Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 12

JJ

Cada encuentro que tuve con Melissa en los últimos días me dejó con más inquietudes que verdades. No me sentía precisamente orgulloso de haber robado aquellas medicinas de su casa, pero de mí nunca se podía esperar nada bueno. 

Investigué qué tipos de medicamentos eran, principalmente antipsicóticos y antidepresivos. Sin embargo, los envases estaban repletos, y ella al menos fingió demencia cuando hablamos en la cafetería de Emma. Parecía tan sincera...

¿Serían de sus padres?

Ya no sabía qué pensar. Las devolvería eventualmente, desde un inicio fue un error haberlas tomado. Debí sacar una fotografía y largamente rápidamente de aquella habitación cargada de rosa, pero todo pasó demasiado rápido. 

Cuando hablamos en el café, se veía tan conmocionada por mis palabras. Por un segundo, pensé ¿y si todo este tiempo he estado equivocado? ¿y si ocurrió algo ese día de lo cual yo nunca me enteré? 

Sería posible, Susan, jamás me habría hecho saber una noticia que podría haber apaciguado aquel torbellino que era en aquel entonces, y que pese a los años seguía siendo. Me quería fuerte, y en este mundo te hacías fuerte resistiendo. 

El profesor, llamó por tercera vez mi nombre: Jack Reed. Preguntándome seguramente algo relacionado con la clase. Su expresión malhumorada, me decía suficiente de lo bueno que era molestando a las personas. Yo no frecuentaba responder a ese nombre, no podía culparme por ello. 

Sonreí, y recargué la espalda en el asiento. Era el típico estudiante desagradable y déspota. No me iba mal, tampoco genial, pero sí me encargaba de causar problemas, y no solía prestar demasiada atención. Me quité el lápiz de la boca, y di una respuesta rápida. Lo primero que me vino a la cabeza.

—¿Quiere que dé un resumen de la clase? Solo habló un montón de mierda, que nadie prestó atención. 

Charlotte volteó su cabeza, la risa se hacía presente en su rostro, le devolví la sonrisa. 

Ninguno de los dos sabía qué hacíamos ahí, tampoco sé quién siguió al otro en estudiar filosofía. Nosotros solo vivíamos el día a día, y ya veríamos cómo solucionaríamos todas esas decisiones que no quisimos enfrentar en un futuro. 

Si es que existía un futuro. A veces era difícil soñar con uno, cuando tenías tanta mierda en la cabeza.

La clase terminó sin que el profesor recriminara mi actuar. Salí del salón, con Charlotte acompañándome en el pasillo. Estaba emocionada contándome cuál sería su broma para Halloween. Su cabellera rojiza se balanceaba de un lado a otro, al igual que su energía tan exagerada y chillona que hacía que todos giraran en nuestra dirección.

Hombres, 

y mujeres.

Me quedé en blanco cuando divisé el vehículo de mi padre en el patio de la Universidad, sobre este, el imbécil recargado en él, esperándome. 

Charlotte me siguió con sigilo, ya sabía cómo nos llevábamos. 

—¿Qué mierda haces acá? —solté con una mueca de fastidio. No me agradaban las sorpresas y menos cuando se trataba de ese hombre. Nunca traía buenas noticias.

Logan, era una persona cobarde y cruel. 

—Quería ver cómo seguía todo, pero ya veo que las cosas están igual que siempre.

En ese instante, Charlotte se adelantó, pasando a un lado de nosotros. Quizá vería a Emma, o simplemente tomaría un taxi. Entendía si no quería quedarse demasiado tiempo con mi padre. Volteó una última vez, alzando una mano en señal de despedida, ligeramente desanimada por dejarme con aquel sujeto. Dejé escapar un suspiro de alivio, al ver su silueta que comenzaba a perderse entre la gente. No me agradaba que los demás fuesen testigos de los escándalos que solía hacer mi padre, él único que debía lidiar con ello, era yo. 

—Qué decepcionado te ves padre —esbocé una pequeña sonrisa— ¿qué esperabas? ¿que de pronto, de la noche a la mañana me convertiría en un buen hombre? Por favor, ¿contigo como padre? Uno ausente, que se atrevió a... —Formé un puño con la mano, soltando una maldición sin terminar la frase. Él entendía a la perfección—. Solo eres un imbécil. 

Durante mucho tiempo, creí que sería mi esperanza porque al menos, parecía aceptarme tal cual era. No como Susan, ella... solo me provocaba repulsión. 

Logan mantuvo la compostura, me hizo señas para que subiera al vehículo en un gesto que podría parecer inocente. Quería negarme, yo sabía lo que me esperaba si me subía con él. Sin embargo, no podía contradecirlo, ya era tarde. 

Mierda.

El trayecto hasta la casa fue profundamente incómodo. Ninguno de los dos decía ni una sola palabra. ¿Qué iba a decir? Nunca olvidé aquel momento que en mi inocencia le pregunté que significaban esos instantes en el amanecer y me culpó por toda esa suciedad que jamás podría quitarse. 

Moví la cabeza hacia la ventana, en una actitud desinteresada. El codo apoyado en el borde de la puerta, mientras contemplaba el paisaje; naranja, gris, crema. Esta ciudad era un puto asco. 

Se estacionó frente a la casa, dudaba que quisiera ver a Susan, ellos no terminaron en los mejores términos que digamos. Abrí la puerta, ya consciente de que él había rodeado el vehículo esperando fuera de brazos cruzados. 

Me agarró con fuerza, y me empujó contra el cemento.

Perfecto, ya perdió los estribos. Qué patético.

—¿Y ahora qué? —dije con una pizca de diversión.

Mientras aún seguía en el suelo, comenzó a patearme fuertemente. Sentí mis piernas arder. Aun así, me quedé quieto, sin defenderme ni oponer resistencia. Sabía el motivo detrás de sus golpes, y compartía la sensación. Yo también creía que era un puto asco que siguiera con esta vida, no lo merecía. Cuando rogué tantas veces en la oscuridad, nunca fue por esto. Comprendía su impotencia, su dolor. No entendía que yo también lo experimentaba cada día. Para él únicamente era el malo del cuento, y le sacaba de quicio que siguiera adelante.

Me tomó de la camiseta, sacudiendo mi cuerpo. 

Recordé aquellos momentos en que tuve tanto miedo de él. Me sentía pequeño e insignificante. Y pese a que esa realidad cambió, convirtiéndome en un hombre alto y fuerte, aun así, no me defendía. Lo merecía, lo merecía. 

Solté una risa. 

—¡¿Por qué te ríes maldito enfermo?! 

No respondí.

Y los golpes cesaron. 

—¡Basta! ¡Deténgase por favor! —reconocí esa voz inmediatamente, a pesar de no que no tenía visual hacia ella.

Mi padre me soltó. Era un hombre que conservaba las apariencias, creyó que podía hacer lo que quisiera, al estar sin público. 

—¿Y tú quién eres? —Era tan idiota, que le tomó sus minutos reconocerla—. No es posible... ¿Melissa?

Y entonces la vi. Los vuelos de su vestido que se movían con el viento, los adornos en su cabello recogido en una trenza. 

—Hace poco tiempo... me enteré de que los padres de JJ se habían divorciado —dijo, en tanto se acercaba a mí— pero nadie comentaba qué había pasado con usted. Yo le tenía aprecio ¿sabe? Aunque no estaba mucho en casa, lo recuerdo como alguien muy cariñoso... ¿Cómo... cómo puede hacerle algo tan horrible? ¿No piensa en las consecuencias de sus actos, señor? JJ... en esta misma calle golpeó a un muchacho.

Logan se quedó en silencio por un momento. Sin duda, mi padre no estaba acostumbrado a que alguien le hablara en ese tono. Melissa me miraba con compasión. No me tengas lástima, lo que menos quiero es eso. 

—Ya veo. Buen trabajo JJ, querías que pasara esto ¿no es así? —escupió al otro lado de la vereda— JJ está enfermo, ha sido un monstruo desde que era niño, y si lo trato de esta manera es porque es la única forma de contenerlo y que deje de causar tanto dolor a los demás. Además, no es de tu incumbencia.

—Sí es de mi incumbencia... —la voz le salió un poco entrecortada, debía estar nerviosa—. Él es mi amigo, y no soporto verlo sufrir. Lo que está diciendo no es cierto y si realmente lo cree entonces el monstruo es usted.

—Melissa... 

Mi padre se subió al vehículo dejándonos solos. No iba a discutir con una mujer, yo sabía aquello. Nunca se atrevió a enfrentar a Susan, no era algo nuevo. 

En cuanto se fue, Melissa se agachó, ayudándome a incorporarme. No logré controlar el gemido de dolor, con mis brazos cubrí mi abdomen. 

Y sabía que dolería, pero necesitaba permitirme un minuto de vulnerabilidad, y ella comprendió lo que quería, con sumo cuidado extendió sus brazos en un intento de abrazo, el cual no le correspondí. 

Se sintió bien, se sentía bien su calor rodeándome, con el sentimiento reconfortante de tenerla cerca.

***


Al otro día me alisté para ir a casa de Mike. Le encantaba que nos reuniéramos en su casa, y no tenía ninguna duda de que ese afán estaba directamente relacionado con el estilo de vida que llevaba. Era diferente a nosotros, la cantidad de dinero que manejaba su familia era francamente ridícula. Sin duda, provenía de una familia pudiente.

Pedí un automóvil que me dejó en pocos minutos frente a la imponente casa. Entré, encontrándome con Adam y Mike sentados frente a la computadora, hablando sobre sus bromas para la noche de Halloween. Adam parecía menos animado que Mike, siempre cargando con esos aires de superioridad. Él también formaba parte del grupo, ¿con qué moral podía recriminarnos? Honestamente me cansaba su actitud.

Me observó con prepotencia en cuanto se percató de mi presencia. Sus ojos siempre me inspeccionaban de aquella manera, como solía verme mi padre, como si yo fuera un sujeto vil y despreciable. 

Aguanté el tiempo que pude, hasta que se presentó la oportunidad de jugársela. Me alejé con la excusa de que iría a la cocina por unas cervezas. Y antes de salir, tomé el teléfono de Adam, únicamente para darle un susto. 

Entré a la cocina en tanto los gritos de Adam ya se hacían presentes, desesperado preguntándose dónde lo había dejado.

Solté una risa, mientras el teléfono seguía en mis manos. El subir y bajar de mi abdomen, me provocó un leve dolor, las secuelas del día anterior seguían presentes.

—Patético, JJ —soltó una voz. 

La hermana de Mike.

—Naomi —dije su nombre, mientras me recargaba en el mueble. Como si pudieran afectarme las palabras de una simple mocosa.

Vestía de manera misteriosa; ropa de hombre que le quedaba gigante. Seguramente eran prendas de Mike. Unas gafas cubrían sus ojos, al igual que el gorro de la capucha que intentaba disimular su cabello.

—¿Cuándo superarás la etapa de bad boy? —preguntó con una sonrisa maliciosa, en tanto llevaba un dedo a su boca en señal de repugnancia. 

—¿Bad boy? —cuestioné.

—Claro, ¿es lo que intentas proyectar, no? se hacen los ay... —Bajó levemente las gafas en su nariz, dejando expuestos sus ojos azules—, soy tan rudo, aprecien mi cara de pocos amigos. —Inmediatamente, relajé mis facciones, y dejé de marcar el entrecejo. Maldita mocosa—. ¿En serio eso te da popularidad? —soltó una carcajada.

—Naomi, imagino que... ¿escapas de casa? —Llevaba una mochila en su espalda, y por su vestimenta era evidente—. ¿No quieres que te acuse, verdad?

—¿No quieres que grite que robaste ese teléfono, no? —sonrió descaradamente— vamos JJ, tratos son tratos ¿no? Aquí no ha pasado nada —habló con experticia, como si ella controlara la situación—. ¿Te quedaste mudo? 

—Eres una mocosa —dije mientras la veía caminar hacia la puerta. 

Se volteó, cayendo su gorro, y la luz del sol impactando en su cabello rubio.

—La mocosa uno, intento de bad boy cero —sacó la lengua. 

—¿Intento? —pregunté antes de que salga por completo.

—Claro, solo un intento de chico malo, a no ser que quieras perderlos a todos. 

Me quedé paralizado. 

¿Perderlos?

¿Otra vez estar solo en la oscuridad?

Con ese vacío.

Y una vida perdida que jamás se recuperaría.

—Nunca es tarde —murmuró, aparentando madurez, la cual se derrumbó más rápido que una gota de lluvia cayendo sobre la tierra—, aunque... mientras sigas siendo un imbécil, seguiremos siendo enemigos —volvió a ajustarse las gafas. 

—Vete. —La miré furioso. 

Ella se limitó a reírse. Había dado en un punto débil, ¿en verdad nunca sería tarde? En el fondo de mi corazón, deseaba que mi vida hubiese sido diferente.

Quizá si las cosas se hubieran dado de otra manera, volvería a sonreír, y pese a toda la estupidez y terquedad de un alma vacía que se perdió así misma, habría esperanza. Pero no fue así, no podía recuperarse aquello que fue arrebatado, el amor que se buscó con desesperación, manchando el cuerpo, y oscureciendo un corazón.

Ojalá mi vida hubiera sido como la de Naomi, libre de tanta perversidad. 





MELISSA

Pronto comprendí cómo eran las "reuniones" en Six Feet.

Fiestas casi todas las noches. 

JJ llegó a "Maggie's" con la intención de que fuésemos a su casa una vez más. Ese estilo de vida ya me estaba consumiendo. Madrugar, y luego, rendir en el trabajo, se estaba convirtiendo en una tarea digna de ser remunerada. 

No obstante, pese a que salía por completo de mi zona de confort, había algo en ellos que hacía que los sintiera como familia. Quizá se debía a que mi única amiga se encontraba lejos...

Me detuve en JJ, en su cabello tomado que dejaba a la vista todos sus piercings, en la extraña actitud que adoptaba cuando Charlotte se acercaba demasiado. Y a la vez, en lo raro qué era que Charlotte actuara de esa manera solamente cuando Emma estaba presente.

En las ocasiones en que Emma no asistía, Charlotte era menos efusiva con JJ. 

Quizá solo eran impresiones mías.

Justamente, Charlotte tomó asiento a un lado mío. 

—¿Quieres vodka? —preguntó con una mirada traviesa.

Vale. Mi percepción respecto a Charlotte estaba cambiando lentamente, ahora no se me hacía alguien de quien había que alarmarse. 

—¿Por qué no?

Adam observó con preocupación.

—¿Ya no es suficiente? —La atención de Adam se desvió al vaso que sostenía en la mano.

—Pero si ella quiere —le debatió Charlotte— mi nueva amiga de copas —agregó mientras me agarraba por el hombro.

Me puse a reír. Quizá sí había bebido demasiado. 

—Yo también quiero... —se sumó Mike. Quien claramente se veía muy ebrio.

—Oye Charlotte —dije sin meditar— ¿no tendrás por ahí, más de lo que había en tu botella ese día?

—Ah ya veo, quieres algo intenso... Hablas con la indicada.

Abrió su mochila, y sacó una botella con un líquido de dudosa procedencia. Ya era un clásico en ella. 

Me advirtió que debía tomarlo con precaución porque era peligroso. 

Si había algo que me estaba fascinando de la bebida, es que cuando tomaba, todas esas inseguridades se borraban. Mis cuentas de la comida del día, de las calorías, todo dejaba de importar. Mi cuerpo se sentía liviano, como si por primera vez pudiera sentirme cómoda, satisfecha conmigo misma y mi apariencia. 

No pensaba volverme adicta a esa sensación, ya que en mis momentos de consciencia recordaba cuántas calorías implicaban esos pequeños sorbos. Sin embargo, en ese momento deseaba divertirme con ellos. No estaba bien, pero quizá una última vez, no haría mal. 

Tomé el vaso en segundos. 

Mike me capturó en un abrazo que casi nos llevó al suelo a ambos. Fue inevitable no sonrojarme al sentir sus brazos que me sujetaban con tanto ahínco. Desvié la mirada a Adam, quien parecía incómodo. Emma tenía el mismo semblante. 

Me acerqué al parlante, y subí el volumen de la música, en un intento por animarlos. Mike fue el primero que bailó, sacando unos pasos que jamás había visto en mi vida. Mientras contenía una carcajada, Adam y Emma se contagiaron de aquella alegría y se unieron a nosotros en el baile. 

De pronto, todos estábamos muy felices, dejando que el ritmo nos moviera.

Adam tomó mi mano, y me hizo girar con dulzura, quedando frente a frente. Sentí que mi corazón se aceleró al tener su rostro tan cerca. Percibí las miradas sobre nosotros, pero no quería soltarlo. Su cercanía siempre despertaba algo en mí, que aún no estaba segura de qué significaba. 

JJ cortó la música repentinamente, logrando que todos tuviésemos la atención puesta en él. Por su pose, imaginé que no se trataba de nada bueno. 

—Hoy regresa Susan, quiero darle un recibimiento. Ya saben.

Pues yo no tenía idea de qué significaban esas palabras, pero tenía claro que los demás sí, ya que Mike y Charlotte sonreían. 

En cuestión de minutos inició el desastre en la casa. 

Me quedé petrificada, solo observando, y preguntándome si acaso el alcohol me tenía alucinando. 

¿Qué lo motivaba a actuar de esa manera?

¿Acaso JJ odiaba a su madre? 

Recordé aquellos momentos de nuestra infancia junto a su madre, siempre muy atenta y afectuosa con él. Algo no me terminaba de encajar. 

Pero si era lo que JJ quería... entonces lo haría para lograr acercarme a él. Con mucha vergüenza y remordimiento, tiré los adornos de porcelana que se encontraban sobre los muebles. En tanto lo hacía, vi a JJ subir al segundo piso. Lo seguí hasta el dormitorio principal.

Solo había dado un paso, cuando me quedé quieta al percibir la ira con la que quebraba la fotografía de su madre junto a quién suponía era el padre de Charlotte. El cristal se hacía pedazos, mas parecía que quien estaba roto por dentro era él.  

Preferí no preguntar. Era mejor optar por una distracción. 

Advertí la tijera sobre el mueble. La tomé y con ella, hice un tajo en las almohadas. Antes de que JJ pudiese preguntar, las arrojé contra su rostro. La habitación se llenó de plumas que flotaban por los aires. Creí que reaccionaría mal, que se iría. Sin embargo, escuché su risa. 

Me las lanzó de regreso, mi cabello quedando repleto de pequeñas plumas. 

Así fue como iniciamos una guerra sin tregua.

Las plumas nos bañaban, y su risa tan genuina que no había escuchado en tanto tiempo invadió mi corazón de ternura, y de un sentimiento cálido. Lo extrañaba. 

Habríamos seguido por más tiempo, si no hubiese sido por los gritos que venían de la escalera. Al parecer, a Adam le habían arrojado alcohol, arruinándole su atuendo. Mike le decía que no sea tan serio, que se trató de un accidente. A lo que él respondía que todos eran unos inmaduros. 

Sus pasos se escuchaban por fuera del cuarto.

JJ llevó uno de sus dedos a sus labios haciendo un «shhhhh».

Sonreí, e imité el gesto. 

—Será nuestro secreto ¿verdad? —cerré los ojos lentamente—, igual que ese día.

Él no quería que nos atraparan en esa situación, que exponía su actuar infantil. Le gustaba mantener esa faceta de persona distante, y frívola. Y yo no tenía intención de arruinarle sus pretensiones. 

—¿Lo recuerdas? —JJ se veía desconcertado.

Claro que recordaba, él fue mi mejor amigo. Nuestros recuerdos juntos los atesoré en el fondo de mi corazón.

Y me dejé llevar por aquellas memorias que ahora se hacían tan lejanas, pero que por el brillo en sus ojos, podía percibir que seguían latentes en su corazón...


Era Halloween. Nuestros disfraces serían a juego, porque claro no podía ser distinto tratándose de Jack y yo. En esa ocasión, insistí en que él se disfrazara del sombrerero y yo de Alicia. 

La emoción me hizo llegar muy temprano a su casa. 

El dinero siempre fue un problema en mi vida. Así que yo misma había hecho el vestido que usaría para ese día. Estaba orgullosa de mi esfuerzo, y quería que Jack viera el resultado. 

Me quedé esperándolo en el cuarto de estar hasta que se hizo presente. Su traje estaba estupendo, al igual que la peluca anaranjada. Su rostro lo cubría una máscara. 

Él levantó su mano en forma temerosa saludándome. No alcancé a decirle nada, ya que tosió llevando una mano a su pecho, como si este le doliera. 

—Estoy un poco enfermo... —su voz era apenas un susurro. 

—¡Dime qué puedo hacer por ti! —exclamé con ese golpe de energía tan típico de mí. Jack llevó sus manos a su panza acariciándola, tenía hambre. Su estómago rugía.

Se me ocurrió una idea. Tomé su mano, arrastrándolo a la cocina. Él vigilaba la puerta, en tanto yo robaba los dulces. 

Escapamos, escondiéndonos en el baño. No era el lugar, más agradable para comer. No obstante, reíamos ante la travesura que habíamos hecho. 

El sonido de unos pasos nos asustó. Me tensé, en tanto el miedo se apoderaba de nosotros.

Llevé un dedo a la boca haciendo un «shhhhh». Él me imitó. 

Sin embargo, la suerte nos acompañó, haciéndose los pasos cada vez más lejanos.

—Será nuestro secreto ¿verdad? —dijo él. Apenas un susurro, casi inaudible.

Había algo diferente, inquietante pero hermoso. Tomé su mano, busqué su dedo meñique y lo agarré con el mío.

—Promesa.


***


Aún seguía lidiando con las secuelas de la fiesta de anoche. Mis párpados pesaban como si llevara días sin descansar. Cada segundo se hacía eterno, debí haber consumido más cafeína para contrarrestar la resaca. 

Estábamos cerca de la hora de cierre. Limpié las mesas como de costumbre hasta que un ruido me sacó de mi tarea; provenía de la cocina. Toqué la puerta, apenas unos pequeños golpes, no quería ser impertinente. No conseguí ninguna respuesta. No obstante, el ruido seguía presente, inquietándome, parecía un sollozo.

—¿Hola? ¿hay alguien ahí? 

Abrí la puerta con cuidado. Emma estaba en el suelo, con sus brazos sujetaba sus rodillas. 

Mi alma se estremeció. 

Intenté acercarme, pero ella rápidamente me apartó. 

Pensé en qué palabras podrían tranquilizarla, y aunque hablar no era algo que se me diera demasiado bien, ganó mi afán de calmar ese llanto que me partía el corazón. 

—Sabes Emma... —dije pausadamente— el dolor a veces nos consume y aplasta. Nos hace sentir vulnerables, destrozados, como si estuviéramos solos en el mundo. Pero no tiene por qué ser así... Yo puedo comprenderlo... —El pecho me dolió, invadiéndome una extraña angustia—. También creí que debía enfrentar ese sufrimiento sola, no quería entristecer a nadie. 

Tomé sus manos.

—Puedes confiar en mí, puedes apoyarte en mí —continué— no soy la gran cosa, pero prometo dar lo mejor de mí para reconfortarte, aunque sea un poco...

No esperaba que asintiera, pero lo anhelaba profundamente. Y de pronto, ella entrelazó sus dedos con los míos. Un mínimo gesto que me emocionó tanto.

—Duele —dijo en un hilo de voz.

Era la primera vez que realmente me hablaba.

Y fue hermoso.



𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro