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CAPÍTULO 3

MELISSA

—Si dices mi nombre te arrepentirás.

Esas habían sido sus palabras.

Me odiaba. ¿Por qué me sorprendía tanto? Yo me fui sin siquiera despedirme. Nunca me preocupé por retomar el contacto, por saber cómo estaba. Me aferré a la pequeña esperanza de que, si volvía a verme, quizás podría perdonarme. Ahora me daba cuenta, de lo ingenuo y estúpido que fue pensar eso. 

Cuando se levantó y caminó en nuestra dirección, sentí que había algo familiar en su aspecto. No lo reconocí en forma inmediata, pero en el momento en que dijo esas palabras, lo entendí. Era Jack. Su apariencia había cambiado bastante con el paso de los años. Sus rasgos se habían endurecido. Su cabello ya no era rubio sino castaño y lo llevaba lo suficientemente largo para atarlo en un pequeño moño. Sus cejas eran oscuras y pobladas; su mandíbula definida y angulosa. Siendo sincera, sino hubiera sido porque él me reconoció, quizás yo no me habría dado cuenta de que se trataba de él. 

Luego que se agachó a decirme esas palabras, nuestros ojos se conectaron por un segundo. Sus ojos verdes claros tenían una expresión que no estaba segura de como descifrar. Pese a que me había amenazado, había algo más en esa mirada; parecía albergar una gran tristeza. 

Su ropa le quedaba holgada y suelta. Vestía un pantalón oscuro y una polera verde musgo que estaba repleta de salpicaduras de sangre ¿Por qué golpeó a ese muchacho? ¿Por qué no quería que dijera su nombre? Jack nunca se habría comportado de esta manera, mi mejor amigo era gentil e incluso alguien bastante asustadizo ¿Qué había pasado en todos estos años?

Sollocé. Era un golpe de realidad estar frente a él, pero eso no me detendría. El motivo por el cual salí a ver qué pasaba, no era porque hubiera reconocido a Jack, era para ayudar al muchacho que estaba golpeando. No me dejaría perturbar por su presencia. Rodeé a Jack, tragándome todas mis preguntas y preocupaciones, y fui directo hacia el chico que yacía inconsciente en el borde de la calle. Los demás jóvenes , al ver que la pelea ya había terminado, se dispersaron y soltaron unos bufidos de decepción. No podía creer que nadie hiciera nada por ayudarlo ¿En serio eran tan crueles para dejarlo tirado a su deriva?

Me agaché y con cuidado intenté moverlo para que reaccionara. Sin embargo, no hubo ninguna respuesta. Su rostro se veía hinchado y cubierto de sangre; sus brazos también se encontraban heridos. Imaginaba que, en un intento por cubrir su rostro, recibió gran parte del impacto en sus brazos. Intenté cargarlo, pero no pude sostenerlo ni un segundo, era demasiado peso para mí. 

—Yo lo haré, déjamelo a mí. Lo llevaré a mi casa. —Adam se agachó a un lado mío, me hizo señas para que me alejara, y lo cargó en su espalda. 

—También quiero ir, intentaré ayudar en lo que pueda. —Adam asintió con una sonrisa. 

En ese instante, vi que Jack arrugó el entrecejo. 

—¿Te atreves a contradecirme? ¿Quién te crees? —le preguntó a Adam.

¿Por qué le hablaba con esa confianza?

—Sin duda alguien mejor que tú —le respondió Adam con desdén. 

El ambiente se había puesto tenso y no se debía únicamente a mi presencia, sino que existía una extraña animadversión entre ellos dos. No obstante, este no era el momento para concentrarse en rivalidades poco importantes. Lo primordial era ayudar al muchacho que seguía inconsciente. Con Adam pasamos a un lado de Jack, y caminamos en dirección a su casa. Solo una vez volteé mi cabeza con la esperanza de que Jack nos siguiera y remediara el caos que había causado. Sin embargo, cuando lo hice ya no había nadie. Jack se había ido. 

Entré a la casa de Adam y mientras él dejaba al chico en el sillón, yo fui rápidamente a la cocina, mojé un paño con agua y me acerqué al rostro del muchacho. Con suavidad limpié la sangre de su cara y de sus brazos. 

Sentí el peso de la mirada de Adam sobre mí. 

 —Sé que quieres ayudarlo, pero yo me seguiré haciendo cargo. —Me quitó el paño de mis manos—. Tu ropa... tiene rastros de su sangre. —Bajé mi vista a mi vestido, y me horroricé al darme cuenta de que Adam tenía razón. Con la conmoción del momento en lo que menos había pensado era en mi aspecto. Incluso en mi cuerpo, y parte de mi cabello tenía salpicaduras de sangre—. Podrías tomar una ducha en el baño de arriba mientras pongo tu ropa en la lavadora —sugirió. 

Sabía que Adam tenía buenas intenciones, quería ayudarme. Aun así, tomar una ducha en la casa de una persona que recién estaba conociendo, me hacía sentir muy incómoda. Además, pese a que sus palabras no insinuaban nada de aquello, no pude evitar pensar que, de alguna manera, yo estaba siendo un estorbo. Lo sentí como si yo no fuera capaz de prestar auxilio. 

—¿No deberíamos llevarlo al hospital? —pregunté ignorando su ofrecimiento. 

—Lo conozco —dijo desviando su mirada al muchacho— se molestará si lo llevamos. —Cada vez me sentía más confundida con toda esta situación, ¿por qué no querría que lo llevemos?—. Llevarlo hará que surjan preguntas —continuó hablando como si hubiera leído mis pensamientos— lo pondríamos en una posición más engorrosa, aunque no lo creas. 

Quería volver a preguntar, pero Adam insistió en que no me preocupara, que pronto reaccionaría y que mejor, dejara que se encargara de mi ropa. Accedí y dejé que me condujera a su habitación. Abrió su armario y me pasó dos prendas suyas, para tener qué ponerme una vez que mi vestido estuviera en la lavadora. Luego, en el baño dentro del dormitorio, me indicó dónde se encontraban las toallas, y me pidió que le avisara si tenía cualquier problema. 

Una vez me quedé sola en su habitación me desvestí. Mientras me quitaba los calcetines, contemplé mi alrededor. La decoración del cuarto, le daba un toque lúgubre. Estaba pintada completamente de negro y dado que la única ventana era más bien, pequeña, entraba poca luz a la habitación. 

Tenía una gran estantería de madera repleta de libros. Me percaté de que incluso estaban ordenados meticulosamente por género. En una de las secciones de la estantería había una foto en un marco. En la fotografía aparecía Adam y también Jack con cuatro personas más que nunca había visto. Dos hombres y dos mujeres. Salían abrazados y sonriendo como si fueran muy cercanos. Detrás de ellos, se alcanzaba a ver una cabaña. 

Por la hostilidad que sentí entre ambos, imaginé que se conocían, aunque nunca pensé que fueran amigos. De ser así, ¿entonces por qué parecían molestos? Tenía muchas preguntas por hacerle a Adam. 

Dejé mi vestido sobre su cama, y fui al baño. Tomé una de las toallas y la dejé sobre el mueble, junto con la ropa que Adam me había prestado. Al abrir la llave del agua, escuché que se abrió la puerta de la habitación, probablemente era Adam que venía por mis cosas. 

No me preocupé por eso, supuse que saldría inmediatamente tras tomar mi vestido. Me relajé tomando una larga ducha, y una vez que acabé y terminé de vestirme, observé mi reflejo en el espejo. Aunque el vapor no me permitía verme con claridad, no pude evitar reírme de mí misma, al contemplar cómo me quedaba la ropa de Adam. La polera me quedaba como si fuera un vestido y el pantalón se caía de mis caderas. 

Salí del baño con el cabello goteando, y las mejillas sonrojadas por la temperatura del agua. Solo había dado un par de pasos fuera cuando mi corazón dio un vuelco. Alguien tomó un mechón de mi cabello y deslizó su mano hasta el final de la punta. Volteé mi cabeza y vi a Adam recargado contra la pared. 

—Me asustaste. —Mi corazón latía tan fuerte que temí que él fuera capaz de escucharlo.

—Lo siento, pero desde que te vi quería tocarlo. Tal como imaginé, es muy suave. 

Sus palabras me tomaron por sorpresa. ¿Estaba coqueteando conmigo? No era muy buena con las palabras, ni mucho menos sabía cómo actuar en este tipo de situaciones. Mi madre siempre me dio bastante libertad para que hiciera lo que quisiese. Sin embargo, yo misma me imponía un límite. No dejaba que las personas me conocieran a profundidad, nunca tuve muchos amigos y únicamente tuve una relación. Se me complicaban las interacciones con personas de mi edad, especialmente con los hombres. 

—Adam... me siento algo inquieta, es decir, solo mira cómo estoy vestida. —Jugué con mis dedos.

—Sí, eso veo —sonrió sin mostrar los dientes. 

Los nervios se apoderaron de mí, y lo único que se me ocurrió para desviar la conversación fue preguntar si podía prestarme unas sandalias para que no estuviera descalza. Él volvió a sonreír, como si mi actitud de alguna manera le causara ternura o gracia y me indicó que había dejado unas zapatillas de casa junto a la cama. 

Mientras bajábamos las escaleras, Adam me comentó que el muchacho ya había recobrado el sentido y que había pasado por sus heridas un limpiador antiséptico, una pomada, y unos vendajes que encontró en el botiquín de primeros auxilios de su casa. Por lo cual, al parecer estaría bien o al menos, no contraería una infección. 

En el instante en que lo vi sentado en el sillón, me di cuenta de que Adam decía la verdad. Se veía bastante mejor. Por su apariencia, se podía apreciar que era un poco menor que nosotros y que debía estar acostumbrado a estas situaciones, ya que se le veía demasiado tranquilo para alguien que no hace mucho lo estaban golpeando. 

—Creo que debería agradecerte, fuiste mi salvadora. —Sus ojos color gris parecían estudiar todos mis movimientos. 

—Agradecernos —lo corregí— Adam ayudó mucho más que yo. —El muchacho resopló al oír mis palabras.  

—Claro, Adam James... No recuerdo cuando fue la última vez, que te preocupaste tanto por alguien que no fueras tú mismo.

—Heeey, él fue quien te curó. No me parece correcto que lo trates de esa manera —bajé un poco la voz.

Si yo hubiera estado en el lugar de ese muchacho, estaría agradecida de que alguien me sacó de todo ese embrollo. Sin la intervención de ambos, su situación hubiera sido mucho peor. En especial, gracias a la ayuda de Adam, fue que logró zafar de no quedar gravemente herido. Por lo cual, no me gustó nada que se refiriera a él de esa manera. 

—Mel, tranquila —me calmó Adam— Quiero saber por qué JJ te golpeó —agregó luego de unos segundos dirigiéndose al muchacho. 

¿JJ? ¿Se refería a Jack?

—La razón está frente a nuestros ojos. —Me señaló con el dedo—. Quien lo diría, mi salvadora también fue la que me llevó a estar en esta situación.

Ante esas palabras, Adam y yo nos quedamos mirando con una clara expresión de confusión. No tenía sentido bajo ninguna perspectiva. Aunque yo conociera a Jack, aunque él estuviera furioso conmigo por haber desaparecido de su vida sin previo aviso, no guardaba ninguna relación o conexión con esta persona que recién yo estaba conociendo. 

—Imposible. ¿A qué te refieres? —Fue Adam quien habló. Yo me había quedado paralizada ¿Qué quería Jack de mí?

—Tuve un pésimo día ¿saben?, iba caminando y de repente aparece JJ con su habitual actitud desenfadada —sonrió— me invitó a tomar unas cervezas en su casa.

—Ya veo, y tú como idiota caíste ¿no? —Las palabras de Adam estaban cargadas de arrogancia. Sin duda, una faceta que conmigo no había usado. 

El muchacho, que, por cierto, aún no le preguntaba su nombre, gruñó y creí oír que soltó una maldición. Se notaba que ellos no se tenían demasiada estima. Lo cual solo hizo que valorara más el gesto que había tenido Adam al ayudarlo. 

—El punto es... —hizo una pausa dramática— que acepté su invitación. Al inicio todo iba normal, pero luego de unos minutos, me di cuenta de que algo no andaba bien. No lograba enfocar la vista y me sentía aturdido. Lo comprendí cuando ya era muy tarde, JJ me había drogado. Antes de perder el conocimiento me dijo que yo era alguien con mala suerte, que toparme con él hizo mi destino. 

¿Jack drogando a alguien? Sin duda, había cambiado demasiado con el paso del tiempo. Nunca en mi vida me hubiera imaginado que sería capaz de hacer algo así. 

—¿Por qué hacer eso? —pregunté con cautela mientras veía que el muchacho examinaba el vendaje en sus brazos. 

—Cuando recuperé el conocimiento ya estábamos frente a la casa de Adam —suspiró— le pregunté qué pretendía lograr con todo esto y solamente me dijo que hoy regresaba alguien muy especial para él y que quería darle la bienvenida. Luego, empezaron los golpes...

—¿Cómo sabes que se refería a ella? —Adam llevó una mano a su cabeza, como si esta le doliera.

—Te reconocí —se dirigió a mí— JJ estaba viendo una foto tuya en su teléfono cuando aún estábamos en su casa. 

Silencio. 

¿Qué significaba todo esto? Y por sobre todo, ¿en qué mente podía caber eso como un recibimiento? Además... ¿por qué armar todo un espectáculo fuera de la casa de Adam? ¿Acaso sabía que yo estaba ahí? Cada pensamiento era más perturbador que el anterior y solamente tenía una convicción, quería y necesitaba hablar a solas con Jack o JJ como sea que se hiciese llamar ahora.

—Parece que ambos se han quedado mudos, así que continuaré —el chico sonrió— creo que él quiere que vayas a la fiesta de mañana, que será en su casa. No es cualquier fiesta, podríamos decir que se trata de una especie de "ritual" de Six Feet ¿No cierto, Adam?

Adam desvió la mirada, y yo me crucé de brazos y alcé una ceja. No entendía nada de lo que había dicho. 

—Debería traerte recuerdos Adam —insistió el muchacho— Emma me contó cómo fue que terminó en Six Feet y la verdad, se parece bastante a lo que acaba de pasar. 

¿Quién era Emma? ¿Qué tenía que ver en todo esto Six Feet?

—¿A qué te refieres? —pregunté.

—JJ suele recurrir a estas cosas, busca atemorizarte, para que así, hagas lo que él quiere. Estoy seguro, que únicamente me utilizó para darte un buen susto. Es probable que te llegue la invitación de su fiesta hoy día, y debe creer que no podrás negarte. Ya que ahora sabes de lo que es capaz.

—Sigo sin entender...

Quizás lo estaba cabreando, pero necesitaba que sea más preciso en lo que estaba contando. De Six Feet lo único que sabía, era que hacían travesuras en Halloween y lo poco que me había mencionado Adam. Más allá de eso, nunca había prestado atención a los chismes que circulaban con relación a ellos. 

—JJ es quien controla a Six Feet, ¿No cierto, Adam? —volvió a preguntarle con una clara doble intención. Luego, me quedó observando—. Imagino debe querer que participes en las bromas de este año, dado todo lo que pasó con... —Se quedó en silencio unos segundos—. Da igual, lo importante es que puedo suponer, que JJ debe querer que participes en el juego. 

Ese silencio decía bastante. Sospechaba que algo le había pasado a alguien de Six Feet. Sin embargo, recordaba perfectamente las palabras de Adam. Él había dicho que se trataba de "un grupo de seis idiotas", y en ningún momento comentó que hubiera ocurrido una desgracia. 

—¿Qué fue lo que pasó? —No logré contener mi curiosidad.

—Adam, ¿no quieres contarle tú que fue lo que sucedió? —Definitivamente disfrutaba molestar a Adam. 

Adam se había mantenido demasiado callado durante la conversación. Imaginé que se trataba de un tema delicado, del cual las palabras no podían fluir con naturalidad, o a la ligera. Por un instante, creí que no habría respuesta, pero luego sentenció:

—Se llamaba Tyler, falleció hace unos meses. —Sus ojos se clavaron en la ventana que daba al exterior, como si al hacer eso pudiera abstraerse de esta conversación, pudiera ser y no ser parte de ella al mismo tiempo. No estaba segura si debía indagar en lo que me había revelado, pero necesitaba saber qué era lo que había pasado. Quizás eso explicaba el comportamiento tan agresivo de Jack. 

—¿Qué le pasó?

—La policía dijo que fue un suicidio, pero todos creemos que se trató de un asesinato. 

El mundo se sintió inestable.

La muerte era un tema sensible para mí. Mi abuela paterna falleció poco tiempo después de que yo me hiciera cargo de ella. Nos habíamos hecho muy cercanas en aquel entonces, y me costó procesar su pérdida. Papá intenté hacer mi mejor esfuerzo y no fue suficiente. Lo siento. 

Por esa razón, cada vez que me hablaban sobre alguien que había muerto, sentía un nudo en mi garganta. Me daba mucho miedo pensar en qué pasaba luego de fallecer ¿Realmente existiría una especie de paraíso? ¿O simplemente no habría nada? Ni siquiera una oscuridad en la que caes sin fondo, tan solo la nada misma. No estar en ninguna parte, no existir. Me atormentaban esos pensamientos dónde nuestra existencia era tan trivial e insignificante. 

De pronto, sentí que alguien tocó mi hombro. Era Adam. Debió haberse preocupado de que me hubiera quedado tan ensimismada en mis pensamientos. No sabía que eso era algo demasiado habitual en mí. 

—Iré a la fiesta —dije con firmeza. 

—Mel, es peor de lo que piensas. —Adam me miró con preocupación. 

—Adam, escucha... JJ es mi amigo, la persona de la que te hablé. No entiendo cómo cambió tanto en este tiempo, pero debe haber una razón y necesito saberla. —Intenté sonar seria, pero ese intento se fue a la basura cuando sonó el opening de Sailor Moon—. Eeeeh... está sonando mi celular. 

—Eres una persona muy curiosa Melissa —Adam se puso a reír y no pude evitar reírme junto con él. 

—Ahora entiendo el complejo de heroína —comentó el chico alzando las cejas— ¿entonces te llamas Melissa? JJ no me dijo tu nombre mientras me tuvo secuestrado en esa casa —dijo irónicamente— me presento, mi nombre es Thomas.

—Es un gusto Thomas —estiré mi brazo como saludo— ahora si me permiten iré a contestar, deben ser mis padres que están preocupados.  

El celular lo había dejado en la mesa de la cocina. Efectivamente era una llamada de mi madre. Estaba preocupada porque no había regresado aún a la casa. Le expliqué que había conocido a unas personas y que volvería pronto. Me preguntó si me esperaban para cenar, pero le dije rápidamente que ya había comido y que se quedara tranquila. Corté la llamada y regresé al living. Me sorprendí al ver a Thomas próximo a la puerta. Su rostro reflejaba dolor al caminar. 

—¿Seguro estarás bien? —pregunté preocupada— ¿podrás caminar solo?  

—No te preocupes por mí, heroína, estaré bien. Ya se me hace tarde. 

Adam le abrió la puerta, y Thomas nos hizo un último gesto de despedida con la mano antes de largarse. En ese instante, me sentí un poco nerviosa al darme cuenta de que nuevamente me había quedado a solas con Adam. 

Adam me comentó que mientras hablaba por teléfono revisó cómo seguía mi ropa, y que ya estaba en etapa de secado, así que pronto ya estaría listo. Sugirió que podíamos estar en su habitación, y colocar algo de música para que pasemos el rato. Inicialmente, no estaba segura de qué responder, no me parecía correcto que hubiera tanta intimidad entre nosotros pese a lo poco que nos conocíamos. Sin embargo, era cierto que aún tendría que esperar para regresar a casa, no podía volver vistiendo la ropa de Adam, necesitaba mis cosas. 

Acepté, y me senté a un lado de su cama. Él se sentó en una silla que estaba junto a su escritorio. 

—Qué día más curioso, no suelo traer chicas aquí. 

Giré los ojos. No le creía ni una sola palabra, Adam era muy guapo, y por la actitud que había tenido conmigo, me quedaba claro que no era alguien tímido con las mujeres. 

—Lo dudo. —Nuestros ojos se encontraron. Contemplé un mechón de su cabello que le caía por el borde de la cara. 

—Es la verdad, se me hace difícil entrar en confianza con las personas. No las traería así como así a mi cuarto, este es mi refugio. 

—Bueno, suponiendo que dices la verdad, comparto ese sentimiento. 

Ambos nos quedamos callados, únicamente observándonos mientras de fondo sonaba Look what you've done de Brixson. Estaba tan distraída que no me di cuenta en qué momento había puesto música. Pese a ello, cuando sonó el coro de la canción reaccioné inmediatamente, era mi parte favorita. Al parecer, con Adam teníamos el mismo gusto musical. 

—No quiero sonar entrometida ¿Pero... quiénes son ellos? —Indiqué la fotografía de su estantería. 

—Veo que estuviste observando mis cosas... — Alzó las cejas. Fue por la fotografía, y se sentó junto a mí—. Bueno, uno de ellos probablemente lo conoces mejor que yo, JJ. —Colocó su dedo sobre él—. La chica pelirroja que está sonriendo a su lado se llama Charlotte. Junto a ella está Emma —Adam guardó silencio por unos segundos—. La persona que está sosteniendo la mano de Emma es Tyler. 

Entonces seguramente ellos estaban saliendo. No podía concebir el dolor por el que debía estar pasando. 

—¿Y él? —Apunté al muchacho rubio, casi platino que estaba abrazando a Adam. 

—Mike. Él es todo un caso, te darás cuenta en cuanto lo conozcas. 

"En cuanto lo conozcas" Si mañana iba a esa fiesta, entonces los conocería a todos. No sabía cómo sentirme respecto a eso. Adam era agradable, pero... ¿los demás serían como él? ¿o todos actuarían igual de violentos que Jack?

—¿En qué consiste exactamente el "juego" de mañana?

—Entonces en serio piensas ir... —Asentí con la cabeza—. No sé los detalles de lo que piensa hacer JJ, pero no se tratará de nada bueno. Mañana nos reuniremos antes de la fiesta, si logro saber algo te avisaré. 

Balbuceé un «gracias» que esperaba se hubiera entendido. 

—¿Qué te dijo JJ cuando lo vimos? —soltó de pronto. Ya encontraba extraño que no hubiera sentido curiosidad por nuestra pequeña interacción allá afuera. 

Me sentí incómoda. No estaba segura de si podía responderle. Aunque no quería reconocerlo, la actitud de Jack francamente me había causado mucho miedo. 

—Sólo respóndeme una cosa. —Tomó mi mano—. ¿Él te amenazó...? Prometo que no insistiré en el tema, y que ninguna palabra saldrá de esta habitación. Se quedará solo entre nosotros. —Sus palabras me reconfortaron. Me sentí lo suficientemente segura para responderle. 

—Sí —contesté y sentí que su mano agarró más fuerte la mía. Quizás no era el mejor momento, para mencionarlo, pero quería comprender por qué no me había dicho la verdad desde el primer momento que hablamos de Six Feet—. Formas parte de Six Feet ¿No cierto? —La respuesta era evidente. Lo que habían dicho los niños del parque, "que ellos querían ser los siguientes", la familiaridad con que se habían tratado Jack y él cuando se vieron. Además la hostilidad que Thomas había manifestado hacia Adam. La fotografía en su habitación, todo lo que sabía sobre ellos. Ahora podía entenderlo y unir todas las piezas. 

—Lo soy. —No dijo ni una sola palabra más, como si reconocerlo le produjera amargura—. Supongo que eso cambia la impresión que te he dado —agregó luego, e intentó soltar mi mano, pero yo lo detuve. 

—Tu... debes tener tus motivos. Yo no soy nadie para juzgarlos... menos si mi intención, es precisamente involucrarme con ustedes. 

La única manera de saber qué había pasado con Jack, era inmiscuirme en su mundo. No era una idea que especialmente me fascinara, pero valía la pena el intento. 

—Definitivamente eres alguien especial.

De pronto, parecía ser que Adam estaba muy ensimismado en todos mis movimientos, en la forma en que movía los dedos de mi mano derecha y clavaba las uñas en la palma de mi mano.

—Dime Mel... ¿Aún sientes algo por JJ?

Su voz sonó suave y baja. Me tomó por sorpresa que hiciera esa pregunta. Y la verdad, tampoco sabía qué contestarle, no estaba segura de lo que sentía en este momento respecto a Jack. Él fue mi primer amor, el niño que me robaba el sueño y que me hacía fantasear con múltiples historias dónde dábamos nuestro primer beso, y comíamos helado juntos. Sin embargo, yo ya no era una niña, y esas fantasías ahora sonaban infantiles e inmaduras. Claro que ingenuamente, creí que quizás podría surgir algo entre nosotros al volver a vernos. Hay sentimientos que son difíciles de erradicar por completo de tu corazón. Pero al ver que él ya no era la persona que yo pensaba, me sentía muy confundida. 

Terminé de explicarle todo esto a Adam, mientras me vestía en su baño y él escuchaba al otro lado de la puerta. Sus respuestas eran cortas y precisas. Me entendía. 

Una vez terminé de alistarme me despedí de él y regresé a mi casa con un pensamiento que no podía sacar de mi cabeza. Quería saber más de Adam, quería saber qué cosas le gustaban, qué cosas ocultaba, cómo había llegado a formar parte de Six feet. Y esta curiosidad que había despertado en mí Adam, era la misma que sentía por Jack. 


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