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4. Idril II: Las increíbles aventuras del gran Idril. Segunda parte

«Kra Dereth, el ser que mató a un basilisco solo con una puta piedra y que extinguió a toda una raza, ¡asesinado por un hadita que se dedica a jugar con las flores medio desnuda y seducir humanos ingenuos que se pierden en el bosque!»

Reacción del príncipe Valiente al enterarse de que se le habían adelantado.


IDRIL: LAS INCREÍBLES AVENTURAS DEL GRAN IDRIL. SEGUNDA PARTE


Dos ojos brillantes me deslumbraban en la oscuridad viscosa del lago en la que estaba atrapado por los anillos de la serpiente marina. Rodeados por un remolino de burbujas, no podía ver nada de lo que estaba pasando a mi alrededor, solo sabía que mis pulmones estaban llegando a su límite de resistencia y, aunque cerrara los ojos, la intensa luz de esos refulgentes orbes amarillos me trepanaba la cabeza.

Me pareció ver a Faith acercarse buceando con determinación, pero las burbujas empezaron a girar, furiosas, y fui tragado hacia el fondo,donde lo único en lo que podía pensar era que iba a morir ahogado antes siquiera de haber logrado llegar al estadio. El Joker iba a llevarse una gran decepción conmigo.

«Una venturero de verdad no moriría ahogado en el primer jodido lago en el que se bañara», me regañaba su voz desde las profundidades.

«Claro. Un aventurero, según tú, cortaría en pedacitos a la serpiente y haría empanadillas escamosas, ¿verdad?»

«Preferiría unas botas nuevas. Para la comida prefiero chocolate y mi té».

El aire se me acababa, y el fantasma del Joker no dejaba de frustrarme ni restregarme hasta el final lo genial que era él y lo penoso que era yo. Así como sus ansias de sangre.

«¡Pues toma té con la humana esa o el íncubo entonces y a mí déjame en paz!»

El chocolate no podía ser para tanto, si seguro que les dejaba el estómago negro por dentro.

—¡¡¡Idril!!! —me llamó una voz femenina que, por fortuna, no era aguda como la de cierta humana.

¿Era a mi? Oh, claro que era a mí. Eran las mujeres las que más lamentarían mi muerte en ese lago arco-iris.

—Vamos, Idril... ¡Vamos, despierta!

¿Y qué quería que hiciera? Mis pulmones estaban llenos de agua, a mi cabeza le asediaban intensos pitidos y podía sentir el sabor salado de mis lágrimas y el acerado de mi sangre. En cualquier momento, la serpiente me devoraría de un bocado y mi última aventura sería a través de su tubo digestivo...

—¡Idril!

Empecé a sentir el desapacible aire otoñal acariciándome el rostro y la voz de Faith se vertió de forma nítida por mis oídos. Empecé a recordar que yo era el príncipe Idril y que no les iba a resultar tan fácil a los malvados deshacerse de mí. Al parecer, no había tragado tanta agua como creía y solo había dramatizado un poco, asustado por la situación. Ahora tenía a una princesa guapa sobre mí, rogándome con todo el anhelo de su corazón que me despertara. Y el Joker por fin había desaparecido, lo que me aliviaba porque la situación se estaba tornando más íntima: si continuaba con los párpados bajados, quizás Faith me haría el boca a boca. Se lo insinué poniendo mi mejor cara de belleza inconsciente e, incluso,entreabrí los labios de forma sensual. Las gotas de agua zigzagueaban por mis pestañas y me resbalaban por el mentón, tenía que verme irresistible.

—Idril... Lo siento por tener que ultrajarte los labios, pero no me queda más remedio que intentar hacerte la respiración artificial... Ay, pobre de mí.

Oh, vamos. Muñeca, no te lo pienses tanto, que me estoy muriendo...

Los carnosos labios de la vampira rozaron los míos, pero, de repente, salió la bestia del lago rugiendo y bramando y salpicándonos con esas fauces suyas tan cargadas de dientes, y me tuve que incorporar rápidamente, maldiciendo mi mala suerte.

—Idril, ¡estás bien! ¡Déjame a mí!

—Claro que estoy bien, soy un héroe...

La princesa se puso con los brazos abiertos en cruz delante mío, en afán protector, y empezó a invocar una energía oscura que se arremolinó delante nuestro, solidificándose y adoptando forma de escudo. Un viento denso agitaba la hierba y las flores.

—Con esto ganaremos algo de tiempo —me dijo, orgullosa—. ¿Qué podemos hac...?

No llegó a terminar la frase porque la serpiente marina, de un coletazo, se cargó el escudo y arrojó a Faith contra un árbol. Ése había sido el peor escudo mágico que había visto en mi vida. Estaba seguro de que Grisel podría hacer uno mucho mejor.

Cuando Faith abrió sus ambarinos ojos no logró localizarme. Me había hecho invisible, recordando que las leyendas sobre aventureros que derrotaban serpientes decían que se las podía derrotar con la invisibilidad y un piedra mágica, aunque algo no me convencía: si las serpientes podían detectar el calor temporal, ¿de qué servía que me hiciera invisible? En serio, ¿por qué las leyendas eran tan poco prácticas? ¿Cómo narices iba a derrotar a un monstruo gigante arrojándole una piedra? Si al menos tuviera ahí mi arco...

Probé a lanzarle una piedra que encontré en el suelo, mas como suponía, el lanzamiento fue perfecto en cuanto a puntería: directo a su cocorota, pero yo no era un bruto como el capitán, era demasiado elegante como para poder dejar inconsciente a una terrible bestia de ese modo tan rudimentario.

Visto que las leyendas no funcionaban, no me quedaba otra que intentar el acto heroico. En vez de alejarme de la serpiente, corrí hacia ella esperando que al menos, la invisibilidad sí funcionara, y me subí a su lomo viscoso, aferrándome a las escamas que estaban mojadas y tenían algas incrustadas y restos de otros pescados tal y como mi madre me había contado que hacían los humanos con las atracciones de sus ferias. Ahora que ya no la necesitaba, me quité la invisibilidad para que Faith pudiera ver lo valiente que era.

—¡Mira, Faith! ¡La tengo!

Subido a ella, aunque se sacudía con fuerza intentando desembarazarse de mí, pude ver que la piedra le había golpeado un poco más desviada hacia la derecha de lo que creía. La diferencia era de unos cabellos solo, pero el chichón evidenciaba que tenía que darle en el punto exacto si quería dejarla inconsciente. No se trataba de fuerza sino de maña, saber golpear en el punto exacto. Quizás la leyenda sí que funcionaba a fin de cuentas.

—¡Mira, nena!

Sin embargo, la serpiente empezó a volar conmigo sobre su lomo. Eso no lo había visto venir, pensé que no saldría del agua. Estuve apunto de soltarme, sobre todo cuando recaí en que íbamos directos hacia un barranco, pero entonces me quedaría sin acción heroica. La serpiente se había descontrolado y nos caíamos por el dichoso barranco. Tuve que soltarme después de todo para aferrarme desesperadamente a un saliente al que me aferré como un clavo ardiendo. Desde ahí aproveché a golpear con mis pies en el punto exacto de la cabeza de la sierpe, logrando que perdiera el conocimiento. Todo había sucedido demasiado rápido, de estar bañándome en un lago arco-iris había pasado a estar colgando de un saliente que se estaba empezado a desprender. ¡¿Pero quién era el mendrugo que para empezar había puesto a una serpiente gigante en un lago irisado?! Desde luego que en la descripciones sobre Léiriú, el Joker no había mencionado ninguna clase de peligros, salvo el de posible agotamiento físico con tanta muchacha hermosa que yo aún no había visto.

—¡Idril! —me llamó Faith, tendiéndome una firme liana.

No tenía tiempo para ponerme a pensar de dónde diantres la había sacado, simplemente me aferré a ella, con mi vida dependiendo de esa liana. Faith empezó a tirar haciendo uso de su fuerza sobrenatural,de hecho tiró tan bruscamente que salí despedido hacia arriba y acabé cayendo sobre la joven una vez más, quedando en una postura comprometida. Los pechos de Faith eran muy amables, siempre ejerciendo de cojines para amortiguar mis caídas.

—¿Has visto? Las leyenda son ciertas, ¡soy un héroe de verdad!

Me sentía exultante, y también cansado, pero prefería ignorar lo malo y creía en esos momentos que no había nadie en el mundo que quisiera rechazarme. Ni siquiera el Joker, ni Grisel, ni absolutamente nadie; por fin podía autodenominarme un héroe de verdad.

—¿De qué estás hablando? Quítate de encima, por favor... ahora que veo que estás bien.

En realidad Faith fue muy educada. Yo era un idiota y me merecía al menos un manotazo. Lejos de obedecer, me recliné peligrosamente sobre ella y curvé mis labios para que se vieran más apetitosos, ¡si es que eso podía ser posible!

—¿Qué pensaría ese hechicero si nos viera así? —Estaba seguro de que mi sangre real sabía mucho mejor que la de ese idiota.

Los ojos de Faith brillaban inflamados por el atardecer y una ráfaga de viento empujó unas hojas doradas cerca de nosotros. Así de idílica era la situación en la que nos hallábamos cuando todo empezó a temblar con fuerza y el suelo bajo nosotros se fragmentó en numerosos pedazos. Eso solo había sido el comienzo de nuestras aventuras por el misterioso y salvaje lugar que era Léiriú.

De ahí acabamos chapoteando en un río, para nuestro desconcierto, de chocolate. Eso le parecería genial a la gente golosa, pero yo era alérgico a éste, ¡iban a salirme sarpullidos por todas partes! No se me ocurría cómo podía tener peor suerte.

—Maldita sea, esto es oficial. ¡Hoy es mi día de mala suerte! —se lamentaba Faith, robándome los pensamientos.

Ella se abría paso a contra corriente hacia mí y si no fuera por su ayuda, me habría ahogado en un río que me producía alergia. Momentos después volvía estar yo en el suelo medio ahogándome otra vez y ella zarandeándome para que volviera en mí. Había vuelto a hacer un hechizo, esta vez uno muy raro que consistió en crear una iridiscente esfera gigante cuya luz cayó sobre nosotros, limpiándonos de la viscosidad dulce del chocolate.

—Como mi padre me vea así, me mata. —Ni que me hubiera quitado el chocolate a lametones—. ¡Vamos, reacciona, flojo!

—Estoy bien, oscura belleza. —O tal vez no lo estaba tanto...—. ¿Sabes? Puedes pensar que éste es tu día de mala suerte.

Me lanzó una mirada de reproche, como si me hubiera vuelto loco por declarar algo así tras lo todo por lo que habíamos pasado. Estaba tensa, demasiado preocupada por el qué dirán en vez de pensar en lo que acababa de lograr. Me incorporé.

—No te preocupes —proseguí, intentando mostrarme más confiado de lo que realmente estaba—. Las grandes historias de príncipes y princesas empiezan así, con un mal día y yendo a peor, pero después, siempre acaban bien. Seguro que tus amigas sentirán envidia cuando sepan que has estado bañándote conmigo en un lago arco-iris. —Sonreí socarronamente al ver que me estaba escuchando con atención.

Faith se había quedado muy turbada ante mis palabras, eso le llevó a tardar varios latidos en contestar, recuperando su mal fingido carácter rudo.

—Mejor ahórrate tus palabras de conquista conmigo, yo no soy presa fácil, a no ser que quieras que Joshua te mate y que yo te deje sin cabeza —alegó—. Así que menos galanterías y más buscar una zona alta. Así podremos analizar mejor nuestra ubicación.

Suspiré. Seguía haciéndose la dura después de todo por lo que habíamos pasado, ¿quién lo diría? Eso no era lo habitual y estaba comenzando a preguntarme si la luz de aquel lugar hacía reflejos raros sobre mi piel desnuda, porque sino, no me explicaba qué podía haber fallado.

—Tranquila, vampirita, que después de lo mal que me has tratado en el calabozo tampoco tenía intención de darte ningún tipo de placer. —Me hice el duro yo también. Tenía el orgullo un poco herido, pero la única mujer capaz de hacérmelo añicos era la preciosa bruja rebelde y en su caso solo me empujaba más a seguir intentándolo.

Localicé un árbol cuyas verdes ramas se perdían en las alturas. Éstas eran gruesas y se veía robusto. Era un árbol perfecto, por lo que comencé a trepar. Faith era una vampiresa, así que si quería seguirme, que lo hiciera.

Una vez en lo alto de la copa pude vislumbrar un paisaje espectacular. El lugar desde allí arriba parecía enorme, casi no alcanzaba a cubrirlo todo con un vistazo. Lo más impresión me causó fue descubrir que nos encontrábamos en una especie de isla con forma de espiral, lo que hacía que términos como Este u Oeste perdieran el sentido. La vegetación en aquel lugar crecía sin trabas bajo una especie de neblina plateada y dorada que lo envolvía todo como un manto. Ya me había percatado de las brillantes partículas que flotaban en el aire y no me daban buena espina, se pegaban a mi piel y a mis cabellos y por más que me sacudía no lograba quitármelos del todo. De entre todos los árboles, unos kilómetros más al norte del lago arco-iris, pude vislumbrar cómo el follaje de pronto se apartaba dejando un rastro y mi aguda visión detectó al dinosaurio rosado. Al fin les había encontrado.

Cuando  me di la vuelta con el camino memorizado y satisfecho, me llevé un  susto mayúsculo al toparme de improvisto con una mantis religiosa gigante. El insecto mutante me desafiaba adoptando postura de luchador de artes marciales. ¿Para qué quería las drogas si la  vida real era mucho más inverosímil aún?

Preparé mis puños y si era necesario, gastaría la poca magia que había recuperado.

«Un héroe verdadero no se amedrantaría ante ningún insecto gigante», me susurraba la meliflua voz del Joker.

Tuvimos un duelo intenso de miradas la mantis y yo, hasta que de repente aparecieron tres compañeras suyas más y eso ya era multitud para un humanista como yo.

—¡Malditos insectos! —bramó la vampira mostrando sus colmillos y garras—. Como le hagáis daño a mi compañero, os vais a arrepentir.

Quizás no entendían el habla común de la Confederación Mágica y por eso las mantis nos rodearon, dispuestas a cortarnos con sus cuchillas que, bajo la luz decadente del ocaso, relucían con un filo metálico.

—¿Sabes?—le comenté a la híbrida—. Desde que me has besado esta noche, la cosas han ido de mal en peor —le culpé—. Quizás con otro beso...

—¿De qué estás hablando ahora? Te recuerdo que no me dejaste besarte. —¿Había dejado traslucir cierto reproche?—. Concéntrate, Idril, o nos harán picadillo.

No era yo el que iba a pelear, básicamente porque no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que dejé que fuera ella la que se enfrentara. Total, si las cuchillas la herían, se podría regenerar, o eso cabría esperar de un vampiro. Ella era híbrida, así que no tenía idea sobre sus limitaciones.

Mientras sus garras desgarraban las membranas de sus alas, me quedé absorto contemplando a unas hadas de estatura pequeña y pelo musgoso que nos observaban ocultas y atemorizadas tras unos árboles. Quería preguntarles muchas cosas, pero sus ojos eran tan grandes que me olvidé de cómo se pensaba. Me volví hacia mi compañera, que ahora estaba toda ensangrentada cubriéndose de las patadas de las mantis. El rostro de Faith se había desfigurado y ahora era el de una bestia feroz y furiosa.

—¡Basta, Faith, no las mates! —exclamé.

Seguía rehusándome a la filosofía sangrienta de Gelsey, Joker y demás hombres sanguinarios que me rodeaban. Por eso creé un pequeño remolino de aire que lancé sobre ellos, para que dejaran de luchar y se preocuparan más en no salir volando y logré sacar a Faith de ahí.

—Corre, Faith, ¡corramos!

Temía que ella estuviera demasiado poseída por la furia como para hacerme caso, sin embargo obedeció hasta que su rostro fue regresando a su belleza habitual. Que yo no quisiera matarlas no significaba que las mantis pensaran igual sobre nosotros, por lo que lo mejor era seguir corriendo hasta perdernos de vista... Hasta fundirnos con el anaranjado horizonte.

Las cornejas le cantaban una canción de cuna al adormilado sol cuando la que había entendido que se llamaba «Rasha» o algo así, se acercó a probar cómo estaba el caldo y si ya nos estábamos empezando a cocer de una vez por todas. Yo ya había perdido toda esperanza de hacerle comprender que no podía pretender cocinarme a mí con lo tierna que era mi carne en la misma olla donde pretendían cocinar a una vampira también. Nunca había conocido a un hada tan ruda y obstinada como lo era esta tal Rasha. Se acercó a la olla haciendo tambalear los flecos y conchas de su falda, probó el caldo con una cuchara de madera, nos sazonó con unos polvos rojizos que me hicieron estornudar y volvió con sus demás amigas o hermanas o lo que fueran, no sin antes pegarme un lengüetazo en la mejilla que me dejó sumamente desconcertado.

Si, estimados amigos. Hadas caníbales, lo nunca visto. Y Faith y yo habíamos acabado siendo la cena de un grupo de ellas.

—¿Qué será lo próximo? —mascullaba Faith.

Preferí no darle rienda suelta a mi imaginación; los límites parecían ser los de un guionista muy creativo con demasiado tiempo libre como para inventarnos todos estos problemas. Para colmo de males, el fantasma del Joker había vuelto a aparecer.

«Un aventurero de verdad no se dejaría devorar por unas hadas locas. Note fijas en lo verdaderamente importante»

—¡Déjame en paz! ¡No soy ningún héroe, solo un príncipe de complejas curiosidades!

Podéis imaginaros la mirada que Faith me brindó.

—Y luego somos los vampiros los sádicos devoradores.

—Lo siento. No te lo decía a ti. Es ese pesado del Joker...

—Dios mío. ¿No me digas que ya deliras?

A decir verdad el agua estaba empezando a ponerse demasiado caliente para mi gusto y fuera lo que fuese que nos hubieran echado como acompañamiento, no olía bien.

—¡No! Qué va. O sí...

Miré a Faith de reojo. Ella me miró a mí.

—Estoy agotada, deberíamos pensar en algo.

¡Y me lo decía ella que era la que tenía súper fuerza y un repertorio aparentemente infinito de hechizos!

—¿Cómo han podido atrapar a una vampira? Eso para empezar.

—Nos durmieron con unos polvos mágicos —me recordó—. Si me dejaras matarlas...

—No, ni hablar. Derribaremos el caldero que está hirviendo sobre ellas.

—¡¿Y eso no es peor qué matarlas?!

—¡No! Se lo merecen por intentarnos comer, pero al menos vivirán para recapacitar sobre sus salvajes hábitos alimentarios.

En realidad no eran en absoluto feas estas hadas caníbales, o era el efecto que producía en mí sus oscuras miradas, bordeadas de crípticos tatuajes, y sus melenas emplumadas con penachos de vivos colores. Llevaban los rostros pintados con rayas blancas y marrones y habían empezado a bailar y a cantar una oscura canción en torno a nosotros.

Mo shi san. Mo shi san —cantaban.

Hice brotar una flor de pétalos púrpura cuyo néctar vertí al guiso. El efecto fue inmediato y el caldero empezó a exhalar bocanadas de humo morado que olía fortísimo y hacía llorar a los ojos. Los cánticos cesaron y las hadas se sacudían en espasmos y toses.

—¡Ahora! —grité con mi voz también afectada por el vapor.

Faith empujó con su hombro el caldero que estaba al rojo vivo hasta lograr volcarlo. Los últimos minutos de luz del día se llenaron de gritos y maldiciones en una lengua exótica mientras Faith y yo volvíamos a salir corriendo. Había pisado sin querer el borde del caldero y ahora mi pobre pie me ardía. Entre eso y las heridas del bruto de Elijah, ¡al final iban a tener que amputarme la pierna!

Nos arrojaban lanzas y unas frutas amarillas del tamaño de cocos que estallaban en pedazos viscosos al chocar contra el suelo. A las caníbales, se habían unido las mantis que emitían unos zumbidos amenazantes. Faith me estaba dejando atrás, hasta que el camino se acabó y tuvo que frenar en seco. Cuando llegué hasta ella, me quedé entre fascinado y horrorizado contemplando cómo se acababa el suelo y la única forma de salir de ahí era saltando por una majestuosa cascada. Me sentí muy pequeño, insignificante, ante el infinito manto de árboles que se extendía ante nosotros. Las turbulentas aguas se reían de nosotros mientras se arremolinaban y tomaban fuerza para el salto.

—No hay escapatoria —comprendió.

—Tenemos que intentarlo, sino sí que no tendremos ninguna posibilidad.

Ella me miró, temerosa. Curioso, porque de los dos, era la que más posibilidades tenía de sobrevivir. ¿Sería el colchón de arco-iris suficiente para frenar nuestra caída? Si no nos dábamos prisa, el sol terminaría de extinguirse y entonces ni siquiera eso tendríamos.

—Déjame matar a esas hadas, o al menos enfrentarme a ellas, y tú ya te encargarás de convencerlas.

—No. No son solo esas hadas, también nos persiguen las mantis. ¿Quieres empezar un baño de sangre contra toda la gente de Léiriú? Nos odian por algún motivo que no entendemos, no les demos verdaderas razones.

«Estás huyendo, como un cobarde. Y los cobardes no llegan muy lejos», me reprendía el Joker.

No era una simple cena lo que estaban intentando preparar con nosotros, se trataba de un ritual. No sabía para qué, pero iba más allá de querer comernos porque les olíamos apetitosos.

Volvimos a mirar hacia abajo. Calcular distancias no se me daba bien, pero se veía tan alto como desde la ventana de mi habitación en el palacio de Llyr. Faith no volvió a objetar.

—Bien, piensa en algo que siempre quisiste decir y que contuviste todo este tiempo y grítalo—dije ignorando el encogimiento de tripas que estaba sintiendo en esos momentos.

Le tendí la mano y entrelazó sus dedos junto a los míos. Estaban fríos como la plata.

Reemplazamos nuestras miradas de pánico por una de determinación.

—¡Odio a mis padres!

—¡No soy una mujer!


Gelsey me había dicho durante el velatorio de mi madre que me desahogara y sacara todo lo que llevaba dentro, que cuando me sintiera mejor mi poder cambiaría al mundo. En ese momento no pude imaginarme hasta qué punto mi padrastro estaba en lo cierto. Tampoco me habría creído nunca los dinosaurios rosas existían de verdad, ni que las diosas se reencarnaban en hadas oscuras. Jamás hubiese podido imaginarme que el Sombrerero Loco existía ni que yo me acabaría enamorando de una bruja sociópata que deseaba matarme, y mucho menos que los vampiros tenían hasta tres personalidades y múltiples poderes extraños, ni que existían ríos de chocolate y lagos arco-iris. Nunca podría imaginarme enfrentándome a unas mantis religiosas que practicaban artes marciales o contra un licántropo de nueve metros enamorado de mi prometida. Pero todo esto ya habéis visto que es cierto, tanto como que en alguna parte del mundo existe un guardia que calza un 57 de calzado. Así es la historia de mi vida, la de un ser que nació de un hada de luz y de un elfo oscuro, y es que cuando una humana chiflada llamada Madelaine anda cerca, los límites de lo imposible dejan de existir.

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¿Ossuena de algo ese último párrafo? :P Hasta aquí los capítulos másaventureros. A partir del de la semana que viene la cosa se empieza aponer muy seria. De hecho voy a ser un poco malvada y a meteros unpoco de hype: el capi de la semana que viene va a ser intenso :P

Peropor mientras, este es el capi de Idril, así que espero muchoscomentarios burlándose de él o lo contrario,como viene siendohabitual jajaja :D






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