Capítulo III
Cinco Años Después
Soleil mostró gran sorpresa en su expresión y no era para menos por quien se encontraba al frente de la entrada de la universidad.
«Aunque no es realmente extraño, él trabaja aquí» se recordó Soleil.
Sus miradas se encontraron entre si, deteniéndose para ellos el tiempo por unos míseros segundos.
Soleil desvío la mirada primero e ignoró a la otra persona que la analizaba, intentando decidir si acercarse o no. Incluso cuando ella se dirigía hacía allá porque tenía que ir a clases.
De repente, la agarran del brazo y la jalan a la derecha, chocando así contra un musculoso pecho.
—¿Podría soltarme? —preguntó Soleil, alzando una ceja—. No quiero malos entendidos señor Ricardo.
—Lo siento —se disculpo Ricardo—. No era mi intención empujarte, pero me gustaría hablar contigo.
—Es una lastima, pero no hay nada que yo desee hablar con usted.
—Soleil por favor —le rogó el hombre.
—Hablemos en el almuerzo —declaró Soleil, accediendo a regañadientes—. Tengo que ir a clases.
Fue solo un promesa vacía.
No tenía intenciones de hablar con él, solo se lo dijo para que la dejará ir en paz.
Antes de que Ricardo pronunciase otra palabra, Soleil camino más rápido para aumentar las distancias. No estaba escapando, solo se iba a alejar del peligro.
Ni siquiera se dió la vuelta para darle una mirada.
En frente del aula de clases que le tocaba, estaban dos personas de su círculo de amigos:Laura y Johan. Ambos estaban revisando un montón de hojas engrapadas.
Más atrás estaban sus otros compañeros de clases, discutiendo ellos mientras mantenían en sus manos otro fajo de papeles.
Soleil se acercó a Laura, quien ya la había visto. Las dos se abrazaron con fuerza por unos segundos.
—¿Y eso qué es? —pregunta Soleil, señalando la mano de Laura.
—El informe de álgebra lineal. El profesor nos dió un papel y nos mandó a hacer una matriz con el problema a tratar allí —contestó Laura, mirando con resignación su tarea.
—Yo menos mal salí de eso en verano —comentó Soleil con alivio—. Tenía que sacarla a como dé lugar, ya que me chocaba con el trabajo.
—Cambiando de tema ¿hicieron los ejercicios que mandó el profesor de cálculo? —intervino Johan—. Yo solo hice la mitad y no pude terminarlo ¿quién me puede prestar el resto?
—Dejame buscar el cuaderno —dice Soleil, buscando en su mochila—. Si los he hecho, pero no sé si están bien hechos.
No es que ella fuera la samaritana del salón, pero Johan la había sacado de varios líos con otras materias.
—¿Qué hacen mis estudiantes fuera del salón? —pregunta el profesor, saliendo del salón con una amplia sonrisa malintencionada—. Como que huelo puro cero uno aquí para el examen de mañana.
—Yo huelo un veinte profe —alguien comentó.
—Eso lo veremos —respondió el profesor—. Vamos muévanse al matadero ovejitas.
«Que bello nuestro profesor» pensaron todos los estudiantes con sarcasmo.
El nombre de este profesor era Guillermo Gutiérrez. Un hombre de unos sesenta y nueve años que pese a su edad, le encantaba bromear con sus estudiantes mientras existan los límites y no se refiere al tema de cálculo, sino de sobrepasarse y llegar al abuso en su relación maestro y estudiante.
Todos se sentaron en sus asientos y bien cerca de los que eran de su grupo de amigos mientras, el profesor se puso a escribir en la pizarra lo que iba a explicar, iniciando así sus clases magistrales de derivadas parciales.
—Dylan cuando te diga, le tomas foto a la pizarra —ordena el profesor profesor, mirando a cada persona de allí, luego, los amenazó—. No quiero ver a nadie, copiando y perdiéndose lo que estoy hablando y si veo a uno de ustedes copiando, lo voy a interrogar.
El problema con su petición es que escucharlo daba flojera por lo lento que era, por lo que la mayoría del salón se preguntaba cuándo se callaría el anciano.
Nadie se había dormido, pero las ganas no faltaron. Incluso los estudiantes con las mejores notas se sentían incómodos.
Cuando terminó la clase, todos menos el profesor, pudieron ver la luz al final del túnel y se levantaron de sus asientos.
En ese momento, llegó una persona bastante impaciente y quizás podría rayar un poco como acosador.
—¿Señor necesita algo? —preguntó el profesor Guillermo con extrañeza, no era usual ver un hombre guapo mirando desde la puerta a los estudiantes.
—¿Disculpe, pero ya terminó su clase?—preguntó Ricardo, ajustándose las gafas y mandando una sonrisa al profesor—. Soy uno de los psicólogos de la universidad y estoy buscando a Soleil LeBlanc.
—Si ya terminamos. Puede llevársela —contestó el profesor.
«¿Quién quiere ir con él» pensó Soleil, haciendo una mueca. No obstante, independientemente de sus pensamientos, la austriaca se levantó de su asiento, agarró su bolso y fue hacia él.
Laura tenía la boca abierta desde que vió a Ricardo mientras, la compañera que estaba al lado de ella agarró un papel y se lo iba a meter en la boca a Laura, pero está última reaccionó a tiempo y no lo permitió.
—Solo te estoy mostrando que se te pueden meter todo tipo de cosas en la boca si la mantienes abierta —explicó la chica sonriendo cálidamente a pesar del doble sentido de sus palabras.
—¡Wow! —exclama Johan riéndose como un estúpido ante el disparate que vió, pero se detuvo rápidamente después de recibir un golpe de Laura.
—Maduren por favor —pidió Laura, poniendo los ojos en blanco, pero sin perderse ni un ápice de lo que pasaba frente a ella hasta que esos dos se fueron.
Afuera del salón, Ricardo comentá:—Recordé que el siguiente bloque de tus clases es en la tarde, de modo que por favor ven conmigo.
—Bueno —responde Soleil de mala gana y los dos se van a la oficina de Ricardo.
El otro psicólogo con quien compartía la oficina no estaba, por esta razón estaban solos esos dos.
—Realmente no sé por donde empezar—empezó Ricardo, sentándose en su asiento—. por favor siéntate.
Sin embargo Soleil no se sentó y simplemente le dijo:—Lo siento... la bebida saco algo que estaba reprimiendo y te usé para sentirme bien.
—No hay problema allí. Yo también te usé —responde Ricardo sin expresión.
—Lo sé... —soltó—. ¿Por qué estás con Sandra y no con Anna?
—No responderé eso.
—Bueno, da igual ese es tu problema.
—Te seguiré atendiendo, pero debemos dejar lo que pasó hasta allí.
—¿Me parezco mucho a Anna? —preguntó Soleil con curiosidad.
—Eres como una doble de ella.
—Que loco—comentó Soleil.
—Señorita Soleil no se deprima y siga adelante. Estoy seguro que encontrará a alguien que la amé como usted se merece.
—Gracias —le agradeció Soleil.
—Ese idiota no sabe lo que se pierde.
—Gracias, pero señor Ricardo no volveré con usted como mi psicólogo —anunció Soleil.
—¿Entonces cómo volverás conmigo? —preguntó con sorpresa sin darse cuenta de que podría malinterpretarse muy fácilmente.
—De ninguna manera...—respondió incrédula—. Yo conozco a tu prometida y sé que la he embarrado, pero no quiero ser una amante —explicó Soleil, caminando hacia la salida. Necesitaba con carácter de urgencia estar lejos de esta persona por algunos metros.
—Espera, no serás una amante —protesto, interponiéndose entre ella y la puerta.
—¡Fuera de mi camino! —le espetó Soleil enojada, dejando desconcertado a Ricardo—. Si no me hace caso, gritaré.
—Puede irse... —cedió el hombre con renuencia, apartándose.
—Gracias.
Cuando Soleil sale de la oficina y tiene más de veinte pasos dados, ella murmura para sí.
—Los problemas de una mujer altamente solicitada —se murmura resignada a la vez que está satisfecha—. Como que se enamoró de mí encantó, pero como que quedaré como el diamante que no puede tener.
El celular empezó a sonar.
—Parece que otra persona más quiere hablar conmigo, pero yo soy muy difícil de conseguir... bueno hablemos con quien sea —Soleil contestó—. Hola ¿Quien es?... si ¿mañana en la tarde? No, es perfecto, yo iré.
Acciones buenas, dan buenas respuestas de la vida.
—¡Bien mañana voy a ir a trabajar! —exclama feliz la castaña, luego, tocó su pierna—. No me duele ya.
Cinco años Antes
Cuando Soleil salió de la inconsciencia, sintió que le ardía la espalda y le dolía el trasero. Aún persistía el dolor de cabeza, pero no tan fuerte como la primera vez que se despertó.
Una gran parte de su cabello estaba en su cara, de modo que se lo tuvo que pelear con las manos sin un cepillo o peine, a la vez que miraba alrededor.
En una esquina, vió el cuerpo marrón del jabalí, moviéndose ligeramente. Esto hizo a Soleil tensarse, avivando así su pensamiento de escapar incluso si el dolor de su cuerpo persistía.
Se levantó lo más lento posible e hizo el menor ruido que su situación y cuerpo permitieran, incluso veía sus pasos al caminar para no tocar nada que se considerara ruidoso, alejándose de esa forma hasta perder de vista al jabalí.
Soleil avanzaba, manteniéndose alerta y mirando en todas las direcciones. La castaña quería recordar hasta lo mejor que pudiera cada lugar, sin importar cuan pudiese ser, por sí el jabalí comenzará a moverse de nuevo.
Mientras caminaba, se dio cuenta que parecía que se encontraba en una especie de caverna natural porque donde la castaña dirigiera la mirada, sólo podía ver columnas, estalactitas y estalagmitas. Estas dos últimas se encontraban conquistando tanto el techo de la galería como la unión entre las paredes y la superficie del suelo.
El único sonido que llegaba de vez en cuando a sus oídos, era el de las gotas de agua que caían desde el techo. Probablemente estaba debajo de un cuerpo de agua y existía la posibilidad que fuera el lago que vio esta mañana.
A pesar de saberlo, a Soleil no le importó o más bien estaba absorta viendo los cristales incrustados por todos lados y existía una variedad de colores, los cuales brillaban como unas hermosas antorchas luminosas en aquel lugar que si bien estaba oscuro en ciertas áreas, en otras daban un aspecto de otro mundo.
Si ella se llevara todo algunos de esos cristales podría volverse rica.
«Seré rica» pensó.
La sola idea la llevó a fantasear sobre todo lo que compraría, como estaría a la moda. Lastimosamente, también hizo que se diera cuenta de que esto no era un sueño, sino la realidad. El dolor de espalda y trasero fueron los propulsores para darse cuenta de esa gran verdad, bajando así su estado de ánimo.
De repente, un sonido extraño como de unas rocas cayéndose o rompiéndose se escuchaba a sus espaldas.
Era su durmiente amigo, aquel que se emocionó bastante de verla momentos antes de caer. En ese momento Soleil regresó a la realidad y comenzó a avanzar hasta unos túneles, donde eligió uno de ellos y entró, ella no sabía lo que encontraría dentro, pero esperaba que fuera algo que la ayude.
Sin embargo, los minutos pasaban y el túnel no terminaba. Soleil calculaba que por lo menos habían pasado como diez minutos.
«¿Por qué elegí el túnel de la derecha?¿Qué estará haciendo mi mama? ¿Me estará buscando?» muchas incógnitas se arremolinaron en su mente.
Con cada paso que daba, Soleil se llenaba de inseguridad y las ideas en su mente tampoco la ayudaron mucho. A pesar de tratar de no pensar en ese tipo de cosas, la situación no se lo permitía.
La castaña ya comenzaba a cansarse tanto física como mentalmente de luchar por su supervivencia. Casi perdía la esperanza de salir hasta que vió un agujero en la pared izquierda, producto tal vez de un derrumbe o de un actuante externo, era una brecha bastante delgada. No obstante, ella podía pasar por allí.
Sin prisa y orando porque sea el camino correcto, se acercó rápidamente a la brecha usando sus últimas fuerzas para luego descansar un poco y recuperar fuerzas.
Soleil se sentó con las piernas cruzadas, recostando su espalda en la pared. Cerró los ojos, intentando meditar, pero su situación no era en lo más mínimo favorable, además, estaba terriblemente asustada hasta los huesos y sucia de tierra. Ni siquiera disponía del tiempo para caer en cuenta que no había ingerido algún alimento en mucho tiempo.
Intentó meditar una y otra vez, inhalando y exhalando al principio de forma acelerada, pero luego bajó a un nivel más moderado.
Abrió los ojos lentamente y comenzó a replantearse su situación para tener una mejor perspectiva de su situación y tratar de creérsela ella misma para no tener un ataque de ansiedad.
Ella no sabía cómo había terminado de esta manera, ni sabía dónde estaba o qué karma habrá tenido para que le ocurriese. Simplemente deseaba que todo terminara y pudiera regresar a casa.
Quizás por estar agotada, cayó inconsciente durante un largo rato, sin importarle la incomodidad del sitio.
Cuando despertó, seguir viendo la pared no fue lo mejor ya que un minuto parecía una eternidad y la ansiedad lentamente volvía, además, venía acompañada del hambre que antes no había dado vislumbre.
Puede haber estado más descansada, pero todavía sentía un inmenso cansancio.
A su mente le llegó el recuerdo de una extraña ventana, apareciendo frente a ella y por mucho que ansiaba recordar con todas sus fuerzas lo que aquella ventana mostró, no lo conseguía y cuanto más intentaba más le dolía la cabeza, por lo que lo dejó así.
Soleil era como cualquier chica corriente. Si no podía hablar con la gente y estaba aburrida, normalmente usaba su celular, pero si no había ninguno de los dos... simplemente tenía que ser creativa.
Lo único que Soleil podía considerar compañía, eran las paredes rocosas, las cuales miró intensamente, luego, derramó su corazón a la pared incluso si era inanimado.
—¿Qué ocurrirá con todos aquellos planes que tenía pensando para mi futuro? ¿Todos mis años de estudio han sido para nada? ¿Qué significa todo esto que me ocurre? ¿Acaso no podré convertirme en una persona exitosa, famosa y adinerada? —se cuestionó continuamente Soleil más para sí misma que para su oyente inmóvil. Ella no detuvo su monólogo y cada segundo alzaba la voz , casi gritando—. Estoy cansada de este lugar, no he comido y tengo hambre, además, me duele el cuerpo.
No había palabras expresar su completa insatisfacción y estaba tan frustrada que comenzó a darle algunas patadas a la pared y continúo su monólogo:—Un estúpido jabalí me persiguió un buen rato... espero que no me llegue la oportunidad de hacer sopa de cerdo con él porque ese será su fin —suspiró y continuó quejándose—. Siento como si el mundo está en mi contra. Apenas salgo de vacaciones, entro en este extraño mundo. No sé si odiar o no a Louis y al estúpido creador del rol.
«Sakura Beaulieu» ese nombre llegó a los pensamientos de Soleil. Al mismo tiempo, como recordó el nombre, ella lo dijo sin pensarlo.
Al momento de terminar de pronunciar, la infame ventana apareció con todas sus pestañas abiertas.
[Sakura Beaulieu ]
|------- Rasgos psicológicos -------|
Estudiosa
|----------- Rasgos Raciales ------------|
Sangre Élfica
|----------- Estado Actual -----------|
Levemente Cansada
Levemente Hambrienta
|--------------- Atributos --------------|
| Fuerza 5 | Sabiduría 6 |
| Agilidad 5 | Percepción 6 |
| Resistencia 5 | Carisma 5 |
|------------ Habilidades -------------|
Ninguna
|------------ Misión Actual -----------|
Escapar de la Bestia
|- Notificaciones -|
También ese nombre fue el nombre que le puso a su personaje en la ficha que no pudo usar.
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