CAPÍTULO 8
MELISSA
Corrí la cortina de mi habitación, mis manos se quedaron suspendidas en medio de la tela, mientras mis ojos observaban fijamente la casa de JJ.
—¿Todo bien, mi bella durmiente? —La voz de mi padre llegó en forma repentina, tomándome por sorpresa. Me giré con el corazón a mil por hora, verlo era reconfortante. Siempre estaba ahí para mí en los momentos en que más lo necesitaba. Aunque solía pecar de verme como una niña, sabía que era de aquellas hijas afortunadas que tenían una relación estrecha con su padre. Imaginaba sería el tipo de papá que se pondría celoso cuando llevara un novio a casa, cosa que aún no pasaba. No podía sospechar que había dado mi primer beso cuando estaba en secundaria, y que con aquel mismo muchacho había perdido mi virginidad.
Se me hacía imposible no preguntarme qué pensaría si supiera que ya di ese paso y que jamás tuve "esa charla". Sentí mis mejillas calentarse, y jugué con los bordes de mi falda, en un intento de reprimir la vergüenza que inundaba todo mi cuerpo.
Nuestros ojos se encontraban por segundos; ojos cafés, idénticos. Ambos con el rostro cubierto de pecas, que adornaban nuestras mejillas y nuestras narices. Daban ese toque dulce, infantil. Y de cierta manera, lo éramos, mi padre conservaba su espíritu de niño al igual que mi madre, debió tratarse de aquello que los unió en la juventud.
Esperaba encontrar ese tipo de amor algún día en mi vida.
—¡Claro! —Sonreí.
Por instinto toqué mis labios, recordando el beso de JJ; cuanto deseé que fuese mi primer todo, y simplemente terminamos siendo desconocidos. Pero quizá podríamos recuperar el tiempo perdido, quizá si ponía de mi parte, podríamos volver a ser amigos... no estaba molesta, solo... apenada.
—¿Segura, pequeña? —Sus palabras fueron como un sedante, abstrayéndome de mi ensimismamiento.
—Papá no me llames así, ya estoy grande. —Me observé en el espejo. Mi cárdigan con diseño de flores blancas con amarillo y mi falda rosa plisada, junto con mis zapatos del mismo tono de la falda, con un lazo en la parte superior. Me gustaba vestirme de esta manera. Me recordaba a ese verano interminable; memorias de aquel lugar de mi adolescencia, dónde aprendí las lecciones que me marcarían de por vida.
Los pasos de mi madre se aproximaban a mi habitación.
—¿Todo bien, Mel? —preguntó por detrás de mi padre.
—Claro, ¿por qué se preocupan tanto por mí? Todo está bien —los tranquilicé. Sin embargo, las facciones en el rostro de Meredith no mejoraban. Un fugaz instante de inquietud flotó en medio de los tres. Me pregunté si acaso ellos me ocultaban algo más, quizás nuevamente estábamos con apuros económicos.
—Entonces nos quedaremos tranquilos —respondió mi madre luego de unos instantes de indecisión. Tomó del brazo a mi padre, esfumándose por completo de mi vista.
Me quedé apoyada en la pared; el mural en color rosa, que combinaba perfecto con toda mi apariencia; podría tratarse de un fondo ideal para una fotografía. Si me sacara fotografías, si fuera de aquellas muchachas que sentían la suficiente confianza en sí mismas para mostrarse tal y como eran. Alguna vez lo intenté y las cosas no salieron bien.
Mi teléfono vibró. Mike me agregó al grupo de WhatsApp que tenían los muchachos. En los últimos días había mantenido conversaciones con Adam y Mike. A ambos parecía agradarles, lo cual llenaba mi corazón de alegría. No obstante, me dolía advertir ese recelo de parte de Charlotte y Emma. Especialmente de Charlotte.
Tampoco la juzgaba por tener malos sentimientos hacia mi persona. Su novio me besó en la fiesta, y debía reconocer que alguna vez deseé con toda mi fuerza estar con JJ. Mi amigo, mi anhelo. Sin embargo, las personabas cambiaban, y por más que en algún momento me hubiese sentido atraída por él, ya no era quien yo pensaba. Nada justificaba lo que hizo. Mis sentimientos los encerraría en una caja sin dejarlos salir jamás.
Me dirigí a la cocina con la intención de cocinar. Me encantaba cocinar, los distintos aromas y texturas me volvían loca. Sentía una gran satisfacción cuando veía la cara de felicidad de las personas al probar mi comida.
Dejé todos los ingredientes sobre la mesa. Separé las yemas de las claras de los huevos, dejando todas las yemas en un bowl que utilizaría luego, para agregar la leche y la esencia de vainilla. Tenía planeado hacer hot cakes japoneses.
Recordé aquellos años en que hacíamos galletas en la casa de JJ, era un clásico previo a Navidad. Ayudábamos a nuestras madres, aunque siempre terminábamos en peleas de comida, riendo. Extrañaba la dulzura de esos ojos verdes, ahora solo me miraban con rencor y odio.
Sacudí mi cabeza, no podía seguir viviendo del pasado.
Mientras trabajaba con la harina y el polvo de hornear la pantalla de mi teléfono se iluminó nuevamente, recordé que no había leído los mensajes del grupo de los muchachos.
Me limpié las manos con uno de los paños de cocina y desbloqueé el celular.
Mike
Ya estoy ansioso por verte Mel;)
Mis manos temblaban al leer su mensaje cargado de insinuación. Los había invitado a todos a mi casa, no solía tomar la iniciativa para realizar reuniones sociales. Sin embargo, quería conocerlos mejor, más que nada ya estaba presionada a participar en la noche de Halloween. Durante los últimos días busqué videos antiguos de las travesuras que realizaban esa noche; robos, intimidaciones, bromas de mal gusto. Unas peores que otras. Las más suaves las hacía Emma, y Tyler...
Entré a su perfil, se sentía extraño ver fotografías de alguien muerto. En su última publicación salía abrazando a Emma. Se veía tan joven, de ojos cafés, nariz aguileña, labios finos. Usaba una media melena larga, y en un brazo tenía un tatuaje pequeño, pero perceptible: Una brújula.
Muerto.
Volví a enfocarme en el teléfono, antes de que mis pensamientos me llevaran a lugares a los que no quería volver.
Respondí solamente con el emoji de mejillas sonrojadas, sin ninguna doble intención. No obstante rápidamente me di cuenta de que había sido un error.
Charlotte
Parece que la "princesa" está bastante empeñada en meterse con todo lo que se le cruce.
Mike
Eres una maldita envidiosa Charlotte, todo porque nunca te di una oportunidad.
Definitivamente a Mike le gustaba el peligro. Ni en un millón de años me atrevería a decirle algo así a la muchacha que era de armas tomar.
Charlotte
Nunca me has interesado Mike, maldito egocéntrico narcisista jajaja.
Me quedé con los dedos sobre las teclas sin saber qué escribir, me percaté que los demás veían los mensajes y aun así no respondían, así que decidí actuar de la misma manera. Quizás era habitual que Mike y Charlotte se trataran de esa forma, y no era que realmente quisieran sacarse los ojos.
Dejé el teléfono desbloqueado a un lado, mientras batía las claras. Tenía planeado hacer una buena cantidad de panqueques, una tarta y galletas.
Estaba terminando con la cocción cuando mi madre apareció en la cocina junto a mi padre. Saldrían luego de almorzar a hacer unas compras pendientes. Por lo cual, tendríamos la casa para solo nosotros gran parte de la tarde.
Tomamos asiento alrededor de la mesa. Mi concentración estaba enfocada en parte a que no se me pasara el tiempo de cocción, y también en generar una distracción.
A veces me preguntaba si mis padres se daban cuenta de lo que en verdad yo hacía, ¿lo aprobaban? ¿o simplemente estaban tan despistados que no se percataban de cómo eran mis interacciones al momento de sentarnos en la mesa?
La verdad no lo sabía. Quizás era fácil distraerlos, de cualquier forma, por mí era mejor. Sabía que estaba mal, sabía que no era correcto, pero no podía evitarlo. Hubo un tiempo en que mi relación con la comida fue de solo amor, un amor puro e inmenso. De ahí que nació mi obsesión por cocinar. Las cosas se complicaban cuando crecías, y más cuando llegabas a un nuevo ambiente.
En ese tiempo, en que era objeto de burla en la sala de clases, no tenía a mi mejor amigo para consolarme. Tampoco podía confiarle mi angustia a mi familia, ellos tenían bastantes preocupaciones en sus cabezas.
Me desahogué viendo sailor moon al menos unas cuatro veces. Cuando dejó de funcionar como lapsus de olvido, hice todo lo que funcionaba para bajar de peso. Sin importarme si eran métodos sanos o dañinos para mi organismo.
Comía lo menos posible, contaba las calorías de lo poco que consumía, era como un registro sagrado, que debía llevarse a cabo cada día. La primeras veces en que pasé hambre se sintió horrible; dolor de cabeza, debilidad y mareos, mi estómago rugiendo. Un pensamiento que me invadía por completo: Comer, comer, comer, comer. Incluso los aromas los percibía con mayor intensidad, el olor de la comida de mi madre subía hasta mi habitación, e inhalaba, inhalaba con fuerza, creyendo que de esa manera lograba engañar por un segundo a mi mente.
Lo superé...
Lo superé, ¿no?
Me quedé viendo un punto fijo, mientras revolvía la pasta con el tenedor.
Comí.
Y quizás el sentimiento de culpa, de que hacía algo que estaba mal me tenía imaginando cosas, porque me pareció ver una expresión de alivio en el rostro de mi madre.
Después de comer, comencé la preparación de la tarta de manzana canela, y las galletas con chispas de chocolate. Tenía gran parte armado, mis recetas eran fáciles, pero efectivas. Mis padres aún seguían en la casa, pero ya se irían en unos pocos minutos.
Sonó el timbre, y necesariamente volví a mirar la hora, aún faltaba para la hora acordada ¿Quién podría ser? Caminé en dirección a abrir la puerta, pero Meredith me ganó. Y mi pulso y nerviosismo se fue a mil al ver las dos siluetas que se encontraban frente a mi madre.
—Un placer conocerla futura suegra. —Mike tomó la mano de mi mamá para besarla mientras me dirigía una mirada con picardía. Adam llevó una de sus manos a la cara como si quisiera que la tierra se lo tragara. Entendía ese sentimiento, porque era precisamente lo que yo quería hacer ahora. Mis mejillas estaban enrojecidas, mis manos jugaban con los bordes de mi falda apretándola.
—Disculpe a mi amigo, Sra. Fields, él acostumbra a hacer este tipo de cosas.
—Muchachos no se preocupen. —Mi madre se veía divertida con la situación—. Pasen, adelante, son bienvenidos en esta casa. Ahora entiendo muchas cosas.
—¡Mamá! No hagas... — la voz se me quebró cuando intenté pronunciar las palabras, probablemente porque me percaté que tanto Mike como Adam me estaban mirando fijamente—, insinuaciones extrañas.
—Hija no tiene nada de malo, ahora comprendo por qué has estado tan ausente desde que llegamos. Yo también lo estaría con estos muchachos tan guapos.
Mike sonrió triunfalmente, como si con esa frase mi madre le hubiera dado el "aprobado" para lo que sea que pasaba por su cabeza. Y Adam, aunque mantenía su postura rígida se vio más cómodo con la amabilidad y simpatía que mi madre exponía. Si bien, no creía que fuese apropiado que dijera esas cosas frente a ellos, debía reconocer que tenía razón en que ambos eran muy guapos, de una manera diferente pero claramente tenían a muchas chicas detrás de ellos.
Mis padres se marcharon, y nos sentamos en el sillón principal del salón. Cada uno a un lado mío. De pronto, mi cárdigan se sintió más grueso de lo habitual; la temperatura ambiente abrumadora. Que ambos me observaran no ayudaba en nada a apaciguar aquella tensión que nos rodeaba. ¿A qué se debía?
—Me alegra que estén aquí, gracias por venir. —Suavemente toqué con mi mano izquierda la mano de Adam que descansaba sobre su rodilla, y luego, mi mano derecha la coloqué sobre la mano de Mike.
No estaba segura si había sido correcto generar esa cercanía, por lo general este tipo de situaciones me hacían dudar mucho. Cuando se trataba de situaciones de peligro podía actuar rápidamente, sin cuestionamientos. Sabía lo que debía hacer. Así fue cuando vi que esos niños estaban atacando a una pequeña en el parque, o cuando JJ golpeó a Thomas.
Pero cuando eran situaciones que involucraban proximidad con personas de mi edad, todo cambiaba, me ponía extremadamente nerviosa. En algunas ocasiones me cuestioné si padecía de algún tipo de ansiedad social, lo descartaba, pero se sentía similar.
—Vaya vaya, si con venir puedo sentir tu calor entonces vendré más seguido. —Mike entrelazó sus dedos con los míos antes que pudiese soltar su mano. Luego reposó su cabeza sobre mi hombro—. ¿Coincides conmigo Adam?
Volteé mi cabeza hacia Adam, nuestros ojos se encontraron y permanecieron así por un momento más de lo apropiado antes que yo bajara la mirada. Aun así percibía sus ojos clavados en mí.
—Mike, no te pases de listo —su voz sonaba tranquila, pero con determinación, hablaba en serio—. Si te insinúas, o haces cosas que sabes que la podrían hacer sentir incómoda, entonces no eres muy diferente al idiota de JJ con lo que le hizo en la fiesta, y no sé cuánto tiempo más resista esas actitudes de imbéciles.
Mike no esperaba que Adam fuese tan directo, sus ojos se abrieron ante la sorpresa de su reacción. En mis observaciones me percaté que en el grupo Adam hablaba poco, y no daba margen a demostrar sus emociones. Sin duda, esa faceta audaz que utilizaba conmigo, no la usaba con los demás.
—Mel, si te molesta que me acerque a ti, me lo dirás ¿está bien? —Mike se incorporó un poco en el sillón, enderezando su postura en el respaldo—. No quiero incomodarte. Perdóname si ha sido así ¿vale? Es solo que... me intrigas, y me agrada estar contigo princesa.
Siendo sincera, la presencia de Mike me tomó desprevenida el día en que nos conocimos. No obstante, creía entender cómo era él. Mike era atrevido, pero eso no significaba que me veía de otra manera, le agradaba, pero como una quizás posible futura amiga o al menos eso quería creer.
Más allá de la curiosidad por entender a JJ, nació en mí un fuerte impulso de ser amiga de todos ellos, y en parte por eso decidí invitarlos, quería que formaran parte de un fragmento de mí. Recordaba el silencio que se formó en casa de Adam cuando dije que quería ser su amiga, no estaba segura de cómo interpretarlo. Mike bromeó con que quería ser más que eso, una clara mentira para que no me sintiese mal. Lo entendía, quizás yo no era suficiente para ellos, no cumplía las expectativas para realmente formar parte de algo. Tampoco sería la primera vez que me pasaba algo así.
Le dije a Mike que no se preocupara, que cualquier cosa que pudiese disgustarme se la diría sin falta, lo que hizo que saliera un suspiro de alivio de su boca. Luego, halagó mi perfume que lo invadió con intensidad al haber dejado su cabeza reposando en mi hombro.
Miré de reojo a Adam y quizá él advirtió que mientras Mike hablaba de su día, yo sutilmente desviaba mi vista hacia él.
Pese a que recién nos conocíamos, Adam se preocupaba por mí. Se peleó con JJ cuando me besó en la fiesta, me rescató de Charlotte cuando me encerró en el baño, e incluso ahora se había molestado con Mike porque temía que yo me sintiera incómoda. Ah, y por cierto, me olvidaba del horrible episodio del vomito. Sí, trágame tierra. Quería borrar aquella noche.
Me levanté del sillón en busca de las galletas que había hecho. Estaba sacando un plato para depositar las galletas ordenadamente cuando Adam apareció en el marco de la puerta.
—¿En verdad tú cocinaste todo esto? —Con sus dedos señaló lo que se encontraba sobre la mesa principal. Su suéter oscuro combinaba perfecto con su atrayente cabello negro, formaba un contraste alucinante con sus ojos azules.
—¡Claro! Me gusta mucho cocinar, tanto como andar en patines, aunque en eso sea un poco torpe —sonreí sin mostrar los dientes. El rio por lo bajo—. Podría hacer algo especialmente para ti, tú dime cuál es tu plato o postre favorito y lo tendrás.
—Me estás haciendo una interesante oferta, casi imposible de rechazar. —Se posicionó a un lado mío y sacó los vasos, llenándolos con el jugo que preparé con anterioridad—. Pero creo que esta semana ya estarás ocupada con bastantes cosas, estarás buscando trabajo, y además deberás comenzar a planear una buena estrategia para poder salir del paso con las pretensiones de JJ. Ah, y también debes lidiar con los celos de su hermana/novia.
Pues sí, las cosas no estaban nada fáciles para mí, pero decirlo de esa manera sonaba divertido.
—Vale, que sé que tendré varias cosas en la cabeza durante estos días, pero te digo que amo cocinar. No será una carga, será un honor cocinar para ti. —Realicé una reverencia burlona para enfatizar lo que decía.
—Que Mike no te vea haciendo eso, se supone que tú eres la princesa y además creo que se pondría un poco celoso. Puedo darme cuenta de que JJ no es el único que siente algo por ti, aunque claramente lo de JJ podría tratarse más bien de una obsesión. En cambio, con Mike podría ser algo más cercano al amor.
—Lo dudo bastante, no existe el amor a primera vista, esas cosas déjaselas a los libros. —Tomé el plato con la intención de que ya volviéramos a la sala—. Lo que no significa que crea que lo que dices es cierto. —De pronto, demasiado consciente de que era darle el punto a favor a que ambos sentían lo que fuese por mí.
—Tienes razón... Además, nada sería más aburrido que un amor instantáneo ¿No es así? —levantó las cejas, y por algún motivo sus ojos se veían más profundos de lo habitual; su mirada me retaba.
No comprendía por completo sus cambios de actitud. Cuando ambos estábamos con los demás no se comportaba de esta manera, pero las veces que nos quedábamos solos era más intimidante. ¿Cuántas facetas tenía Adam? ¿Cuál era la real?
—Me criticas a mí, pero aprovechaste que me llamaron por teléfono para escabullirte —la voz de Mike hizo que me sobresaltara, y solo por suerte no se me cayó el plato con las galletas.
—Creo que es momento de volver a la sala —dijo Adam con toda la tranquilidad del mundo.
Esperé con ansias la expresión de sus caras al momento de probar las galletas una vez que estábamos nuevamente en el sillón. Me esmeré mucho en ellas, tenía una receta especial que siempre había sido alabada, al menos por mi familia.
Sentí satisfacción ante la reacción del primer bocado. Les gustó, de eso no tenía dudas.
—Eres maravillosa Mel, qué delicia. —Mike tomó tres galletas más—. Por favor sé mi novia, te lo suplico. A cambio, puedo darte lo que quieras cuando quieras.
No me invadió el nerviosismo, dado que escuchar a Mike decir esas palabras mientras se atragantaba de galletas me provocó una gran carcajada.
—Lo siento, lo siento. —Llevé una mano a mi cabeza—. Es que Mike, eres alguien muy divertido.
—Imagina lo divertido que puedo ser en la cama.
Adam dejó los ojos en blanco. Yo solamente tomé la primera galleta y traté de pensar en cualquier otra cosa para evitar ponerme roja una vez más.
En ese momento, vibró mi teléfono, era un mensaje de Ana: «Videollamada hoy o dejo de ser tu mejor amiga». Entendía si estaba molesta por lo que poco que habíamos hablado. Nosotras éramos de esas mejores amigas que conversaban durante todo el día. Ana se transformó en la hermana que nunca tuve, así que era extraña la distancia que se estaba formando entre nosotras, que claramente no era intencional al menos por mi parte. Le contesté que sin falta a las diez a lo que ella respondió con muchos corazones. Vale, al parecer solo era para no perder la costumbre, pero no porque estuviese molesta.
Iba a bloquear el teléfono, pero este volvió a vibrar mientras aún lo sostenía entre mis dedos.
Adam
¿Aburrida de escuchar cómo Mike habla de sí mismo? Te vi en línea y fue imposible resistir la tentación...
Levanté la mirada. Adam curvó hacia arriba la comisura de su boca y apoyó su cara en la palma de su mano.
Mel
Tenía un mensaje de mi mejor amiga y la tengo demasiado abandonada. Era un SOS. Aunque debo reconocer que Mike se explaya bastante en cómo es el mejor de su generación.
Adam
Oh, él tiene un ego por las nubes. Aunque si me preguntas, alardea para llamar tu atención.
Mel
No sigas con eso y deja de distraerme. Me estoy sintiendo mal porque ambos lo estamos ignorando.
Adam
¿Te distraigo Mel?
Mi mente quedó en blanco. Pese a que seguía en línea, y estaba plenamente consciente de que me estaba mirando, me limité a bloquear la pantalla del celular. No tardó ni un minuto en volver a vibrar.
Adam
Pie de limón.
Pero lo haremos juntos. No te respondí antes.
Levanté la cabeza y le guiñé un ojo. La tensión bajó, y me enfoqué nuevamente en la conversación.
Fue fácil fingir seguir el hilo de la conversación con Mike, ya que básicamente todo se trataba de lo maravilloso que él era. Mike, era algo egocéntrico, pero sí tenía muchos motivos para sentirse seguro de sí mismo; una personalidad única, capaz de transformar un día gris en uno radiante. Hacía ver fáciles las cosas, y admiraba mucho a las personas que lograban tener un buen concepto de sí mismos. Era algo que yo debía trabajar, pero a veces se hacía difícil cuando no eras capaz de ver nada que podría diferenciarte de los demás, es decir, ¿qué tenía yo de distinto a cualquier persona ordinaria? ¿Qué podría hacerme única?
De pronto, ya no tenía más hambre.
Me ensimismé en mis pensamientos, y cuando escuché mi nombre mis dedos temblaron. Y claro que estaba sosteniendo el vaso con jugo y este se derramó encima de mi cárdigan.
—Qué torpe soy. —Adam y Mike se levantaron al mismo tiempo con la intención de ayudarme—. No se preocupen, tengo una polera debajo. —Mis manos estaban en los bordes del tejido, y ya lo tenía por la mitad cuando me frenó en seco un ruido que venía desde la entrada.
No reaccioné lo suficientemente rápido, JJ ya se encontraba en la sala excusándose con que la puerta estaba abierta.
—¿Interrumpo? —Alzó una ceja en una actitud más que arrogante.
Sabía lo que podía dar a entender la imagen ante sus ojos. Lo veía en la sonrisa maliciosa que adoptó su rostro. Me quería morir.
𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro