Un acto de amor (Vicente Silvestre)
- El despertar -
¿Me escucha? Asienta con la cabeza si puede entenderme. Eso es. Lo está haciendo muy bien. Es completamente normal que note cierta desorientación. Se debe al efecto de las drogas.
Empezaba a temer que no recuperara la conciencia antes del amanecer. Pero ¡fíjese! Apenas han pasado unos minutos de las cuatro. Calculo que nos quedan por lo menos tres o tres horas y media de oscuridad.
Mi predecesor no consideraba que fuera importante hacer participe del proceso a los elegidos. Yo, por otro lado, soy de la opinión de que un acto tan noble como el suyo no debe ocurrir sin su conocimiento.
Por favor, no intente hablar. Se le podrían soltar los puntos de la lengua y una hemorragia en esa zona sería bastante complicada, dada nuestra tesitura.
Debo confesar que siento cierta envidia. Aunque lo que voy a hacer... disculpe, lo que vamos a hacer, es algo altruista, un acto de puro amor, mi posición no me permite asumir un papel más directo.
Ahora necesito que colabore un poco. ¿Lo hará? Claro que lo hará. Desde un primer momento supe que usted era una buena persona. Si supiera la clase de individuos con los que he tenido que trabajar.
En fin, veamos... ¿Ha notado el pinchazo? ¿No? Excelente. ¿Y ahora? ¿Nada? Muy bien. ¿Y ahora?
Se lo pido por favor. Asienta o niegue con la cabeza.
¡Es que no comprende lo amable que estoy siendo!
Sea razonable. Si se porta bien le prometo que aflojaré un poco las correas.
Intentémoslo otra vez. ¿Nota algo? Bien, muy bien. ¿Lo ve? No ha sido tan difícil. Y le garantizo que todas estas molestias son por su propio bienestar.
Como decía mi madre: lo prometido es deuda. Así que...
¡Ah! También los ha oído. El protocolo estipula que la puerta debe estar abierta, pero no he querido hacerlo hasta tener la seguridad de que se recuperaría.
¿Quiere que bajemos? Están ansiosos por conocerle.
- El recuerdo -
No se altere. No tiene que preocuparse por nada. Yo me encargaré de todo. Solo... relájese. Puedo bajar la silla de ruedas sin problemas. Lo he hecho en infinidad de ocasiones.
Pero que despistado soy, casi olvido las herramientas. Espere aquí: no se mueva. Es una broma. ¿Entiende? Porque, ya sabe, con las correas... Da igual, no tiene gracia.
...
Bueno, estoy listo. Bajemos. Poco a poco. Escalón a escalón.
Disculpe mi curiosidad, pero ¿tiene hijos?
La vida cambia con los hijos. Nos hace ser mejores. Cambiamos el yo, mío, para mí, por el ellos. Porque al final todo es por ellos. ¿Acaso hay algo más puro que el amor hacia los hijos? ¿Existen límites morales o éticos acerca de lo que somos capaces de hacer por los hijos?
No lo creo.
Aunque le confieso que es agotador, muy agotador. Y requiere de muchos sacrificios. Yo, en realidad, ni siquiera quería ser padre. Lo cierto es que, poco antes de conocerlos, pensaba suicidarme.
Qué paradoja, ¿no es verdad? Fue precisamente, durante el acto de quitarme la vida, cuando ésta adquirió un nuevo y revelador sentido.
No fue una decisión peregrina. Me había convertido en un paria, en un marginado. Expulsado de la facultad de medicina. Menudos hipócritas. Allí todo el mundo juega con los cadáveres. Ni se imagina las cosas que les hacen. No tiene ni la más remota idea. Yo solo fui... Creativo. Innovador.
Pero me alegro. Sabe lo que le digo, que me alegro de que me expulsaran. De no haber sido así jamás habría intentado quitarme la vida, ni habría conocido a mis retoños.
Un segundo. Deje que recupere el aliento. Pesa más de lo que pensaba. Eso es bueno.
¿Por dónde iba? Ah, sí. Quise que mi final tuviera un componente romántico. Me imaginé a mi mismo recostado sobre la tierra húmeda de un cementerio. Los brazos extendidos. Las venas liberadas. Como un ángel sangriento. Y resulta que en eso me convertí, aunque no de la forma en que había planeado.
Elegí como mi morada eterna una antigua necrópolis. Preparé una mortaja con rosas recién cortadas. Y si hubiera actuado con mayor urgencia, si no me hubiera demorado tanto con los preparativos, mi destino habría sido muy diferente. Pero no fue así.
Porque entonces la tierra empezó con sus contracciones. Llegó el alumbramiento y, oh Dios, le puedo jurar una cosa: los cementerios dan a luz a las más hermosas criaturas.
- El abismo -
Ya casi hemos llegado. Solo unos pocos metros más y... Vaya. La maldita rueda se ha atascado. Disculpe mi lenguaje. Me exalto un poco cuando las cosas no salen bien.
¿Pero qué tenemos aquí?
Hola, soy la señora oreja. Estoy buscando a mi hermana. ¿La ha visto por aquí?
Me temo que tengo malas noticias para usted. Su hermana oreja... Ha sufrido un terrible accidente.
¡Oh no! ¿Qué le ha sucedido?
¡Me la he comido!
¡Noooooooo!
...
Perdone, a veces me dejo llevar por mi vena dramatúrgica. Si hubiera visto la obra que interpreté en el depósito de cadáveres... Qué tiempos...
Pero no sirve de nada quedarse estancado en el pasado. Hay que madurar. Tomar responsabilidades.
Fíjese, ya estamos en el salón del banquete.
Por favor, no llore. Se lo pido por favor. Es que no me escucha, ¡joder! Dejé de lloriquear.
Le estoy ofreciendo el momento más sublime de su vida y lo desperdicia así... llorando como un bebé. Me da asco.
¿Cree que ha sido fácil colocar estos ganchos? ¿Cree que ha sido fácil extirparle las partes más blandas? ¿Cree que todo esto lo hago por gusto?
Lo único que pido es un poquito de colaboración. Una pizca de agradecimiento. ¿Es acaso mucho pedir?
Lo sé. Lo sé. Sé lo que está pensando: ¿Por qué a mí?
Si le sirve de consuelo yo no escojo. Son los muertos quienes me susurran que alma está lo bastante emponzoñada.
Debo admitir que me sorprendió que fuese usted. Una persona en apariencia tan normal. Incluso dudé de mi mismo.
Así que estuve vigilando sus movimientos. Es usted amable. Saluda a sus vecinos. Incluso echa una mano si hace falta. Cuanta consideración cívica.
Casi logra engañarme.
Entonces, "ellos" me mostraron sus sueños. Sus pensamientos más perversos. Sus miedos y sus deseos.
Tómese su tiempo. Dedíquese unos segundos de introspección. ¿Sabe de lo que estoy hablando? Sí, lo puedo ver en sus ojos. Lo sabe. Lo sabe perfectamente.
Ese pedazo de oscuridad es usted, pero no se preocupe. Su secreto está a salvo conmigo. Con nosotros.
Porque al final todo queda en familia.
- La canción -
¿Los escucha? Ya han empezado.
Es como uno de esos coros navideños de las películas en las que un grupo de niños canta frente al portal de una casa. ¿Se los imagina? Rodeados de luces de colores que parpadean bonitas y artificiales. Ristras de muérdago. Un muñeco de Papá Noel asomándose desde la fachada.
Tan diferentes de cómo podrían ser y cómo son en realidad.
Ellos llevarían ropa de abrigo, los ojos radiantes por la emoción, las mejillas sonrosadas.
Pero no tienen luz que los alumbre en la noche. Ni muérdago. ¡Ni estúpidos muñecos de un seboso conductor de trineos! No... Su ropa son harapos corrompidos por la humedad y las alimañas. Los ojos: cuencas vacías. Las venas: secas hasta el hueso. Y pese a todo... Y pese a todo, ellos cantan.
Sus pulmones no respiran, pero ellos cantan. Voces quejumbrosas, polvorientas, quebradas como ramas muertas. Una sola voz que proviene de más allá de la tumba. ¿No es hermoso? Cantan para usted. Por usted. Por el regalo que les va a dar...
Se convertirá en su luz. Les dará el calor que ellos no pueden poseer. Los arropará con su carne, mamarán de su sangre y, por todo ello, le amarán.
Aguante. Aguante un poco más, por favor. Este instante merece una canción.
Una furtiva lacrima
negli occhi suoi spuntò:
Quelle festose giovani
invidiar sembrò.
Che più cercando io vò?
Che più cercando io vò?
M'ama! Sì, m'ama, lo vedo. Lo vedo.
Un solo istante i palpiti
del suo bel cor sentir!
I miei sospir, confondere
per poco a' suoi sospir!
I palpiti, i palpiti sentir,
confondere i miei coi suoi sospir...
Cielo! Si può morir!
Di più non chiedo, non chiedo.
Ah, cielo! Si può, Si può morir
Di più non chiedo, non chiedo.
Si può morir, Si può morir d'amor.
Hermosa, ¿verdad? Una furtiva lacrima, compuesta por Gaetano Donizetti en 1832. Ya sé, ya sé, mi voz comparada con la de Pavarotti queda bastante floja. Me temo que no puedo ofrecerle nada mejor.
En fin, no podemos tenerlos esperando toda la noche.
Un segundo que marque los puntos de sujeción. Es importante hacerlo bien. De otra forma la piel podría desgarrarse por el peso y sería un engorro.
Sí. Ahora sí... ahora puede llorar...
- El banquete -
Me encantan estas cámaras Polaroid.
¡Sonría!
Venga, venga. Imagínese que es la última fotografía de su vida. ¿No? ¿Ni una sonrisita? Pero si la parte más difícil ya la hemos superado. Pensaba que a estas alturas mostraría una mayor colaboración.
¿No? Como quiera.
¿Lo ve? No ha quedado bien. Ha vuelto a estropear un momento maravilloso con toda esa negatividad. Tiene el rostro contraído. Rompe la estética del encuadre. Quedaría mejor con una sonrisa beatífica. Parecería un ángel. Un ángel oscuro, flotando con todas esas cadenas.
Menudo descuido. Está manchando el suelo de sangre. Un segundo que ponga el cubo. No hay que desperdiciar nada.
Solo un poco más y estaremos listos. Como ya se habrá dado cuenta hay una serie de pantallas allí arriba. Son para usted. Para que no pierda detalle. Creo que es lo mínimo que se merece, ya que su participación será bastante pasiva.
He instalado varias cámaras en la sala. Ya sabe, para tener diferentes ángulos y perspectivas. La grabación de cada una de las cámaras aparecerá en una de esas pantallas. Enciendo el circuito y...
Ya está. ¿Lo ve? Hay un primer plano y un plano general. También podrá presenciar el acto desde arriba y por la espalda. El proceso es lento. Suelen tardar entre media hora y una hora. Tengo la impresión de que usted les ha gustado, así que quizás se entretengan un poco más. Saboreando.
Eso es todo, creo que no me dejo nada. Llegó la hora de las presentaciones.
...
Aquí están mis pequeños. Vamos, no seáis tímidos, adelante... Está aquí por vosotros.
Como se suele decir... Bon apetit.
- Exánime -
¿Me escucha? Asienta con la cabeza si puede entenderme. Eso es. Lo está haciendo muy bien. Es completamente normal que note cierta desorientación. Se debe a que su corazón ha dejado de latir.
No, no, no. No intente moverse todavía. Es demasiado pronto. El rigor mortis aun le sigue afectando. No se preocupe por nada, yo me encargaré de todo. Cuidaré de usted. Le pondré ropa adecuada y le daré alimento junto con los demás. Ya le dije una vez que todo queda en familia.
Como no estaba seguro de si funcionaría el tratamiento he dejado ciertos problemas menores para el final.
Venga, se lo diré sin paños calientes. Tengo que coserle el bajo vientre y la caja torácica. Porque, ¿no querrá ir perdiendo las tripas que le quedan por el camino? Ya le digo que es muy desagradable. Poco atractivo.
¿No le importa si silbo verdad?
...
Tengo que admitir que este no es el procedimiento establecido. He hecho una excepción con usted porque siento que tenemos una conexión especial. Seguro que también lo ha percibido. La química que flotaba entre nosotros. Por eso me he tomado todas estas molestias.
Quién sabe, ¡quizás incluso seamos almas gemelas!
Una de las cosas que más me gusta de usted es que se le da de maravilla escuchar. Tengo la impresión de que puedo contarle cualquier cosa.
Sé que ahora mismo sus sentimientos pueden estar algo confusos y enfrentados, pero con el tiempo espero que aprenda a aceptarme.
Voila. Esto ya está listo. Ahora solo tengo que inyectarle un poco más de la ponzoña de sus hermanos y hermanas en el bulbo raquídeo y en unos minutos ya podrá caminar de nuevo. En realidad, podrá hacer casi cualquier cosa que hiciera en vida.
Tal vez... Ya sé que es una locura, pero con el tiempo, usted y yo, quizás incluso podamos...
Qué nervios. Fíjese, me estoy ruborizando como un adolescente en su primera cita.
No quiero presionar demasiado. Al fin y al cabo, no hay ninguna prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo para nosotros.
- Merry Christmas -
...y le dije que yo también necesitaba tiempo para desconectar! ¿Se lo puede creer? Somos como uno de esos matrimonios viejos que siempre están riñendo. Es agotador y maravilloso al mismo tiempo.
Sí, supongo que aquí nos despedimos...
¡Espere! Lleva muchísimo peso, deje que le eche una mano con estas bolsas... No, no, no es ninguna molestia, se lo aseguro.
Pues el caso es que tengo que llevarles la cena de Navidad a mis niños y... ¡Vaya! Ha comprado un montón de verduras, está claro que cuida de su alimentación. Eso es importante. A mis pequeños no les gustan nada las verduras, aunque supongo que es lo normal.
¡Fíjese, menuda coincidencia! Nuestros coches están aparcados uno al lado del otro.
¿Casi parece el destino? Como si nuestros caminos estuvieran obligados a encontrarse.
Por supuesto, le dejo las bolsas aquí mismo, no quiero ser una molestia; yo también tengo prisa.
Oiga, ya sé que es un poco precipitado, pero ¿le gustaría venir a cenar con mi familia? Nos encantan los vegetarianos.
¿Se encuentra mal? De repente ha perdido todo el color.
...
No luche, eso es, deje de patalear, no se resista.
Shhh, con calma, todo está bien, solo le he inyectado un sedante muy suave. Descubrirá que es como deslizarse por un lecho de rosas...
A propósito, ¿le gusta Pavarotti?
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