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7. No es una cita, es una salida


Capitulo 7

No es una cita, es una salida

Había finalizado mi jornada laboral, guarde las carpetas en mi archivero, ordene el escritorio, y por último apague la computadora, mire la pintura que la señorita me había regalado y sonreí, en serio, que buen detalle de su parte.

Me despedí de Mina la cual me sonrió y guiñó el ojo, simplemente sonreí, no era una cita, pero esos gestos eran como si mi mejor amiga me estuviera deseando suerte. Aun así, sus consejos fueron buenos y me dieron excelentes ideas. Camine hasta llegar a la oficina de la señorita, toque un par de veces a su puerta y cuando escuche su voz, entré.

La señorita se encontraba en una llamada, me miró y me hizo una señal de que la esperara, simplemente asentí cerrando la puerta, me quede de pie, mirando su celular, abrí el GPS, no recordaba con exactitud la localización del lugar a donde llevaría a la señorita, no iba desde... la secundaria, increíble.

—Se lo aseguro, señor Yaoyorozu mi participación está asegurada, usted sabe que estoy a favor de la caridad, tengo en mente aquello que voy a subastar, además seria perfecto para hacerle una visita a mi amiga Momo —la mire sonreír, ese nombre me parecía conocido.

¡Por supuesto! Momo Creati, la mujer que había comentado a su fotografía de instagram, oh, acabo de recordar que le di seguí el perfil de mi jefa, que vergüenza, lo bueno es que la señorita esta tan ocupada que no lo ha notado, ¿verdad?

Ah, ya veo, el señor Yaoyorozu es el padre de la señorita Momo, deben estar hablando sobre la gala que serán en unas semanas.

—Me dio mucho gusto saludarlo, nos vemos pronto —y finalizó la llamada. —Hola Izuku.

—¿Qué tal señorita? ¿Esta lista? —Ella tomó su bolso y asintió. —Antes que nada, quiero aclarar que, aunque dije que era una cita, no, no lo es —me reía apenado, a lo que ella ladeo su cabeza y sonrió —no es una cita, es solo una salida.

—De amigos, ¿no? —Se rio también —lo sé, Izuku, claro que al inicio me sorprendió que hayas dicho cita, porque no se puede, ya sabes nada de romance real —se tocaba su cabello y reía nerviosa —no quiero que renuncies a tu trabajo y quedarme sin un vicepresidente financiero tan pronto.

—Eso jamás pasara señorita, me gusta mi merecido ascenso —dije con aire de superioridad.

—Además, el contrato dice que debemos tener salidas al menos una vez a la semana, nada mal, Izuku, ¿A dónde iremos?

Abrí la puerta y dejé que ella pasara primero, cerré la puerta después de salir.

—Es una sorpresa, Ochako. Por cierto, necesito conocer la dirección de tu casa porque iremos en mi auto —presioné el botón para esperar el ascensor. La señorita se quedó en silencio un par de segundos, lo que me hizo sentir incomodo, —o no...

—Estaba pensando que eso significa que dejare mi auto en el estacionamiento, bueno tendré que decirle al chofer personal de mi familia que me lleve al trabajo mañana —me dijo sin mirarme, pensé que tomaría un taxi, pero cierto, la señorita viene de una familia económicamente estable. Las puertas se abrieron y entramos al ascensor.

—¿Y estas bien con eso? ¿No quieres que pase temprano y te recoja para ir juntos... al trabajo? —La señorita me miró sorprendida.

—No, Izuku, no podría, no quiero ser una molestia, además el contrato no dice que hagas eso. Tengo tiempo sin usar los servicios del chofer, no pasa nada.

Únicamente asentí, tenía que decirle sobre la invitación, donde la presentare como mi novia. Dios, que vergonzoso. Vaya lio en que me tenía que meter, fingir una relación puede ser cansado, ¿no?

—Así que tienen servicio de eso, eh —comente de camino al ascensor. Pude notar la mirada de la señorita sobre mí, quizá preguntase a que dije eso.

—Mi abuelo suele usar el servicio para hacer viajes al banco, o simplemente para ir de paseo —se cruzó de brazos —tendré que decirle que tendrá que llevarme el chofer al trabajo, pasar a mi departamento.

—Oh, el fundador de la compañía, en cierta manera lo admiro —la señorita me miro impresionada —el solo sin ayuda de nadie fundo esta compañía a pesar de que nadie creía en él, es un gran esfuerzo, un buen empresario.

La señorita ladeo un poco su cabeza y pasaba sus dedos por sus sedosos cabellos lacios, estaba en un estado pensativa.

—No niego eso, tienes razón, mi abuelo fue un gran economista y empresario, pero... como abuelo no es bueno en absoluto —bajo la mirada la señorita, después suspiró tocándose su mejilla —sabes —comenzó, después chasqueo la lengua —mi abuelo conoce a la familia de Neito, y al parecer le agradaba para que fuera nuestra familia.

Me sorprendí por la confesión. No sabía bien sobre la posición de la familia Monoma, pero si el señor Uraraka estaba interesado, significa que aportaba una buena riqueza al patrimonio de la familia de la señorita.

—¿Un matrimonio forzado en el siglo 21? —Pregunte un poco burlón causándole una sonrisa a la señorita.

Las puertas se abrieron y caminamos hacia la salida y directo hacia el estacionamiento.

—Antes no lo veía así porque estaba enamorada de Neito, bueno te mentiría que, si te digo que ya lo dejé de amar, lo quiero, pero un poquito, muy poquito —me reí junto con ella. —Mi abuelo aún no sabe sobre el rompimiento, aun cree que iré con ese imbécil a la recaudación, y mi abuelo es... es... —se detiene frente a mí y me mira con preocupación —peculiar, Izuku. Le gusta la perfección, al menos tu nuevo puesto en la empresa no está mal, pero debes vestirte y compórtate de manera correcta.

En esos momentos la señorita parecía ser un manojo de nervios; preocupada y asustada. Simplemente le toqué los hombros y le sonreí.

—Tranquila, señorita, estaré preparado.

Caminamos hacia el estacionamiento, cada paso parecía hacer más ligera la tensión en el aire. La señorita estaba claramente inquieta por lo que su abuelo pudiera pensar de su supuesta relación conmigo.

Mientras nos dirigíamos al auto, no pude evitar notar la manera en que la señorita jugueteaba nerviosamente con las llaves en su mano. Parecía luchar con sus propias emociones y pensamientos, y sentí la necesidad de aliviar su ansiedad.

—Señorita, todo saldrá bien, ¿de acuerdo? —le dije, intentando transmitir tranquilidad. —Vas a manejar esta situación con tu abuelo, y estaré allí para apoyarte en lo que necesites.

Ella asintió con una leve sonrisa.

—Gracias, Izuku.

Al llegar al auto, abrí la puerta para que ella subiera y luego me acomodé en el asiento del conductor. Mientras arrancaba el motor, noté que la señorita Ochako parecía algo distante, sumida en sus pensamientos.

—¿Estás bien? —pregunté, tratando de romper el silencio incómodo.

—Sí, sí, estoy bien—, respondió, con una expresión preocupada. —Solo es que... mi abuelo puede ser intimidante. A veces olvido que tengo que mantener una cierta imagen frente a él, y esta situación con la gala... es como si estuviera en un terreno peligroso.

Comprendí su inquietud.

—Entiendo. Pero recuerda, ser auténticos en ocasiones como esta es lo más importante. Y no estás sola, Ochako. Estaré a tu lado todo el tiempo que necesites.

Ella asintió agradecida, sus ojos reflejaban un destello de alivio. La noche se extendía frente a nosotros, y el camino hacia la localización sorpresa, se llenó de una atmósfera más relajada mientras charlábamos sobre cosas más ligeras.

Pero, aunque compartía de una grata plática con la señorita no dejaba de pensar sobre su abuelo, el fundador, me hacía pensar que los problemas de la señorita, la raíz de que sea tan comprometida a su trabajo, sin tener un pasatiempo se debe a las exigencias de su abuelo, creí que era su padre quien la había dejado con una enorme responsabilidad sobre sus hombros, pero no lo creo, su padre solo seguía las órdenes del fundador.

Me sorprendía como a veces la mirada de la señorita podría pasar de una felicidad y tranquilidad absoluta a un martirio de emociones negativas y preocupaciones. Aun así, estaba más decidido a mostrarle una vida común y relajante.

—Que hermoso... —murmuró asombrada la señorita mirando las luces coloridas de las atracciones.

Sonreí con ternura al ver como en sus ojos se veía reflejado dichas luces. Mina tenía razón, llevarla a la feria que hace poco habían inaugurado seria todo un festival de sensaciones y emociones, parecía una pequeña niña yendo por primera vez.

«¿Y si era así?»

Ante mi pensamiento me sorprendí, no podía tolerar que la señorita nunca haya disfrutado de un algodón de azúcar, de subirse a la rueda de la fortuna, jugar en los puestos donde lanzan un dardo a la liana, inflar el globo con pistolas de agua.

Quería darle esas nuevas aventuras, que viera un mundo nuevo y se divirtiera. Aunque esta feria no era tan tradicional a mi país, tenía un estilo más americano, solo sabía que habían puestos de comida japonesa y con eso bastaba, podríamos comer un ramen casero dejando los lujos aparte.

Estacione el auto en un terreno decorado con pancartas de banderas de diferentes países, la decoración de colores entre dorado y rojo. Baje del auto y rápidamente fui hasta la otra puerta para abrirla, le tome la mano a la señorita, y ella la tomo amablemente sin borrar su bonita sonrisa.

—Ochako hoy no tendrás que cuidar de un estatus y una imagen porque únicamente estamos tú y yo, olvida todo aquello que te atormenta y pasamos una bonita noche juntos —los ojos color chocolate de la señorita brillaron y no sabía si era de nuevo, por el reflejo de tanta luz, un pequeño rubor rosa adornaba sus mejillas, sus chapitas; se veía muy hermosa.

—Encantada de pasar esta noche junto a ti, Izuku.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras caminábamos por la feria. El bullicio, las luces y los aromas de la comida se mezclaban en el aire, creando una atmósfera vibrante y animada. La señorita Ochako parecía encantada con el ambiente.

—Es la primera vez que vengo —comentó, con los ojos brillantes, mirando a su alrededor con asombro.

—¿En serio? —, respondí, sorprendido. —Bueno, estamos en el lugar perfecto para disfrutar la noche. Vamos a explorar y probar todas las cosas divertidas que ofrece esta feria.

Nuestra primera parada fue en uno de los puestos de juegos mecánicos. A pesar de su inicial renuencia, la señorita Ochako terminó disfrutando de un par de atracciones. Me di cuenta de que, entre las risas y los gritos de emoción, su preocupación y estrés parecían disiparse, al menos por un momento.

Luego nos dirigimos hacia los puestos de comida, y su emoción se multiplicó al ver las opciones gastronómicas disponibles. Probamos diferentes platillos japoneses, desde takoyaki hasta gyozas, disfrutando cada bocado mientras charlábamos sobre cosas más livianas, alejadas del estrés laboral y las presiones familiares.

—Me encanta —saboreando un takoyaki con una sonrisa. —Es agradable salir de la rutina. Gracias por traerme aquí, Izuku.

—Estoy contento de que estemos pasando tiempo juntos de esta manera —le respondí sinceramente.

Después de disfrutar de la comida, nos aventuramos hacia los juegos. Probamos suerte en el tiro al blanco y nos retamos mutuamente lanzar unos dardos a la liana, compitiendo en un ambiente grato.

En un momento, entre las atracciones, divise a lo lejos la famosa la rueda de la fortuna. La señorita Ochako parecía dudar en acercarse. Y no la culpo, a simple vista se ve lo alto, me hace preguntarme si le teme a las alturas.

—Eh... no sé —, dubitativa movía sus manos como si tratara de hacer una pared invisible. —No estoy segura de... bueno, no, nunca he subido a una, ¿será peligroso?

Me reí un poco por su pregunta, a lo que ella arrugó sus cejas y se cruzó de brazos.

—¡Oh no! —Apunte hacia la rueda y rápidamente la señorita miró hacia donde señale —se está cayendo.

La señorita dio un brinco asustada, chilló y cubrió su boca con sus manos, volví a reír, y ella simplemente me miró molesta y me dio un pequeño golpe en el antebrazo, creo que quería golpear mi hombro pero no alcanza.

—Ya —dije parando de reír. —Vamos, será divertido. Has tomado vuelos para ir otras partes, no te pasara nada, estarás conmigo —insistí, tome su mano. Nos dirigimos hacia la fila y, después de unos minutos un poco largos, estábamos a punto de subir a una de las cabinas.

La rueda de la fortuna nos brinda una vista impresionante de la feria iluminada por la noche. La señorita, aunque algo nerviosa al principio, relajó y desfrutó

Al bajar, su rostro muestra una mezcla de emoción y alivio.

—Gracias por convencerme de subir, Izuku. Fue... increíble —suspiró sin borrar su brillante sonrisa.

—Me alegra que te has gustado — respondí con una sonrisa.

El tiempo parecía volar mientras continuábamos explorando la feria. La señorita se sumergió en cada experiencia, olvidando por un momento de las responsabilidades, laborales y que debe actuar como una mujer perfecta. Hoy la había visto mostrarse de formas que nunca creí: gritaba, chillaba, daba pequeños brincos de emoción cuando competíamos, y se manchó la comisura de sus labios disfrutando de la comida casera que cada puesto ofrecía.

A medida que la noche avanzaba, nos encontramos rodeados de luces parpadeantes y risas. Nos detuvimos frente a un puesto de algodón de azúcar, y su mirada se iluminó de nuevo.

—¡Es una nieve colorida y comestible, me encantan estos! ¿Qué opinas? —exclamó con entusiasmo.

—Opino que no podemos irnos sin probar uno —bromeé, acercándonos al puesto.

La señorita Ochako en toda ocasión quería pagar, pero me negaba, se lo debía por haberme llevado a ese restaurante costoso de ramen picante.

Antes de probar el algodón de azúcar el grito sorpresivo de la señorita me detuvo. Me pidió que quería tomar una foto, eso me puso avergonzado, pero me dijo que debía parecer real nuestro romance ante sus conocidos que irán a la gala. No tenía opción, debía cumplir con esa parte del contrato.

La señorita tomo una selfie en donde salíamos a punto de comer el algodón de azúcar.

—Oh —dijo con picardía y me miró —¿ah sí? —Me mostro su celular. No entendía a que se refería, pero note que estaba en Instagram y estaba en el apartado de las notificaciones.

—Ahhh si, eso —me comencé a reír por los nervios, ella soltó una gran carcajada.

—Está bien, ahora será más fácil mencionarte en mi post —guiñó el ojo —y listo, se ha publicado.

Pasando por ese vergonzoso momento para mí, nos deleitábamos con el algodón de azúcar, disfrutando de la dulzura y la ligereza del momento, su risa y sus expresiones de felicidad se convirtieron en el mejor cierre para esa noche inolvidable.

Después de pasar un tiempo maravilloso explorando la feria y compartiendo momentos memorables, nos dirigimos hacia el auto. La señorita Ochako parecía más relajada, con una sonrisa que aún no abandonaba su rostro.

Mientras caminábamos hacia el vehículo, el ambiente parecía más tranquilo. Las luces de la feria se desvanecían a medida que nos alejábamos, pero la chispa de diversión en los ojos de la señorita Ochako permanecía intacta.

—Gracias por esta noche, Izuku —dijo mientras nos acercábamos al auto. —Fue increíble.

—Me alegra que lo hayas disfrutado —respondí abriendo la puerta para que ella pudiera subir.

Después de que se acomodara en el asiento del pasajero, cerré la puerta y caminé hacia el lado del conductor. Encendí el auto, y mientras conducíamos, la atmósfera se tornó más dulce.

—Te dejaré en tu departamento —anuncie.

—Sí, por favor —dijo suavemente. —Te diré mi dirección.

El viaje fue tranquilo, con una sensación de calidez en el aire. Las palabras eran innecesarias en ese momento; el silencio era cómodo, y ambos parecíamos disfrutarlo.

Pronto llegamos a su edificio, y estacioné el auto. Ella se giró hacia mí, con una expresión serena y agradecida.

—Gracias por todo, Izuku —dijo con sinceridad. —Realmente aprecio esta noche.

—Fue un placer compartir esto contigo —dije con una sonrisa. —Si alguna vez quieres repetir una noche así, estaré encantado de acompañarte.

Ella asintió, estaba a punto de bajar del auto, pero le tome la mano deteniéndola, pudo notar como eso la tomó por sorpresa haciéndola sonrojar, miraba mi mano sobre la suya, después levantó su mirada esperando que explicara que estaba haciendo.

—Ochako —comencé, no estaba nervioso, pero debía decirle sobre la invitación.

—Es la tercera vez que me llamas así hoy —sonrió con timidez.

—Es porque tu nombre es muy bonito de pronunciar —no sé porque dije aquello. Fue un impulso, era como si mis labios se movieran antes de pensar si era correcto o no. Carraspeé, —debia decirte algo —susurro.

—¿Y —hace una pausa y se acomoda mejor en el asiento —que es?

—Una ex compañera de la facultad me ha invitado a una celebración a su compromiso, mi madre le dijo que iría con alguien, ¿lo recuerdas? —La señorita asiente —es este sábado, dentro de dos días.

Sonríe un poquito y de nuevo asiente.

—Me darás los detalles mas tarde. —Después de una pausa mutua, de nuevo sonríe, y suelto su mano, me apena saber que todo este rato la estaba sosteniendo, pero no parecía molestarle. —Buenas noches, Izuku, en serio gracias por todo —suspiro alzando sus hombros sin borrar su sonrisa —fue mágico.

—Buenas noches, O-cha-ko —digo su nombre en silabas haciéndola reír.

Bajó del auto y se despidió con un gesto amable dirigirse antes de su edificio.

Mientras conducía de regreso a casa, reflexioné sobre la noche. Verla disfrutar de momentos simples y genuinos había sido realmente gratificante. Esperaba que, de alguna manera, esa noche hubiera logrado aliviar un poco la presión constante que parecía acompañarla siempre.

La idea de estar de estar para ella, incluso en situaciones simples como una noche en la feria, me llenó de una sensación de satisfacción y calidez.

Aparqué el auto y me recosté en el asiento, perdido en mis pensamientos.

—Es una lástima que no fuera una cita real — murmuré para mí mismo.

Aquella frase parecía contener más significado del que estaba dispuesto a reconocer. Tal vez, entre líneas, estaba descubriendo algo, y que en el fondo sabía que era, pero debo olvidar esos pensamientos; no me llevaran a nada bueno.

La idea de que algo más estuviera floreciendo en mi interior parecía resistirse a ser ignorada. Aun así, sabía que mezclar sentimientos reales con esta farsa solo causaría complicaciones. Entonces, decidí apartar esos pensamientos, al menos por ahora, y me dispuse a enfocarme en lo que debía: mantener las cosas claras y simples.


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