4. El contrato
Capítulo 4
El contrato
No tuve ningún problema al ingresar a mi oficina, me alegraba que la señorita Uraraka respetara mi toma de decisión, posiblemente este aplicando eso que llama Mina "hacerse la difícil", pero si mal no recuerdo es mi jefa quien le urge mucho tener esta relación de mentiras, aunque...
Ahora parece que ya es asunto de dos.
Y todo porque mi madre se le ocurrió abrir su boca, no me gusta que diga cosas sobre mí que no son ciertas, me hace sentir presión. ¡Hasta mi madre medio una charla sobre mi orientación sexual! La recuerdo bien, estaba en el bachillerato, entro a mi habitación con un semblante tímido, cuando la vi entrar puse en pausa el juego y me le quedé viendo expectante.
Mi madre dijo después de exhalar el aire que contenía: «Hijo, te amo mucho y respeto todo de ti. Te apoyo si eres gay, no me molesta».
Mi cara era todo un poema.
Que algunos compañeros de mi clase divagaran que lo fuera era una cosa, pero que mi madre lo creyera mi hizo sentir ofendido.
Cuando me senté en la silla me dispuse a solo enfocarme en mi trabajo y nada más. Mi vida personal no se debe mezclar con mi trabajo, pero justo ahora eso parece ser una delgada línea que se romperá en cualquier momento, estoy seguro. Sacudí mi cabeza como si así mis miles y miles de pensamientos se perdieran y no sofocaran en mi mente.
Me mantuve concentrado en mis deberes, que no tenía idea del tiempo que había avanzado desde que llegué. El reloj digital de la computadora marcaba que en unos pocos minutos seria la hora del almuerzo. Tocan a mi puerta, alzo la mirada y veo que se trata de Mina, asiento y ella pasa.
—¿Comeremos en la cafetería verdad? —Me pregunta sin mirarme ya que traía en su mano un pequeño espejo cuadrado y se acomodaba su cabello.
—Así es, Mina, después iremos a un lugar a comer —respondo con una sonrisa y guardo el archivo de Excel donde trabajaba e hice un respaldo.
—No hay problema, muero por contarte sobre mi cita —sus ojos color ámbar se iluminaron y cerró el estuche donde tenía el espejo.
—¿Cuándo se volverán a ver? —Me puse de pie y tomé mi pequeña mochila donde tenía mi almuerzo.
—En tres días, iremos a cenar —se puso sus manos en sus mejillas —¿acaso no es romántico?
Escucho los pasos de unos tacones acercarse a mi oficina, y antes de responderle a Mina, se abre la puerta de mi oficina y me encuentro con mi jefa.
—Se-señorita Uraraka —tartamudea Mina entre nerviosa y sorprendida. Hasta su postura cómoda cambio a una más elegible para estar en presencia de nuestra querida presidenta de compañía. —Se ve muy hermosa —sonrió más nerviosa y rio un poco, mantuve una risa, era muy gracioso ver a Mina nerviosa, como si hubiera sido atrapada en medio de un crimen, a veces la señorita daba esa sensación. —¿Qué la trae por este departamento?
—Ashido, la secretaria del señor Takemushi —respondió mirándola de pies a cabeza, lo cual hizo sentir aterrada a mi amiga.
—Si, soy su secretaria...
Nadie dijo nada, después me miró a mí, achicó sus ojos, para después mirar a Mina.
—¿Están saliendo? —Preguntó sin falta de tacto y no pude evitar suspirar cansado.
Mina rápidamente se sonrojó demasiado y negó tanto con sus manos y su cabeza.
—No, no, no, no señorita Uraraka, somos amigos, nada más eso, como hermanos de otras madres —se rio de forma exagerada por su nerviosismo.
El ceño fruncido se esfumó de la bella cara redonda de mi jefa y sonrió.
—Debía confirmar —se dirigió a la puerta y antes de salir me echó una mirada. —Izuku no tardes, te espero en mi oficina. Iremos a almorzar —y se fue camino a su oficina.
Volví a suspirar, no tenía opción o eso parecía. Me encogí de hombros y caminé hacia la puerta.
—Eh, alto —me toca del hombro y me volteo —¿De qué me perdí? —Parpadeó un par de veces, parecía incrédula y está en su derecho.
También estaría igual de confundido que Mina si de un día para otro su jefa la invitará a almorzar.
—No mucho —respondí cortante. No quería contarle todo, aún no sabía cómo sería el acuerdo que la señorita y yo haríamos.
—¿Qué pasó anoche? —Me pregunta como si aún estuviera en trance.
Supongo que debe ser la primera vez que Mina ve que una hermosa señorita me invita para comer. No es nada del otro mundo si omitimos el gran detalle que mi jefa es quien me invitó.
—Nada importante, solo te acompañé a tu cita y nada más —le sonreí y abrí la puerta. Salí rápidamente.
Lo mejor era aprovechar esos segundos que ella estaba impresionada y atontada, Mina es buena para sacar la información no importa cómo.
—¡Me lo vas a tener que contar, Midoriya! —Me gritó mientras fruncía su ceño y únicamente me encogí de hombros.
Llegué hacia el pasillo donde se encontraba la oficina de presidencia. Toque la puerta y después entre. Miré a mi jefa que se quitaba sus lentes redondos y los guardaba en un estuche, después guardaba unas carpetas en unos cajones de su escritorio.
—Iremos en mi carro, Izuku —me dice sin siquiera mirarme. Se acerca a la computada, mueve el mouse y da clic, en eso escucho la impresora. —Estos papales son importantes —esta vez me mira.
—Señorita Uraraka —dije alzando la voz acercándome a la silla frente a su escritorio —preparé mi almuerzo —le enseñé mi mochila.
—O-cha-ko —dice en pausas y se cruza de brazos —no es difícil. Si tiene que funcionar debes llamarme por mi nombre. Y tonterías —me da la espalda y toma los documentos que imprimió para ponerlos en una carpeta. —Almorzaremos en unos de mis restaurantes favoritos, espero y te guste la comida tradicional porque iremos a Explosive King —me sonrió.
Era como ver a una niña emocionada por comer una rebanada de pastel.
Vagamente recuerdo el nombre de ese restaurante. Es un establecimiento caro, llevaría a mi madre a comer ahí solo si es su cumpleaños. Leí una revista donde un joven chef abrió el restaurante innovando en diferentes platillos y que su especialidad era el picante, a sus 20 años ya era reconocido por otros chefs y fundó su restaurante.
—¿Que acaso ese lugar no es caro? —Pregunte haciendo una mueca.
—¿Acaso te estoy diciendo que pagarás? Te estoy invitando, y tengo ganas de comer un ramen de la especialidad, si tenemos suerte podrás conocer al chef, es amigo mío —caminó hacia la puerta y la abrió, seguí sus pasos hacia el elevador —de hecho, es el mismo que te dije ayer que no podría pedirle este favor, está ocupado con su restaurante, siendo maestro de aikido y al infeliz de Neito no le dolería verme con él.
—Entiendo, será mi primera vez en ese restaurante —le comenté.
—Te encantará.
En el elevador algunos empleados me miraban demasiado y susurraban cosas a los otros. Seguro pensaran que una persona como yo estaba hablando con la señorita Uraraka. Algo que es muy normal, siempre en las grandes compañías existe el famoso estatus.
Por eso mismo pienso que la compañía es como un castillo. La señorita Uraraka es la reina, los empleados de la mesa directiva tienes el cargo de ser de la nobleza y personas como yo estamos en lo más bajo de la pirámide, catalogándome como un plebeyo.
Y funciona para otras empresas, círculos sociales donde las personas tienen clase, dinero y fama.
—Cuchichear está de mal visto, señores —el tono de voz serio de la señorita Uraraka me sacó de mis pensamientos.
La miré y ella se encontraba de brazos cruzados mirando la puerta del elevador. Los dos hombres que estaban a mi lado sudaron.
—Lo sentimos mucho, jefa —respondió apenado uno de ellos.
—No volverá a pasar, señorita —dijo el otro haciendo una pequeña reverencia.
Las puertas del elevador se abrieron al fin, no quería estar más en ese estrecho lugar, se podía respirar lo incómodo que estaba ese ambiente.
La primera en salir —por supuesto— fue la señorita Uraraka, sujetaba su bolso con su mano izquierda mientras que con la mano libre tenía las llaves de su auto. Seguí el paso y vi un Mustang color plateado.
—Wow —fue lo primero que pude decir. Es increíble, un Mustang.
Me encantan esos autos, tiene un estilo único que hace verte rudo.
—Increíble, ¿no es así? —Me sonrió de lado y asentí.
—Me sorprende que no sea de color rosa —me reí un poco, la cara de la señorita Uraraka enrojeció un poco. No sé si sea de vergüenza o de enojo, espero que no sea por ninguna de esas dos cosas.
—¡Rosa! —Chilló un poco, cuando lo notó se tocó sus mejillas y respiró hondo, —¿Por qué rosa, Izuku?
Sonreí un poco y caminé hacia el lado del copiloto del auto.
—Funda del celular color rosa —señale mientras contaba usando mis dedos —libreta de cuero color rosa, mouse color rosa y, tus mejillas siempre están de ese color. No soy Sherlock Holmes, pero deduje que ese es tu color favorito —me reí un poco más.
La señorita me miraba, pero no era una mirada molesta o incómoda, era más una de revelación y sorpresa. Y dibujo una hermosa sonrisa en su redondo rostro.
—Es muy lindo que notes esos detalles, Izuku... —bajó la mirada y puso la llave en la puerta del auto —desde mi nacimiento mis mejillas siempre han tenido ese color. —Presionó un botón de la puerta y escuché un clic, sabía que la otra puerta estaba abierta y entre en el auto. La señorita también lo hizo. —Muchas de las personas, sobre todo los niños y niñas me excluían por tener las mejillas así, fue duro en su tiempo —su voz se escuchaba dolida y apretó más el volante.
—Bueno, si estuvieras en mi escuela notarás que a mí también me excluían porque sabían que mi padre me abandonó, podríamos no encajar encajando juntos, además señorita Uraraka a mi punto de vista, sus mejillas son muy bonitas y adorables, son unas chapitas encantadoras.
La señorita me miró y pude observar que sus ojos se iluminaron y sonrió. Si tengo la oportunidad de hacer sentir bien a una persona sin duda lo haré.
—Chapitas encantadoras, eh —me arqueó una ceja mientras me sonría de forma coqueta. No pude evitar mostrar un leve sonrojo y desvíe mi vista. —Que lindo, muchas gracias, Izuku. Bien, muero de hambre.
El trayecto hacia el famoso restaurante Explosive King fue silencioso, pero aun así no se sentía incómodo. Un extraño silencio agradable. La señorita Uraraka estacionó el auto, ambos bajamos y cuando estábamos por entrar la puerta se abrió automáticamente, como esas puertas del supermercado que tienen un sensor integrado.
A tan solo unos cuantos pasos de entrar, estaba una mujer —que se ve extranjera por su color de cabello natural dorado— con una vestimenta un poco elegante de colores negros y blancos. Había una pequeña mesa rectangular y cuando nos miró sonrió muy alegre.
—Buen día, señorita Ochako, ¿tiene una reservación? ¿Quiere pasar a la planta alta o a la barra? —La recepcionista preguntó amablemente. Era como si conociera a mi jefa desde hace mucho, me imagino que frecuenta este restaurante tanto como ella al trabajo.
—Hola Anne, tu japonés es perfecto —respondió la señorita Uraraka. —Y es correcto, tengo una reservación.
—De acuerdo —la recepcionista teclea algo, no sé si sea el nombre de la señorita o algo así. —Es la mesa siete. Disfrute de su comida.
—Muchas gracias —agradece y camina adentrándose más al lugar.
—Gracias... —susurró por pura inercia, sentía como si yo no existiera en ese momento.
Por dentro el restaurante es como si fusionara el estilo elegante con uno casual. Los ventanales son largos y rectangulares, obteniendo una increíble vista hacia las calles, me gusta cuando llueve y ver el agua caer y como estamos en esta temporada es fascinante, como un espectáculo.
Las mesas son a mí parecer de madera de un color café suave, pero se ven bien. Veo a mi jefa sentarse y hablando con un mesero, al llegar el joven se va y me siento quedando en frente de mi jefa.
—¿Que ibas a almorzar en la cafetería, Izuku? —Me pregunta con una sonrisa juguetona.
—Arroz hervido, carne de cerdo y verduras —respondo mientras me entrega el menú que es una elegante carta de dos pliegues color roja con detalles color dorado.
—Te salve de esa comida y de las futuras comidas —vuelve a sonreír. Eso último me confundió.
Abrí el menú, si este es un restaurante de comida japonesa, podría pedir mi comida favorita el katsudon. Ordene lo que iba a comer y a los pocos minutos vino el mesero a entregarnos la comida, es muy rápido el servicio y aunque hubiera una cantidad de gente adecuada por la hora del almuerzo.
Mientras disfrutaba de mi delicioso tazón de katsudon nadie habló, yo quería hacerlo, para no estar incomodos, pero a la señorita eso no le molestaba, era como si estuviera a comer en silencio mientras saborea de sus alimentos. A diferencia de mí que cuando vivía con mi madre hablábamos sobre cualquier cosa y era muy agradable, como si le diera mas sabor a la comida.
Posiblemente sea alguna especie de conducta que sus padres le inculcaron, porque si la señorita Uraraka frecuenta esta clase de restaurantes —de lujo— simplemente se debe a dos factores: 1) su familia al tener una compañía constructora genero altos ingresos y 2) debido a lo primero les generó tener una posición social mas elevada.
Por eso digo que las personas que tiene una compañía son como si fueran de la realeza, para ellos es fácil gastar miles y miles, mientras que, a nosotros, los mortales, los plebeyos no tenemos esos grandes lujos.
—¿Y que tal? —Me preguntó con una amplia sonría mientras dejaba sus platos vacíos hacia la derecha.
—¿Toda la comida aquí pica? —Vuelvo a tomar de mi limonada, la señorita Uraraka se ríe y asiente. —Pero si ordene el tazón normal, nada de picante.
—Pobrecito —fingió un tono de voz mimoso —por eso se llama Explosive King. Te lo dije, la especialidad es el picante, todos los platillos tiene un rango de picor, y el que probaste es el nivel uno, que débil eres, el picante mas alto es el cinco que es el nivel de la comida de Corea.
—¿Hasta que nivel llegaste?
—Numero tres —dice sonriendo como si estuviera orgullosa de eso.
—Pero el chef es el único que ha podido probar sus platillos de nivel cinco, por eso se le apodo como Dynamight. De hecho, se hacen concursos de quienes son capaces de soportar comer mas de tres platillos de nivel cinco y se gana una suma de dinero accesible, ese hombre es como un demonio, ¿Cómo puede comer tanto picante? —Se ríe un poco más.
Es sorpréndete el picante que hay en sus platillos, ¿Qué eso no seria un problema grave a la salud? De tan solo pensarlo siento que me dio gastritis...
—Oh —exclame recordando algo, —me dijiste que era el quien te presento a tu ex Neito, ¿Cómo lo conociste? —Su sonrisa se borró, hizo una mueca, ese gesto me hizo sentirme apenado, creo que me excedí —lo siento.
—No te disculpes, si vamos a ser una pareja falsa la comunicación es fundamental para que una relación funcione.
Arqueé una ceja y sonreí de lado.
—No recuerdo que haya accedido, no somos nada ni falso ni real —sonríe de manera burlona.
—Seré tonta para elegir a los hombres, pero en esto soy mas intelectual, si no te interesara no estarías aquí, Izuku —pone la carpeta sobre la mesa. El mesero viene y recoge los platos sucios y sin hacer tanto ruido se retira. La señorita sonrió de una forma particularmente extraña, como si estuviera apunto de cometer un delito. —¡Estas en una posición similar a la mía! —Festejó animada.
Oh no, ahora lo sabe, no quería la señorita tomara una enorme ventaja.
—¿Me espías? —Me limite a preguntar.
—Ay no —hizo un gesto con horror, —no soy una novia intensa, no soy de esas. A lo que voy es que Midoriya Izuku nos necesitamos. Y quiero que esto —señaló la carpeta —sea formal, serio. Como si fuera un negocio que ambas partes ganan, por eso en la noche o madrugada escribí este acuerdo, es un contrato; no se puede romper si firmas, también debes y debo cumplir con las normas que he escrito y por supuesto deje un espacio en blanco para que agregues tus reglas.
Abrí la carpeta que había como dos a tres hojas escritas en una letra elegante —obviamente no a mano, una tipografía elegante que parecía escrito por viejos hechiceros, únicamente faltaba que la tinta fuera de oro—. Leí un par de párrafos, no se si consultó con un abogado, de tan solo pensarlo me ríe internamente seria muy gracioso llamar en la madrugada a un abogado para que escriba las cláusulas de una relación falsa.
—Esta hoja en blanco es para que escribas tus condiciones, ya sabes, las cosas que quieres que yo haga o no haga —menciona con una sonrisa nerviosa, —pero antes de que quieras pasarte a la clasificación C no se puede, esta en mis reglas —se cruzó de brazos.
—En grado caso de que rompa el contrato sin cumplir la duración de esto —dijo eso refiriéndome a la falsa relación —, ¿Qué me pasara?
—Morías —me dijo preocupada, arrugue mis cejas.
—¿Qué?
Volvió a reír. Al parecer a mi jefa le encanta hacer bromas, es muy risueña, me agrada eso. Es agradable.
—Obvio no —se limpió las lagrimas causadas por la risa —ay, hubieras visto tu cara, fue una cara larga, no pasara eso, tampoco te quitare tu voz o algo así —suspiró, tomo una postura seria —¿serás despedido?
Abrí de más mis ojos, arqué de nuevo una ceja, no confundido, pero si molesto.
—¿Por no cumplir con un capricho tuyo?
—Espera, en los contratos algo así sucede, una gran consecuencia, que te parece mejor ¿seis meses sin salario? —Preguntó esperanzada a mi respuesta.
Bufe, mas molesto.
—Señorita Uraraka, ¿en serio cree que voy a trabajar durante seis meses sin un sueldo? Prefiero mejor perder el trabajo que regalar mi tiempo —hice una mueca mostrando mi desagrado.
—Para ser mas justos, si uno de nosotros rompe el contrato, es decir, rompe cualquiera de una de las cláusulas pierde su empleo. Si, yo dejare la presidencia si rompo el contrato, tu dejaras el empleo si rompes el contrato —me mira seriamente.
Esto es una gran tontería, ¿renunciar a su cargo de presidenta de la compañía por esto? Es como un juego de niños con una consecuencia sin sentido. Dudo mucho que algo así pase y por eso mismo que se que no pasara aceptare.
Cumplir los términos y acuerdos no parecía nada difícil, y la duración de esta farsa solo es un mes. La señorita obtiene lo que quiere y yo les presentare una novia falsa a mis ex compañeros de la universidad, sobre todo para que Hatsume Mei no me moleste.
—Esta bien —suspire —suena justo. Ahora, necesito escribir mis condiciones —mi jefa abrió su bolsa y me entregó un bolígrafo de punta fina.
—Terminando eso, leeré lo que escribiste y firmaremos —asentí, después comencé a escribir en esa hoja que tenia un cuadro en blanco.
Dibuje una media sonrisa, recuerdo que la señorita Uraraka dijo que podría tener beneficios, y ciertas palabras de Mina hicieron eco en mi interior. Termine de escribir y le entregue la hoja, rápidamente la señorita comenzó a leer y sonrió.
—Wow, sí que tienes agallas, quien pensaría que detrás de esa carita inocente eras todo un ser malvado —torció sus labios y después asintió. —De acuerdo, me convence.
Colocó la primera la tercera hoja y firmo justo en la parte de a lado donde tenia su nombre escrito. Giró la hoja hacia mí y también el bolígrafo, hice lo mismo, firme justo donde estaba mi nombre.
La idea de tener que fingir una relación romántica no era algo que me emocionara precisamente, pero sabía que no tenía elección. Era una tarea que debía cumplir, y si quería salir victorioso, tendría que hacerlo bien. Además, en un mes nada puede escalar tanto, pienso que solo seremos unos buenos amigos. Solo espero estar a la altura de sus expectativas.
—Muy bien —dijo, guardando las hojas en la carpeta y estrechándome la mano. Ahora estamos en una falsa relación.
Asentí, tratando de no mostrar mis nervios. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero no podía permitir que la presión me abrumara.
Salimos del restaurante juntos, y actuando como si nos conociéramos realmente. Era una sensación extraña, que a partir de ahora debía parecer tan natural si queríamos que funcionara frente a las personas.
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