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8. Solo lo había visto en el espejo. Aeduardo038

La reina de la música sonaba en mis audífonos a todo volumen, era una costumbre realmente sanadora. Y era más sanadora cuando quería evitar el escándalo de los gritos cuando mi familia veía el fútbol con las emociones a tope. Mi familia era una verdadera locura cuando se trataba de sintonizar la Liga Santander todos los fines de semana y más aún cuando su equipo de gritos contaba con mi hermana Natalie, la pequeña entusiasmada y alegre de dos años. Ver el fútbol juntos era la actividad familiar favorita, aunque yo fuera la oveja negra o simplemente, el raro de la familia que no disfrutaba del fútbol y se iba a su cuarto a leer en Wattpad mientras tanto. ¿Por qué no me gustaba el fúrbol y prefería leer? ¡Ni siquiera yo lo sabía! Simplemente, el fútbol me parecía algo aburrido. Bueno, así me parecía, hasta que ella apareció.

Aquel preciso día tenía demasiadas tareas tediosas por realizar, pero la clave para que me enfocara había nacido en el Reino Unido y tenía la voz más potente y espectacular. Pasara lo que pasara sus canciones debían ser cantadas a todo pulmón, ya no importaba si alguien decía que tenía una voz detestable. Podía ser muy nerd, raro, escandaloso y sentimental, pero a mí me importaba poco cuando estaba su música presente.

Usualmente me gustaba trabajar mis asignaciones con las cortiinas cerradas y el cuarto oscuro porque me hacía sentir concentrado en una cosa. Es díficil de explicar, pero digamos que todas las energías se concentraban en un solo lugar. A pesar de eso, mi rareza hoy decidió que quería ver y sentir la luz del sol. Como siempre, esa rareza tenía una razón de ser que ni yo entendía.

Estaba dejando entrar la luz cuando la vi a ella, aquella pelirroja como de mi edad estaba sintiendo la música en sus audífonos como yo lo hacía. Nunca había visto algo similar, al menos no en otro lugar que no fuera el espejo. Sintiendo la música así, debía estar escuchando algo muy bueno. No era mi estilo, pero algo en mí me decía que debía ir a hablar con ella. Quizás ella sería la llave para abrir la puerta de la socialización, esa que yo había mantenido por mucho tiempo cerrada y no podía abrir.

Antes, debo decir que era la burla de todos, antes de que me digan que soy un antisocial y poco consciente de lo bueno que es relacionarse con otras personas.

Tenía muchas ganas de bajar y salir, pero también sabía que tenía que tener alguna explicación que no ocasionara molestaderas de mi familia ni sospechas de cualquier clase. No era común que yo saliera o que quisiera hablar con una chica. Además, si quería dar explicaciones debía pasar por el bullicio de fin de semana y sus reclamos sobre cómo el Athletic debería haber sido sancionado con una tarjeta amarilla o yo no sé qué cosas. Cuando jugaba el Atlético de Madrid, el adversario siempre era un villano hiciera lo que hiciera. Era mi familia, pero realmente no entendía su lógica.

Fuera como fuera, faltaban ya solo doce minutos para que el partido y el relajo deportivo terminaran y todos se fueran al patio trasero para discutir que era lo que el equipo tendría que haber hecho para jugar mejor en partido. Cuando su preciado equipo perdía les encantaba llorar sobre la leche derramada y a decir cosas locas como "Si yo hubiera estado ahí...", por otro lado; si ganaban, eran horas de elogios hacia el equipo y celebración por tres puntos en la tabla. Literalmente sentían la liga todos los años a tope como si fuera su trabajo.

Así que esperé esos doce minutos para bajar cuando ya todos estaban en el patio trasero. Al parecer, celebrando el triunfo del día. Era el momento perfecto para escabullirme, ya que todos sabían que estaba arriba y les importaba más su reunión deportiva.

Bueno, normalmente ese hubiera sido el momento preciso. Pero daba la casualidad, que justo hoy no lo fue. Ni siquiera tuve reacción para ocultarme en algún lugar.

—¿Hijo? ¿Qué haces? —mi mamá soltó una pregunta que me llenó de nerviosismo por haber intentado salir en el peor momento. ¿Por qué tenía que salir ella a por bocadillos cuando yo iba a salir al garaje?

—Oh, nada, mamá. Solo iba a revisar algo afuera —traté de no tartamudear, realmente no quería dar explicaciones—. Ya regresaba.

—¿En serio? ¿Así crees que te quitaras la explicación? Habla, el balón está en tu cancha —. Realmente detestaba cuando mi mamá usaba términos futbolísticos en una conversación normal y lo hacía todo el tiempo.

—Bueno... Quiero ir a hablarle a la chica nueva del vecindario que está sentada en frente escuchando música —finalmente confesé.

—Ah, ya entiendo —dijo la fan más loca y animada del Atlético de Madrid viendo a la ventana—. Se ve realmente bonita, suerte hablándole.

—Mamá... —creo que entienden el tono, ese en el que le dices a tu mamá que deje de insinuar cosas.

—Mamá nada, te dejo tranquilo.

Realmente era incómodo cuando sacaba el humor de mamá insinuando cosas. ¡No me iba a casar! Solo le iba a hablar a la chica y descubrir su gusto musical.

—Mamá, solo quiero saber qué está escuchando. Escuchando la música así, debe de ser Adele.

Yo no sé por qué yo era demasiado expresivo y se notaba cuando tenía algo más en mis planes, pero bueno, ese era yo. En efecto, quería saber si tenía un buen gusto musical y ver si podía ser la primera persona adolescente coherente en esta ciudad. Al final, pude salir y dirigirme.

A pesar de que las palabras de mi madre me incomodaron, debía admitir que la chica era muy bonita y de cerca se miraba aún mejor. Era una chica de cabello pelirrojo agarrado, lentes y una mirada divina de ojos marrones. A pesar de que me parecía bonita, sabía que a lo más podía ser mi amiga. Era demasiado bonita para mí como para que me hiciera caso.

Me acerqué con mi bicicleta limpia y una camisa presentable. No me culpen, alguna buena impresión debía dar en caso de que mi misión fallara por x o y motivo.

—Hola, soy Roy. Mucho gusto, vivo en la casa de en frente. ¡Bienvenida al vecindario!

—¿Qué quieres? —dijo inesperadamente la chica pelirroja con una mirada de fastidio.

—¿Perdón? —sí, es ridículamente lo único que se me ocurrió decir en ese momento.

—Lo siento, debo entender que no todos los chicos son iguales; vengo de un sitio donde todos eran unos abusivos y aprovechados. Olvida eso, ¿sí? Solo más te vale que no me vengas a molestar. Si vienes en paz, eres bienvenido. Me llamo Olivia, Olivia Ocaña.

Y así fue como descubrí que la chica era capaz de emitir como mil palabras por minuto. ¡Era increíble lo rápido que podía hablar!

—Ah... Es un gusto, Olivia— le dije estirándole la mano para saludar—. Claro que no te vengo a molestar, entiendo lo que me dices perfectamente.

—Gracias. ¿Qué exactamente te trae por acá?

—Bueno, digamos que sabía que eras nueva por acá y deseaba conocerte y darte la bienvenida. Y a decir verdad, quería saber que escuchabas porque me pareció peculiar la manera en la que cantabas y...

Antes de poder continuar, Olivia puso una cara algo enfadada.

—Ey, espera —interrumpió la chica—. ¿No que no venías a molestar? Es como estar en un deja vu.

—No, no. Claro que no. Es solo que me llamó mucho la atención porque nunca había visto a alguien que sintiera una canción así, solo lo había visto en mi espejo. Todos se burlan de mí por eso. Ahí está por qué quería conocerte. Quizá podría decirse que tengo la esperanza de llevarme bien con alguien por acá.

—Já. No sabía de nadie más que causara que los demás voltearan para mirarlo raro. Te entiendo y yo también busco lo mismo —dijo la chica con el tono más sincero que alguna vez escuché—. Siéntate...

—Roy —añadí.

—Eso. Siéntate, Roy.

—¿Qué escuchas?

—El Himno del Real Madrid —me dijo con la primera sonrisa que emitió durante ese par de minutos.

¡Lo que me faltaba! ¡La chica estaba escuchando con tanta pasión un himno deportivo! ¿Podía ser mi suerte peor? Lo dudaba completamente.

Luego de un par de segundos de silencio, volvió a tomar la palabra. Desde ya, se notaba que era un cotorra profesional.

—¿Disfrutas del fútbol?

—Te lo aseguro —puso una cara contenta—, no conoces a nadie a quien le guste menos.

Con la segunda parte, puso una cara de sorpresa y descontento.

—Ehh... Digamos que no soy fan del deporte.

—¿QUÉ?

La chica que había captado mi atención estaba cantando profundamente algo deportivo.

—Y dime. ¿Te gusta escuchar música?

—Pero por supuesto. Siempre escucho el Himno del Real Madrid y todo el álbum de Olivia Rodrigo. ¡Mi tocaya es una verdadera estrella que llega al corazón!

Oh, bueno, empezamos bien. Olivia Rodrigo también me acompañaba durante las tardes. No me causaba una obsesión como Adele, pero sí era muy buena en lo que hacía y ser una actriz le ayudaba bastante.

—Oh, bueno. Olivia es realmente talentosa.

—¿Quieres oír?

Así fue como escuché junto a la chica misteriosa unos minutos de Olivia Rodrigo en su garaje. Me gustaba estar con ella, solo escuchando una canción. Estaba tan a gusto hasta que recibí una llamada de mi mamá.

Mamá: Hijo, tus tíos, primos y abuelos ya se van. Ya es tarde, dile adiós a la chica. Ven a despedirte.

¡Qué oportuna! Hubiera querido pasar horas así. ¡Hasta había olvidado que tenía asuntos pendientes en mi cuarto!

—¿Debes irte? —me dijo. Debo decir que solo la conocía media hora, pero ya había conocido su lado agradable y hasta... dulce. ¡Algo que no creí treinta minutos antes con su saludo!

—Me temo que sí.

—¿Misma hora mañana? —¡Wow! No esperaba que quisiera repetirlo así de la nada, pero yo no podía perder una oportunidad así. Necesitaba apurarme con mis pendientes sin duda, al menos, ya tenía otra motivación que no fuera Adele.

—Dalo por hecho, Olivia. Gusto de conocerte. Nos vemos mañana.

—Nos vemos, Roy.

Así fue como venía una parte rara, todos los fines de semana recibía como quince preguntas de qué había hecho durante el partido, de cuánto tiempo pasé escuchando a Adele y de por qué no había bajado ni un rato a apreciar el buen fútbol.

El día siguiente quise apresurarme y descubrí que podía terminar en un tiempo récord todas mis tareas. Ahora le doy la razón a quien dijo que con motivación todo se puede alcanzar.

—Hola, Olivia. ¿Cómo estás?

—¡Llegaste!

—Claro, la puntualidad es lo que cuenta.

—JAJAJAJAJA —su carcajada era lo más refrescante que mis oídos habían escuchado durante toda mi existencia.

—Es hora de escuchar a Olivia.

—Claro. Olvidé preguntarte, ¿qué te gusta escuchar a ti?

—Bueno, definitivamente Olivia es una de las chicas a las que escucho. Sin embargo, mi corazón musical pertenece a la británica de oro: Adele.

—¡Wow! Ella es realmente buena, no sé si mejor que Olivia Rodrigo y Billie Eillish, pero tiene lo suyo.

¡Vaya! A la chica también le gustaba Billie Eillish. No era el mayor fan de ella, digamos que es muy rebelde para mi gusto.

—Ven, escuchemos una de Adele —me dijo, dándome espacio para que me sentara.

Así pasó la semana, siguiendo con el mismo hábito. Todo iba perfectamente, hasta que su hermano intimidante apareció.

—Olivia, es hora de entrarte. ¿Qué tanto tiempo pasas con este tipo?

Cualquier otro chico hubiera reaccionado salvajemente, pero no era mi estilo en lo absoluto.

—Ya voy, Olliver, no eres mi papá. ¿No entiendes? —dijo de manera decidida, para luego tomarme la mano y ponerme algo nervioso—. Lo siento, Roy, se cree un completo adulto aunque solo tenga tres años más que yo. ¿Nos vemos mañana?

—Claro.

El día siguiente, iba de camino a casa de Olivia, cuando de pronto me topé con su hermano Olliver.

—Hey tú, chico audífonos —¡con lo que detestaba los apodos! —. Por favor, deja en paz a mi hermana.

—¿Perdona? —creo que esa era mi palabra favorita cuando estaba nervioso.

—Que dejes en paz a mi hermana, no permitiré que te burles de ella y le partas el corazón. Ahora, regresa por tu camino.

No quería, pero lo hice y regresé a mi cuarto para poder escribirle. Desafortunadamente, ella me había bloqueado. ¡Qué triste! Era evidente que era muy bueno para ser verdad.

Tiempo después en la feria de la ciudad, la vi de lejos con su cabello hermoso y mi corazón se partió en pedazos por no poder hablarle. Vi que dirigió su mirada hacia mí de una mirada fría. ¡No lo soportaba! Revisé si no había algún moro en la costa y me acerqué a ella.

—¿Qué quieres? —ahí venía de nuevo su tono frío.

—Hablar contigo, quiero saber por qué me bloqueaste.

—Yo no te bloqueé, tú sí.

—¡Yo no te bloqueé! Puedo probarlo...

Le mostré que no había ningún bloqueo de mi parte y ella puso una expresión como cuando descubrimos algo o armamos un rompecabezas.

—Esto debe ser obra de Oliver, lo siento Roy.

Dijo ella para luego, besarme suavemente los labios. Nunca lo había admitido, pero era lo que llevaba soñando durante algunos años. ¡Esta chica hermosa me había besado! Sentía sus labios suaves en los míos, solo esperaba que no me estuviera avergonzando frente a ella. Sonaría loco, pero no quería que ese momento terminara. Deseaba aferrarme a ella en mi primer beso. Nunca había creído en el amor a primera vista, pero ahora soy un creyente fiel.

El día siguiente me dirigí a su casa, a ver qué era lo que continuaba, pero me llevé la sorpresa de que ella ya no estaba. ¿Por qué se había mudado con solo ocho meses en el vecindario? ¿Qué había pasado? ¿Por qué no podría continuar con esta historia que me tenía tan ilusionado? Solo

había dejado un pequeño espejo circular, en el que había escrito que era para el chico más peculiar y especial que había conocido.

Tiempo después, me contactó y contó que su hermano debía mudarse por sus estudios y su familia debía mudarse con él. Todo fue una sorpresa para ella también y no pudo despedirse. Lo más triste que pudo pasar, ¿no?

A pesar de que ella ya no estaba cerca, logró convencerme de que el fútbol valía la pena si lo miraba con otros ojos. Además, podía ayudarme a convivir más con mi familia. Al final lo hice, pensando siempre en ella. Con ese pensamiento, del primer amor, pude superar mi apatía con el fútbol y empecé a convivir todos los fines de semana, hasta casi volverme un fan. Y aunque ella, ya no vivía en el 506, su recuerdo estaba muy presente en mí.

Digamos que el Atlético empezó a formar parte de mi vida, casi tanto como Adele. Esta chica en un par de meses, logró darle una vuelta de 180º a mi vida y digamos que mi familia le debe mucho.

Además, por pura curiosidad, busqué una canción tranquila de Eillish y con mi estado emocional entendí por qué algunas de sus canciones eran tan especiales como lo era Olivia.

¿Cómo es que una chica pudo cambiar mi mundo? Incluso empecé a descubrir que no todos en la ciudad eran iguales y que podía encontrar buenos y verdaderos amigos en el lugar menos esperado.

Afortunadamente, siempre la recordaba cuando miraba el espejo de mi habitación. Es peculiar relacionar un espejo con alguien espcial, pero lo hacía. Era como si todos los recuerdos y canciones estaban guardados en ese espejo. Porque aunque solo había visto lo imposible en el espejo, ella lo trajo a la realidad. ¡Y yo que no creía cuando me decían que el amor era ciego y poderoso! Los balones de la vida van y vienen como se les da la gana.

Olivia Ocaña: ¿Adivina quién regresa al vecindario?

La chica del 506 había vuelto a escribir, como que haber pedido ese deseo miles de veces frente al espejo había surtido efecto. ¡Volvería a ver a Olivia luego de cuatro años! Todo saldría bien, ¿verdad?

Muchas gracias por sus lecturas, espero que les haya gustado. Quiero que la siguiente historia la escriba raquelhorizon

.Me gustaría que incluya las siguientes palabras: Mundial y portería. ¡Buena escritura!

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