"Para que tengas un recuerdo, no te olvides del mar y de todo lo que guarda" Gemma.

—Fernando, quiero comentarte una cosa desde hace mucho —A Sandra le costaba sacar la voz para expresarse, con los brazos se agarraba las rodillas y la mirada parecía buscar la linea del horizonte.

Fernando no respondió, en su experiencia vital había aprendido que el mejor comentario previo a una confesión era el que no se pronunciaba. Permaneció en silencio, esperando.

—Te quería decir que... en su día pensé que tenía que contártelo —Sandra parecía estar buscando las palabras junto a las ganas de ser invisible, sacó fuerzas de alguna parte y consiguió decir:

—Corté contigo porque era imposible.

La mirada que le dedicó Fernando era cualquiera menos la esperada, no mostraba intriga ni indignación, tampoco expectación ni curiosidad, más bien parecía una expresión de paciencia. Sandra intentó seguir hablando.

—Quiero decir, siempre estabas decidiéndolo todo y ni siquiera elegías eso que te gustaba. Tenía la sensación de estar atrapada, lo hacías todo para mí pero sin contar conmigo —con cada palabra iba tomando carrerilla y convicción— ¿Sabes lo que quiero decir? Nunca me preguntaste qué me gustaba o qué me apetecía, siempre lo dabas por sentado. Como si lo que creías o te imaginabas fuese la verdad. Nunca contaste conmigo. No sé si me explico, era imposible.

—Sandra, todo, absolutamente todo lo hice por ti. Por ti fui en ese barco crucero a pesar de que me parecen horrible los barcos pero conseguí disimular.

—No lo conseguiste —dijo Sandra con una sonrisa— te vi varias veces en cubierta con la cara verde, pero mira, lo del crucero me sirve perfecto ¿cómo se te ocurrió pensar que querría ir en un crucero de experiencia pesquera?

—Te gustaba viajar...

—Me gusta ir a playas e ir a visitar otras ciudades diferentes a las mías, me gusta ver cosas de la historia de los lugares pero eso no significa que cualquier tipo de viaje me guste. Lo que quiero decir, elegiste algo que te sentaba fatal y ni siquiera me avisaste para que yo pudiese reconducir el viaje. Ni tú ni yo lo disfrutamos. Aparte de que ese barco apestaba —dijo con una media sonrisa— ¿entiendes lo que te quiero decir? Es como si los meses en que estuvimos juntos hubiésemos estado separados por un abismo, nunca pude conectar contigo.

—¿Era eso lo que querías decir?

—Bueno... sí, en verdad era eso —dijo Sandra— por alguna razón creía que necesitabas saberlo.

—Han pasado muchos años.

—Es verdad, lo siento.

Este comentario hizo que Fernando se enderezara de golpe.

—No hay nada por lo que pedir perdón, vivimos lo que vivimos y terminó. Supongo que tenía que ser así.

Fernando quiso decir otra cosa pero el cosquilleo en la espalda le paró los pies

"Simboliza la hoguera, la cocina, el mar, el camping. Simboliza lo que has vivido aquí. Guárdalo, es tuyo, te lo mereces y no nos olvides, ven algún día de visita" Gemma.

—Sandra, gracias por decirme esto, si te sirve te diré algo que me comentó Abuncio un año después de que cortásemos: "las heridas se cierran con mimo y cuidado"

—¿Y qué quiso decir con eso?

—Ni idea —Fernando le dedicó una sonrisa.

—¿Qué quieres decir tú con eso?

—Pues... —Fernando se encogió un poco— supongo que quería decir que al final lo que me has contado puede ser el cierre de una herida, ¿no? Sino, no entiendo porqué me lo has contado, decías que lo necesitabas.

Sandra se llevó la mano a la cara.

—¡A ver! Te lo he contado porque creo que te puede ayudar a salir de tu situación actualmente —Sandra paró de hablar unos segundos— puede que yo también lo necesitase. Me ha sentado bien venir aquí.

Estuvieron un rato mirando el mar y luego volvieron al campamento, iban relajados, como quien acaba de salir de un manantial. El día era claro y la temperatura bastante agradable. Cuando llegaron vieron que Alberto, Abuncio y Gemma estaban esperándoles al final del camino. Gemma se acercó a Fernando y después de darle un abrazo le ofreció un paquete que llevaba en la mano que había coloreado con flores.

—¿Y esto? —preguntó Fernando sorprendido.

Al abrirlo se encontró con una nota que decía "Simboliza la hoguera, la cocina, el mar, el camping. Simboliza lo que has vivido aquí. Guárdalo, es tuyo, te lo mereces y no nos olvides, ven algún día de visita".

—¿qué quiere decir esto?

—Abre el regalo y lo sabrás —Gema tenía una sonrisa tan natural que dejaba en evidencia a los árboles y plantas que les rodeaban.

Fernando abrió el regalo y se encontró con una concha de mar bastante grande pintada de colores vivos por su parte exterior y en la interior se veía una hoguera que, al mover la concha de lado a lado parecía que el fuego estaba en movimiento. A la concha le había añadido un pequeño relieve en uno de los lados.

—Es un buen lugar para que puedas guardar tu pipa, ¿no te parece?

—Me parece preciosa —Fernando la estuvo analizando durante varios minutos —¿La has pintado tú?

Alberto se rió al estilo de Abuncio, en verdad todos se rieron menos Fernando, le contestaron cosas como "¿quién iba a hacerlo sino?" "¿Menudo tesoro has conseguido" y otros comentarios. Fernando seguía bloqueado.

—¿Pero por qué me lo das hoy?

Gemma le tomó la mano libre y le contestó.

—Porque hoy es mejor que mañana.

Si la vida de Fernando fuese un puzzle, en ese momento podríamos ver como cada una de sus piezas salía volando en una dirección diferente. Como una explosión de metralla. La palabra "hoy" resonó de golpe en su interior como un escándalo de estorninos. La frase de Abuncio de que "cualquier día puede ser importante si le dejamos" apareció de golpe. Se juntó con el comentario de Sandra de "salir de tu situación". Como si de repente el futuro pudiese ser algo desconocido y la palabra "mañana" fuese solo algo inexpresable.

Abuncio le sacó del momento reflexivo sin darse cuenta:

—siempre es mejor hoy —Luego se rio.

Sin darse cuenta Fernando estaba haciendo ya su maleta, la mitad de cosas que llevaba seguían sin estrenarse. Cuando se paró a pensar en lo que estaba haciendo se enfadó y fue directo a Abuncio que estaba con Gemma

—¿Se puede saber cuando he dicho yo que me voy a ir?

Gemma y Abuncio le miraron sorprendidos.

—¿No te dije ayer que yo necesitaba controlar mi vida? —Con esto pretendía incriminar a Abuncio— Siempre me habéis estado manipulando.

—Nunca me has dicho es...

Gemma interrumpió a Abuncio.

—Si algo he aprendido de estar aquí es que por mucho que pensemos que vivimos totalmente libres al final estamos atados unos a otros Fernando. Que alguien se preocupe no te obliga a seguir su voluntad pero tampoco es bueno que te deje indiferente. Hay quien lo llama el lenguaje oculto del amor o cosas así, yo lo llamo la chispa de la vida.

Fernando se calmó un poco y prestaba toda su atención a Gemma.

—¿No te has preguntado nunca sobre a qué se refieren cuando dicen que somos seres sociales? Me niego a aceptar que se refieren a que nos usamos unos a otros. Para mí es más como que nuestras vidas se rozan y se mezclan y necesitamos eso, necesitamos que nuestra vida sea parte de la de otros y la de los demás sea parte de la nuestra, ¿no lo ves así?

Fernando seguía sin palabras, totalmente atento.

—Necesitamos que alguien desde fuera nos diga lo que ve en nosotros, lo que le parece bonito y feo, necesitamos decírselo a otras personas porque eso es parte de la chispa. Creo que haces las maletas porque en el fondo lo has querido así. La manipulación es otra cosa. La manipulación es control y eso no lo he visto.

—Abuncio es un metomentodo —dijo Fernando

—¿y yo no lo soy? —le preguntó Gemma con una sonrisa frustrada —¿no crees que pueda ser que estés intentando vaciar tu vida de todas las personas y ya? Pero si fuera así habrías rechazado mis palabras también, no creo que sea eso, creo que solo es una barrera con la que te has blindado, algo que te protege y te destruye al mismo tiempo.

La última pieza del puzzle se rompió y de alguna manera todas las piezas reaparecieron y se colocaron en una forma nueva. Como si la paz pudiese poseer a la tormenta y dirigirla como algo armonioso. Con las palabras de Gemma esa paz se materializó en una llave, en un poder que Fernando descubrió que tenía. Poco a poco quiso abrir esa barrera y descubrió que con ese gesto se hacía vulnerable, era como ponerse en carne viva a expensas del viento. No estuvo así mucho rato pero el poco que se permitió descubrió que ni Gemma ni Abuncio querían llagarle, que no pretendían nada más que el que se acomodara en la vida. Fue una experiencia extraña.

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Gemma les despidió con provisiones para ir picando, con la promes de que les visitaría y de que hiciesen ellos lo mismo. El viaje de vuelta en coche se les hizo ameno, nada comparado con el tren. Pusieron pasos dobles y milongas, contaron chistes y anécdotas, recordaron muchos momentos. En ese viaje Fernando había vuelto a abrir su barrera solo que esta vez ni siquiera fue consciente. En un momento dado Alberto le dijo algo que le marcaría su futuro aunque quizás Fernando no entendiese cuanto.

—Fernando, ¿Creamos ese bar de citas?

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*** Con esto se cierra la segunda parte del libro, queda pendiente una tercera. Soy bastante caótico y no sigo un orden a la hora de publicar por lo que me gustaría saber qué prefieres:

A) que escriba todo y cuando lo tenga lo publique semanalmente.

B) que lo vaya publicando a medida que lo escriba.

Me gustaría daros las gracias a quienes habéis ido siguiendo esta historia, que tenga constancia ahora mismo diría que sois 4: Narlie_Jones Tinta_de_arena_65 Martiqueta e jonsonsbabychampu Si hay alguien que me he dejado mil perdones, que me hayas acompañado hasta aquí me encanta y anima muchísimo, ojalá estés disfrutando de esta historia tanto como yo.

No me considero un experto en escritura y si ves cosas en las que podría mejorar estaría encantado de hablarlas o de leer tu crítica.

Por último felicitar a Narlie por su cumple hoy, le prometí que tendría terminada la segunda parte para hoy. Espero haber estado a la altura.

¡Gracias por acompañar a Fernando en este camino!