✿ Capítulo 9
Capítulo 9:
Primer examen
—¡Oigan, buenos días! —saludó una alegre Yoshimi a Naruto y su equipo.
—¡Yo-chan! —el rubio la abrazó —. ¡No hemos hablado en mucho tiempo! ¡Te invito a un ramen.
Habían pasado tan solo dos semanas desde que se habían visto por última vez, pero aún así, a la castaña de alguna forma le hacía feliz que su mejor amigo la haya extrañado tanto, por lo que aceptó sonriendo.
A su lado, frentesota la mira mal, y Sasuke sólo pasa de ella, como siempre.
—¡Vamos! —exclama Naruto, emocionado.
—¡Sí! —juntos empiezan a andar, pero una caja (que parecía pretender ser una roca) se mueve junto a ellos, el rubio se da vuelta a mirarla y luego corre por todas partes con esa caja siguiéndolo.
—Oye, frentesota —se acerca a ella ante la confusión que sentía.
—¿Qué quieres, gorda? —le pregunta ella.
—¡Que no estoy gorda! —después de esto, se calma y se aclara la garganta—. ¿Qué es lo que está haciendo Naruto?
Justo entonces, Naruto para y señala la "piedra", para luego exclamar:
—¡Ese es el peor disfraz de la historia, no hay piedras cuadradas, eso es demasiado obvio!
—Descubriste mi camuflaje de nuevo, eres astuto, jefe. ¡Tal y como esperaba de mi gran rival! —exclama una voz conocida dentro de la caja, por lo que Yoshimi se da una palmada en la frente. De pronto, la caja explota, y entre el humo, aparecen Udon, Moegi y su hermano.
La castaña rió fuertemente y prefirió no ver la escena que Konohamaru y sus amigos armarían, por lo que se fue rápidamente del lugar.
Después de irse, recordó que ese día tenía entrenamiento justo a esa hora, por lo que de fue al lugar donde siempre se reunían. Ahí solo estaba Kiba, Yoshimi supuso que ya se había olvidado de las cicatrices en un lado de su rostro, por lo que decidió no comentar nada sobre eso y se puso a conversar amigablemente con él hasta que todo se convirtió en una pelea. Ninguno de los dos supo en qué momento todo terminó de esa forma.
—¡Eres un idiota, lo juro!
—¡Y tú una tonta!
—¿Acaso te has bañado alguna vez?
—¡Siempre me baño!
Mientras Shino se acercaba, más podía escuchar esos gritos provenientes de sus compañeros de equipo y los ladridos de Akamaru tratando de calmarlos.
—¡Pues no se nota, lo juro!
—¿Ah, sí?
—¡Dije: lo ju-ro!
—Pues... —Kiba se detuvo un momento a pensar en su próxima ofensa—. ¡Si no tuvieras el pelo largo, yo no sabría que eres chica!
—¡Idiota! —empezaron a pelear con taijutsu y ninjutsu.
—Cálmense —al llegar Shino los separó con ayuda de sus bichos.
—¡Pero Shino...! —reclamó la castaña.
—¡Suéltame! —le gritó Kiba. Shino los tenía sujetos a unos dos metros sobre el suelo.
—¿Quieren que los suelte? —preguntó con su tono serio de siempre. El chico perro asintió, pero Yoshimi, al saber lo que Shino planeaba hacer, negó asustada—. Bien.
Los dejó caer, pero hizo que sus insectos atraparan a Yoshimi antes de chocar contra el suelo, en cambio a Kiba no tuvo la misma suerte.
Minutos después (dónde hubo otras dos peleas) su compañera Hinata llegó, y posteriormente su sensei, diciendo que les tenía que decir algo importante.
—Los inscribí en los exámenes chūnin.
Los alumnos se quedaron callados un momento, claro que los cuatro sabían de lo que se trataban esos exámenes, todo por lo que les habían hablado sus familias.
—¡¿D-de verdad?! —se emociona Yoshimi, Kurenai asiente—. ¡¡SÍ!!
Ella salta emocionada.
—Quédate quieta por un segundo —la regaña Kiba.
—Ay, perdón —pide, luego susurra—. Aguafiestas.
—¡Te escuché!
—Es voluntario. Si no están listos pueden esperar otro año, pero si quieren presentarlos, firmen esto —les dio una hoja de papel a cada uno—, y vayan al salón 301 en la academia, a las tres de la tarde en cinco días más.
Esa fue una larga y agotadora tarde de entrenamiento, pero Yoshimi definitivamente aún quería mejorar su taijutsu.
—¡Abuelo! —exclama entrando a la oficina de su abuelo, después de terminar el entrenamiento.
—¡Yoshimi! —responde el Tercero con tono de reproche. Yoshimi sabía que Kurenai-sensei le había dicho sobre sus heridas en el reporte de la misión, y como no había tenido tiempo para ir a saludarlo, aún no la regañaba, pero ahora venía el regaño, y tuvo que estar por unos diez minutos esperando a que su abuelo la dejara hablar.
—Eh, oye, abuelo, ¿sabes quién me podría enseñar taijutsu? Aún no soy muy buena.
—¡Ni hablar! ¡Debes descansar, ve a casa! —su abuelo la echó de su oficina, cerrando la puerta detrás de ella.
La Sarutobi menor solo refunfuña y se va de ese lugar decidida a buscar a alguien que la ayude. En eso estaba cuando vio una cabellera plateada que le resultó bastante familiar, y cómo no si era el sensei de su mejor amigo y además compañero de su tío Asuma en la academia.
—¡Kaka-sensei! —le grita Yoshimi, para después correr hacia él.
—¿Ah, qué? —se encontraba caminando y leyendo su libro Icha-Icha, pero se desconcentró al escuchar ese sobrenombre.
—¿Sabes de alguien que me pueda ayudar a entrenar mi taijutsu? —la castaña llega frente a él con los ojos llenos de ilusión.
—Bueno, pues... —pensó un poco—. ¿Conoces a Maito Gai? Él podría ayudarte. Debe estar entrenando con sus alumnos en alguno de los campos de entrenamiento.
—¿Y cómo es? —pregunta ilusionada por tener un nuevo sensei especialista en taijutsu.
—Es un hombre bastante raro: tiene un peinado raro, ropa rara y cejas espesas. Nos vemos —se desvaneció en una nube de humo.
La descripción no le ayudaba para nada, pero aún así, fue a los campos de entrenamiento de Konoha a buscarlo y, tal como dijo Kakashi, ahí estaba entrenando junto a unos chicos que seguramente eran sus alumnos.
Se puso a verlos entrenar detrás de unos arbustos, pero eso dura poco ya que un chico de pelo sedoso le lanza un kunai que ella esquiva.
—¡Oye! —sale de los arbustos—. ¡Eso me pudo haber dado, ten más cuidado!
—De hecho, ese era mi objetivo.
—Como digas —pasó de él y miró al mayor del lugar—–. ¿Usted es Maito Gai?
—¡Sí! ¡Y tu debes ser Sarutobi Yoshimi! —exclamó. Después de que la castaña asintiera feliz, él le presentó a sus alumnos, para después preguntar—. ¿Qué te trae por aquí?
—¡Quiero que me enseñe taijutsu, por favor! —exclama la de ojos anaranjados, inmediatamente hace una reverencia japonesa.
—¡Pero claro! —responde emocionado el hombre—. ¿Quieres empezar ahora?
—¡Sí!
—¡Bien! Tendrás que enfrentar a Rock Lee —su alumno lo mira alarmado.
—Pero Gai-sensei...
—Pelea con ella, Lee.
El chico frunce el ceño, pero lo acepta ya que era una orden del hombre al que más admiraba. Un poco tiempo más tarde, Yoshimi estaba acabada.
Esto será más difícil de lo que pensé... —piensa agotada, y Lee le ayuda a levantarse.
—¡Por favor, sé mi novia! —exclama sorprendiéndola.
—¿E-eh?
—¡Te protegeré con mi vida! —termina.
—Lo siento, pero no —a Yoshimi le cae una gota de sudor por la frente.
—¡¿Eh?! ¿P-por qué?
—Casi ni te conozco —respondió, decepcionando al chico. Después pasaron lo que quedaba del día entrenando.
A partir de ahí, su rutina fue siempre la misma, entrenaba en las mañanas con el equipo 8, a veces después de almuerzo entrenaba con Ebisu y su hermano y sin falta en las tardes con el equipo Gai.
Finalmente había llegado el día de los exámenes, la chica se reunió con su equipo en el patio de la academia.
—¿Están listos, chicos? —les pregunta a Kiba y Shino después de saludarlos.
—¡Yo nací listo! —exclama Kiba con entusiasmo—. ¿Cierto, Akamaru?
Su compañero ladra en aprobación.
—¿Y tú, Shino?
Shino pensó que lo iban a olvidar, como siempre lo hacían, pero al parecer no fue así, por lo que asintió.
—Hinata aún no llega.
—Si no me dices no me doy cuenta, señor obvio —se burla Yoshimi.
Kiba decide ignorarla por el bien de la paz y en cuestión de minutos, su compañera de pelo azulado llega apresurada.
—Lo siento por el atraso, chicos.
—No importa, Hinata. Yo acabo de llegar —le sonríe su compañera.
Para la Hyūga era lindo llegar y encontrar a su equipo sin discusiones, que eran pan de cada día.
—Entremos.
—¡Sí!
—Oigan, esperen un poco —interrumpió Kiba—. Hay un tema pendiente de hace tiempo que deberíamos resolver ahora: se supone que yo soy el líder de este equipo, Shino.
—Como sea.
—¡Tengamos una batalla para ver quién es más fuerte, el que gane, será el líder! —lo reta.
—Oye, cálmate. ¿Quieres? —reprende Yoshimi—. Además, sería mucho mejor si sólo hicieran una votación o algo así.
—¡Bien! —exclama el chico perro—. ¡Hinata! —la chica se sobresalta—. ¡¿Por quién votas?!
Ella los miró sin saber qué hacer.
—Creo que votaré por... Kiba. Lo siento, Shino.
—¿Y tú, Yoshimi? —le pregunta el de los bichos con su tono de voz habitual.
—¿Yo? ¡Obviamente voto por mí! Aún así, prefiero que Shino sea el líder y no Kiba. Ahora vámonos.
Se adentran en los pasillos de la academia mientras Inuzuka y Sarutobi peleaban, y ya habiendo llegado al salón pueden observar una multitud reunida al rededor de la puerta.
—Creo que es un genjutsu, ¿Hinata, podrías verificar? —pide Shino a su compañera, a lo cual ella activa su dōjutsu.
—Sí, es un genjutsu, la sala está arriba.
¿Genjutsu? Ni lo noté —se deprime nuestra protagonista.
—¡Andando! —el equipo 8 pasa la multitud y sube al otro piso, ahí los esperaba su sensei.
—Hola, chicos. Que bueno que vinieron todos por decisión propia —les sonríe—. Yoshimi, por un momento pensé que no ibas a venir.
—Sí, aún no tengo dominado eso de los genjutsus... Y en taijutsu sólo mejoré un poco, aún me falta mucho —respondió.
—Estarás bien. Todos estarán bien —afirma después de una pequeña pausa—. Son fuertes, chicos. Aunque la unidad hay que trabajarla un poco más —agrega con gracia, haciendo que Yoshimi, Hinata y Kiba rían, mientras que Shino no puede evitar que una sonrisa se forme en su rostro—. Se me olvidaba decirles algo: son el único equipo de cuatro integrantes, conseguí que los admitieran.
—¡¿De verdad?! ¡Kurenai-sensei, eres genial, lo juro! —se emociona Yoshimi, que estaba segura de que si tenían que dejar a uno fuera, sería ella.
La mujer ríe un poco enternecida.
—Estoy orgullosa de ustedes. Nos vemos, y buena suerte, aunque sé que no la necesitan —les sonríe, le guiña el ojo y se aparta de la puerta.
—¿Listos? —pregunta la de ojos anaranjados, muy emocionada.
—Nací listo —responde Shino.
—¡Esa era mi frase! Pero bueno... ¡Sí!
—Lista para todo —Hinata sonríe.
—¡Yo también estoy lista, lo juro! —suspira calmándose.
Juntos, abren la puerta encontrándose con un montón de ninjas y kunoichis bastante amenazantes.
—Creo que se me fue la valentía en un segundo —susurró la castaña intimidada y un poco asustada.
—¡Anda, vamos! ¡Ya estamos aquí, no podemos retroceder! —la regaña Kiba.
—Sí, pero todos estos tipos...
—No nos llegan ni a los tobillos —aseguró con un tono un poco alto, haciendo que todos los miren.
—¡Idiota! —susurra—. Estamos llamando mucho la atención.
—Yoshimi tiene razón —tiembla y tartamudea Hinata—. Quizá debamos irnos.
—¿Como ratas asustadas? Ni se les ocurra.
—Nos quedaremos, pero solo si no nos hacemos notar —rogó la de ojos naranjos—. Pasar desapercibidos, por favor.
Kiba rodó los ojos.
—Está bien, está bien.
Se abre la puerta de nuevo, y la chica que puede invocar monos se sobresalta y se esconde detrás de Shino.
Por suerte era el equipo 10.
Ella ríe un poco y sale de detrás de su compañero nerviosa y disculpándose. La puerta se abre otra vez.
TenTen y Neji. ¿Dónde está Lee?
El equipo 8 se sumerge cada uno en sus propios pensamientos.
Se abre de nuevo, llega Lee.
—¿Creen que vengan frentesota, Naru-baka y Sasuke? —pregunta Yoshimi, inmediatamente sus dudas desaparecen cuando la puerta se abre y entran ellos. Se formó un grupo entre los equipos 7 y 9, por lo que ellos se les acercaron.
—¡Vaya, vaya! ¡Qué sorpresa, parece que nos volvemos a reunir! —habla Kiba al llegar junto a ellos.
—¡Naru-baka!
—¡Yo-chan! —los dos chocaron puños.
—¡Shikamaru! —Yoshimi lo abrazó mientras él se removía reclamando, avergonzado—. Vale, vale —se aleja de él—. ¡Chōji! ¿Me das una papa?
—Ten —Chōji le convida una.
—¡Gracias!... —mira a Ino—. ¡Inopuerca, también estás aquí!
—¡Eres una...! —antes de que se lanzaran a pelear entre ellas, Shikamaru y Kiba las retuvieron.
—Con eso no lograrás nada, espera a derrotarla en los exámenes —le susurró el chico perro al oído. Ella asintió, un poco sonrojada, y luego miró a Shikamaru e Ino: él la tenía retenida por la cintura, lo que hizo que una punzada de celos creciera en su pecho.
¿Y a mí ahora qué me pasa? —se preguntó.
—Ustedes dos son un fastidio, lo saben, ¿cierto?
—Ay, cállate —las dos responden al mismo tiempo, haciendo que se miren con odio.
—¿Todos están aquí para esta estupidez? —pregunta Shikamaru soltando a su compañera.
—Sí —responde Kiba—, todos estamos aquí, los diez novatos. Esto será divertido. Al menos para los que seamos suficientemente buenos. ¿O no, Sasuke?
—Kiba, ten cuidado de no confiarte demasiado —le responde.
—Esperen y vamos a deshacernos de todos ustedes —responde su compañero—. Hemos estado entrenando como locos.
La castaña se lamentó. Día tras día entrenando arduamente, había sido una semana dura.
—¿Y qué crees que nosotros hemos hecho? —reclama el rubio—. Tú no sabes lo que es entrenar.
—¡Oye, oye, Naru-baka! —llama Yoshimi—. Escucha. Y todos ustedes también —los 9 novatos centran su atención en ella—. Da igual si son mis amigos o no, ¡no dudaré en patearles el trasero, lo juro!
—¡Así se habla! —chocó puños con Kiba.
—¡No creo que tengas suficiente fuerza para vencernos! —se burla Ino.
—¿Quieres ver?
Ino y ella siguieron peleando, pero después un ninja se les acerca.
—¡Relájense! Esto no es un campamento escolar —habló él.
—¡¿Y quién te preguntó, quién eres tú?! —se altera Ino.
—Yo soy Kabuto Yakushi —se presenta—. Pero en serio, vean a su alrededor. Están dando una muy mala impresión.
Todos los miraban, lo que hizo que Yoshimi nuevamente se ocultara detrás de Shino.
—¡¿Qué pasó con lo de "pasar desapercibidos?! —se cuestiona a sí misma entrando en pánico.
El tal Kabuto les "presenta" a los ninjas de la aldea de la Lluvia, y les aconseja no molestarlos, porque son muy sensibles. Esa era su séptima vez en el examen, según él, y como ya era más experimentado decidió ayudarlos con unos artefactos llamados "infotarjetas ninja". Estas contienen información sobre los ninjas que estaban participando.
A primera vista se veían en blanco, pero al hacerlas girar con su chakra, la información se rebela.
Sasuke pide información de Suna no Gaara y de Rock Lee. Todos se asombraron mucho al descubrir que el chico pelirrojo, Gaara, había tenido una misión rango B, y más se asombraron cuando les dijo que había salido sin ningún rasguño de todas sus misiones.
—Por como se ve, entre nosotros hay candidatos con habilidades excepcionales. Por su puesto, la aldea escondida entre el sonido es pequeña. Se dio a conocer recientemente, nadie sabe nada sobre ellos. Esos tipos son un misterio —guardó sus cartas—. Bueno, ahí lo tienen, este año la competencia será muy intensa.
—Podría parecer que fue suficiente para perder la confianza —habla Hinata preocupada.
—¡Que buen momento para decir esas cosas!
—¡Oye, Ino, no le hables así a Hinata!
—Entonces, ¿en serio crees que este año será duro? —pregunta Sakura.
—Oh, sí —responde el mayor—. Durante los cuatro años que he venido, nunca había visto un grupo de candidatos con un potencial tan grande como el de estos, vamos a tener un gran trabajo. Además, escuché que la chica Sarutobi, la nieta del Hokage, iba a participar. ¿Quién de ustedes es?
Yoshimi sale de la espalda de Shino, donde estaba oculta, y se abre espacio entre sus compañeros.
—Soy yo —responde, notoriamente molesta—. Y no me llames así, tengo un nombre, ¿sabías? Soy Yoshimi Sarutobi.
—¿Qué haces ahí escondida entre tus compañeros? ¿Acaso tienes miedo? —pregunta—. Esperaba algo más de ti.
—¿Qué importa? Podría patearte el trasero ahora mismo si quisiera —ella se molestó aún más, pero se distrajo al ver que Naruto empezó a temblar.
—Tranquilo, Naruto. Estaremos bien —Sakura se le acerca.
Pero al contrario, el de ojos azules se da vuelta apuntando a todos los participantes con el dedo, por lo que la de ojos naranjos se asusta.
—¡Mi nombre es Naruto Uzumaki, y voy a vencerlos a todos ustedes, 'ttebayo!
—¡Creo que deberías cerrar la boca 'ttebayo! —le reprende su mejor amiga.
Se forman peleas entre algunos grupos hasta que, en medio de todo, aparece una nube de humo.
—A ver, degenerados caras de niño —exclama alguien en medio de esta—, cálmense y escuchen.
La nube se disipa, dejando ver a varios hombres, uno se destacaba entre ellos, alto y con unas cicatrices en la cara.
—Es momento de empezar. Soy Ibiki Morino, su censor, y desde este momento, su peor pesadilla —habla un hombre con cicatrices en la cara, Yoshimi tembló.
Creo que alguien me está observando, y ese "alguien" no me da muy buenas vibras, lo juro —pensó dando un vistazo a la sala, pero no encontró a nadie que la estuviera mirando, así que volvió a escuchar al censor.
—...procederemos con la primera etapa del examen chūnin. Entreguen su solicitud y se les dará a cambio un número. Este número determinará dónde se sentarán —explica—. Comenzaremos el examen escrito una vez que estén todos sentados.
Yoshimi entregó la solicitud y se dirigió a sentarse, por suerte estaba al lado de Shikamaru.
—Todos, vista al frente —volvió a hablar el censor—. Hay varias reglas que tengo que advertirles. No contestaré preguntas, así que pongan atención desde el principio.
Y empieza a explicar.
Regla 1: todos empiezan con puntuación perfecta, y que cuando se equivocan, se van restando.
Regla 2: si califican o no, será por los resultados de todo el equipo.
Regla 3: si hacen trampa, los centinelas sentados a los lados lo notarán y se restarán puntos. Si los notan cinco veces, serán descalificados.
Y la guinda de la torta, era que si uno del equipo sacaba cero, todo el equipo reprobaba.
Quince minutos antes de que termine el examen, les darían la última pregunta.
Les daban una hora para hacerlo completo.
—¡Comiencen!
La castaña da vuelta la hoja, se dio cuenta de la trampa del exámen desde el principio. Ella solo pudo responder ocho preguntas por su cuenta y Kiba le envió la otra respuesta por medio de Akamaru. Pasado el tiempo, el censor habló.
—Escuchen. Esta es la pregunta diez y final. Antes de hacerles la pregunta, hay una o dos reglas más de las que necesitan estar advertidos. Escuchen con atención y traten de no asustarse mucho —mira a la de ojos anaranjados por unos segundos y luego aparta la mirada, ¿acaso se veía muy cobarde?—. Regla número 1: cada uno de ustedes es libre de escoger el no participar en la pregunta final. Es su decisión. Pero si deciden no contestar la pregunta 10, sin importar sus respuestas de las otras nueve, sacarán cero. Y eso significa, por supuesto, que su equipo también reprueba —algunos participantes reclaman—. No tan rápido. Todavía no he terminado. Si aceptan la pregunta pero la responden incorrectamente, no sólo reprobarán, perderán la oportunidad de dar el examen chūnin por siempre jamás.
—Oye, eso no se vale, viejo —exclama Kiba, indignado—. Es ridículo. ¿Qué clase de regla mugrosa es esta? Hay mucha gente aquí que ya ha presentado el examen antes.
Ibiki empieza a reír.
—Digamos que tuvieron mala suerte. Yo no hice las reglas antes, pero ahora sí. Pero como dije, si no quieren arriesgarse, no tienen por qué hacerlo. Si no creen tener la confianza, les recomiendo que no lo hagan. Pueden volver a intentarlo el año que entra —el hombre ríe—. Ahora, si están listos, aquí va la pregunta diez y final. Los que no quieran responder, levanten la mano. Su número será grabado y estarán libres para poder irse.
No voy a levantar la mano, no debo hacerlo. Si lo hago, me matan. Pero por otro lado, si respondo mal, seré genin toda la vida... No importa, responderé bien, confío en mí —trató de alentarse—. ¿O no?
Varios se comienzan a largar, haciendo que la tensión aumentara.
Estaba mirando a todos, y lentamente comenzó a levantar la mano, insegura, pero su amigo al lado suyo la detiene poniendo su mano sobre la de ella y bajándola. Yoshimi lo miró.
—Pero...
Shikamaru niega con la cabeza, la de ojos anaranjados suspiró cansada.
—Si me quedo como genin toda la vida, será tu culpa —musitó.
—Sí, sí —replicó con desinterés—. Como digas.
Miró a Naruto. Estaba temblando, parecía que iba a levantar la mano, y no se equivocaba, pero golpea la mesa con esta.
—¡No me subestimen, yo no renuncio y no huyo! —gritó—. Ustedes hagan lo que quieran, no van a poder asustarme. No me importa si me quedo como genin el resto de mi vida —se paró de su asiento—. Yo algún día seré hokage —se vuelve a sentar con los brazos cruzados. Le dio un poco más de confianza a Yoshimi y a todos.
—Esta decisión puede cambiar el curso de su vida. Si por alguna razón desean renunciar, esta es su última oportunidad.
—Jamás retrocederé a mi palabra. Ese es mi camino ninja.
Sonrió y se echó hacia atrás en el asiento, aliviada.
—Vaya, vaya. Debo admirar su determinación, si no hay más —sentenció el hombre—. Para aquellos que se quedaron, solo me queda decirles que todos ustedes pasaron el examen.
Morino explicó que la decisión de quedarse fue la respuesta a la décima pregunta y que las primeras nueve eran para probar su capacidad para rastrear información. Su objetivo era probarlos como equipo y ver cómo manejaban la presión.
—Las primeras nueve respuestas del examen eran difíciles. De hecho, como se habrán dado cuenta, eran demasiado difíciles como para que cualquier genin las contestara. Imagino que bla, bla, bla —la castaña no prestó mucha atención a lo que dijo, hasta que el hombre se sacó la banda ninja y les mostró grandes piquetes, cicatrices y quemaduras en su cráneo. Yoshimi se preguntó cómo se había hecho todo eso, ¿así de arriesgado era ser un chūnin?
El rubio amigo de la chica comienza a celebrar a penas él termina de explicar y de felicitarlos, pero luego algo entra por la ventana, rompiéndola y sorprendiendo a los que estaban ahí.
Aparece una ninja con una pancarta atrás suyo.
—Muy bien, chicos y chicas, no hay tiempo para celebrar —exclamó—. Yo seré su próximo censor, Anko Mitarashi. ¿Están listos para su segundo examen? —alza un puño en el aire—. Bien. Entonces vamos, síganme.
—Te adelantaste, como siempre —habla Ibiki, haciendo que la mujer se sonroje. Ellos tuvieron una pequeña conversación.
—Gusanos, las cosas han sido fáciles, pero todo se va a tornar diferente a partir de mañana en la mañana. Les haré saber a sus jefes de equipo en dónde deberán verme. Pueden irse.
—Por un momento pensé que iba a responder mal —comentó a Shikamaru, para después suspirar y observar sus manos juntas, ¿acaso habían estado así todo ese rato?—. Oye, Shikamaru...
—¿Qué? —pregunta con fastidio, tal como siempre.
—Ya puedes soltar mi mano —susurró, avergonzada. Él pareció recién darse cuenta y aleja su mano, se quedaron en un silencio incómodo.
—¡Oye, Yoshimi! Ven, ya nos vamos —le grita Kiba en la puerta, el que ya estaba con Hinata y Shino.
—¡Ya voy! —gritó de vuelta—. Me tengo que ir, nos vemos luego.
Le sonrió a Shikamaru y corrió hacia donde estaba su equipo.
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