1 FANTASÍA EN PELIGRO
Sus agujeros, nidos y madrigueras se dirijian todos los animales del Bosque de Haule.
Era medianoche, y en las copas de los viejisimos y gigantescos árboles en la historia del viento tempestuoso
.Los troncos, gruesos como torres, rechinaban y gemían.
De pronto, resplandor suave Cruzo en zigzag por el bosque, se quedo Temblando Aquí y Allá, levanto el vuelo, se Posó en una rama y se apresuro un continuar. Era una esfera luminosa, aproximadamente del tamaño de una pelota, que daba grandes saltos, rebotaba en el suelo y volvía a flotar en el aire. Pero no fue fue pelota.
Era un fuego fatuo. Y se había extraviado un fuego fatuo infatuado, lo que resulta bastante raro, incluso en Fantasía. Casi son los fuegos fatuos que hacen otros se infatúen.
En el interior del redondo resplandor se veía una figura pequeña y muy viva, que saltaba y corría a mas no poder. No fue un hombrecito ni una mujercita, por que las diferencias no existen entre los fuegos fatuos. Llevaba en la mano derecha una diminuta bandera blanca, que tremolaba a sus espaldas. Se párese, pues, de un mensajero o de un parlamentario.
No hay peligro de Que, en Sus Grandes saltos Aéreos En la oscuridad, se Diera Contra el tronco de árbol ALGÚN, Por Que los Fuegos fatuos hijo Increíblemente Ágiles y ligeros y pueden cambiar de Dirección en Mitad de Un salto. A eso se debió su ruta en zigzag, por qué, en general, se movía siempre en una dirección determinada.
Tiene que llevar un saliente rocoso y retrocedió asustado. Jadeando como un perrito, se envía a la oquedad de un árbol y reflexiono un rato, antes de atreverse con un asomar de nuevo y mirar con precaución al otro lado de la roca.
Ante el se extendía un claro del bosque y allí, a la luz de una hoguera, había tres personajes de clase y tamaño muy distintos. Un gigante que parecía hecho de piedra gris y que tenia casi diez pies de largo estaba echado sobre el vientre. Apoyaba en los codos la parte superior de su cuerpo y miraba a la hoguera. En su rostro de piedra erosionada, que resultaba extrañamente pequeño sobre sus hombros poderosos, la dentadura sobresalía como una hilera de cinceles de acero. El fuego fatuo se dio cuenta de que el gigante pertenecía a la especie de los comerrocas. Eran seres que vivían inconcebiblemente lejos del Bosque de Haule, en una montaña ... pero no solo vivían en esa montaña, si no también ella, por qué iban a comer poco a poco. Se alimentaban de rocas. Afortunadamente, eran muy frugales y un solo bocado de ese alimento, para ellos era sumamente nutritivo, les bastaba para semanas y mese. Ademas, no había muchos comerrocas y, por otra parte, la montaña era muy grande. Pero como los seres humanos vivieron durante mucho tiempo, mucho más viejos que la mayoría de las criaturas de Fantasía, la montaña, con el paso de los años, había adquirido un aspecto muy raro. Parecía un gigantesco queso de Emmental lleno de agujeros y cavernas. Sin duda por eso la llamaban la Montaña de los Túneles. Parecía un gigantesco queso de Emmental lleno de agujeros y cavernas. Sin duda por eso la llamaban la Montaña de los Túneles. Parecía un gigantesco queso de Emmental lleno de agujeros y cavernas. Sin duda por eso la llamaban la Montaña de los Túneles.
Pero los comerrocas no solo se alimentaban de piedra, sino que también lo hacían todo: muebles, sombreros, zapatos, herramientas ..., hasta relojes de cuco. Y por eso no hay ninguno que le guste que los comercios tengan una especie de bicicleta totalmente hecha del material citado, con dos ruedas que parezcan robustas piedras de molino. En conjunto, la bicicleta parecía una apisonadora con pedales.
El segundo personaje que se sienta a la derecha de la hoguera era un pequeño silfo nocturno. Como mucho, era dos veces mayor que el fuego fatuo y parecía una piel negra con la piel, cubierta de piel, que se había puesto de pie. Gesticulaba vivamente al hablar, con sus dos diminutas manitas de color rosa, y allá donde bajo unos pelos negros y revueltos, la de la cara, ardían dos grandes ojos, redondos como lunas.
Silfos nocturnos, de las formas y tamaños más variados, había en Fantasía por todas partes y, por eso, no se podía saber a primera vista si había llegado de cerca o de lejos. De todos modos, parecía estar de viaje, porque la montura habitual de los silfos nocturnos -un gran murciélago- de la boca abajo, envuelta en sus alas como un paraguas cerrado, de una rama de otra parte del
Al tercer personaje del lado izquierdo de la hoguera solo lo describió el fuego fatuo al cabo de un rato, porque era tan pequeño que, desde qué distancia, solo podía verse con dificultad. Pertenecía a la especie de los diminutenses, era un tipejo fino, con una trayectoria de colores y un sombrero de copa roja en la cabeza.
Sobre los diminutese el fuego fatuo sin sabia casi nada, Solo una vez había oído que ese pueblo construía ciudades enteras en las ramas de los árboles, en que las casitas estaban unidas entre sí por escalerillas, escalas de cuerda y toboganes. Sin embargo, esas gentes vivían en una parte totalmente distinta del reino sin fronteras de Fantasía, más lejos, mucho más lejos que los comerrocas. Por eso era tanto más extraño que la cabalgadura que ese diminutense tenia a su lado fuera precisamente un caracol. Estaba detrás de el. Sobre su concha de color rosa brillaba una sillita de montar en una mesa, y también el bocado y las propiedades que se sujetan a los cuernos brillaban como hilos de plata.
El fuego fatuo se maravillo de que los seres humanos se quedan juntos armoniosamente, por lo que todo es común, en Fantasía, no todas las especies vivían en paz y armonía. A menudo hay luchas y guerras, existen también rivalidades de siglos entre principios y otras, y ademas no solo hay criaturas buenas y honradas, sino también rapaces, perversas y crueles. El propio fuego fatuo a una familia que puede repararse en materia de credibilidad y fiabilidad.
Solo después de haber contemplado un rato la escena se dio cuenta del fuego fatuo de que los tres personajes se llevaron una banderita blanca o una banda también blanca cruzada en el pecho. Así pues, eran igualmente mensajeros o parlamentarios, y eso explicaba, desde luego, que se comportasen tan pacíficamente.
¿No estarían de viaje, en fin cuentas, por las mismas razones que el fuego fatuo?
Lo que hablaban no se podía entender desde lejos, una causa del rugiente viento que sacudía las copas de los árboles. Pero, como se respetaban mutuamente en calidad de mensajeros, también se reconoció como tal al fuego fatuo y no le harían nada. Y, al fin y al cabo, tenia que preguntar a alguien el camino. Seria difícil que se presente en una oportunidad mejor en pleno bosque y en plena noche. Así pues, se decidió, salio de su escondite agitando la banderita blanca y se quedo temblando en el aire.
El comerrocas, que tenia el rostro vuelto en su dirección, fue el primero que lo vio.
-Hay muchísimo trafico esta noche dijo con voz rechinante-. Ahí llega otro.
-¡Huy, huy, un fuego fatuo! -cuchicheo el silfo nocturno, y sus ojos de luna se encendieron-. ¡Me alegro, yo alegro!
El diminutense se puso en pie, dio unos pasitos hacia el recién llegado y gorjeo: "No me equivoco, ¿tú también tienes calidad de mensajero?
-Si el fuego fatuo.
El diminutense se quito el rojo sombrero de copa, hizo una pequeña reverencia y trino: -En tal caso, acérquese por favor. También nosotros somos mensajeros. Siéntese.
Y, con un gesto de invitación, señal con el sombrerito el sitio libre que queda junto a la hoguera.
-Muchas gracias el fuego fatuo acercándose mas, tímidamente-, perdonen la libertad. Permitanme que yo presente: me llamo Blubb.
-Encantado -respondió el diminutense-. Yo me llamo Uckuck.
El silfo nocturno se inclino sin levantarse. -Mi nombre es Vuschvusul.
-Mucho gusto en conocerlo -rechino el comerrocas-. Yo soy Pyernrajzark.
Los tres mirando al fuego fatuo, que desvió la mirada nerviosa. A los fuegos fatuos que resultan muy desagradables que los miren descaradamente.
-¿No quiere sentarse, amigo Blubb? - pregunto el diminutense.
-La verdad es que tengo mucha prisa -respondió el fuego fatuo- y solo quería preguntarles cómo llegar desde aquí a la Torre de Marfil.
-Huy, huy! dijo el silfo nocturno-. ¿Quieres ver a la Emperatriz Infantil?
-Exacto dijo el fuego fatuo-. Tengo un mensaje muy importante que comunicarle.
¿Que mensaje? -rechino el comerrocas.
-Bueno ... -el fuego fatuo cambio el peso de su cuerpo de una pierna a otra-, es un mensaje secreto.
-Los tres tenemos la misma misión que tu ...
¡Huy, huy! -respondió Vuschvusul, el silfo nocturno-. Estamos entre colegas.
-Es posible que incluso llevemos el mismo mensaje -opino Uckuck el diminutense.
-¡Siéntate y cuéntanos! -rechino Pyernrajzark.
El fuego fatuo se instala en el sitio libre.
-Mi patria -comenzó a decir después de reflexionar un poco- se encuentra bastante lejos de aquí ... No se si alguno de los presentes la conoce. Se llama Podrepantano.
-¡Huy, huy! -suspiro encantado el silfo nocturno-. ¡Un lugar maravilloso!
El fuego fatuo sonrió débilmente.
-¿Verdad que si?
-¿Y que mas? -rechino Pyernrajzark-. ¿Por qué estas aquí, Blubb? -En Podrepantano, nuestro país -siguió decir entrecortadamente el fuego fatuo-, ha ocurrido algo ... algo incomprendible ... Es decir, esta ocurriendo aún ... Es difícil describirlo ... comenzó por, es decir ... Bueno, al este de nuestro país hay un lago ... o, mejor dicho había ... ilamado Calidocaldo. Y Todo empezó Por Que, un día, El Lago de Calidocaldo sin ESTABA ALLÍ .. . simplemente había desaparecido, ¿comprendéis?
-¿Quiere usted decir -pregunto Uckuck- que se seco?
-No -reuso el fuego fatuo-, en tal caso habría ahora allí un lago seco. Pero no es así. Donde estaba el lago no hay nada, ¿comprendéis?
-¿Un agujero? -gruño el comerrocas.
-No. tampoco un agujero -el fuego fatuo parecía cada vez mas desamparado-. Un agujero en algo Y allí no hay nada.
Los otros tres mensajeros intercambiaron miradas.
¿Que aspecto tiene ... huyhuy ... esa nada? -pregunto al silfo nocturno.
-Eso es precisamente lo que es tan difícil de describir -aseguro el fuego fatuo con tristeza-. En realidad, no se parece a nada. Es como ... como ... Bueno, ¡no hay palabras para describirlo!
-¿Cómo está el lugar para mirar ese lugar, no? -se le ocurrio al diminutense.
El fuego fatuo lo contemplo con la boca abierta.
-¡Eso es exactamente! -exclamo- Pero, ¿de dónde ... quiero decir, como ... o es que también conocéis ese ...?
-¡Un momento! -rechino el comerrocas interviniendo-. ¿Eso ha ocurrido en un solo lugar?
_Al principio si -explico el fuego fatuo-; es decir, el lugar se hizo cada vez mayor. Cada vez faltaba algo más en la región. El supersapo Sumpf, que vivía con su pueblo en el lago de Calidocaldo, desapareció de repente. Otros habitantes comenzaron a huir. Pero poco a poco empezó también en otros lugares de Podrepantano. A veces era al principio muy pequeño, una cosa de nada, del tamaño de un huevo de gallinata. Pero esos lugares se ensanchaban. Si alguien, por descuido, ponía el pie allí desaparecía también. Por lo demás, no es doloroso ... lo único que pasa es que, al que mar, la falta de pronto pedazo. Algunos hasta han tirado dentro intencionadamente al ver que la nada se les acerca demasiado. Tiene una fuerza de atracción irresistible, que se hace tanto mas intensa cuanto mayor es el lugar. Ninguno de nosotros podía explicar que era esa cosa horrible, de dónde venía ni que se podía hacer contra ella. Y, como por sí sola no desapareció, sino que se extendió cada vez más, finalmente se decidió enviar un mensajero a la Emperatriz Infantil para consejo y ayuda. Y ese mensajero soy yo.
Los otros tres miraban ante si en silencio.
-¡Huyhuy! - se oyó decir al cabo de un rato a la voz lastimera del silfo nocturno-. Allí de donde yo vengo solo exactamente lo mismo. Y estoy aquí con la misma misión ... ¡Huyhuy!
El diminutense volvió el rostro hacia el fuego fatuo. -Cada uno de nosotros- gorjeo- viene de un país diferente de Fantasía. Nos hemos encontrado aquí por casualidad. Pero todos tienen el mismo mensaje para la Emperatriz Infantil.
-Lo que quiere decir -gimió el comerrocas- que Fantasía entera esta en peligro.
el fuego fatuo los miro uno tras otro, con susto de muerte.
-Entonces -exclamo poniéndose en pie de un salto-, ¡no hay un segundo que perder!
-De todas formas, íbamos a marcharnos ya -explico el diminutense-. Solo había hecho un alto para la causa de la impenetrable oscuridad de este Bosque de Haule. Pero ahora que esta con nosotros, Blubb, podrá iluminarnos.
-¡Imposible! -exclamo el fuego fatuo-, No puedo esperar a alguien que monta en un caracol.
-¡Pero si es un caracol de carreras! el diminutense un tanto molesto.
-Y ademas ... ¡Huyhuy! -cuchicheo el silfo nocturno-. ¡Si no, no te diremos la dirección!
-¿Con quien estas hablando? -gruño el comerrocas.
Por qué la verdad era que el fuego fatuo no había escuchado las últimas palabras de los mensajeros, si no que se alejaba por el bosque a grandes saltos.
-Bueno -dijo Uckuck, el diminutense, echando el sombrero de copa roja hacia atrás-, como alumbrado de carretera, un fuego fatuo quizá no había sido de todas formas lo adecuado.
Al mismo tiempo salto a la silla de su caracol de carreras.
-También yo -declaro el silfo nocturno llamando con un suave ¡huyhuy! a su murciélago- preferiría que cada uno viajara por su cuenta. ¡Al fin y al cabo, voy por el aire! Y ¡zas! desapareció
El comerrocas apago la hoguera golpeándola simplemente unas cuantas veces con la palma de la mano.
-También yo lo prefiero -se le oyó rechinar en la oscuridad-. Así no tendrá que preocuparse de no aplastar.
Y se le oyó penetrar en el bosquecillo sobre su potente bicicleta, con toda la clase de crujidos y chasquidos. De vez en cuando chocaba con cierto gigante arbóreo y se leía rechinar y gruñir. Lentamente, el estrépito se alejo en la oscuridad.
Uckuck, el diminutense, se quedo solo. Cogió las propiedades del hilo de plata y dijo:
-Bueno, veremos quien llega antes. ¡Vamos, viejo, vamos!
Y chasqueo la lengua.
Y luego no hay nada más que el viento tempestuoso, que rugía en las copas de los árboles del Bosque de Haule.
El reloj de la torre próxima dio las nueve.
Solo de mala gana volvieron a la realidad los pensamientos de Bastian. La alegraba que la historia interminable que no tenía nada que ver con esa realidad.
No le gustaban los libros en que, con malhumor y de forma avinagrada, se contaba con los sucesos totalmente corrientes de personas totalmente corrientes. De eso tiene bastante en la realidad y, ¿por qué había que leer ademas sobre ello? Por otra parte, lemade cien patadas cuando se daba cuenta de que lo quería el convencer de algo. Y en esa clase de libros, mas o menos claramente, siempre lo que quiero convencer a uno de algo.
Bastian prefiere los libros apasionantes, o divertidos, o que hacían soñar; libros en los que personajes inventados vivían aventuras fabulosas y en los que uno podía imaginarse todo.
Por qué eso sabia hacerlo ..., quizá fuera lo único que realmente sabia hacer: imaginarse algo tan claro que casi podía verlo y oírlo. Cuando se contaba con sus propias historias, a menudo olvidaba todo lo que la rodeaba y se despertaba solo al final, como un sueño. ¡Y ese libro era exactamente de la misma clase que sus propias historias! Al leerlo, no solo había oído el rechinar de los gruesos troncos y el rugido del viento en las copas de los arboles, sino que también las distintas voces de los cuatro extraños mensajeros, y hasta ahora había imaginado percibir el olor del musgo y del suelo del bosque.
Abajo, en la clase, comenzaría pronto la hora de las ciencias, que consistencia principalmente en contar los pistilos y estambres a las flores. Bastian se alegro de estar en su escondite y poder leer. ¡Era exactamente el libro apropiado para el, pensó, exactamente el apropiado!
Una semana más tarde, Vuschvusul, el pequeño silfo nocturno, llego a la meta el primero. O, mas bien, estaba convencido de ser el primero, por qué había llegado por los aires.
Era la hora de la puesta del sol, y las nubes del cielo de la tarde parecían de oro liquido, cuando se dio cuenta de que su murciélago se cernía ya sobre el Laberinto. Ese era el nombre de una gran llanura que se extendía de horizonte a horizonte, y que no era otra cosa que un jardín inmenso, lleno de perfumes turbadores y colores de sueño. Entre arbustos, setos, prados y macizos con las flores mas extrañas y extraordinarias, discurrían anchos caminos y estrechas veredas de forma tan artística y complicada, que el jardín entero formaba un laberinto de extencion increíble. Naturalmente, ese laberinto solo se ha construido para jugar y divertirse, y no para poner seriamente en peligro a nadie ni para defenderse contra ningún atacante. Para ello no se sirvió ni tampoco la Emperatriz Infantil necesitaba esa protección. En todo el reino sin fronteras de Fantasía no había nadie de quién tenía que guardarse. Eso se debe a algo que pronto sabremos.
Mientras el pequeño silfo proyectaba con su murciélago, sin hacer ruido alguno, sobre ese laberinto de flores, se podía ver toda la clase de extraños animales. En un pequeño claro, entre lilas y lluvias de oro, jugaba una manada de jóvenes unicornios al sol crepuscular, y una vez hasta el pareciera haber visto, bajo una gigantesca campanilla azul, a la famosa ave fénix en su nido, pero no estaba totalmente seguro y tampoco quiso volver para comprobarlo, un fin de no perder tiempo. Por qué ahora parecía ya ante, en medio del laberinto Y en contra de ella, la Torre de Marfil: El corazón de la fantasía y la residencia de la Emperatriz Infantil.
La palabra <TORRE> podría ser quizás alguien que no haya visto nunca el lugar, una falsa impresión como si se tratase de la torre de una iglesia o de un castillo. La Torre de Marfil era tan grande como una ciudad. Desde lejos, parecía un picacho alto y puntiagudo, retrocedido sobre si mismo como una concha de caracol, y cuyo punto más alto llega a las nubes. Solo al acercarse se veía que el inmenso pilón de azúcar se compone de innumerables torres, torreones, cúpulas, tejados, miradores, terrazas, arcos, escaleras y balaustradas, que se entrecruzaban y entrelazaban. Todo era de marfil mas blanco de Fantasía, y cada detalle estaba tan sobrio y completamente tallado, que se podía tener por el más fino encaje.
En todos los que vivieron la corte que rodeaba a la Emperatriz Infantil: tesoreros y sirvientes, sabias y astrólogos, magos y bufones, mensajeros, cocineros y acróbatas, funámbulas y narradores de historias, heraldos, jardineros, guardianes, sastres, zapateros y alquimistas. Y arriba del todo, en la punta más alta de la majestuosa torre, vivía la Emperatriz Infantil en una pabellón que tenia la forma de un capullo de magnolia. Algunas noches, cuando la luna llena brillaba en el cielo estrellado de forma especial grandiosa, las hojas de marfil se abrían y se convertían en una flor en cuyo centro estaba la Emperatriz Infantil.
El pequeño silfo nocturno aterrizó con su murcielago en una de las terrazas bajas, donde estaban las caballerías. Al parecer, alguien debió de haber anunciado su llegada, por lo que la esperaban y cinco cuidadores imperiales de animales, que lo ayudaron a bajar de la silla, se inclinaron ante el y luego, en silencio, le ofrecieron la libación ceremonial de bienbenida. Vuschvusul probo apenas del vaso de marfil, para guardar las formas, y luego lo devolvio. Cada uno de los cuidadores bebio igualmente un trago, y luego todos se inclinaron de nuevo y llevaron al murcielago a los establos. Todo se desarrollo en silencio.
Cuando el murcielago llego al lugar que le estaba destinado, no toco la bebida ni la comida, sino que se enrollo enseguida sobre si mismo, se cologo de su gancho cabeza abajo y cayo en un profundo sueño de agotamiento. Lo que habia exigido el silfo nocturno habia sido un poco exsecivo. Los cuidadores lo dejaron en paz y se marcharon de puntillas.
En aquel establo, por cierto, había muchas cabalgaduras: un elefante rosa y uno azul, un gigantesco grifo, cuya parte superior parecía de águila y la inferior de león, un caballo blanco alado, cuyo nombre fue conocido en otro tiempo fuera de Fantasia, pero ahora se había olvidado, algunos perros voladores, otros murciélagos también y hasta libélulas y mariposas para jinetes especialmente pequeños. En otros establos había ademas otras cabalgaduras que no volaban, si no que corrían, reptaban, saltaban o nadaban. Y cada una de ellas tenia cuidadores especiales para su servicio y aseo.
Lo normal hubiera sido que se oyera una considerable confusión de voces: bramidos, chillidos, silbidos, gorjeos, cantos de rana y graznidos. Pero reinaba un silencio total.
El pequeño silfo nocturno estaba aun en el sitio en que el cuidador lo había dejado. De repente se sintió abatido y desanimado, sin saber muy bien por que. Pero también el estaba agoto por el largo, larguísimo viaje. Y ni siquiera el hecho de haber sido el primero lo animaba.
-Hola -oyó decir de pronto a una vocecita gorjeante -, ¿no es nuestro amigo Vuschvusul? ¡Que bien que haya llegado usted por fin!
El silfo nocturno miro a su alrededor y sus ojos de luna se encendieron porque, en una balaustrada, apoyado negligentemente contra un tiesto de flores, estaba Uckuck, el diminutense, agitando su rojo sombrero de copa.
-¡Huyhuy! -dijo el silfo nocturno desconcertado y, al cabo de un rato, repitió otra vez-: ¡Huyhuy! -Simplemente no se le ocurría nada mas inteligente.
-Los otros dos -explico el diminutense- no han llegado aun. Yo estoy aquí desde ayer por la mañana.
-¿Como... ¡huyhuy!... es posible? -pregunto el silfo nocturno.
-Bueno -dijo el diminutense, sonriendo con un poco de condescendencia-, ya se lo dije tengo un caracol de carreras.
El silfo nocturno se rasco con su manecilla rosa la negra maraña piel de la cabeza.
-Tengo que ver enseguida a la Emperatriz Infantil
-Dijo lloriqueando.
-El diminutense lo miro pensativo.
-Mmm -dijo-, bueno, yo solicite audiencia ya ayer.
-¿Audiencia? -pregunto el silfo nocturno-, ¿No se la puede ver enseguida?
-Me temo que no -gorjeo el diminutense-, hay que esperar mucho. Hay... como daría... una enorme afluencia de mensajeros.
-Huyhuy -gimió el silfo nocturno-, ¿por que?
-Lo mejor -trinio el diminutense- es que lo vea usted por si mismo. Venga, amigo Vuschvusul, ¡venga!
Los dos se pusieron en camino.
La calle principal, que ascendía por la Torre de Marfil en una espiral cada vez mas estrecha, estaba llena de una densa multitud de extraños personajes. Gigantescos yinnis, ataviados con turbantes , diminutos duendes, trolls de tres cabezas, enanos barbudos, hadas luminosas, faunos de pies de cabra, mujercitas salvajes con piel de vellón dorado, resplandecientes espíritus de las nieves y otros seres innumerables subían y bajaban por la calle, formaban grupos hablando en voz baja, o se acurrucaban mudos en el suelo, mirando ante si melancólicamente.
Cuando Vuschvusul los vio se quedo inmóvil.
-¡Huyhuy! -dijo-. ¿Que pasa aquí? ¿Que hacen aquí todos esos?
-Son mensajeros -le explico Uckuck en voz baja-, mensajeros de todas las regiones de Fantasia. Y todos traen el mismo mensaje que nosotros. He hablado ya con muchos de ellos. Al parecer, en todas partes ha surgido el mismo peligro.
El silfo nocturno dejo escapar un largo suspiro quejumbroso.
-¿Y se sabe que es y de donde viene? -pregunto.
-Me temo que no. Nadie puede explicárselo.
-¿Y la Emperatriz Infantil?
-La Emperatriz Infantil -dijo el diminutense en voz baja- esta enferma, muy, muy enferma. Quizá sea esa la causa incomprendible desgracia que se ha batido sobre Fantasia. Pero hasta ahora ninguno de los muchos médicos que están reunidos en el recinto del palacio, ahí arriba, en el Pabellón de la Magnolia, ha podido averiguar por que esta enferma y que se puede hacer para curarla. Nadie conoce el remedio.
-Eso -dijo el silfo nocturno sordamente- es, ¡huyhuy! una catástrofe.
-Si -respondió el diminutense-, eso es lo que es.
Dadas las circunstancias, Vuschvusul renuncio de momento a solicitar audiencia de la Emperatriz Infantil.
Dos días después, por cierto, llego también Blubb, el fuego fatuo, que naturalmente se había equivocado de dirección y había dado un enorme rodeo.
Y finalmente -otros tres días mas tarde- llego el comerrocas Pyernrajzark. Vino a pie, apisonando el suelo, porque en un repentino ataque de hambre furiosa de había comido su bicicleta de piedra..., por decirlo así, como provisión de boca.
Durante el largo tiempo de espera, los cuatro desiguales mensajeros se hicieron muy amigos, y también luego siguieron juntos.
Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocacision.
HOLA!!!!!!!!!!!
AMIGOS DE WATTPAD SE QUE NO E ESTADO MUY ACTIVO ESTOS DÍAS
POR ESO LES PIDO UNA DISCULPA MUY SINCERA
PERO AQUÍ ESTA. POR FIN, LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO SE QUE ME TARDE DEMASIADO EN CREARLO PERO CON ESO DE LOS EXÁMENES QUE TUVE QUE PASAR.
BUENO SIN MAS PALABRAS ABURRIDAS...
ESPERO QUE HAYAN DISFRUTADO ESTA PARTE TANTO COMO YO EN HACERLA
Y YO ME DESPIDO DESEÁNDOLES BUENAS NOCHES Y UNA FELIZ NAVIDAD A TODOS
YO SOY SYLVEON_VRZ Y NOS VEMOS EN UNA NUEVA PUBLICACIÓN
A
D
I
O
S
NUMERO DE PALABRAS: 4257
FECHA DE PUBLICACIÓN: MIÉRCOLES, 20 DE DICIEMBRE
HORA DE LA PUBLICACIÓN: 22:35pm
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