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✧ Capítulo 6

Capítulo 6:
Equipo 8

La pequeña caminaba enojada por las calles de Konoha, la habían recorrido toda y aún así no encontró a Naruto, lo planeaba invitar al ramen que le estaba debiendo desde el día de su graduación, pero parecía que tendría que ser otro día.

—¡Oye, Yoshimi! —la castaña escuchó una voz a sus espaldas. Dio vuelta y vio a Kiba caminando hacia ella junto a Akamaru.

—¡Hola Kiba! ¿Qué haces? —inquirió.

—Bueno, yo... ¿Quieres ir a comer ramen conmigo? —preguntó nervioso, cosa que Yoshimi no entendió.

—¡Claro, me encantaría! —le respondió animada, sonriendo. Lo tomó de la mano y caminó hacia Ichiraku.

—¿Ese es...? —preguntó al ver a un chico con peinado de piña a la distancia, Akamaru ladra.

—¿Shikamaru? Al parecer sí.

—¡Shikamaru! ¡Oye, oye! —gritó llamando la atención del chico que miraba hacia las nubes mientras caminaba—. ¿Quieres venir a comer ramen con nosotros?

A ella le pareció que observó sus manos juntas con una mirada que no supo descifrar, por lo que soltó a Kiba un poco sonrojada: estaba acostumbrada a tomar de la mano a Naruto y a su hermano cuando caminaban, por lo que lo había hecho por instinto.

Shikamaru duda, pero se les acerca.

—Que fastidiosa eres —dice, la de ojos anaranjados sonríe victoriosa, sabía lo que eso significaba—. Bueno, iré.

Caminaron hacia Ichiraku con Yoshimi a la delantera y los chicos más atrás. Podía sentir sus miradas en ella, lo que le hacía ponerse nerviosa. En su cabeza rondaban muchas preguntas que lograban confundirla, ¿por qué se estaba sintiendo de esa forma de pronto? ¡ellos eran como sus mejores amigos! Jamás le había pasado algo así.

Cuando finalmente llegaron, se encontraron con Naruto, que estaba ahí comiendo ramen.

—¡Hola Naruto! —le saludó la castaña animada.

—¡Yoshimi! Recuerda que me debes un ramen.

—Te estaba buscando por eso hace un rato —los tres se sentaron, la chica entre Shikamaru y Naruto y Kiba al lado de Naruto—. Lo quieres ahora, ¿no? Bueno, Teuchi-san, deme dos mizu ramen de cerdo.

—Tres —dice Shikamaru.

—Que sean cuatro —agrega Kiba.

—A la orden —exclama Teuchi, y en cuestión de minutos ya tienen su ramen servido.

—¡Itadakimasu!

Comenzaron a comer, Naruto tragaba el ramen, a Yoshimi le sorprendió su capacidad para no atragantarse. Cuando termina de tragar todo ese pobre ramen, queda con comida en toda la cara y a ella le da un tic en la ceja.

—¡Naruto! ¡No comas así, estás quedando todo sucio! —exclamó. Inmediatamente tomó una servilleta y se la pasó por el rostro, quitando los restos del ramen que quedan en este.

—¡Yoshimi! —exclama riendo—, ¡para! Pareciera como si fueras mi mamá.

—Pues si sigues así, voy a terminar siéndolo, lo juro —le reclamó.

Teuchi, riendo, le pregunta a Naruto si Yoshimi es su novia, causando que Naruto niege y le contestara —con un poco de dificultad, ya que estaba siendo limpiado por la de ojos anaranjados— que a él le gusta Sakura.

Debido a eso último, la pequeña frunció el ceño, disgustada. No le gustaba para nada que su mejor amigo estuviera enamorado de la pelirosada, estaba segura de que ella solo lo haría sufrir porque estaba perdidamente enamorada de su rival, Sasuke Uchiha. Internamente rezaba para que Hinata dejara de ser tímida y se le confesara, la castaña estaba dispuesta incluso a ayudarle para que él se enamorara de ella.

A la Sarutobi se le puso la cara roja de ira al pensar que Naruto era realmente distraído, esto fue malinterpretado por los otros dos chicos: el castaño se puso rojo de furia y el otro miró mal a Naruto, murmurando que Yoshimi era una problemática, y luego siguió comiendo.

Kiba empuja a Naruto de la silla, y sigue comiendo, haciéndose el inocente.

—¡Oye, Kiba! ¿Qué te pasa? ¡¿Estás loco?! ¿Por qué me empujas así?

El chico gruñe y sigue comiendo.

—¿Me ayudas, Yoshimi?

—Estoy comiendo, ¿no ves? —le responde la chica con molestia, se había enojado con el rubio.

Todos están muy raros hoy, ¿qué pasa aquí? —piensa el contenedor del Kyuubi.

Después de comer y de pagar, cada uno se va a su casa después de despedirse, todos pensativos por lo que había sucedido en Ichiraku.

El día después, nuestro querido equipo ocho se había reunido en la entrada de Konoha. Ya ahí, Kurenai los condujo hasta un gran bosque, con una alta colina en el horizonte.

—Ahora empieza la misión —exclama la sensei.

—¿Qué clase de misión, Kurenai-sensei? —pregunta Yoshimi entusiasmada.

—Más bien es un entrenamiento de supervivencia.

—¿Qué?

—Tendrán de buscar los tres cascabeles...

¡¿Qué?! ¡Pero eso es como buscar una aguja en un pajar! Espera... ¡¿tres?! Uno quedará sin el suyo —protestó Yoshimi para sus adentros.

—..., uno cada uno, y luego llevarlo a la cima de ese monte. El o la que no consiga el cascabel será devuelto a la academia.

—¡¿Qué?! —gritaron Yoshimi y Kiba.

—Pe-pero...

—Otra cosa, tienen hasta las doce de la tarde. Nos vemos —y se desvaneció.

Lo que Kurenai no les había dicho era que ese bosque era peligroso: a simple vista se veía como un bosque normal, pero cuando te adentrabas, la espesura de los árboles aumentaba y este se hacía cada vez más tenebroso.

Yoshimi pensaba una estrategia, mientras todos se habían quedado parados en su lugar.

Miró a sus compañeros e inmediatamente empieza a correr, sabiendo que si ella no lo hacía no iban a empezar nunca.

Ya habiendo llegado a una parte más oscura, decidió atarse el cabello, hacer unos clones y ordenarles buscar por diferentes partes.

Rato más tarde —después de caer en muchos genjutsus y quedar mucho más traumada con las arañas—, nuestra protagonista escucha un sonido o, más bien EL sonido, que seguramente había causado el viento.

Empieza a saltar por los árboles, finalmente lo ve cayendo entre los troncos y, sonriendo, lo toma en el aire y aterriza victoriosa... en una trampa.

—¡No! —grita Yoshimi removiéndose en la red que la había atrapado.

Estaba pensando desesperada y angustiada el cómo soltarse de ese lugar, sabía que Kiba vendría al escuchar el sonido del cascabel y su grito, y ella definitivamente no quería volver a la academia después de todo lo que se había esforzado por estar en aquel lugar.

Finalmente se decide: alcanza un kunai de su bolso en donde los guardaba y mira la distancia que hay entre ella y el suelo.

Esta va a ser una caída dolorosa —se lamentó en sus adentros.

Decidió dejar de mirar para no arrepentirse, y cortó la cuerda que une la red con el tronco donde estaba amarrado. Inmediatamente, cerró los ojos y apretó los labios esperando el impacto, que jamás llega. Debido a esto, abre los ojos de a poco y se encuentra con su amigo sosteniendo la red.

—¿Kiba?

El chico perro le responde con un gruñido, sube a Yoshimi a la rama gruesa donde estaba y la ayuda a salir, cortando las ataduras con su kunai, para después soltar un bufido.

—¿Pero en qué estabas pensando? ¡Podrías haberte roto las costillas con una caída así! —exclamó, su perro ladra afirmando.

—Pues... ¿Ya tienes tu cascabel?

—Sí... ¡Oye! ¡No cambies de tema!

Ella suelta una risa.

—¡Y encima te ríes! —le reclama.

—Perdón, perdón —ríe, pensando en que el chico se veía como una mamá preocupada por su hijo—. De todas formas, gracias.

Le sonríe a Kiba, que aparta la mirada con un tono rosado en sus mejillas.

—Sí, de nada —inmediatamente después, él parece darse cuenta de algo y se da vuelta a mirarla, alterado. Yoshimi traga fuerte y esquiva su mirada, dando vuelta su rostro para que el castaño no pudiera ver el lado derecho de su rostro, que había quedado al descubierto después de atarse el cabello en una coleta baja—. Yoshimi...

—¿Sí?

Escuchó al Inuzuka suspirar e inmediatamente sintió sus manos en su rostro, gentilmente obligándola a darse vuelta.

—¿Cómo te hiciste eso?

La Sarutobi contuvo sus ganas de llorar al sentir al chico acariciando una de las grandes cicatrices que tenía en el lado derecho de su rostro.

—Entrenando hace dos años —no quiso mirar su rostro, pero luego se armó de valor. La expresión de Kiba era indescifrable, por lo que la chica fingió una sonrisa—. A los chicos no les gusta este tipo de cosas en una chica, ¿no? —rió forzosamente—. Aunque no es como si me importara mucho. Bueno, yo me voy. Nos vemos — se suelta del agarre del chico y corre saltando por entre las ramas de los imponentes árboles.

—Jamás cambiará —suspira rendido el castaño, preocupado, y se va junto con Akamaru en otra dirección.

Mientras tanto, Hinata estaba intentando buscar un cascabel con su byakugan avanzando hacia el monte, pero el objeto era muy pequeño, por lo que todavía no lo había encontrado.

Necesito encontrarlo, no quiero volver a la Academia, pero tampoco quiero que Yoshimi, ni Kiba-kun, ni Shino-kun vuelvan —piensa, preocupada.

Mientras, Shino ya había logrado encontrar su cascabel con ayuda de sus bichos (solo había caído en dos genjutsus, para su desgracia, pero habían podido salir de estos rápidamente, no como la castaña), y estaba avanzando hacia el lugar de encuentro con Kurenai-sensei.

Minutos después, Yoshimi ya estaba en la cumbre, sentada a un lado de su sensei mirando su cascabel con felicidad, y al mismo tiempo preocupación. Se había desatado el cabello nuevamente.

¿Quién será el que vuelva? Kiba y yo ya tenemos nuestros cascabeles, pero Shino y Hinata... Me preocupa Hinata, su byakugan no puede detectar bien las cosas pequeñas, mientras que Shino tiene a sus bichos... —pensaba.

Posteriormente, llegan Kiba y Akamaru, sucedidos por el Aburame.

—Shino, ¿ya tienes tu cascabel? —le pregunta.

El de los bichos lo muestra.

—Hinata... —susurra angustiada.

Ya faltaba poco para que el tiempo se cumpliera, y Hinata recién había llegado.

—Al parecer, Hinata... —dice la sensei.

—¡No! —exclama Yoshimi interrumpiéndola. Todos la miran, mientras ella contempló su cascabel unos segundos, luego miró a su amiga y le sonrió.

—Ten, Hinata —le tiende su cascabel.

—Pero Yoshimi...

La chica niega.

—Yo puedo esperar unos años más, en serio. No te preocupes —ríe.

—No puedo aceptarlo, Yoshimi.

Ella suspira rendida y le tiende la otra mano con la palma hacia arriba.

—Dame tu mano —pidió.

Hinata, dudosa, se la tiende.

Yoshimi, con cuidado, da vuelta la mano de su mejor amiga hacia arriba, pone el cascabel en esta, y hace que sus dedos se enrollen formando un puño.

La del byakugan la mira con preocupación.

Kiba y Shino también le extienden los cascabeles, y la Hyūga, al ver que estaba siendo el centro de atención, se sonroja y desmaya, su amiga alcanza a retenerla.

—Tranquilos, siempre le pasa eso —les informa Yoshimi al ver sus caras de preocupación (o al menos las de Kurenai y Kiba).

—Bueno... Entonces, los felicito, todos han pasado la prueba —les dice Kurenai orgullosa, ellos se sorprenden—. ¿Quieren ir a comer dangos?

Sus alumnos habían logrado entender el significado de lo que es el equipo, y seguramente serían uno muy unido.

Kiba es un Inuzuka, medio perro, ¿y qué más leal que un perro?

Conocía muy bien a Yoshimi, y ella no sería capaz de traicionar a nadie, además tenía bastante claro su concepto de la palabra "amistad".

Hinata se veía como una chica tímida e inocente, no se notaba que fuera capaz de traicionar ni a una mosca.

Shino... Si bien se veía serio, incluso podría entablar una buena relación con todos los presentes.

¿Qué mejor que celebrar todo esto con unos deliciosos dangos?

—Quieres decir que... ¡¿de verdad pasamos los cuatro?! ¡Súper! —exclamó dejando caer a su amiga para ponerse a saltar feliz, por suerte, Kiba la detiene, y aprovecha de observarla un momento: al chico le pareció bastante linda, pero no tanto como la castaña.

—Sí, los invito. ¿Qué dicen? ¿se animan?

—¡Claro! Pero primero iré a dejar a Hinata a su casa, en menos de media hora seguro despierta. Nos vemos allá en cuarenta minutos entonces, ¿sí? —sonríe, demasiado feliz como para contenerse.

Todos asienten y la chica toma en brazos a su amiga y empieza a correr hasta llegar a la casa de ella en unos veinte minutos, ya que era bastante rápida.

Al adentrarse en los pasillos, nadie se sorprende al verla, incluso algunos la saludan, debido a que ya estaban acostumbrados a su presencia: como eran mejores amigas desde pequeñas y vivían cerca, Yoshimi a veces aprovechaba para visitarla, hablar, jugar con ella y Hanabi, e incluso a veces quedarse a ver sus entrenamientos.

En una de esas, se encuentra con Hiashi Hyūga, el cabeza del clan y padre de Hinata.

—Buenas tardes, Hiashi-sama —le saluda educada, aunque el hombre no fuera muy de su agrado.

—Buenas tardes, Yoshimi —le respondió él—. ¿Qué ha pasado con Hinata?

—Tuvimos un entrenamiento y dio lo mejor de sí. Al parecer se esforzó mucho —le informa.

—Ve a dejarla a su cuarto, por favor. Te esperaré en la sala, tengo algo de que hablar contigo.

Obviamente se puso nerviosa, que Hiashi Hyūga tenga algo que hablarle no era algo común. No sabía de qué se trataba, pero le daba la impresión de que era sobre la mayor de sus hijas, no creía que le comentara sobre pasteles de chocolate y castañas.

—Sí.

Se dirige hacia el cuarto de Hinata y la dejó tendida sobre su futon, aún no despertaba.

Cuando llegó a la sala donde el cabeza del clan la esperaba, lo vio a sentado frente una pequeña mesa donde habían dos tazas y una tetera, y se sentó frente a este.

—¿Sobre qué quiere hablarme, Hiashi-sama?

—Al grano, ¿no? Me agrada la gente así —comentó—. Es sobre Hinata.

Eso ya lo sabía. Hable rápido señor, que quiero mis dangos —pensó, mientras asentía con la cabeza.

—Tengo entendido que entrenaste con una de los legendarios sannin, por lo que debes ser muy fuerte, además eres la nieta del Hokage —alagó, aunque lo último la fastidió un poco—. Quiero que entrenes a Hinata.

A Yoshimi no le molestaba ni un poco entrenarla, de hecho, le agradaba la idea, porque así podría pasar más tiempo con su mejor amiga. Pero la pregunta es: ¿por qué? ¿es que acaso Hiashi no se enorgullecía de su hija, la creía débil?

—Claro que puedo, pero... ¿cuál es la razón?

—Hinata algún día debía ser la cabeza del clan. Su hermana es cinco años menor y es más apta que ella para el puesto. Ella aún es muy débil, necesito que la entrenes, como la cabeza de tu clan que serás algún día. Por si esto fuera poco, hay un chico de la rama secundaria que es considerado un genio, es muy fuerte, y tiene un byakugan más desarrollado que cualquiera de los Hyūga, cuando esto no debería ser, la rama principal debería ser más fuerte que la secundaria, no al revés —le dijo.

—Lo haré —aceptó mientras se levantaba—. Disculpe, debo irme ahora.

—Nos vemos, y gracias, Yoshimi.

Yoshimi asintió con la cabeza, seria, y cuando estaba a punto de salir, se dio vuelta y agregó:

—Usted ya debería estar orgulloso de ella, es fuerte y da lo mejor de sí. En ocasiones ella... pasa la noche entrenando para que la reconozca, ella quiere que la mire con orgullo. Como sea, nos vemos.

Se retiró y cerró la puerta detrás de sí. Al girarse, pudo ver a Hinata a un lado de la puerta, con las dos manos en el corazón.

—Hinata...

—¿De verdad piensas que soy fuerte?

Yoshimi no dudó y le respondió tan segura que a su amiga le transmitió la seguridad:

—Lo creo, y lo seguiré creyendo.

A Hinata se le cristalizaron los ojos.

—Yoshimi...

—Anda, ven aquí —le dijo con dulzura, le extendió la mano, la atrajo a ella y la abrazó.

Estuvieron ahí un rato, hasta que Yoshimi se acordó de sus dangos y fueron con Hinata hacia allá, tomadas de las manos.

Pasaron una buena tarde compartiendo juntos, todo el equipo. Pudieron conocerse un poco más y hablar de todo un poco. Al final del día, cada uno se fue a su casa, sintiéndose felices de pertenecer a tan buen equipo.

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