24. Un amor indomable. [Desenlace]
El fin de semana dio comienzo el viernes en la sierra. El parador de Cazorla —situado en el parque natural de esta localidad y a unos cuarenta y cinco minutos de distancia. Muy cerquita del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas— era más espectacular de lo que me imaginé cuando Dael me dio los packs. La estancia aunque iba a ser breve, trajimos una pequeña maletita para los dos. Estaba rodeado de fauna y naturaleza. En este lugar íbamos a pasar el viernes y sábado noche para terminar en nuestro siguiente destino, que sería el Centro Nature Urban Spa de Jaén. Aquí según lo planeado estaríamos únicamente por la mañana.
Nada más llegar, avisamos de nuestra llegada en recepción y cogimos la llave de la habitación. Luego, fuimos a comer algo rápido al restaurante del hotel y cuando terminamos, subimos la maleta a nuestro aposento.
—La vin compae, ¡esto es fabuloso! —hablé mientras subía la persiana y me asomaba por la ventana después de entrar en la habitación. Qué por petición mía, no dejé que se encendiese la luz.
—Es impresionante —corroboró Dael cuando dejó la maleta en la entrada.
—¡Qué vistas, por favor! —exclamé y estiré el brazo para que se acercase—. Ven, cariño.
Dael se acercó y me rodeó la cintura por detrás. Apoyando su mentón en mi hombro. Cuando estuvo así, rocé nuestros rostros y aspiré su aroma. Saqué mi móvil y nos eché la primera foto en el dormitorio. Noté como él me apartaba un mechón de cabello y me empezaba a besar el cuello con ternura.
Lentamente me giró y nuestras miradas conectaron. Esta vez me besó los labios y su cuerpo quedó en pleno contacto conmigo.
—¿Estás lista para empezar la aventura?
Por primera vez, me atreví a posar mis manos sobre su trasero.
«¡Qué bien puesto lo tenía el zagal!».
—Siempre estoy lista para ti, tus planes y todo tú —le comí la boca.
Dael reaccionó y me siguió el beso como nunca antes lo había hecho. Nuestras bocas se dejaron llevar y entre tanta adrenalina, poco a poco terminamos cerca de la cama. Mi pequeño empezó a sentirse un poco nervioso pero no lo frenó. Cuando yo toqué con las piernas el colchón, él me fue tumbando poco a poco sin perder el contacto que teníamos. Acabé tumbada y yo lo ayudé para que se pusiera encima. Una vez estuvimos recolocados, los besos y las caricias siguieron.
No sabía hasta qué punto íbamos a llegar pero tanto él como yo empezamos a notar cierto rubor por las mejillas y un atisbo de calor. Aferré mis manos por su espalda mientras él me besaba el cuello y apartaba un poco la tela de la camisa para besar mi clavícula. Nuestros labios se volvieron a encontrar cuando el sonido de la puerta empezó a chirriar.
Inmediatamente nos miramos.
—¿Esperas a alguien?
—No —respondió maldiciendo al ser oportuno que nos había interrumpido.
—Ignoremos a quién sea —le susurré y lo besé.
Toc, toc.
—Señorito, Dael —gritó una voz desde fuera—. Traigo las dos mochilas para la ruta de senderismo.
—Joder —dijo pausadamente sin que lo escuchasen—. Déjelo en la puerta, porfavor.
—No puedo, tiene que salir usted a recogerlo para firmar que lo ha recibido.
Dael me miró y yo aproveché para peinarle el cabello. Entre tanto movimiento lo tenía un poco alborotado.
—Ve, anda —lo animé y él se notaba el disgusto que tenía.
—Lo siento —me besó y se levantó.
«Adios momento romántico. ¡Aguafiestas el inútil de la puerta!».
Yo aproveché para hacer lo mismo y recolocar la cama. Una vez cogió el equipamiento, cerró y dejó a un lado las mochilas. Se volvió a acercar a mí y me besó.
—Nos jodió el momento romántico —me acarició la cara.
—Tranquilo, crearemos más juntos —le besé y los dos nos terminamos riendo por la manera en la que nos interrumpieron. Así no había manera de hacer absolutamente nada en condiciones.
—¿Qué plan hay?
—Ruta romántica por los senderos y luego sorpresita.
—¿Qué sorpresita?
—Luego lo descubrirás —me volvió a besar—. En la mochila tienes un chándal para ir cómoda, voy a cambiarme yo.
—¿Y porqué... no nos cambiamos el uno al otro?
—Eso esta noche —me sacó la lengua—. No quiero que ningún inepto nos vuelva a interrumpir.
—Me parece perfecto.
Abrimos las mochilas y en cuanto tuve mi ropa. Fui al servicio a cambiarme y él lo hizo cerca de la cama. Me tuve que echar agua por la cara para quitarme la adrenalina que llevaba encima. Entre montañas, olivos y fauna pasamos una tarde inolvidable.
Era de noche cuando llegamos al hotel y por petición de mi amor, nos vestimos los dos elegantes —yo opté por un vestido de volantes negro y plateado con los tacones y accesorios a juego—. Me quedé prendada cuando lo ví hecho un príncipe. Con ese traje, ese porte y ese cabello tan bien peinadito. En cuanto nos vimos saltaron chispas.
Intercambiamos un par de piropos mientras tanto y unas vueltecitas para vernos mejor. Dael quiso mantener en secreto su siguiente plan, en cuanto estuvimos en los jardines me descubrió la vista y vi que en el fondo había colocada una mesa para dos con su candelabro, detalles de corazones y muchos pétalos de rosas esparcidos por el césped. Me eché a llorar de la emoción y él me abrazó. Después de agradecerlo con un beso fuimos hasta dónde estaba la cena. Me retiró la silla y después de tomar asiento yo. Lo hizo él.
Nos cogimos de las manos emocionados.
—Qué bonito, cariño.
Dael nos sirvió un poco de vino con una bonita sonrisa en los labios mientras el camarero traía el entrante. No me podía creer lo que estaba viviendo con él, ni la mejor película romántica podía superarlo.
—Nos merecemos esto, por eso he querido sorprenderte —me cogió de una mano y con la otra brindamos.
Sin decir nada, me levanté y me senté en sus piernas. Lo besé apasionadamente y él me rodeó por la cintura.
—Así mejor, eres lo que un día pedí y la vida me lo ha dado.
—Tu para mi igual, mi amor —volvimos a brindar por nosotros y bebimos el vino. Si el día había sido una pasada, esto ya... era indescriptible.
Los camareros nos trajeron la cena y cenamos de manera acaramelada. Disfrutamos de lo lindo mientras nos dábamos de cenar el uno al otro hasta que terminamos los platos principales.
El momento del postre llegó cuando unos fuegos artificiales iluminaron el cielo. Estábamos tan emocionados que no nos podíamos ni mirar a la cara. Nos estuvimos besando un buen rato hasta que él me hizo mirar el plato. Delante de nuestros ojos había una tarta en forma de corazón decorada con estrellitas y ponía una frase encima.
Si tuviera la oportunidad de vivir otras vidas, me volvería:
Ahí fue cuando el camarero provocó una humareda encima del pastel y se esfumó la frase para convertirse en: a enamorar de ti. Te amo, Mi Indomable Eliette.
A lágrima viva lo volví a abrazar. Durante toda la velada había un fotógrafo capturando todos los momentos de nuestra noche. Tanto él como yo estábamos radiantes y no paraban de salirnos gotas.
—Dael —puse la mano en su corazón—. Este interior tan bonito hizo que mis barreras se destruyeran y que me enamorara de ti. Te amo como jamás pensé llegar a querer a nadie.
Dael impresionado me levantó en brazos y me hizo tocar el suelo con los pies. Se hincó de rodillas y me cogió la mano.
—Eliette, me haces feliz desde el día en que tuvimos el primer percance. Trajiste a mi vida una segunda oportunidad y porque nos amamos. Quiero preguntarte algo.... ¿Quieres ser mi pareja?
En lugar de responderle, lo hice levantarse y fue cuando me arrodillé yo.
—¿Y tú te comprometes a casarte conmigo, a comprar un terrenito y a viajar en autocaravana por el extranjero y por toda Andalucía? ¿A descubrir sitios que no hayamos visto? Junto con una perrita que adoptaremos y se llamará Estrella —cogí aire—. ¿Te gustaría cometer la locura de casarte conmigo?
—¿Y tu a ser mi pareja y mi compañera de vida? —me besó dulcemente.
—¡Yo quiero ser todo contigo! Tu compañera, tu novia, tu amante, tu esposa, la madre de tus hijos. ¡Absolutamente, todo!
—Entonces... —hizo que me levantase y sacó del bolsillo una cajita junto con dos anillos. Primero él deslizó el mío sobre mi dedo y después lo hice yo con el suyo.
—El regalo más grande —mencioné cuando nos volvimos a besar.
—Mi regalo más grande.
Nos sentamos en medio de la velada y nos comimos el pastel. Tras terminar, nos dimos los regalos que teníamos pendientes.
La luz de mis ojos nos obsequió un sombrero a cada uno hecho a mano con La Indomable —el mismo que nos pusimos en ese instante— y El indomable y dos collares con forma de estrella junto con nuestras iniciales.Todo creado por las manos de Alma. Por mi parte, le enseñé la foto de la señal de la autocaravana que había pedido con nuestros nombres grabados Dael y Elliette: Un amor indomable. Cuando no había luz al final del camino. Llegaste tu a darle color a mi vida y un reloj a juego con sus ojos.
Un rato después de comernos el postre, de bailar bajo las estrellas y de contemplar las vistas tumbados en la hierba. Subimos a nuestra habitación y con mucha verguenza, nos pusimos nuestros pijamas. Con mucho amor, mucho sentimentalismo y mucha felicidad terminó nuestra noche en la habitación del hotel.
Tras pasar el viernes y sábado increíble. El domingo nos pusimos rumbo a nuestro siguiente destino después de desayunar. Disfrutamos del spa, jacuzzi privado y masaje en el Centro Nature Urban Spa de Jaén. Nos dieron dos sesiones de masajes de Olivaterapia y de Chocolaterapia.
Al dar la tarde, volvimos a nuestra zona pero antes paramos en el cine antiguo dónde tuvimos nuestra primera cita oficial. Me sorprendió al entrar con la pantalla encendida con una película de fondo. Toda la habitación estaba decorada con fotos que en la vida había visto, el setenta por ciento eran únicamente mías y el resto eran junto a él.
Además, a juego habían muchas lucecitas con colores románticos. Me acerqué de su mano después de darme un corazón gigante hecho con flores. Acaricié cada fotografía con delicadeza y me volví a mirarlo.
—Wow... —dejé el arreglo a un lado—. No me salen las palabras para expresarte que te quiero.
—No sé cómo explicarte qué me haces sentir —seguimos tarareando la canción de Sebastián Yatra.
https://youtu.be/lsbqH5bJURc
—¿De dónde salieron todas estas fotos?
—Empecé a echarte fotos a escondidas porque me fascinabas y por practicar mi afición por la fotografía —cogió aire—. Sin pensar, en todo lo que me harías sentir por ti. Las miraba todas las noches y fue cuando me di cuenta de que te quiero.
—No sé cómo lo haces pero, siempre me pellizcas el alma —y es que de verdad lo hacía.
Un noviazgo, una pedida de mano y miles de planes juntos por realizar. Teniéndolo a él, no podía pedir más.
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💫A mi corazón, a ella, a mi estrella que aunque no vea enfrente. Sé que ha estado conmigo durante todo el transcurso de la novela. Gracias por permitirme darle a mi Eliette la historia que se merece junto a nuestro querido y entrañable Dael. Mis asnitos me han marcado en el alma a pesar de todos los altibajos que tuve a la hora de darles un sentido que llegase a vuestros corazones. Me está costando la vida dejarlos ir.💫. Gracias por haberles dado una oportunidad.
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🌟Palabras totales de la novela completa: 39671.
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Palabras según wattpad: 2050.
Palabras según word: 1866.
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