadía un encanto único. La sorpresa se reflejaba en mis ojos al verla; era como si hubiera caminado directamente desde una época pasada para capturar mi atención.
No pude evitar admirarla mientras se movía con gracia, y mi sorpresa se mezcló con una sensación de admiración. Aquella imagen de elegancia y estilo me dejó maravillado, y en ese instante, su presencia se convirtió en el centro de mi atención.
—Hermosa —balbuce con un calor en mis mejillas, nos reímos avergonzados, Ochako desviaba la mirada apenada y con una sonrisa me miró, sus ojos color chocolate brillaban con intensidad —que hermosa estas, Ochako —dije al fin sin vacilar.
De igual manera sus mejillas se tornaron más rojas, se notaba que era un color diferente al rubor que tenia de maquillaje.
—Gracias, Izuku. Te ves guapo con esa camisa negra —recargó su cuerpo en el marco de la puerta, nerviosos, aun nos mirábamos.
¿Por qué parecía una escena romántica? Debo olvidar esos pensamientos, no me llevara a nada nuevo, coloque una mano en mi pecho como si me avisara que debo apretar mi corazón para extinguir este sentimiento.
—¡Oh, si! —Gritó moviendo rápidamente su cuerpo, abrió mas la puerta —pasa, siéntate como en casa, voy por mi bolso.
Al entrar en el departamento, fui recibido por un ambiente que respiraba feminidad con toques de elegancia. Los tonos suaves y femeninos decoraban cada rincón, creando una atmósfera acogedora y refinada. Mientras mis ojos exploraban el espacio, noté detalles que hablaban de su gusto por la belleza y el estilo.
Los muebles, delicadamente seleccionados, aportaban un toque de sofisticación sin perder la esencia femenina. En una de las paredes, a lo lejos, se destacaba una gran ventana que ofrecía una impresionante vista de la ciudad. Justo frente a ella, como un guiño a la contemplación tranquila, se encontraba un taburete de madera clara. Invitaba a sentarse y perderse en el horizonte urbano que se extendía más allá del cristal.
A un lado, en una esquina estratégicamente iluminada por la luz natural que entraba por la ventana, descansaba un mini caballete de madera cubierto por una sábana blanca. Este detalle artístico sugería una inclinación hacia la creatividad y expresión personal. La sencillez del caballete, junto con la pureza de la sábana blanca, creaba un contraste elegante dentro del espacio.
La presencia del caballete y la sábana blanca sobre él desató mi curiosidad. Observé detenidamente el pequeño rincón artístico, y una reflexión fugaz cruzó mi mente. ¿Por qué alguien como Ochako tendría un mini caballete en su hogar? No parecía el tipo de persona que disfrutara manchándose la ropa con pintura. Sin embargo, mi pensamiento fue interrumpido por el eco de un recuerdo.
De repente, recordé el momento en que Ochako me había obsequiado una pintura. Aquel regalo tenía un valor especial y ahora, al ver el caballete, las piezas comenzaron a encajar en mi mente. La posibilidad de que tuviera una amiga artística, una compañera creativa que venía a su departamento para inspirarse y pintar, cobraba fuerza.
—¿Izuku? —Me llama en un tono preocupado. Veo que tiene una pequeña bolsa de mano blanca y en su otra mano una bolsa de regalo roja —¿Qué haces?
—Pensaba —me pase mi mano por mi mentón, me acerque más a mi jefa —tu amiga viene aquí a veces, ¿no?
—¿Amiga? ¿Qué amiga?
—La que hizo la pintura que me regalaste.
—Oh, si, si, eres muy analítico. —se ríe —Ella es tímida y no le gusta que su familia la vea pintar —baja la mirada y sonrió con tristeza —en realidad su familia le dijeron que no tiene talento para la pintura y que era mejor que se rindiera.
La miré con determinación, mi corazón lleno de molestia por las palabras desalentadoras que había escuchado sobre la amiga de Ochako. Quería ofrecer palabras de aliento y apoyo, así que tomé un respiro antes de dirigirme a mi jefa.
—Ochako, el arte es algo profundamente personal y valioso. No deberíamos dejar que las opiniones negativas de otros definan el valor de nuestra creatividad. Lo que importa en el arte va más allá de las críticas externas. Es la conexión única que cada uno tiene con su propia expresión creativa.
Me acerqué un poco más, buscando transmitir mi convicción.
—Dile a tu amiga que el verdadero talento y la belleza del arte no pueden ser medidos por estándares externos. Que encuentre fuerza en su pasión, que siga pintando porque eso le trae alegría y satisfacción. No se trata solo de impresionar a los demás, sino de encontrar consuelo y plenitud en el proceso creativo.
Sostuve la mirada de Ochako, expresando con mis ojos la esperanza que quería transmitir.
—Cada trazo, cada obra es parte de un hermoso viaje de crecimiento. Dile que no se rinda, que el arte es una expresión del corazón y cada uno tiene su propio ritmo para florecer. Que ignore las voces negativas y siga creando con amor y dedicación.
Deslicé mis dedos por uno de sus mechones, apartándolo delicadamente de su mejilla para preservar ese estilo de peinado tan característico de los años 60. La acción, aunque simple, provocó que sus ojos destilaran un brillo aún más intenso de lo que había notado previamente. Pude ver cómo el rubor coloreaba gradualmente su rostro.
Un suave roce en mi pie llamó mi atención, seguido de un maullido que confirmó la presencia del felino que, con seguridad, había sido la musa detrás de la pintura que me regaló su amiga artista. Un gato de pelaje exuberante y esponjoso y, lo más destacado, increíblemente dócil. Se dejaba acariciar con gusto, emitiendo maullidos y ronroneos que llenaban el espacio.
De reojo, observé a Ochako mientras ella, con delicadeza, se ajustaba las pestañas como si quisiera asegurarse de que su maquillaje estuviera impecable. Luego, se agachó con gracia y tomó al gato en brazos.
—Copito, mamá tiene que salir, pero regresará. Tienes tu comida, agua y arenero limpio. No hagas desorden —le dijo con un tono agudo, dedicándole besos cariñosos al felino.
La escena, llena de ternura y cuidado, dejaba entrever una conexión especial entre Ochako y su mascota. Mientras ella se despedía de Copito, la atmósfera se impregnaba de una sensación acogedora, como si la armonía reinara en ese pequeño rincón de su vida.
Pude sentir de nuevo aquel movimiento desenfrenado en mi corazón cuando mis ojos esmeraldas captaron como Ochako le daba un beso esquimal al felino.
—¿N-nos vamos? —Mi tono nervioso escapó de mis labios. Ella asintió y tomó sus cosas.
En ese momento recordé que tenía una bolsa de regalo roja, mi curiosidad se hizo más grande.
—Es costumbre que llevar un regalo a la prometida, y ese es mi trabajo. —Puso la bolsa de regalo en la encimera, sacó un estuche grande cuadrado color blanco y lo abrió, me sorprendió el contenido. —¿Bonito?
—Ochako —murmure su nombre por impresión —son perlas —arrugue mis cejas. —No sabía que era costumbre llevar un regalo, te pagaré el gasto.
Pero ella negó y rápidamente guardo el estuche.
—Soy tu novia, no me tienes que pagar nada, y no fue demasiado dinero, créeme.
—Pero, eres mi novia falsa.
—Esta noche nuestro amor será real, y no puedo dejar que mi novio quede en vergüenza al no llevar un regalo hermoso y a la altura —me guiñó el ojo y caminó hacia la puerta. Escuché a Copito maullar. —Adiós, mi bebé —le lanzó un beso a la distancia, y él se acostó dejando ver su estómago, me acerqué y me incliné para darle una caricia.
—Gracias, amor —le digo con una sonrisa burlona cuando llegó hasta la puerta.
Aquello la hace sonreír de igual manera.
—Entonces —comienza a decir una vez fuera del departamento mientras caminamos por el pasillo —somos novios de hace dos semanas, obviamente nos conocimos en el trabajo, me invitaste a salir, después yo a ti, y con el tiempo nos enamoramos.
—Eso diremos si nos preguntan —asiento, —ah, una cosa, hoy conocieras a mi madre.
—¡¿Que?! ¡Tan rápido! No estoy lista.
Observé la imagen que mi madre me envió por mensaje y logré llegar a la dirección indicada. Estacioné el auto en el espacioso espacio del edificio de un solo piso. A primera vista, el lugar parecía bastante amplio. Ayudé a Ochako a bajar del auto y nos dirigimos hacia el gran salón.
Me sorprendió gratamente al entrar. Aunque era solo una celebración de compromiso, el lugar parecía preparado para una boda. En la entrada, una pequeña sala de estar acogía cómodos sillones blancos alrededor de una mesa de cristal, adornada con un ramo de flores blancas. Espejos decoraban una de las paredes, y al fondo se encontraban los baños.
—Izuku, voy a retocarme los labios, vuelvo rápido, ¿sí? —me anunció Ochako.
Asentí, sintiendo la ansiedad por lo que se avecinaba. Quería tomarla del brazo y que no me dejara solo. Me sentía nervioso ante la posibilidad de encontrarme con compañeros de la facultad y no estaba listo para soportar sus comentarios y burlas.
Adentrándome en el gran salón, me encontré con mesas redondas rodeadas por al menos diez sillas, todas del mismo color, decoradas con centros florales. La mayoría de los invitados llevaba traje, lo que me hizo sentir fuera de lugar con mi simple camisa.
—¿Izuku Midoriya? —escuché una voz femenina detrás de mí y cerré los ojos momentáneamente, como si eso pudiera hacerme desaparecer. Me giré y allí estaba ella, Mei Hatsume, una "amiga" que solía burlarse de mí.
—Hola Mei, un gusto verte —le sonreí, mezclando emociones de nerviosismo e incomodidad.
Se acercó con una sonrisa amplia y se cruzó de brazos.
—Oh, sí, eres tú. Reconocería esa cabellera tuya en cualquier lugar —ladeó la cabeza—. ¿Dónde está tu acompañante? —Preguntó, buscando con la mirada—. Ay, no me digas —frunció el ceño y puso una mueca triste falsa—. En realidad, no existe, ¿verdad?
—¡Amor! —Intervino Ochako con una sonrisa, tomándome del brazo—. Aquí estás, pensé que te había perdido.
—Lo siento, amor —me disculpé riendo un poco. Miré a Hatsume, quien frunció las cejas, mostrando su molestia y frustración. Pensé que se burlaría de mí por no tener novia, como solía hacer antes—. Hola, mucho gusto, soy la novia de Izuku, Ochako Uraraka —extendió la mano hacia Hatsume, quien tardó unos segundos en estrecharla.
—¿De verdad eres su novia? —Preguntó, ignorando lo anterior.
—Eso dije —respondió con una sonrisa.
—No me lo creo —Hatsume dejó de estrechar su mano y jugaba con su anillo de compromiso—. Estaba segura de que Midoriya no estaba interesado en las mujeres o que no sabía cómo tratar a una.
—Tus suposiciones están lejos de la realidad, querida. Agradezco la fortuna de tener a Izuku a mi lado. Él me eligió entre muchas opciones. Así que, por tu propio bien, tal vez deberías reconsiderar esos comentarios poco apropiados —le entregó su regalo con firmeza, evitando cualquier gesto brusco. Las palabras de Ochako resonaron con elegancia, dejando claro que no toleraría la actitud de Mei—. ¿Vamos, cariño?
—Claro —extendí mi brazo y lo aceptó gustosa, caminando juntos en busca de la mesa donde se encontraba mi madre—. Gracias por tus palabras, Ochako.
—Ay, no me lo menciones. ¿Esa tipa que se cree para decir aquello? —preguntó en un tono molesto mientras apretaba su bolso de mano—. No puedo dejar que traten mal a mi novio. Se casará con Iida Tenya y se cree la reina del país. Hump —hizo un mohín y tomó una copa de alcohol de un mesero—. ¿Quién es ella?
—Una supuesta amiga desde la preparatoria, pero que se aprovechaba de mi amabilidad. En la facultad comenzó a tratarme mal, haciéndome el blanco de burlas por mis preferencias a cómics, series, mangas, videojuegos y por no tener novia —expliqué abatido al recordar cómo me hacía sentir.
—¿Y qué hacemos aquí si ella trató mal? —me miró directamente a los ojos, mostrando su molestia, lo que me causaba ternura.
—Porque mi madre nunca se enteró de lo que me hizo, y le tiene una estima tan alta que la quiere como a una hija.
—Ah, vaya problema —dejó la copa vacía en una charola que sostenía otro mesero y finalmente encontré a mi madre.
—La encontré, Ochako, conocerás a mi madre.
Mi madre nos recibió con una sonrisa radiante, y su entusiasmo al verme acompañado no pasó desapercibido. La atmósfera estaba llena de cálidas bienvenidas, y su rostro se iluminó aún más al dirigirse a Ochako con elogios sinceros por su belleza y su enfoque natural.
—Oh, Izuku, realmente tienes buen gusto —comentó mi madre, observando a Ochako con una expresión de admiración—. Esta chica es verdaderamente hermosa. Me alegra verte tan feliz, hijo.
Ochako respondió con gratitud, su rostro ligeramente coloreado por los cumplidos. La charla fluyó de manera amena, y mi madre no dejó de mostrar interés en la familia de Ochako.
—Cuéntame más sobre tu familia, querida. ¿Tienes hermanos o hermanas? —Preguntó con auténtica curiosidad.
Ochako empezó a compartir detalles sobre su familia —datos que yo en su mayoría sabia, que es hija única, ambos padres viven y así—, pero antes de que pudiera terminar, mi madre lanzó una pregunta que nos tomó por sorpresa.
—Entonces, ¿en qué trabaja tu familia, Ochako? —inquirió, y fue en ese momento que Ochako reveló su posición como presidenta de la compañía donde yo trabajaba.
La expresión de mi madre cambió de la sorpresa a la admiración, y rápidamente la conversación tomó un giro inesperado.
—¡Oh, eres la presidenta! ¡Increíble! —exclamó con entusiasmo—. Izuku, ¡realmente has conseguido a alguien increíble! ¿Cuándo piensan casarse? ¿Y cuántos nietos planean darme?
Tanto Ochako como yo nos atragantamos con los bocadillos y bebidas que teníamos en la mesa. La situación se volvió incómoda mientras intentábamos recuperar la compostura, con nuestras caras tomando un tono rojizo ante las preguntas de mi madre, que estaba claramente emocionada por la perspectiva de futuros acontecimientos.
Rápidamente tome una servilleta de seda color blanca y se la pase a Ochako para que se limpiara.
—¿Qué sucede? —Preguntó sin comprender. —El noviazgo tiene como finalidad el matrimonio, es normal pensar en boda y bebes.
Una vez que sentí mi garganta limpia, y tomé un poco de agua le respondí:
—Madre, Ochako y yo solo tenemos dos semanas de relación, es temprano para pensar en eso —le sonreí nervioso —por favor, no nos hagas sentir incomodos.
—Está bien, Izuku —me toca del brazo —es algo que también diría mi madre y lo entiendo —ella le sonrió a mi madre —si las cosas van bien podremos llegar a pisar el altar.
Esas palabras me golpearon como un relámpago, pero en un destello mi mente captó la realidad: era solo parte del juego, una actuación bien ensayada. Nada era real. nuestros sentimientos son falsos, una mentira, y debía verse como la auténtica verdad.
—¿Acaso mis oídos escucharon bien? Esa risa solo pertenece a la señorita Uraraka —la voz de un hombre interrumpió la charla entre mi madre y Ochako, ella se giró para verlo.
Si Ochako no me hubiera mostrado una foto no sabría quién era, pero ahora veo ante mis ojos a Iida Tenya, quien dirige la compañía Ingenium y que además es corredor de la Formula 1. Ochako es muy influyente.
—Tenya, es un gusto verte desde la otra vez, felicidades por tu compromiso —mencionó con una sonrisa —mi novio Izuku fue invitado por tu prometida.
Iida Tenya me estrechó la mano y no borró su sonrisa, se ajustó sus lentes cuadrados y siguió con la conversación.
—Si, Mei tiene muchos amigos que la aprecian.
—No estaría tan seguro de eso —murmure para después beber un poco de la copa con vino.
Ochako me tomo de la manga de mi camisa, como advirtiéndome que debía callarme, ella me escuchó, pero no el, y es mejor así, no quería tener que invitar una excusa o fingir que no dije nada.
Tocan mi hombro, me giro para saber de quien se trata a mi derecha estaba Hatsume con su amplia sonrisa.
—Me acompañas —me indica en un tono de voz muy bajo y me hace señas de la siguiera. Tomo un ultimo sorbo de vino, le digo a mi madre que cuide de mi "novio".
Hatsume avanzaba con paso apresurado, desplazándose con destreza sobre sus tacones. Me condujo hacia una imponente mesa donde reconocí varios rostros familiares, aquellos que una vez señalaron con dedos acusadores. Hatsume sonreía y reía mientras mantenía animadas conversaciones con ellos. Parecía orquestar esta reunión con maestría, ¿por qué disfrutaba causando molestias incluso después de tanto tiempo?
Intentaba provocarme, como si pensara que aún podía manejarme como en los viejos tiempos. Pero esta vez, no iba a permitirlo. Antes, mi única opción habría sido huir, inventar una excusa barata para evitar la incomodidad, pero ahora no me dejaría en paz. ¿Qué rumores esparciría sobre mí en mi ausencia?
Troné mis nudillos, inhalé profundamente y caminé hacia la silla que Hatsume señalaba con ironía. Resultaba irónico que, a pesar de ser ella la protagonista indiscutible de la mesa, la silla estuviera destinada a mí.
La reunión transcurría entre risas y charlas, pero sabía que mi presencia no pasaba desapercibida para Mei Hatsume y algunos de mis antiguos compañeros. De repente, la atmósfera cambió cuando Hatsume decidió abrir fuego con sus comentarios.
—¿Oh? ¿Midoriya, el eterno soltero, tiene novia ahora? —bromeó Hatsume con malicia, desatando risas de algunos de mis ex compañeros. Sabía que esto no sería fácil.
Intenté defenderme con firmeza, tratando de mantener mi calma a pesar de la hostilidad del ambiente.
—Sí, tengo una novia, ¿y qué? —respondí, tratando de que mi voz sonara segura, aunque por dentro la duda empezaba a nublar mis pensamientos.
Los comentarios hostiles no se hicieron esperar. Hatsume continuó con su ataque, sembrando la duda entre los demás.
—Seguro la alquilaste para que actuara como tu novia. ¿Dónde está la cámara oculta? —bromeó otro de mis ex compañeros, mientras el resto reía y asentía.
Cada palabra parecía un golpe directo a mi autoestima, pero me negaba a ceder terreno.
—No la alquilé, es real. Se llama Ochako Uraraka y es la mujer más increíble que he conocido —insistí, aunque mi voz temblaba un poco. Pero la incredulidad persistía en los rostros a mi alrededor.
Las risas continuaron, y los murmullos de desconfianza se propagaron como un virus. Me sentía atrapado en una batalla que no quería librar, pero debía hacerlo para defender mi verdad.
—No lo sé, chicos. ¿Alguien más lo encuentra tan improbable como yo? —comentó Hatsume, y las risas se multiplicaron.
Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando una respuesta que pudiera desarmar sus dudas. Respiré hondo y, con la mayor firmeza posible, continué defendiendo mi posición.
—Entiendo que sea sorprendente para ustedes, pero Ochako y yo estamos felices juntos. No necesito que lo crean, solo lo sé. —Mis palabras sonaron con más determinación, aunque la incredulidad persistía.
—Venga, Midoriya, esto es ridículo. Sabemos cómo eras en la universidad. —Dijo una chica que estaba cerca de Hatsume, con una sonrisa mordaz continuó: —. ¿Realmente crees que alguien como tú puede conseguir una novia de verdad?
La presión aumentaba con cada segundo, pero no podía permitir que mi pasado definiera mi presente. A pesar de la desconfianza a mi alrededor, mantuve mi posición.
—Las personas cambian. Y yo encontré a alguien que me acepta tal como soy. Pueden reírse todo lo que quieran, pero no voy a dejar que sus prejuicios determinen mi felicidad.
Las risas disminuyeron por un momento, pero la hostilidad persistía en sus ojos. Sabía que la batalla no había terminado, y la incomodidad continuaba ardiendo en el ambiente como un fuego incandescente.
Ochako apareció como un rayo de luz en medio de la penumbra. Su presencia irradiaba confianza y elegancia, y muchos quedaron momentáneamente en silencio ante su belleza. Saludó con cortesía a todos, aunque su mirada no ocultaba su molestia por el ambiente hostil que se respiraba.
Se acercó a mí con decisión, su rostro mostraba una determinación que nunca había visto antes.
—Izuku, olvidaste algo importante en el trabajo. Necesito que lo recojas ahora mismo —dijo en un tono firme, pero solo yo podía notar la tensión en sus ojos.
Tomó mi mano sin dudar, y juntos nos alejamos de ese círculo de hostilidad. Antes de continuar, se detuvo bruscamente, apretando mi mano con fuerza.
—¿Puedo decirles algo antes de irnos? —Su voz resonó con una frialdad que hizo que todos prestáramos atención—. He escuchado cada palabra de sus infantiles comentarios. No soy una chica que se alquila para jugar a sus ridículos juegos. Además, como representante de la compañía Uraraka, me duele ver que alguien vinculado a la familia Tenya participa en comportamientos tan denigrantes.
Sus palabras penetraron en el silencio, dejando en claro su desprecio hacia la situación. No era solo una amenaza vacía; Ochako tenía el poder de influir en las conexiones laborales y familiares. Hatsume, en particular, se vio envuelta en un halo de humillación frente a su futuro esposo y familia Tenya.
Ochako se detuvo su mirada frente a Hatsume, clavándole una mirada seria y desafiante.
—Recuerda lo que te dije antes, que te reservaras los comentarios fuera de lugar, querida. Conozco a la familia Tenya, y me llevo muy bien con sus padres —pausó, dejando la amenaza flotando en el aire—. Es sorprendente que siendo este un evento tan importante en la vida de su hijo, no estén presentes. ¿Será que se casarán en secreto o que, en realidad, no eres bienvenida en la familia Tenya? Ni siquiera el hermano de Iida se encuentra aquí.
Ochako sacó su celular y mostró el contacto del señor Tenya, dejando que la realidad de sus palabras se hundiera en Hatsume. La expresión de la joven cambió de la confianza a la incertidumbre, y la inseguridad se reflejó en su rostro.
—Así que, por favor, piensa dos veces antes de jugar con fuego, Mei —concluyó Ochako, con una frialdad que cortaba el aire. Luego, sin darle tiempo a Hatsume para responder, retomó nuestra marcha, dejando atrás a una Hatsume desconcertada y con la seguridad quebrantada.
Ochako caminaba con molestia mientras tomaba mi mano, nunca la había visto tan molesta, pero sus palabras, la manera en la que me defendió me hacia pensar que me alegraba mucho de tenerla en mi vida. Estaba seguro que no lo hizo solo porque yo era su novio falso, lo hizo porque era lo correcto.
—Muchas gracias, Ochako —le dije con una sonrisa, sentía que en cualquier momento me pondría a llorar. Este acto de amabilidad me había conmovido, nadie me había defendido tan bien como ella lo hizo.
—Izuku, no —se detuvo, me miró con su ceño fruncido, respiro hondo y aspiró para calmarse, me toco la mejilla, lo cual me sorprendí y me corazón se aceleró ante su caricia, me había limpiado una pequeña lagrima, «que vergüenza». Me dio un abrazo, por un instante me quedé quieto, pero se lo correspondí. —No mereces escuchar esas palabras, se que en este momento somos novios falsos, pero soy tu amiga real y hare lo que sea para verte feliz, no me importa tener que usar mi posición para asustar a los demás.
Nos reímos, sabia que Ochako no era la clase de persona que usaba su posición laboral y social para estar por arriba de otros, pero esta vez lo hizo por mí.
—De verdad gracias, Ochako, estar contigo me hace feliz —nos separamos del abrazo. —¿Qué fue lo que olvide en el trabajo? —Dije con una sonrisa burlona.
—Pff, nada —se rio. —Ya que estamos muy bien vestidos, ¿qué opinas de ir a cenar? Yo invito, necesito compensarte por lo de la feria —guiñó el ojo y asentí.
Su mano se extendió hacia mí, y sin dudarlo, la tomé. Lo que anticipé como una noche difícil, amarga y complicada, se despidió con un final perfecto: una cena íntima, solo nosotros dos. Me invadía una sensación de agradecimiento por tener a Ochako Uraraka en mi vida. Sentía la fortuna de compartir momentos como estos con alguien tan especial.
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Nota porque es importante decirlo:
Mis capítulos son largos porque me gusta poner cada detalle a la narración, como si visualizaran un comic. A veces me doy cuenta que algunos leen capítulos tras capítulos, como el fic de Pandora, y me sorprende porque hago capítulos que llegan hasta las 4,000 palabras y pienso que se pueden fastidiar si lo leen así jajaja.
Una cosa, al ser Midoriya quien narra toda la historia, el solo ve las cosas desde su punto de vista, no sabe si alguien le miente o no (a menos que sea muy obvio), los gestos esconden otras cosas, y aquí Izuku solo narró como se ve Ochako porque es lo único que le importa, fue lo único que le llamó la atención.
Total de palabras del capítulo: 5,327.
Gracias por leer. Al menos en este fic no voy a poner notas finales xp
—Eclipsa, fuera ♥
Actualización: 18 de enero.
Se me olvidó colocar una imagen. Para los nuevos lectores, podrán ver cómo lucía el cabello de Ochako:
Amo a Lizzie Olsen, y me gusta su personaje de Wanda, no importa lo que hizo mi bebé solo esta jugando (? Jajaja
Me olvidé de poner la imagen todo por publicar lo más rápido posible :p
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