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10. Las tres cerditas.

PRIMERA PARTE

Antes del amanecer decidí dar un paseo por los alrededores en mi tractor. Pasé varias horas viendo terrenos y detallando los olivos que me encontraba por el camino. Desde hacía días tenía en mente en comprar una zona del olivar más extensa a la que ya tenía.

Si me paraba a pensarlo, me culpaba por haberme perdido tantas cosas durante este tiempo por el que dirán y por temor, de no haber venido aunque sea en alguna ocasión para ver cómo estaba la que es mi casa de toda la vida.. Hasta que no me sentí renovada, no lo logré.

Iban a dar las doce del mediodía en breve, motivo por el cual decidí volver a casa. En lugar de ir por la ruta de antes, decidí cambiar de rumbo para regresar. Dael y yo estuvimos por aquí haciendo trabajos pero desde entonces, no lo volví a acompañar así que buen motivo me pareció para volver a saborear el paisaje.

El aroma era espectacular y si no cerré los ojos fue para no meterme una castaña —esas el encargado de recibirlas era Dael—. A lo lejos, logré ver a tres chicas demasiado sofisticadas hablando. A escasos metros, había un joven vestido de agricultor —se encontraba con una bolsa de fertilizante—. La ropa era demasiado ancha y el joven no es que se le apreciara que estuviera de punta en blanco. Cuando me aproximé más a ellos, reconocí al varón que tenían enfrente. Una de ellas, estaba haciéndose la chulita delante de él y a mí no me gustó nada su actitud. Paré en seco el tractor y me bajé.

—¿Veis, chicas? Mereció la pena el cambio que hice. —habló la que parecía ser la líder del cortejo de víboras.

—Nada que ver, Alejo si es un buen partido para presentarle a tu familia —opinó otra, que a mí parecer se podía haber metido su pensamiento por el trasero.

—Of course, por eso se va a casar con él próximamente —rio la tercera.

Dael intentaba ignorarlas pero cuando levantó la vista y me vio se quedó helado. Lo miré en busca de una explicación.

«¿Porqué aguantaba eso?», pensé.

—¿Se puede saber qué está pasando aquí? —me puse a la vista de ellas tocándole por detrás del hombro. Antes de que se girará la cabecilla, me planté delante de sus ojos.

—Intentando hablar con el don nadie —espetó la idiota mayor.

—¡Qué no me busques más! —explotó Dael—. ¡Olvídate de que existo y vete con tus lujos a otro lado!

Observé la reacción que tuvo él. Era la primera vez que lo veía alzarle la voz a alguien y me sorprendió.

—Estás celoso, ¡admítelo!

—¡En tu vida, así que antes de que diga algo que no quiero, vete!

—¿Perdona? ¿Don nadie? ¿Pero tú te has visto, chavala? ¿Quién te crees para faltarle el respeto? —le di tal empujón que se tambaleó y por casi se estrella contra el suelo.

Las amigas y Dael se quedaron locos por mi reacción.

—¿Qué haces, ósea? ¡A mí no me grites ni me empujes!

—Habló la que está ofendiendo a Dael, le dices una palabra más mal sonante y te la buscas —me puse como una fiera.

—¿Y tú quién te crees para hablarle así a mí amiga, tía? —otra pija intentó defenderla. Dios las criaba y ellas se juntaban.

—Alguien que os va a dejar a las tres como un cuadro

Dael dejó a un lado el fertilizante y me alejó de ellas cogiéndome por la cintura. Ambos nos miramos a los ojos y sentimos la furia que llevábamos por dentro.

Las lameculos sujetaron a su amiga que ya parecía estar más estable.

—No será ella la tipa de la que están hablando en el mercado.

—Seguro que sí —afirmó una de ellas .

—Tiene que ser ella, el nuevo romance del pastor —dijo refiriéndose a Dael.

Gruñí e intenté volverme hacia ellas pero mi vecino me sujetó más fuerte pero con delicadeza.

—Porque no os calláis ya, urracas.

Las tres me miraron de arriba a abajo.

—¿Qué nos llamaste?

—U-RRA-CAS —noté cómo Dael hundía en mi cuello su rostro y se reía. Noté su aliento sobre mi piel y qué escalofrío me dio.

Eran tan cobardes que no se acercaban, solo soltaban un léxico pijil con poco fundamento. Hasta Karlos Arguiñano tenía más artillería que ellas juntas.

—¿Qué es?

—Usa Google, Wikipedia te lo dice todo —le dije—. Claro...  si no tendrás tiempo por limarte las uñas.

El trío de gilipollas me miraron con asco.

—Eres tan vulgar...

—Prefiero ser así que una pija de mentira y disfrazada de niña bien. Ahora dime, ¿tú quién eres?

—Vaya, vaya... no irá la cosa tan en serio cuando Dael no te lo dijo.

Dael y yo nos miramos, y antes de que dijese nada el moreno, se manifestó la idiota.

—Soy Briana. La ex de Dael, la única con la que ha estado.

—Está en lo cierto pero no le hagas caso, vámonos —me susurró—. No caigas en sus provocaciones.

—Tranquilo —le susurré cuando dejó de estar tan cerca de mi rostro—. Pues bien por ti.

—Se lo dejó por otro.

«Pobre otro», dije mentalmente.

—No daba la talla en la cama así que prepárate para aburrirte en ese tema —otra ignorante más. ¡No podía más!

—Además...  no sabe ni besar —se descojonó la ex.

—Cállate un poquito ya, que a este paso sube el pan —habló Dael tan sereno.

«¿Cómo podía estar tan tranquilo cuando lo estaban atacando?».

—Si solo fuera el pan... —me aparté un poco de Dael—. Estás muy equivocada, que lo sepas.

—¿Perdón? Dael... puedo decir todo y más —él la miró con odio. Se le notaba por donde iba.

—Que contigo haya sido un rancio sin gracia no quiere decir que conmigo lo sea así que háztelo mirar.

Rio la payasa y lo miró.

—Ves, no dice nada porque llevo razón.

—Estoy llegando al límite, te lo aviso —habló él.

—¿Quieres comprobar lo soso que es? Aprende y verás —puse el fertilizante cerca nuestra y me dirigí hacía él.

Pensando bien mi siguiente actuación, lo cogí por las solapas del suéter y uní mis labios a los de él de forma voraz. El beso fue cambiando de intensidad nada más puso él las manos sobre mi trasero. Al principio fue un poco tímido pero yo lo incité a que fuese más pasional y más atrevido. Estuvimos un par de minutos haciendo una demostración de lo que era un beso de verdad. Lentamente nuestros labios dejaron de tener contacto y él apoyó su frente a la mía.

—Una cualquiera solo haría eso.

Dael se separó agotado y se puso delante de ella.

—Como te atrevas a ofenderla una vez más, juro que por lo que más quiero no voy a tener piedad —la miró con furia a los ojos.

—Ay querido... no me das miedo y sabes, las cosas pasan por algo. Tus padres te dejaron solo porque no te querían.

Dael acababa de defenderme pero algo no iba nada bien. Se le rayaron los ojos y cerró uno de los puños.

—¡Ya basta! Antes de hablar de mis padres, enjuágate la boca —estalló de ira. Se notaba que le habían dado donde más dolía.

Temí por si actuaba sin pensar. Con una mano lo cogí del brazo y con la otra el fertilizante.

—¡Nadie te quiere, ni siquiera yo!

—Da gracias que eres mujer porque sino te daba hasta en el carnet.

—Vámonos Dael —enfoqué la vista en ella—. Y deberías de aprender a no atacar a los padres de nadie. Muy señorita va y luego eres una serpiente venenosa.

Vino hacía mí soltando improperios y Dael se puso delante nuestra. Me cogió de la mano y empezamos a caminar hasta el tractor. Me giré y las miré.

—¿Cuándo dijiste que era la boda?

—La semana qué viene —se creyó importante la ignorante.

Sonreí maliciosamente y a Dael se le notaba que no sabía mis intenciones. Con ideas brillantes, continué andando con él. Guardamos el fertilizante y me volví a girar.

—Dael no podrá ponerte la mano encima pero... —cogí una cubeta tapada que llevaba y me acerqué—. ¡Pero yo sí! —fui hacía ella y tiré al lado barro líquido, después le pegué dos buenas castañas a ella y a su séquito. Brevemente, las lancé a la charca como tales puercas a las tres—. Oing, oing... ahí te va tú regalo de bodas. ¡Una sesión de spa y mierda con barro gratuita para las tres cerditas!

Mientras ellas patalean y lloriqueaban dando gritos. Triunfante cogí el cubo y con la ayuda de Dael nos subimos al tractor. Cuando puse rumbo a casa dejando a las tres cochinas en el barro, Dael y yo explotamos a carcajadas y comentamos la jugada.

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💫La princesa de mis sueños.💫

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Palabras según wattpad: 1484.

Palabras según word: 1462.

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