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5. Mesa redonda


Capitulo 5

Mesa redonda

Tener que evadir las preguntas de Mina había sido una tarea tan agotadora, tuve suerte en que viniera Kirishima y la recogiera al terminar el turno de nuestra jornada. Según recuerdo hay una clausula en donde se menciona que una persona puede enterarse sobre esta farsa, y sin duda alguna Mina lo tiene que saber, si no se lo cuento se enterara de alguna forma u otra y podría complicarlo todo.

Solo que se lo diré de inmediato, quizá en unos días. Mi jefa después de tener un almuerzo no nos dirigimos mas la palabra, creo que ya habíamos hablado lo que teníamos que hablar solo me dijo que me preparara para mañana y no se a que se refiere... pero tengo una idea.

Tal y como mi madre me lo dijo en la videollamada, me envió una fotografía de la invitación para asistir a la celebración del compromiso de mi ex compañera de universidad. No conocía el salón del evento, pero cuando lo busque en el navegador y mire las fotografías del lugar, se trataba de esos salones elegantes para celebrar una graduación o una boda.

Hatsume gana demasiado bien o su prometido está en una posición alta. No me interesaba leer con quien se casaría, después de todo solo asistiré porque mi madre me condiciono. En dos días es la celebración.

Se lo tengo que comentar a la señorita Uraraka para que me aparte un lugar en su agenda... no, el contrato dice que es obligatorio, solo le avisare que tenemos este compromiso. Podría ser esto un ensayo, así podremos practicar que tan natural nos vemos fingiendo ser novios.

Me revuelve el estomago de tan siquiera pensarlo, no es porque la señorita no sea hermosa, porque lo es sin dudas, solo que me pone nervioso estos temas, nunca he besado, y no se si lo hare bien, espero que sí. No me gustaría que se riera frente a mi cara.

“Mamá, ¿pasare a recogerte el sábado?”.

Le mande el mensaje de texto. Rápidamente lo vio y escribió su respuesta.

“No, cariño”.

Eso fue cortante. Después agregó:

“No me gustaría incomodar a tu acompañante. Tomare un taxi”.

Rodee los ojos y suspire, bien no esta nada mal.

Ahora que lo pienso, mi madre podría convertirse en una audaz agente de policía para conocer todo sobre mi fingida relación. Querrá preguntar todo, como se inició, quien dio el primer paso, cuanto tiempo llevamos de noviazgo, los pasatiempos de la señorita. Prácticamente mi madre vera a la señorita como su futura nuera, y no quiero que se encariñe demasiado con esa idea, ¿y si hago que mi madre deteste un poco a la señorita?

«Pero que estupidez ronda por mi cabeza».

Me regañe internamente. Una persona adulta pensando estos líos como si fuera un adolescente, me debo de comportar, no tengo 15 años, ni a esa edad pensaba en el romance, me debo de centrar en solo hacer mi trabajo, cumplir con el contrato y listo.

Nada complicado, después de todo los rompimientos son mas normales, aunque estemos en nuestros veintes aun seguimos en esta etapa de la vida que no sabemos con certeza que queremos; nos sentimos tan capaces de hacer cualquier cosa, de mover montañas, pero al mismo tiempo no tenemos idea que haremos con nuestra vida, es como correr sin saber a donde vamos, pero solo avanzamos porque todos lo hacen, porque quedarse atrás, estancando no es una opción.

Pero, aquí es difícil... Solo me queda comparar mi situación con nuestros vecinos de Corea, allá si que la tiene difícil, poner sobre todo el trabajo, dejando la felicidad atrás, no poder casarte si tu pareja no gana lo mismo que tú, si no tiene esos estatus y prestigio que tú, al menos aquí en Japón no es tan estricto como en Corea, pero no se porque me hace sentir presionado.

Tengo un buen trabajo, un salario bien, que se que pasara a mejor, pero mi madre esta obsesionada con verme formar una familia.

Me preocupo demasiado, lo único que debo hacer es vivir mi vida a mi manera y a mi ritmo, nada de prejuicios sociales.

«Y como quiera estoy envuelto en esta mentira...».

Ante estos oscuros pensamientos decidí que lo mejor era darme un relajante baño de tina, no por nada decían nuestros ancestros que así se purificaba el alma. Mañana será un día muy movido por no decir que será un escándalo.

Pase la toalla por mi cabello para quitar el exceso de agua, mi celular vibro, hice una mueca, esperaba que no fuera Mina. Es complicado evadir sus mensajes. Con duda tomo mi celular y me sorprende el mensaje.

Un numero desconocido me envió un texto.

Desbloque el celular y entro a la aplicación de mensajería. No tenia imagen de perfil, se veía la típica imagen del avatar gris predefinida, supongo que es porque nadie puede ver tu imagen hasta que lo agregues.

“Hola, ¿cómo estás?”.

Eso decía el mensaje, por un momento pensé que Hatsume Mei había conseguido mi número telefónico, pero si así fuera me diría por el apodo que se me conoce.

“¿Podrás dormir? No estoy pensando que esto sea una mala idea, pero se siente raro tener un novio falso”.

—¡Ah! —Exclamé cuando entendí quién era la persona detrás de la pantalla. Rápidamente abrí el menú del chat y agregué el numero de la señorita. Ahora veía al menos colores en su foto de perfil.

“Señorita Uraraka, me ha dado un susto, no sabía que era usted”.

Tecleé rápidamente.

“Que si podre dormir? Si, pero la verdadera pregunta es: seremos capaces de engañar a todos?”.

“O-CHA-KO”.

Sonreí cuando leí que me corregía por haberla llamado así.

“Dicen que para que una mentira funcione primero debes creer en ella. Así que, bajo esa hipótesis, debemos creer que nos sentimos enamorados. Sabes cuando era una niña, la segunda profesión que quería era ser actriz”.

“Y cuál era la primera?”.

La señorita Uraraka escribía y escribía el mensaje, pero no lo enviaba, me daba curiosidad no creo que diga que quería ser astronauta, me sentí en mi cama mientras esperaba.

“No te rías, pero quería ser... un superhéroe”.

Sonreí con ternura, la señorita parece tener un lado muy adorable.

“Que dulce. Apuesto a que tenías tu propio disfraz (っ^▿^)”.

“¡Te dije que no te rías, Izuku!”.

Pero era tarde, me estaba riendo, pero no de ella, sino de lo tierna idea de que haya diseñado su vestimenta de héroe.

“No tiene nada de malo, también me gustaría ser superhéroe, de hecho, de niño quería tener el poder de la fuerza para ayudar a mi madre con las tareas de hogar”.

“¿Y también te mandaron hacer un traje de superhéroe?”.

“No, solo lo dibujé y lo medio hice con las telas viejas que mi madre tenía”.

“Es una pena, si nos conociéramos desde niños te mandaría hacer un traje de superhéroes y jugaríamos en mi jardín”.

Justo cuando estaba por responder, eliminó el mensaje, eso me confundio.

“Perdón, estoy diciendo tonterías sin sentido”.

Hice una mueca triste, de alguna manera ese comportamiento ya lo había visto, pero en mí. Tener que callar lo que sentía, lo que pensaba; porque a otros eso les parecía aburrido y nada interesante. Fruncí el ceño, no me gustaba que la señorita tuviera ese nudo en la garganta, sabia a la perfección ese sentimiento amargo.

“No te disculpes, Ochako. Podemos hablar de lo que tú quieras, te escuchare y pondré atención”.

Le escribí con determinación, estoy diciendo lo que a mí me gustaría haber escuchado. Siento como si la señorita tuviera que reprimir como es en realidad para estar al perfil social que su familia y estatus le inculcaron. Y odio eso, las personas no deberían de ponerse mascaras para tener que encajar, deberían de ser ellas mismas.

—¡Oh no! Le he llamado por su nombre —me sentí nervioso, pero debería de acostumbrarme a llamarla así, solo que ahora era raro, no sé porque eso había acelerado mi corazón si no estoy en peligro de muerte.

Debe ser por haber recordado viejas memorias que atormentaban mi pasado de niño marginado y friki.

La señorita no respondía, había leído mi mensaje, seguía en línea, pero no daba señales. Creo que estuvo mal llamarla por su nombre.

“Señorita Uraraka?”.

Veo que ahora si esta escribiendo.

“¡Aquí estoy!”.

Incluso con los mensajes de texto usa los signos. Es como si nunca se relajara.

“Gracias”.

Vuelve a escribir.

“Mañana será un gran día, especialmente para ti. Buenas noches, Izuku, descansa”.

Mire la hora mi celular y eran las diez y cuarto de la noche, temprano.

“Buenas noches. Descansa señorita Uraraka”.

Me despedí sin más, se fue del chat, pero yo seguía ahí, por inercia mire su foto de perfil y toque la foto, se abrió de mas y podría apreciar mejor. Es la señorita Uraraka sonriendo hacia la cámara mientras abrazaba a una oveja bebe muy peluda, sus ropas se veían muy casuales y cómodas, nada comparada con su vestimenta formal y su cabello recogido una pequeña coleta.

Podría ser ella la verdadera señorita Uraraka.

—Se ve muy linda...

Cerré los ojos, no podía dejar de repetir aquella escena donde la señorita borró el mensaje, fruncí mis cejas, indagando mas sobre mis memorias, entonces abrí mis ojos. Tenia una pista: su ex novio.

Aquel hombre que vi en una fotografía de Instagram que estaba abrazando a una mujer de cabellera roja o anaranjada, no recuerdo bien, pero su usuario. ¿Cómo era?

—Neito... Neito —murmuraba —¿Ghostbusters? —Negue mientras me sentaba en mi cama, no, no, no, era algo parecido... —Ghost, ghost... ¡Phantom! —Troné los dedos cuando recordé su usuario completo, ahora solo falta escribir bien el orden.

De cualquier forma, son de dos maneras, el apodo ese y su apellido o su apellido y el apodo. Ingrese a Instagram, tenia ventaja al ya estar registrado, no es que publique fotografías de mi o lo que hago, pero sigo a famosos, artistas, dibujantes de comics y eso.

Por suerte su cuenta no estaba privada y entendí por qué, es un sujeto que le gusta presumir todo lo que tiene, había fotos de él, las más recientes en donde se encontraba con ropa casual, una camisa con dibujos de piña, un short mientras sonreía de pie frente a un yate. Busqué más fotografías y encontré una donde estaba la señorita Uraraka y el.

La descripción: Un gran hombre junto a su chica.

—¡Así o mas ególatra! —Hice una mueca de asco —¿Por qué la señorita se fijo en un tipo así?

En esa foto la señorita sonreía, una muy bonita sonrisa, inocente y tierna, que hacia un enorme contraste con aquella sonrisa cínica y egocéntrica de su Neito. En los comentarios resaltaban dos, uno de una mujer que su usuario es Creati.Momo que escribió "también tu chica es una gran mujer", no se quien sea ella, pero me cae muy bien, y otro comentario que resultó ser el de mi jefa, no decía nada mas que emoticones de corazones y brillos. Leí su usuario: Ura.Ochako, acortó su apellido.

Ni siquiera note en qué momento había presionado su nombre para ver su cuenta, —que por cierto no estaba en privada—, hay muy pocas fotos, de ella en un auto, de ella entrenando eso que dijo que es aikido, otra donde esta en el aeropuerto, una donde solo tomo foto a un ramen y comida japonesa, creo que es el ese restaurante a donde fuimos hoy.

No había nada de ella y Neito, creo que borró las fotografías, y me parece perfecto. Estaba regresando a la parte principal, mi feed, pero sin querer le doy en el botón de seguir. Cerré los ojos y contuve la respiración... que imbécil...

—Ahora pensara que soy un stalker.

.

.

.

Ante de que la alarma sonara me levante, con una ventaja de diez minutos, me sentía nervioso, pero también era algo que quería que pasara, era entre nervios de emoción y temor, no lo sé, me sentía entusiasmado.

Me di un baño, cepillé mis dientes, peine mi cabello, en toalla salí del baño, abrí el armario y busque una camisa larga color negra de botones junto a un pantalón de vestir, planche mi ropa, me vestí y opte por usar un poco de colonia.

Mire el reloj de mi celular y estaba en una buena hora, de hecho, podría hacerme el almuerzo, mejor lo deje pasar, no sabia si la señorita quisiera pasar conmigo la hora de comida o no, y no quería desperdiciar la comida que preparo.

Cuando te sientes nervioso por cualquier cosa el tiempo pasa rápido, mi hora de entrada es a las 8:30 am, así que mejor considere salir de mi departamento para conducir con calma.

Escuchaba música durante todo el trayecto, me concentraba en el camino, pero era como estar en piloto automático, hacia las cosas por memoria muscular o que se yo, pero mi mente estaba ida, pensando en algunas cosas, en esa asistencia al compromiso de Hatsume Mei, en mi fingida relación con la señorita y lo de hoy.

Llegue, estacione el auto, tome el elevador y me dejo en la planta mas alta, caminaba por el pasillo hacia mi oficina que también es el mismo donde se encuentra la oficina de la señorita. Mire por los cristales que la señorita estaba ya en su oficina.

—Buenos días, señorita Uraraka —dije una vez que toqué la puerta para entrar, se encontraba en la silla leyendo unos papeles. Levanto su mirada y frunció el ceño, eso me puso nervioso.

—Ya te dije como me llamaras, Izuku, buenos días para ti también —dijo en un tono entre cansado e irritado, cerré la puerta y me encaminé mas.

Sonreí un poco, tenia en mente algo.

—Buenos días, mi amor, ¿Cómo amaneciste? —Le sonreí de forma coqueta mientras aguantaba la risa.

Lentamente mire como la sangre se acumulaba en sus mejillas sonrojándolas y levanto la mirada.

—Hey, hey, atrevido —se cruzó de brazos.

—Atrevido seria darte un beso, pero no lo hare, tranquila señorita Uraraka —puse mis manos sobre el respaldo de la silla.

—Posiblemente me tengas que dar besos —dice sin nada de titubeo, pero a mi eso me hizo sentirme nervioso, luego se ríe —ay, pero que tierno, estas colorado. Si seremos una falsa pareja debemos de aparentar una, pero prefería dejar los besos de lado, solo serán un recurso que se usara si es necesario, y no tienes que fingir que me amas si solo estamos los dos —me apuntó con su bolígrafo —pero debes llamarme por mi nombre o las personas lo verán raro.

—Entendido, jefa —asentía. —Por lo papeles en tu escritorio, puedo pensar que llevas tiempo aquí.

—Y es correcto, Izuku, soy la presidenta de esta compañía —hizo una mueca —estoy aquí desde la siete de la mañana.

Fruncí el ceño, y ladeé un poco mi cuello.

—Pensé que al ser la jefa podrías estar mas relajada —esta vez decidí sentarme.

—No, es todo lo contrario, es mas trabajo, mas responsabilidad, para esto me prepare desde que era una niña —sonríe, pero con tristeza.

Aquello no me gustó, amo mi trabajo, me gusta lo que hago, no me arrepiento de elegir la contabilidad.

—Pero, al final, amas lo que haces, ¿cierto?

Dejo de mover su mano sobre los documentos, se quedó quieta, torció sus labios.

—A ti te dejaron elegir, a mí no, Izuku, soy la única hija del matrimonio Uraraka, mis padres querían que dirigiera la empresa, no querían que alguien ajeno lo hiciera... —suspiró.

No cabe duda que las personas siempre tienen una mascara y esa es la que usa para presentarse a la sociedad.

—¿Y que es lo que querías? —Pregunte mientras la miraba atentamente, levantó su cabeza, mis ojos conectaron con los de color chocolate de ella, pero no se veía nada, ningún brillo, un color que, aunque fuera café parecía ser más uno oscuro, tirándole a una nublada noche.

—No tengo idea —respondió sin si quiera pensarlo, antes de poder decir algo continuó: —mi padre ya había construido mi futuro cuando me encontraba en la incubadora, ¿fascinante no te parece? Mientras que las personas se cuestionan que es lo que desean, yo, únicamente sigo un libreto para no desviarme de mi camino —suspiró y cerró los ojos, —tener la incertidumbre de no saber que hacer con tu futuro nunca lo experimenté, pero envidiaba a mis compañeros, ellos tenían algo que yo nunca tuve —después abrió sus ojos, —la liberta de elegir.

Sentí una opresión en mi pecho, me dolía, era como si me hubieran herido físicamente. Sabia que no pude ocultar mi sorpresa, pues esa melancólica sonrisa que me regaló me confirmaba que mis gestos fueron evidentes, no sabia que decirle, pero sabía que podía hacer.

Había pensando que durante las cuatro semanas de esta relación falsa solo seria como si fuera un trabajo, un beneficio para ambos, pero ahora lo que quiero es lograr que en esas cuatro semanas la señorita Uraraka experimente lo que es no ser hija de una familia rica, que no se sienta presionada, llena de responsabilidad y pueda decidir.

Me sorprendía que tuviera la confianza para contarme esto, no se si lo hizo porque se sentía frustrada o porque debemos conocernos poco a poco, pero se lo agradezco, cambió mi visión por completo.

—Ochako sé que esto es solo para obtener beneficios, pero quiero mostrarte una perspectiva diferente de la vida. Así que —me puse de pie, eso la había sobresaltado y me miraba atentamente —te invitare a una cita —le sonreí, y sus mejillas brillaron un poco. —¿Qué me dices? ¿Aceptaras?

La señorita parpadeo un poco, bajo la mirada y pude notar que sonrió.

—Es la segunda vez que me llamas Ochako —dijo aun con la mirada baja —es un avance, —me miró al fin y asintió. —Está bien, acepto, ¿A dónde iremos? ¿Cuándo? Necesito organizar todo para ese día —abrió su cajón del escritorio y sacó esa libreta de cuero color rosa y cuando la estaba hojeando se la arrebate. —¡Izuku! —Se quejó mientras fruncia el ceño.

Puse mis manos sobre el escritorio y me acerqué mas a ella, mirando sus ojos chocolates que aún seguía frunciendo el ceño.

—En las citas no se hace toda una planeación, pasan de forma espontanea —declare con firmeza, me extraña como es que no sabia eso si la señorita tuvo novio, a no ser que... «Oh no» —¿escribías qué tenias que hacer en cada cita como si fuera un evento de tiempos?

Hizo una mueca.

—No.

Miraba sus ojos chocolate.

—Bueno, si... —se alzó se hombros. Me aleje para después cruzarme de brazos, —pero, ¿espontaneo? Eso nunca sale bien.

—Ese es tu problema señorita, quiere tener todo controlado, supervisado, no eres una reina, no tienes que tener todo un cronograma de tu vida, tampoco un horario de comida, ni hora de sueño, basta de eso, tienes —me lleve mi mano a mi mentón, estaba pensativo —¿22 o 23? No lo sé, pero eres joven, muy joven, estas en una etapa de disfrutar tu vida, no controlarla. ¡Dios! —Exclame mientras pasaba mi mano por mi cabello —ni siquiera el rey de Inglaterra tiene su vida controlada minuto a minuto, relájate, y déjame esto a mí.

Se quedo callada mirándome fijamente, hizo unos ejercicios de respiración y relajo sus hombros.

—Supongo que tienes razón... —asentí después de esa pausa larga y estiró su mano —al menos me regresaras la agenda.

Me acerqué a su escritorio, y le di un ligero —nada fuerte— golpecito en la cabeza con el lomo de la agenda colorida rosa.

—Nope —sonreí —esta confiscada, presiento que la usaras en secreto para seguir organizando tu vida, tener un poco de desorden no es tan malo como crees. Te ayudara a aceptar las debilidades que puedas tener, las personas no tan perfectas como tus padres te inculcaron ser.

Arrugó sus cejas y también achico los ojos, pero lejos de darme miedo, eso parecían los gestos de una pequeña niña, adorable.

—Es mi favorita... —murmuró. —A las 10 hay junta, y estarás ahí, ahora fuera de mi oficina o te despido, Midoriya Izuku.

—Entendido, jefa.

.

.

.

Faltaban solo cinco minutos para la junta directiva, de nuevo los nervios invadían mi cuerpo, nunca había entrado a ese lugar, era muy extraño para mí. Abrí la puerta corrediza de madera, cuando entre las pocas voces que se escuchaban habían cesado. Mire a las personas, claro que los conocía, las personas importantes de la empresa, pero ellos no me conocían a mí.

Rápidamente sobre esa mesa alargada con forma de u busque a la señorita, pero para mi sorpresa no estaba.

—Buenos días —salude con una sonrisa, algunos asintieron en forma de respuesta, pero nadie respondió.

Escucho que la puerta se estaba abriendo y me hice a un lado, entró la señorita Uraraka y me alegré.

—A buena hora, Izuku, toma asiento a mi lado izquierdo —ni siquiera me miró, caminó a su silla que se encontraba en la otra punta de esa u. —Buen día, esto será rápido.

Tome asiento, estaba a mi lado un hombre de cabellos violetas con un semblante entre cansado e irritado, frente a mi estaba un hombre que parecía ser un poco mas mayor que yo, solo unos pocos años, su cabello era como en tonos lilas, pero parecía estar ¿asustado?

—Como ya sabrán todos, el señor Takemushi ha estado con nosotros la mitad de su vida, y entre los dos, tomamos una decisión, la cuál es, que su momento de disfrutar de la jubilación —dijo, mientras su tono amable se perdía entre una ligera sonrisa.

—¿Quiere que busque a un nuevo candidato para el puesto? —Preguntó el joven a mi lado, el de mirada cansada. —El señor Takemushi hizo un excelente trabajo, debe ser una persona que este a su altura o superior, estimo que en cinco días podre tener el candidato perfecto que busca.

La señorita dibujó una sonrisa mientras jugaba con su bolígrafo. Eso había desconcertado aquel sujeto.

—No hace falta Shinso, el candidato perfecto se encuentra en esta sala. El joven, Midoriya Izuku será el nuevo vicepresidente financiero de esta empresa —me señaló con su mano abierta manteniendo esa sonrisa firme.

Dude por unos segundos, debatiéndome que debía hacer. Permanecer sentado seria una falta de respeto al igual que no hacer nada. Únicamente pude sonreír e inclinar un poco mi cabeza, como si hubiera sido una reverencia.

—Buenos días, compañeros. Me ocupare de todas las funciones que el señor Takemushi hacía, y les demostrare que estoy a la altura —dije en un tono de voz firme, seguro de lo que había dicho, sonreía a todos, pero algunas miradas dirigidas a mi persona únicamente se dedicaban a alzar una ceja.

—¿Una objeción? —Demandó la señorita Uraraka, su tono voz te hacia sentir que si estabas en su contra tendrías que tener muchas agallas para reclamarle.

El hombre de cabellos violetas de nombre Shinso simplemente suspiró, se pasó su mano por su nuca.

—Ninguna, Uraraka. Me has ahorrado tener que lidiar con las personas, no me gusta —sonrió de lado.

Se escuchó una risita, aquella señorita de cabello tan oscuro como la noche le sonrió.

—¿Cómo es eso posible? Si eres el encargado del departamento de recursos humanos, es obligatorio tener que tratar con personas —se cruzó de brazos mirándolo con una sonrisa juguetona.

—Tienes razón, es muy irónico, Asui. A ti te gusta convivir con las personas y estas en ventas, donde tus únicos amigos son los números y libros, ¿no te gustaría cambiar de puesto?

La señorita Uraraka fingió toser atrayendo la atención de los demás. ¿Ellos dos estaban coqueteando?

—Hay algo mas —se aclaró la garganta —en los últimos días del mes asistiré a una gala. Ya saben, la que se hace cada año, donde se hacen una subasta, cada presidente de la compañía que este invitado asistirá, y esos fondos se van para organizaciones de caridad. No estaré por esos días, por lo tanto, dejare a cargo a nuestro vicepresidente favorito, Tamaki.

Aquel hombre reflejó el horror en su rostro, se llevó sus manos a su sien.

—¿De nuevo? No me gusta, ¿en esta temporada vendrán los estudiantes de ingeniería y licenciatura a hacer prácticas? ¿Puede Asui tomar su puesto, presidenta? —Su voz parecía tan temblorosa que sentía que en cualquier momento aquel hombre se haría pedazos.

La señorita Uraraka se puso de pie y fue hasta la mesa donde se encontraba una cafetera y sirvió una taza de café que se la entregó al vicepresidente. Le dio palmaditas en la espalda y le susurraba cosas.

Nunca había visto a una persona actuar de esta manera...

—Lo harás bien, siempre lo haces Tamaki —le dijo dulcemente mientras sonreía, el asintió y bebió del café.

—¿Confundido? —La voz de Shinso me hizo sobresaltarme, se había sentado al lado de mí, después rio un poco mirando como la señorita Uraraka seguía consolando a Tamaki. —Es una escena divertida, siempre sucede en cada año, o cuando la presidenta debe salir del país y deja a cargo a Tamaki, te acostumbraras —esbozó una sonrisa, después estiró su mano —Shinsou Hitoshi, gerente del departamento de recursos humanos, te recuerdo un poco —estreche su mano, después se llevó sus dedos a su mentón, pensativo buscando información en sus memorias.

—Imagino que sí, manejas a las personas que se encargan de las vacantes en áreas de la empresa... —dije en voz baja, no quería que nuestras voces se escucharan en la sala.

—Oh si, ya se quien eres, el contador —chasqueo los dedos, —escuche que solías hacer el trabajo del señor Takemushi —asentí, me sorprendía que aquel joven tuviera ojeras, —entonces no debo de preocuparme, si la presidenta te eligió es por algo.

«Técnicamente no me eligió, solo esta cumpliendo con la parte del contrato...»

—Me dedicare en tiempo y alma a mi nuevo cargo empresarial —respondí con una sonrisa nerviosa, pero Shinso bufo.

—Relájate, solo debes hacer lo que te piden, nadie robara tu alma si das un paso en falso —se tocó su frente. —Bienvenido a la mesa directiva, o debo decir a la mesa redonda, somos los caballeros al servicio de nuestra presidenta, parte fundamental de esta gran compañía. Podríamos llevarnos mejor ahora que conviviremos más, Midoriya. 

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