9. Miedos.
—Confía en mi, Eliette —me pidió Dael sosteniéndome de las manos.
El señor misterioso me había traído a algún lugar en el tractor. Antes de subirme me vendó los ojos y ahora pretendía que bajase.
—No.
—No seas testaruda, te ayudo a bajar —estiró de mis manos un poco. Yo estaba sentada al borde del asiento del medio de transporte.
—Que no quiero y si quieres que baje... dime dónde me has traído.
Resopló con firmeza.
—Vale... te lo diré —lo escuché tragar saliva—. Cómo me estás jodiendo los planes, te he traído a un sitio para lanzarte a los leones.
—¿Qué? ¿Pero serás...? —di un brinco hacía atrás para sentarme correctamente y evitar que me sacara del tractor.
«Me dice que pise la llama y yo voy», canturreó la demonia que vivía en mi subconsciente la canción de Mala Rodríguez. «¿Desde cuándo sentía yo temor por algo?»
Cuando fui a arrancarme la venda enfurecida, Dael lo evitó rodeando mis brazos a su cuello, me cogió por la cintura y me apretó contra su cuerpo para que no cayera. Unos segundos fugaces después, nuestros cuerpos estuvieron pegados hasta que él decidió poner mis pies sobre el terreno.
—Quédate aquí un minuto y no te muevas.
—A sus órdenes, hombre musculoso del olivar —susurré.
—¿Qué dijiste?
—A sus órdenes.
—...Sigue.
—Que si me das un cacho de queso, morcilla güeña y pan, igual gano musculatura —peor respuesta no le podía haber dado.
Dael se rio aunque no podía ver como lo hacía. Escuché como bajaba algo del tractor y hacía algo que ni puñetera idea tenía yo.
—Ahora —noté como se acercaba y agregaba—, pero deja que yo te guíe.
Acaté su sugerencia —que raro en mí— y noté como se deslizaba la venda que ocultaban mis ojos.
Estupefacta me quedé cuando contemplé el paisaje. Ni siquiera sabía que algo tan bello estaría tan cerca de nosotros. Un prado estaba escondidos entre olivos. Se trataba de una dehesa poblada con muchas florecillas, me recordó a tantas películas que vi junto a mis padres que quedé maravillada.
Ante tal fascinación no me percaté de lo que había delante de mis ojos. Él colocó sobre el manto de flores una tela fina, dos copas, un cartón de zumo de piña, unos canapés y unas aceitunas en un tapercito.
Sin decir nada, me cogió de la mano después de cerrar la puerta del tractor y me ayudó a sentarme a su lado.
—Lo ideal hubiera sido traer una botella de vino pero no tenía nada en la bodega —se disculpó.
—El zumo es perfecto —sonreí.
Dael cogió las copas y nos sirvió sonriente. A continuación, me ofreció una y él se apoderó de la otra.
—Eliette.
Bebí un trago de mi copa mientras captaba toda su atención.
—Dael.
—Hace semanas que quiero hablar algo contigo —anunció con miedo.
—Hablemos de lo que te inquiete —lo miré con curiosidad.
—Es que... —empezó a tartamudear—, me da miedo decírtelo.
—Ve al grano. ¿Miedo porqué?
—Porque me evitaste el tema.
—Hay confianza, Dael.
—Quiero que hablemos de la noche en la que nos dormimos en tu casa y amanecimos demasiado cerca —tragó saliva—. No puedo quitarme de la cabeza ese momento.
«¡No me lo esperaba! ¿Porqué no se lo puede borrar de la mente? Solo espero que... no sea lo que me estoy imaginando».
—¿Y eso? No hicimos nada malo.
—Lo sé... pero al día siguiente despertar a tu lado me revolvió...
Antes de que finalizase la frase intervine.
«¡Esto no podía estar pasando! Y menos con él, lo que menos quería es tener que alejarme de Dael cuando era mi mayor apoyo en esas circunstancias».
—¿El estómago? ¿Ya te dieron náuseas? ¿No estarás embarazado?
«¡Deja ya de decir tantos disparates». La alarma mental empezó a pitar con fuerza.
—Muy graciosa, pero no —se calló al pronunciarlo.
Bastante nervioso lo notaba ya como para marearle la perdiz.
—Sentí que entre tú y yo había algo... más que amistad.
—En ese momento no éramos amigos —maldito autosaboteo que nos estaba provocando a los dos.
—Pero ahora sí.
—Correcto —corroboré.
—Desde esa noche he soñado que dormíamos juntos muchos días así de esa manera. Quisiera volver a repetirlo —se puso rojo—. No sé qué me está pasando contigo ni cuando ha ocurrido.
El pánico se apoderó de mí y me anuló todo comentario que pudiera soltar.
—Dael...
—Deja que terminé, no sé me da muy bien expresarme en estos casos.
Tragué saliva por temor a mí reacción.
«¿Porqué me resultaba tan complicado si con Jairo no tuve piedad en decirle las cosas?».
—Sé que nunca te fijarías en alguien como yo y más cuando lo has intentado con... —le tapé con prisas los labios con un dedo.
—Shh... No pronuncies su nombre.
Me pidió disculpas con la mirada.
—¿A caso estás dentro de mi corazón como para saber en quién me fijo y en quién no?
—Eliette, solo tienes que mirar como soy y a que me dedico. Precisamente... no es que guste a las chicas por estar todo el día encenagado.
—¡Manda los perjuicios a la mierda!
Lo sobresalté con mi brusquedad.
—Tu te fijas en otra clase de chicos —recordó.
—Ni una profesión, ni un estatus ni ser de una forma u otra te hace mejor o peor persona —arranqué—. Me sorprendes a diario y sé que si tú quisieras, podrías estar con quién te dé la gana. Eres todo lo que cualquier chica desearía, créeme.
—Te digo yo que no... pero ya te contaré porque lo digo.
—Eres increíble y debes concienciarte de ello —me quedé bloqueada. No sabía ya ni lo que decía.
—Eres la primera persona que me dice eso —se sonrojó.
«¿Porqué tenía que ser tan tierno y rudo a la vez? ¡Porqué!». Quise gritar.
—Digo la verdad, y si no te lo han dicho es porque tu entorno no te sabe valorar —dije lo que pensaba, aunque lo tendría que haber dicho de otra manera.
—¿Tú no has pensado en ese día, verdad?
—Lo he hecho, si —confesé.
«¿Porqué no has cerrado el pico? ¿Porqué tenías que decírselo?».
Dael nos apartó las copas y las dejó a un lado. Y... me abrazó con fuerza.
«Abrázame fuerte, tan fuerte que duela. Abrázame como si nadie nos viera». Cantó mi angelita en mi mente la canción de Abrázame de D'Nash.
https://youtu.be/va-45wtCuLA
Me rompí en mil pedazos y lo abracé tragándome las lágrimas. No quería jugar con él, Dael me estaba desbaratando todos los planes.
—¿Sabes porqué me comporté tan mal y porque fui tan desagradable el día de la compra del tractor?
Negué con la cabeza.
—Porque... me gustas —noté cómo su cuerpo temblaba junto al mío—. Porque me mataban los celos de que pudieras estar con él o con otro tío. Era superior a mí. No podía ver como te besaba y acariciaba.
—¿Porqué no me lo dijiste?
—Por miedo a perderte, no soportaría perder a alguien más —confesó—. Ya tuve suficiente con perder a mis padres.
Ese dato me descolocó.
—No me vas a perder, ¿vale? —me separé de él y apoyé mi frente a la suya—. Ahora no es el momento pero... quiero que me cuentes lo que sucedió cuando te sientas preparado.
Nuestras miradas chocaron y sentí un escalofrío.
—Ey, ¿porqué lloras? —se dio cuenta de mis lágrimas y me las quitó con la yema de su dedo. Esa caricia me supo a gloria bendita.
—Sentimientos encontrados pero... mira quién habla.
Nos reímos a la vez y yo le limpié también las lágrimas que estaban situadas en su carita.
—¿Me dejarías conocerte como hasta ahora? Quisiera... saber más de ti. Preguntarnos cosas más personales y no solo de trabajo —propuso y me mató su intención.
—Dael, yo no te convengo. No soy la chica dulce ni la modosita que tú necesitas.
—¿Y quién dijo que yo necesito eso? Claro que me convienes, igual yo a ti no. Así que... cállate y no digas eso.
—No me da la gana.
Mi cuerpo no lo demostraba pero estaba como un flan. Era como si hubiera destruido la gran muralla china pero, de mi corazón. Sentí miedo porque no quería un desengaño más.
—Ya salió la indomable.
—... Y la mala.
«Y pícara en la cama».
https://youtu.be/kKl9ebJJVCU
—¡No! —replicó—. Piénsatelo, ¿vale? Si no quieres... me seguirás aguantando de todas formas.
—Lo haré.
Dael nos acercó las copas de nuevo y después de brindar. Nos comimos los aperitivos y recogimos las cosas.
Decidimos pasar juntos el día en ese entorno tan mágico y olvidarnos de todo. Paseamos por el prado, jugueteamos con las hojas y flores —terminando una sobre mi oreja por haberla colocado él—, corrimos, saltamos, bromeamos y nos sentimos como un par de chiquillos. Y por último, nos tumbamos un rato en el suelo. Así, abrazados decidimos terminar el día antes de partir a nuestros hogares.
🌠
🌠
💫La princesa de mis sueños.💫
💫D'NASH es la banda sonora de mi vida. Los conozco desde que lanzaron su primera canción y son como mis hermanos. ¡En persona son lo más! Recomiendo que les deis una oportunidad.
🌠
Palabras según wattpad: 1510.
Palabras según word: 1482.
🌠
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro