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1. Día (no) ordinario

Capítulo 1

Día (no) ordinario en la oficina

P.O.V. Midoriya Izuku

Una vez más, me encontraba en mi oficina con una pila de papeleo regado por todo mi escritorio, y aunque al inicio me quejaba, teniendo dolores de cabeza, me termine acostumbrando, parece un desastre, pero incluso hay un orden en mi propio desastre.

Desde que tengo 22 años y finalice mis estudios en la universidad aplique en una empresa constructora famosa en Tokio, la verdad esperaba ser rechazado al no tener tanta experiencia en áreas laborales, pero ahora llevo dos años manejando las finanzas de la Constructora Uraraka. Y hace un año el señor Uraraka le cedió su puesto de presidente de la compañía a su única hija, la señorita Uraraka Ochako.

Los rumores se extendieron por todos los pasillos de la compañía al saber que una mujer joven manejaría una empresa de miles de millones de yenes, esperaban que la hija del honorable señor Uraraka estuviera en a la altura del gran cargo.

Y debo decir que me sorprende que la señorita no haya elaborado ya un plan de negocios en donde la producción escala a un porcentaje al que no podemos llegar. Las famosas metas de ganancias que la empresa debe de cumplir en un plazo de seis meses, donde se hacen reuniones administrativas que yo no asisto porque soy contador y no el vicepresidente financiero.

Manejo ciertas tareas de la parte financiera de la empresa, pero no toda en su totalidad, eso es tarea de mi jefe del departamento de finanzas.

—¿Hola, se puede? —La voz de Mina, la secretaria de mi jefe toca la puerta. Le sonrió y asiento para que entrara a mi oficina. —Caray, siempre es lo mismo cada vez que entro, Midoriya —dice soltando un suspiro.

Levanto mi mirada sobre los papeles que estaba leyendo, sonrio nervioso y solo me rio un poco.

—Créeme que soy más ordenado en mi casa —digo sin borrar mi sonrisa y le recibo la carpeta azul que tiene entre sus brazos. —¿Para cuando quiere el balance? —La verdad es que me gusta mi trabajo, no me puedo quejar, tengo un buen sueldo, no me equivoque al elegir esta carrera y este trabajo.

—Dentro de dos horas, el señor Takemushi debería ya de jubilarse, siento que te está dando sus tareas a ti —se cruza de brazos y me mira preocupada. Mina que es una joven hermosa de cabellera corta y rizada de un color peculiar, un rosa pastel, la señorita Uraraka creó un nuevo reglamento para las personas, el color de cabello y tatuajes son permitidos, y apuesto 1000 yenes que Mina se ha hecho uno en la espalda o en su brazo, pero al usar ella un saco gris y una falda no se le nota, su tez de piel morena la hace atractiva, pero no estoy interesado.

—No me molesta, además lo entiendo, es un hombre mayor y si puedo ayudar estaré bien con eso, y según recuerdo le faltan cinco años para que su jubilación sea oficial, Mina, ¿no te agrada tu jefe? —Veo como mueve la nariz y arruga sus cejas.

—No —dice riendo y no puedo evitar reír también. —Dios, para tener esa edad es coqueto, ¿tu crees que alguna vez ha engañado a su esposa? —Puso sus manos en la cadera y volví a sonreír. Si, a Mina le encanta el chisme, y debido a eso los rumores se hacen más grandes y llegan a oídos de las personas necesarias... como ese rumor... —Cambiando de tema, Midoriya —se acercó más a mi escritorio —he quedado con un chico para una cita, pero llevara a su amigo y ya sabes —se tocaba uno de sus mechones y lo hacía girar en su dedo.

«Mierda, no de nuevo»

Pensé mientras me llevaba mis dedos al puente de mi nariz, sintiéndome irritado y cansado de tener siempre que explicar lo mismo una y otra vez.

—¡Que no soy gay, Mina! —Respondí fastidiado. Levante mi cabeza para mirarla entrecerrando los ojos, mirándola con molestia, pero en lugar de sentirse ella asustada solo sonreía divertida. —Te lo he dicho —numeraba con mis dedos las veces —¡wow, son tantas que tendría que tomar las manos de todos los empleados para contar! —Dije molesto, peine mi cabello hacia atrás, que seguro ya se había desordenado, de por si mi cabello es alborotado. Mina se llevó su mano a su boca, como si ahogara un grito, bufé —si anda, ríete, loca.

Y sin más, se escuchó su risa que tristemente no pudo contener, hasta se podía ver sus pequeñas lágrimas asomarse por el borde de sus ojos color ámbar.

—Perdón —se disculpaba entre risas, me cruce de brazos, —esta bien salir del closet —agregó, solo me limité a rodar mis ojos —estamos en el siglo 21 nadie te va encarcelar por amar a un hombre, si están bien buenos, es que su cuerpo, la voz grave que usan cuando me va —la interrumpí, no quería que me contara como tenia sexo con sus ligues de tan solo una noche o dos.

—Hasta ahí, Mina. No soy gay, me gustan las mujeres, ¿Por qué tuviste que iniciar este absurdo rumor? —Abrió mas sus ojos y miraba las interesantes paredes de amarillo de mi oficina.

—Bien, te lo diré —se sentó en la silla que estaba frente a mi escritorio de madera.

—Te escucho —puse mis codos sobre las pilas de documentos que tenía y entrecruce mis manos mostrándome serio ante ella.

Mina soltó un largo suspiro y se ajustó un poco su saco gris, parece que ahora sí se ha puesto seria ante la situación, espero que sus argumentos sean válidos.

—No te he visto salir con una chica.

Retiro lo dicho, no lo son.

Chasqueé la lengua y reí cínicamente, su respuesta fue encogerse de hombros.

—¿Y solo por eso me hace ser gay? —Pregunte arrugando las cejas.

—No has tenido novia —eso sí me sorprendió, ¿Cómo sabía eso ella? Nunca se lo dije. —Tu madre me lo dijo —sonrió un poco.

—Debe ser un chiste —me lleve mis manos a mi cara.

Mi madre, claro, si, aquella mujer que quiero tanto, así como ella quiere verme con una novia desde que he estado cursando mi vida académica y laboral. No soy tímido con las mujeres, si así lo fuera no tuviera amigas o no podría relacionarme con las féminas, pero ¿de qué podría hablarles? ¿Cómo planificar sus costos en las compras que hacen sobre su ropa y maquillaje? ¿Algunas recomendaciones sobre qué videojuegos deben comprar? ¿Qué comics leer?

Me canse de intentarlo, de buscar, de ir a citas en donde las mujeres se cansaban de mí, usaban su celular en medio de la cita o solo querían tener sexo. No voy a perder mi tiempo en solo tener encuentros de cada noche.

Decidí esperar a la pareja perfecta.

Suena de lo más cursi y cliché, pero me he dado cuenta que cuando más buscas algo nunca llega. A veces miro aquellas parejas que comparten un abrazo o una muestra de afecto y sonrió con tristeza, porque me gustaría estar en esa posición, debe sentirse maravilloso ser amado y amar.

Confío en que cuando sea el momento llegará esa mujer que me haga sentir como si flotara.

—Si, aquella vez que llamó a tu oficina, no estabas y atendí el teléfono, primero se alegró de escuchar una voz de mujer y me preguntó que, si era tu novia y le dije que no, entonces entre platica y platica me contó todo sobre tu nula vida romántica, incluso hasta me dijo que eres un buen chico y esas cosas que las mamás hacen. Ya sabes, me estaba hablando sobre el producto por si me animaba a probarlo —me miró de pies a cabeza, no sé porque eso provocó que sintiera mis mejillas calientes.

—Y en tu cabeza apareció la conclusión de que yo soy gay solo porque no he tenido una novia —chasque de nuevo mi lengua. —Solo estoy esperando a que llegue una mujer que sea para mí, que no quiera tener solo sexo, una relación seria, un amor lindo como de película —deslumbre una cálida sonrisa por parte de ella.

—Que ternura me das, Midoriya, pero el problema es que ya le dije que irás así que... —se rascó su nuca y saco su lengua, —por favor —me regó juntando sus manos como si estuviera orando, lo que no creo que haga.

—No —me negué cruzándose de brazos. —Me estás armando una cita con un hombre —suspiró irritado. —No iré —abrí la carpeta azul y comencé a leer los informes.

—Dios —escuché su falso tono de voz intentando llorar —me dejaras sola en un bar con dos hombres —se llevó sus manos a su sien. Deje de leer el informe.

La mire a Mina que cuando notó mis ojos esmeraldas sobre su rostro bajo más la mirada y hacía sollozos falsos, arrugue mis cejas y sonreí.

—¡Uno es gay! —Le grité con obviedad y se cruzó de brazos, olvidando así su papel de una triste señorita.

—¿Y qué? Son hombres —se puso de pie y ajustó su saco gris, cambió su semblante a uno serio, pero también divertido, como si estuviera a punto de usar una carta maestra contra mí. —Quería hacer esto por las buenas, y serán por las malas, Midoriya —asintió para ella misma, la mire entre curioso y sorprendido, pero seguí con la carpeta azul, solo escuche el sonido de sus tacones alejarse.

—No olvides cerrar la puerta —dije sin mirarla.

Pase las siguientes hojas de los documentos, se gire un poco en mi propia silla, aquellos papeles contenían la explicación de los activos de la empresa todo aquello tangible o intangible que cuenta la compañía, después en la otra parte estaban los pasivos con su respectivo capital contable. Soltó un suspiró, estaba incluso hasta los centavos de cada yen, Dios el señor Takemushi es tan especial, no es tan necesario poner hasta la ultima décima de la cifra del yen, pero este señor lo hace, debe ser por aquellas maneras antiguas de trabajar.

Me impulse con mi silla hacia atrás para tomar el libro de contabilidad que tengo como referencia para solo verificar que las cifras sean similares ya que hay una diferencia entre el balance de hace un trimestre con el de ahora.

Regreso a mi sitio —el escritorio que tanto adoro— en donde con ayuda de la calculadora verifico que los cálculos sean correctos. De nuevo el sonido de los tacones me distrae, sabía que era Mina, solo ella entra a molestar o hablar conmigo, pero seguí enfocado en mi labor, movía rápidamente los dedos en las teclas de la calculadora, se escuchaba el sonido rítmico como una máquina de escribir, estresante para unos, para mí un sonido tranquilizante.

Un nuevo sonido se mezcló entre las teclas, era como chispas, y aunque nunca he fumado porque no es lo mío sabía que Mina tenía un encendedor o un zippo.

—Por favor, no fumes aquí —dije sin mirarla, seguía sumando cifras —no está permitido, Mina.

—Tranquilo, lo que va a arder no será un cigarro —me respondió en un tono elocuente.

Y de nuevo un silencio, sabia que algo estaba mal, rechiste, deje mi lápiz en la hoja y la mire con un semblante aburrido, pero cuando mire su sonrisa cínica y divertida, mi cara cambio, me centre en el manga que tenia en su izquierda tomándolo desde la esquina y con su mano libre sostenía un zippo de color plata que contenía la llama anaranjada ondeando.

—¡Mujer, ¿qué haces?! —Pregunte exaltado. Achiqué mis ojos demás y observe que se trataba de mi serie favorita de manga que tanto sigo, y lo peor era que se trataba del tomo 36 aquel que no tenía y esperaba comprar en estos días.

—Oh —sonrió —sí, justo esa reacción quería ver —acercaba más el zippo a las hojas del manga. Por instinto me puse de pie.

—¡Ni se te ocurra, Mina! —Le apunté con el dedo índice.

Joder, ¿Qué le pasa? ¿Cómo se atreve a quemar el manga Rise of the Heroes? Aquel que combina lo que es un mundo donde la evolución se hace presente en un amplio sector del mundo dotando de quirks a las personas, y los jóvenes asisten a una academia para manejar sus poderes para así enfrentarse a los villanos.

Como persona que ama los cómics y mangas no puedo permitir que esta loca queme un manga tan valioso.

Me acerque a Mina, pero ella se alejo y acerco aun mas la parte inferior del manga a la flama, podía estimar que estaba a tan solo tres centímetros de tocar la llama.

—¡Alto, Midoriya! El manga será tuyo solo si accedes a ir conmigo a mi cita, sino se hará cenizas —se mostró serio, parece que no es un simple juego, estaba en la esquina del escritorio observándola en silencio.

Podría parecer muy sencillo para cualquier otra persona, si alguien mas estuviera en mi situación seguro no le importaría ver arder un manga, pero no se trataba solo de mí. Normalmente Mina buscaría alguien más o solo le daría igual si no la acompañaba, pero estaba ahí de pie, siendo seria con una artillería pesada para que accediera.

Esperaba que al menos esta vez Mina sintiera que ese hombre con el que tendrá su cita sea lo que busca, me gustaría verla en una verdadera relación, si esa era su reacción es porque ese chico es importante y especial.

«Además, no tengo planes»

Pensé como si eso fuera mi frase definitiva para convencerme en aguantar por dos horas a un hombre homosexual.

—Pagaras lo que consuma —respondí.

—Hecho —aquel rostro serio cambió a una linda sonrisa, guardó el zippo y me arrojó el tomo del manga. —Saliendo de aquí nos vamos en tu auto —salió de mi oficina. 

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