Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 10

MELISSA

"Maggie's" se llamaba la cafetería de los padres de Emma. Solo había dado un paso dentro, y ya sentía que estaba en el paraíso. Las paredes en tonalidad blanco y rosa pastel con decoraciones de flores me habían dejado sumamente cautivada. Al igual que cada espacio especialmente cuidado; la disposición de las mesas con tanta armonía y planificación, blancas al igual que la decoración en las paredes. Los utensilios y loza, de estilo romántico. Todo parecía de ensueño.

Estaba entusiasmada por mi primer día de trabajo. Mike me llamó anoche contándome que Emma había hablado con sus padres y tendría la oportunidad de trabajar ahí, inicialmente de prueba, pero la sola idea me fascinaba. Trabajar en una cafetería era como un sueño para mí, conectaba directamente con mi amor por la repostería. Casi grité de felicidad, grito que Mike dio por mí. Cada vez me convencía más de que tenía espíritu de niño. 

Emma trabajaba en la cafetería de sus padres. Luego del fallecimiento de su novio, había pausado sus estudios, y sus padres le ofrecieron que trabajara en el café. La habían animado con que sería una buena forma de distraerse, de no quedarse sola en casa con la única compañía de la tristeza. Al menos, eso fue lo que me confió Mike. 

Me emocionaba por fin tener la oportunidad de hablar con ella. 

Rellené los últimos formularios, y acomodé el uniforme hasta que quedó perfectamente presentable. Emma estaba limpiando unos estantes.

—¡Qué emoción que pasaremos más tiempo juntas! —dije sonriendo. Ella se mantuvo indescifrable. 

Me acerqué a Emma, ofreciéndole mi ayuda en la limpieza, pero se negó a aceptarla. En silencio, caminó y se colocó en la caja. La desilusión haciéndose presente en mi corazón, mas debía enfocarme en el trabajo. Yo atendería las mesas, junto con dos muchachos más. 

¿Estaría haciendo algo mal? Cada vez que intentaba aproximarme, ella retrocedía dos pasos. 

«¡No importa! no me rendiría».

El lugar se llenó de gente, logrando su peak alrededor de las 17:00 hrs. Memoricé todos los postres que ofrecía el lugar con facilidad, casi todos sabía prepararlos. El favorito de las personas era el cheesecake de frutilla. Especialmente para este tenía una receta que lo dejaba cremoso y con mucho sabor. Pero no estaba aquí para cocinar, solo debía atender. Quizá algún día podría tener mi.... «No, basta de soñar»

Mientras recogía los pedidos, intentaba cruzar alguna sonrisa con Emma, pero ella siempre parecía demasiado concentrada en sus pensamientos, me preocupaba, y me recordaba un poco a mí misma. 

El ruido de la campanita anunciando el ingreso de un nuevo cliente, me hizo recuperar la concentración. 

JJ había entrado al local, de la última vez que nos vimos habían pasado unos días. 

La soledad que siempre arrastraba a su paso, haciéndose presente. Tomó asiento en la mesa junto al ventanal, traía una mochila que dejó a un lado del asiento, sacando varios libros de esta. Suspiré, y fui dejarle el menú.

Su silencio se sentía pesado, teníamos una conversación pendiente. 

—Qué extraño que no me encares por haberlas tomado de tu habitación. 

¿De qué hablaba? 

Cierto. En mi casa percibí un movimiento extraño de sus manos, como si se hubiese llevado algo, pero no noté la ausencia de nada en mi cuarto. 

—Yo... —dudé— ¿Qué te llevaste?

Su mirada no reflejaba el típico desdén hacia mi persona, se había apaciguado de cierta manera, o eso parecía. 

—A veces me confundes, Melissa. —Pasó las manos por detrás de su cabeza, depositándolas en su nuca y recargándose en el asiento—. Ya no sé si estás mintiendo en forma descarada, o es que acaso te mientes a ti misma y te crees tu hipocresía. 

Tragué saliva, en tanto asimilaba su desprecio. 

—JJ... yo no te he recriminado ese beso, ni todas las palabras que me has dicho, que hieren mis sentimientos. Tampoco dije nada por lo que sea que te hayas llevado de mi casa —dije, evitando utilizar la palabra "robar"—, no sé por qué actúas de esta manera conmigo, pero extraño mucho la relación que teníamos en el pasado. Extraño a mi amigo.

Miré nerviosa a mi alrededor, quería tener esta conversación con él. Sin embargo, lo ideal hubiese sido en un ambiente en que pudiéramos hablar con tranquilidad y no que yo estuviera contra el tiempo. 

—¿No sabes por qué actúo así? —levantó las cejas, su mirada extremadamente intensa.

—No —bajé la cabeza— explícame por favor.

Nuestras pequeñas conversaciones siempre terminaban de la misma manera, con muchas preguntas sin respuesta, la incertidumbre y la confusión tomando el protagonismo del ambiente. No tenía esperanzas de que esta vez fuese diferente, pero quizá pensé mal. JJ abrió su boca, la mano izquierda jugaba con el borde de uno de sus libros, su vista perdida; no al fondo del café, ya que parecía no estar enfocando nada, como si algo en él se encontrara profundamente perdido. 

—Cuando teníamos doce años... fuiste a mi casa antes de que te mudes... —murmura— ese día... creí... pensé que todo cambiaría. Deposité mi confianza en ti, al ser la primera vez que me veían. Dijiste tantas mentiras... y yo te creí... pero luego, fuiste con mi madre. Me delataste, y ese día.... —Por muy extraño que pudiese parecer, su voz tembló, se quebró. Era la primera vez que había un atisbo de vulnerabilidad—. Jamás podría perdonarte —no terminó la idea— Creo que no pensaste realmente en las consecuencias, ¿Cómo podrías? Tú no sabes lo que es estar en la soledad más grande, que nadie sea capaz de percibirte. Grité mucho por ti, pero era más fácil fingir que todo era una ilusión ¿No cierto? 

Delatarlo. 

Sí sabía a lo que se refería...

—Yo... creí que de esa manera te ayudaría.... y no entiendo... no sabía que te sentías de esa manera, Jack...

—Estamos solos los dos... —dijo en un hilo de voz— ¿por qué eres tan cruel?

No lo comprendía.... pero, sentí humedad en los ojos. Angustia, que crecía, y me perdía, me perdía sin ser capaz de prestar nuevamente atención. Los movimientos repetitivos de los dedos en la palma de la mano, delatando aflicción. 

Y una voz ajena, pero dulce que se hacía presente en pequeños susurros: «Cuéntame, ¿en qué estabas pensando antes de irte? ¿Otra vez estabas en el castillo de Ussé?» «¿Qué haces cuando estás allá? ¿Qué ves, qué sientes?»

—¿Qué va a pedir? —nos interrumpió uno de mis compañeros, seguramente al ver que no tomaba el pedido, y los susurros se esfumaron igual como si nunca hubiesen sido pronunciados. 

—Quiero un café americano —JJ se aclaró la garganta, su expresión algo confundida— Vine a estudiar... —Entendí lo que implicaba. No quería continuar con la conversación. 

Inspeccioné el mesón, los libros sobre este: El malestar en la cultura, el discurso del método, tótem y tabú. Todos eran libros relacionados con la filosofía, seguramente debía estar estudiando aquello. 

Intenté recordar aquellas extrañas palabras, mas ya habían perdido su sentido. Y me alejé de JJ, manteniendo la serenidad, y tratando de causar una buena impresión, después de todo, seguía siendo mi primer día de trabajo. 

Al terminar la jornada laboral, me acerqué a Emma. La intención de generar cercanía inquietándome, y quedando en la nebulosa, al ver a Charlotte fuera del café. Advertí ese cabello anaranjado y vibrante, era fácil de identificar. La estaba esperando, y ante la imperturbabilidad de Emma, deduje que era algo habitual, cotidiano. Al parecer, dónde estaba una, llegaba la otra. 

Tendría que ser en otra oportunidad. 



Cuando llegué a casa, me encontré con Mike esperándome dentro de su automóvil. Él sabía la hora que saldría del trabajo, así que confiaba en que no llevara demasiado tiempo ahí, el sentimiento de culpabilidad siempre haciéndose presente. Una constante en mi vida. 

—Mike ¿me estabas buscando? 

Mike vestía un conjunto que combinaba; jeans, una sudadera gris con gorro, y encima de esta traía una chaqueta de cuadros azul y blancos que hacían juego con los colores de sus zapatillas. 

—Vine a verte princesa, te llamé, pero creo que no te diste cuenta —señaló su teléfono.

—Disculpa mi descuido —sonreí torpemente— entremos a mi casa, adelante. —Le hice señas con los dedos. 


Sin duda, Mike tenía una increíble capacidad para relacionarse con los demás. Llevaba media hora en la mesa hablando y riéndose con mis padres. Un punto a favor era su gran sentido del humor, con mi madre ya parecían íntimos amigos. Aunque claro, utilizaba su chantaje de qué la atendería gratis, aún era estudiante, pero ya se trataba a sí mismo de médico.

Era entretenido conocer a alguien como él. Cada cierto tanto, me quedaba viendo con su típica mirada descarada pero ya había decidido que en vez de comportarme nerviosa le devolvería un gesto que estuviera al nivel de su osadía, cruzándome de brazos y sacándole la lengua de manera burlona. En una de esas tantas veces, mi padre nos atrapó en el momento, se me escapó una risa al ser descubierta. Sus ojos estaban algo emocionados, como si estuviese feliz de que hubiera dado el paso de abrirme lentamente a los demás, de conocer gente nueva, de interactuar con otros hombres. Quizá estaba equivocada, quizá después de todo él no sería el tipo de padre celoso. No obstante, tampoco debía colocar esa expresión, como si estuviese soltando su mano, eso jamás lo haría.

Cuando terminó la cena, subimos a mi habitación. Mike quedó cautivado con las fotos que tenía colgadas, la gran mayoría junto a Ana. Las horas transcurrían veloces mientras hablábamos de nuestras vidas, de lo que queríamos, de nuestros miedos, sentía que cada vez lo conocía mejor. Nuevamente su conversación siendo un sedante de la angustia que invadió mi corazón.

Mike decía que lo que más apreciaba en su vida eran su familia y sus amigos, alardeaba de haber crecido en una familia maravillosa. No se refería al dinero, se refería a la cercanía y afecto que hubo en su hogar, siendo el mayor miedo en su vida que le pasara algo a su hermana menor, su única hermana. Cuando hablaba de ella, transmitía todo el amor que sentía por ella, despertando la curiosidad de conocerla algún día. ¿Sería como su hermano? ¿Se parecerían?

—Quiero que sepas que tengo la persona perfecta para ti en Halloween —cambió el tema, dejándome perpleja—. Se llama Ethan Hale. Tiene varios rumores de acoso, que sé son ciertos. Sin embargo, ha quedado todo en la nebulosa. Pensaba tenerlo de víctima para las travesuras de la noche, pero sé que puede ser difícil para ti... tener a alguien en mente. Puedo buscar a alguien más para mi broma, lo que más hay en el mundo son desgraciados. 

—Te agradezco —murmuré— la verdad, sí se me hace algo difícil, aunque... entiendo eso de que existen muchas personas de mal corazón en el mundo. 

Mike se sentó junto a mí en la cama, preguntándome a qué me refería. 

Dudé, pero algo en él me daba calidez. Seguramente se trataba de ese espíritu de niño. 

—En secundaria... una vez me grabaron en las duchas... yo no me di cuenta, qué estúpida ¿no? en ese tiempo... yo no tenía esta apariencia. —Esperaba entendiera a lo que me refería—. Así que el video... pasó de un teléfono a otro, y las burlas se volvieron una constante en mi vida. Fue la primera vez que decidí...

Vomitar. Esa debía ser la frase que terminaba todo, pero no la dije, se quedó atorada en la garganta. 

—Nunca podrías ser estúpida por algo así. —Pasó un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja—. Eres muy hermosa, Melissa. Por dentro y por fuera, princesa. Te faltaba tener amigos como nosotros, les habríamos dado su merecido, créeme que sí. 

—Todos les temen, pero cuando hablo contigo, lo tomas como si fueran una especie de justicieros —dije. Mi corazón más tranquilo. 

Mike soltó una carcajada. 

—Mm... sí, somos justicieros con mala reputación. —Se levantó, y tomó un rollo de cartulina que tenía sobre la mesa alzándolo como espada. 

A veces se hacía difícil tomar en serio a Mike, aunque eso era lo que precisamente lo hacía diferente a los demás. 

—Entonces... volviendo a lo que me comentaste... si es alguien que en verdad, hizo lo que dices —jugué con mis manos—, Solo una pequeña travesura, ¿no cierto? —Mike me miró incrédulo.

—Pues claro que sí princesa.

La complicidad invadió el ambiente, como si anticipara de cierta manera, el futuro. Como si el destino quisiera que fuésemos amigos. 

—Gracias —susurré. Me hubiese gustado decir más, pero mi timidez no me lo permitía. 

—De nada —respondió, sus ojos haciendo un recorrido por mi cuerpo, como si en verdad me encontrara hermosa. 

Y sin querer, mordí mi labio. 

Él se dio cuenta de ese detalle, lo percibí en la manera en que se despidió. Su emoción expuesta en que nuevamente le dijera "futura suegra" a mi madre antes de salir. 

Estaba loco, pero me gustaba que estuviera cerca de mí. 



𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇








Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro