11. Huss2021. El vagón
Me senté en aquel vagón vacío y alisé mi uniforme. Odiaba las arrugas, eran algo difíciles de controlar y me desesperaban con gran asiduidad. Estaba deseando llegar a mi destino, y por ende, a ese maravilloso estadio donde, una vez sentado en mi localidad correspondiente, vería rodar el balón esperando disfrutar de un buen partido.
La puerta del vagon se abrió entrando por ella un muchacho bastante alto, de pelo rubio pajizo que me dio una larga mirada a la vez que colocaba su maleta en la parte de arriba del compartimento.
Se sentó justo enfrente de mi haciéndome sentir algo incómoda, pues el vagon estaba totalmente vacío y no entendía del porqué quería sentarse tan cerca.
No me atreví a alzar mi mirada pues los nervios y algo de desconfianza me atacaban en ese momento, odiando estar así por la presencia de una persona y más si era un hombre.
- ¿Sabe a que hora llegaremos a Castellón?
El tono de su voz me hizo revolverme nervioso en mi asiento. Alcé mis ojos con cautela encontrándome con una mirada azulada que sonreía al hablarme.
- En una hora aproximadamente -contesté por educación. Me sumergi de nuevo en la lectura de mi historia pues sentía mis mejillas arder. Este hombre era atractivo y producía en mi sentimientos profundos de deseo y algo mas.
- Buen libro, el que estás leyendo, me refiero
Volví a distraerme de mi lectura para de nuevo, fijar mi mirada en la suya. Señalaba la edición de "Dos días para caer", el cual devoraba con ansiedad. Hace poco había decidido decirles a mis padres sobre mi orientación sexual, y este libro me ayudaba a despejar todas mis dudas.
- ¿Lo has leído?
Mi curiosidad se acrecentó a medida que él se acercaba un poco a mi. Como queriendo compartir un secreto que solo supiéramos los dos.
- Y dos veces
Ambos nos miramos y estallamos en carcajadas. Por fin conocía a alguien como yo. En esta sociedad en la que tener sentimientos por personas que no son como tú y que no es como lo que se ha establecido, el ser diferente está penado con la ignorancia y a veces, con la exclusión social.
Nadie debería mandar en el corazón de otra persona y no obligarte a sentir lo que se siente.
El atractivo rubio se presentó con el nombre de Adolfo. Mantuvimos una agradable charla sobre nuestras inquietudes y experiencias con otras personas. Mi experiencia sexual era escasa, como me atreví a confesarle ante su complicidad.
No sé lo que tenía Adolfo que me llevaba a hablar con él tan abiertamente. Quizás era porque por fin, había encontrado a alguien como yo. Alguien con quien compartir mis experiencias.
- Dicen que la primera vez duele un poco -le confesé algo avergonzado
- No te dejes engañar Damian. Tú lo que tienes que hacer es relajarte y dejarte llevar, lo demás vendrá solo. A uno de los dos le dolerá, espero que lo sea a ti
- ¿Tú tienes pareja?
- Desde hace varios años. Al principio nuestras familias se opusieron a nuestra relacion, pero, al ver que lo mucho que nos amamos y que lo nuestro va en serio, nos apoyaron en todo
- ¡Ojalá encontrar alguien así! -le confesé con nostalgia. Él puso una de sus manos en mi rodilla y me dio un cariñoso apretón
- Créeme, la encontrarás. Nuestra sociedad cada día, admite más este tipo de relaciones y llegará un día que la gente lo vea como normal
- Sueño con salir a la calle de la mano de la persona a la que quiera
- ¡Y puedes hacerlo! Que nadie te impida ser feliz Damian
- Es que la gente de mi pueblo es muy antigua y cerrada de mollera
- En la capital lo es así -el rubio hizo un aspaviento con la mano y soltó una leve carcajada
Durante el trayecto, nuestra amistad se consolidó de tal manera, que Adolfo me invitó a bajar en la estación de Castellón y pasar unos días en su hogar.
Rehuse al principio, pero uno de sus argumentos fue el que más me convenció.
- Mi pareja tiene un familiar que sería perfecto para ti Damian. Hace poco que descubrio su situación y desde entonces no para de decirnos que le presentemos a personas como nosotros
Apreté la mandíbula pensativo sin saber que hacer. O me dirigía a ver el partido del siglo, uno de los que jamás se repetirían en la vida. O me bajaba con Adolfo en la estación dejándome llevar para vivir la experiencia.
Cuando diez minutos después, él se levantó las dudas sobre que dirección tomar, aún seguían ahí. Adolfo agarró su maleta y prorrumpio en una sonrisa al mirarme.
- ¿Vienes?
Adolfo sonreía y buscaba a su pareja en el anden. Yo le seguía detrás algo azorado arrepintiendome de mi decisión a cada minuto. Iba a perderme el último partido de Messi por conocer a alguien que lo mismo yo lo le gustaba.
Rogaba porque todo esto saliera bien y pudiera ser otra de esas historias que contar a mis nietos naturales, si es que los podía tener.
- ¡Ahí está mi pareja!
Adolfo caminó aún más deprisa los metros que me separaban de su pareja. Al llegar a ella, ambos se abrazaron y besaron como si llevaran mucho tiempo sin verse. La gente de alrededor suyo los miraban entre cuchicheos y risas desmedidas, haciéndome sentir incómodo con su escrutinio.
- ¡Damian, acércate!
Caminé hacia ellos algo nervioso. Le sonreí a la pareja de Adolfo y él nos presentó formalmente.
- Mira Marga, este es Damian, lo he conocido en el tren. He pensado que podíamos presentarle a tu prima Eugenia
- Encantada Damian
Marga se acercó a mí y besó mis mejillas con mucho cariño haciendo hasta que me ruborizara y todo.
- A mi prima le encantará conocerte. Hace poco entró en el armario y está deseando conocer chicos como ella
Le sonreí a Marga y un suspiro de alivio recorrió mi cuerpo. Por fin podía conocer sin miedo, a gente heterosexual como yo.
En un mundo donde el amor entre dos personas del sexo contrario está tan mal visto, conocerlos a ellos, fue un soplo de aire fresco. Mi padre Manolo me animó a encontrar esa parte de mi vida que me faltaba, y mi padre Rafael, me ayudó a ser más valiente y a luchar por lo que quería.
Conocí a Blanca, la prima de Marga. Experimentamos juntos y acabamos enamorados en una sociedad, que en algunas ocasiones nos rechazó. Tuvimos hijos naturales sin recurrir a los vientres de alquiler, que era lo normal de la época.
Poco a poco se fue normalizando que las personas pudieran elegir a quien amar, si a un hombre, a una mujer o a ambos. Ninguno de nuestros hijos sufrió esa persecución a la que nuestros abuelos fueron sometidos. Y a día de hoy, podemos decir que nuestra sociedad es más tolerante con las relaciones heteros.
Y gracias a dios que me bajé del tren. Porque encima, Messi, se lesionó en el calentamiento previo al partido y no pudo jugar.
Debido con un problema en las entregas de las historias cortas, nos hemos encontrado con varios autores en cuyas historias se han usado las mismas palabras. No por eso vamos a dejar de publicar las historias. Que tengáis buen día
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