21.1 Mi indomable.
SEGUNDA PARTE
La sala donde venía con él cada vez empezaba a llenarse más. Poco me importó cuando pedí la tercera copa de Vodka Spirytus. La bebida más alcohólica y la que más grados de alcohol poseía. Necesitaba ahogar las penas fuera como fuera. Aunque sabía los errores que cometí en el pasado, sabía hasta dónde podía llegar.
—Hola, guapa —giré la cabeza y vi como el mismo zagal que me miraba la otra noche se sentaba en la barra, justo en la silla de al lado mía.
—Hola.
—¿Qué haces tan solita? ¿No te acompaña hoy tu novio?
Solté una risa amarga.
—Novio, dice...
—¿Un rollo... quizás?
—Quizás —no medité mis palabras.
—¿Me haces feliz, lo sabes?
—Mientras no se te ponga feliz otra cosa, todo bien.
El muchacho se descojonó de risa.
—Que graciosa eres —admitió.
—Y con un par de copas de más, el doble.
—¿Me dejas invitarte a algo?
Negué con la cabeza.
—Más de esto, no me excedo —me bebí lo que me quedaba.
—¿Te apetece que bailemos?
Bajé del taburete y le puse en bandeja mi mano. Fuimos hasta la pista y empecé a mover las caderas al son de la música. No mucho, pero un poco de tonteo hubo pero nada escandaloso.
—Que rico te mueves —me halagó.
—Tú tampoco lo haces nada mal.
—Mejor me muevo entre las sábanas —ignoré ese comentario.
Se acercó un poco más a mí y empezó a coquetearme.
—¿Tú nombre es...?
—Eliette.
—Yo me llamo Damián un placer preciosa.
«¿Da...el?». Me pareció escuchar su nombre y me mareé un poco.
—¿Da...qué? —me cogió de los hombros cuando me tambaleé.
—Damián —me sujetó por la cintura y se acercó más a mí boca.
Su aliento me estaba mareando incluso más.
—Vamos a sentarnos, anda —puso en mi cintura su mano y cuando empezamos a andar. Pegué un traspiés que provocó que Damián me sentase en otro de los taburetes.
—Veo que vienes muy de vez en cuando por aquí.
—Si, con Dael —mi subconsciente volvió a delatar que no dejaba de pensar en él.
El zagalón pidió una botella de agua y me la ofreció. Se lo agradecí y al rato volvimos a bailar bien pegaditos.
—¿Qué pasaría si te beso? —se mordió el labio inferior—. Me tientan mucho.
—Te recomiendo que no lo hagas.
«O sí... qué más me daba ya».
—¿Tienes que darle explicaciones a alguien?
—A nadie —fuera de mis cabales empecé a bailar de manera muy provocativa sin necesidad de estar muy cerca de manera excesiva. Adopté todas las posturas más picantes que había aprendido en los últimos tiempos.
Se me fue la cabeza y le seguí el juego hasta que lo vi a unos pasos de mí. Al principio pensaba que estaba viendo visiones por culpa del alcohol pero no fue así. Dael nos estaba mirando. No daba crédito de mi escena y a mi me dieron ganas de... comerle la boca a Damián para hacerle daño pero no fue necesario ya que, mi adorado amorcito desapareció de mi vista como alma lleva al diablo. Cerré los ojos y seguí bailando hasta que mi conciencia hizo saltar todas las alarmas así que reaccioné dándole un empujón.
—¿Qué pasa? ¿No deseas besarme tanto como lo deseo yo?
—Pues por lo que has podido comprobar, no quiero ni que me vuelvas a poner una mano encima —debí dejarlo a cuadros.
Quise correr detrás de Dael pero, la presencia de alguien que me producía un poquito de asco me detuvo.
—Chica, no hay quien te entienda —escupió por la boca—. Con razón hoy te dejaron sola, ni ese tío te soporta.
Jugué a no escuchar su comentario para no liarla.
—Hombre, Damián —le dio una palmadita en la espalda—. No te sorprendas, es la táctica de ella. Te seduce, sale contigo y luego te deja con las ganas. Lo sabré yo de sobra...
«El que faltaba».
El afectado miró a Jairo. Al parecer estos dos se conocían.
—¿Y tú cómo sabes tanto?
—Porque es mi ex —mintió.
—Mentira, lo único que hicimos fue salir un par de veces así que haz el favor de no decir gilipolleces —gruñí.
—¿También te la tiraste?
—Nunca me metería en la cama con él —di mi versión.
—Va de santa y... es una puta zorra.
Esa palabra me trajo tantos recuerdos tan desagradables que le pegué un guantazo. En un acto reflejo, Damián me apartó de él y volvió a intentar sobrepasarse.
—¿Le hacías algún tipo de favor o que?
Cerca nuestra estaba sucediendo otra escena. Solo llegué a escuchar un "Zorra será tu bendita estampa". Una sombra apareció detrás de mi antiguo ligue, al principio no lo distinguí pero cuando lo giró. Le asestó un puñetazo en la mandíbula que Jairo cayó encima de una silla.
—Soy muy de favores yo —le repliqué y fue cuando empezó a ponerse baboso.
—¿Qué tipo de favores me harías a mí? —me acorraló entre una mesa y una viga.
Mi atención se desvió al ver a Dael en plena acción, desatendí todo lo que pudo decirme más. Intenté apartarme para ir a ayudar a Dael cuando escuché.
—¿No te quedó claro, verdad? ¡Tú a mí novia la respetas! —le recriminó mientras el otro decía cosas sin sentido.
Jairo seguía inmóvil después de estar varios minutos intentando luchar contra otro indomable. Mi indomable.
—¡Dael, para! —le pedí y me obedeció antes de que el segurata y la gente reclamase más pelea.
Este por si no fuera poco, presenció como el otro quiso sobrepasarse aunque yo luchaba contra él y le grité que me soltase.
—Y tú... ¿estás sordo o qué? —le entró un avenate—. No te metas con mi mujer tu tampoco, so desgraciado.
—Tu mujer... —se burló.
Lo cogió de la camiseta y le dio un cabezazo. El ambiente se había vuelto un desfarafuste. Fui a separarlos cuando Jairo apareció con una silla para atacarle a Dael, antes de que lo hiciese. Le propiné un sillazo que lo dejé doblado.
—Lo tocas y te juro que no la terminas de contar.
Por si fuera poco, Dael me apartó cuando fue a por Jairo. Los espectadores eran unos idiotas, ninguno intentó separarlos. Tuve que meterme yo para pararlos.
¡Qué follaero se había montado!
—¡Vosotros cuatro, a la calle! —nos dijo un segurata.
Sujeté a Dael.
—Para, te lo suplico.
—Vámonos juntos —me ordenó.
—No, yo me voy sola.
—No lo permitiré —le volvió a propinar un guantazo a uno de ellos mientras la guardia sacaba del local a Jairo.
Si era la solución para convencerlo, estaba dispuesta a hacer eso. Lo cogí de la mano.
—Acepto —me miró—, me iré contigo donde tú quieras.
Sin darme tiempo a replicar, me cogió de la mano y me llevó al aparcamiento dónde nuestro coche en común estaba aparcado. Al llegar al lado, sentí una mezcla de punzadas en el cerebro, mareo y angustia. Dael serio me cogió bien para evitar que perdiera el equilibrio. Abrió el coche, me ayudó a entrar y después de introducirse él en el vehículo puso rumbo a nuestra casa.
Una vez llegamos, me cogió en brazos y me llevó al interior de nuestro hogar.
—Puedo andar... —dije aunque me costaba.
—¿Cómo se te ocurre chisparte así? —me echó la bronca—. Y si no llego yo, ¿qué hubiera pasado?
Los ojos se me aguaron de la impotencia que sentía, hice el ridículo de lo más lindo.
—Tampoco bebí tanto... —me defendí.
—Lo suficiente para llegar a este estado, no quiero que lo vuelvas a hacer —habló firme.
—¿Estás... enfadado?
—Ahora no es momento de hablar de eso, necesitas cosas más urgentes
La resaca apareció sin previo aviso y volví a sentirme mareada. Dael no me soltó en ningún momento. Fuimos a la habitación, dejó mi bolso en su sitio y mientras él buscaba ropa para los dos yo me di cuenta de que él no me había hecho caso. Sus cosas seguían en el mismo lugar que cuando me fui.
—Tus cosas están aquí.
—No pienso abandonarte por una pataleta que tengamos —me sujetó.
—Incumples mis órdenes... —ya no sabía ni que decía.
—Anda, mira... como tu las mías —se burló—. Ya estamos en paz.
Dael me condujo hacía el aseo, puso en marcha el agua de la ducha de uno de los baños y colocó la ropa en general a un lado.
En cuanto vi el váter, me abalancé sobre él y poté. Una vez lo había hecho, mi salvador me ayudó a limpiarlo y consiguientemente con ropa incluida nos metió a los dos en la ducha. Cerró la puerta corredera y me pegó a él.
—¡Malafollá, esto está helado!
—Hasta borracha estás quejica, anda que...
—No estoy... —Dael empezó a echarme agua fría sobre la cabeza y el cuerpo.
Cuando me di cuenta, había cambiado el regulador y ahora salía agua caliente.
—Te estás mojando... sal o te resfriaras por mi culpa.
—Dónde estés tú, estaré yo sin importar lo que pase —seguía acariciándome y depositando agua sobre mi—. Y si nos ponemos enfermos, juntos nos curaremos.
Lo abracé y me eché a llorar arrepentida.
—Lo... siento mucho.
Abrí la nevera mientras Dael buscaba una sartén.
—Voy a preparar algo para que cenes.
Me interpuse en medio y lo miré.
—No cenaste anoche... —le recordé.
—Ninguno de los dos lo hicimos así que vamos a comer algo y nos vamos a dormir.
—Pero, cenaremos esto —saqué las hamburguesas y las puse sobre la mesa. Cerré el frigorífico y las calenté en el micro.
—Puedo prepararte otra cosa, mi pequeña Eliette.
—No, comeremos esto —las serví después de calentarlas en un plato junto con las patatas y Dael puso las bebidas sobre la mesa.
—Haremos lo que tu digas.
En medio del silencio, los dos cenamos, después de terminar y colocar. Dael me llevó a nuestra habitación, me ayudó a recostarme y cuando él se iba a ir a otro cuarto —o más bien lo fingió para ver mi reacción—. Estiré de su mano para invitarlo a que se tumbase conmigo.
—Quédate, por favor —lo miré a los ojos—. Te necesito a mi lado.
Dael se metió en la cama con mi ayuda, nos tapé bien y nos enredamos hasta que quedamos abrazados.
—Perdóname —después de mis palabras, nos deseamos una feliz noche y nadie más dijo nada.
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💫La reina de mis ojos💫
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🌟Avenate es un ataque de locura
🌟Follaero es liarla parda. Una situación donde pasa del límite de lo correcto y pasan cosas inapropiadas.
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Palabras según wattpad: 1738.
Palabras según word: 1717.
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