UNA ESCLAVA Y SU DESPEDIDA
Tomar la decisión de irse de casa siempre será delicado si no tienes una estabilidad económica firme. Aldair sabía lo que estaba en juego y también sabía que no tenía ningún tipo de experiencia, nunca había trabajado y jamás había administrado tantas cantidades de dinero, más que los vueltos que le quedaban cada vez que iba a la tienda a comprar algo o, los caramelos que guardaba cuando era niño.
En ocasiones Aldair se sentía inútil y no terminaba de hacer lo que empezaba por falta de conocimiento, pero esta vez se atrevió hacer algo que no había hecho nunca.
Aldair le propuso al anciano que aceptaría con la condición de que lo dejara hacer una carta despidiéndose de su padre.
El anciano acepto pero vigilo cada palabra que fue anotada. Fue entonces cuando Aldair pidió un día más para actuar tan normal como nunca, y así su padre no sospechara ese mismo día. Pero el anciano se negó a querer que Aldair tuviese intercambio de palabras con su padre. Sabía que probablemente lo haría cambiar de parecer, así que negó rotundamente la idea.
Sería fácil y sin tanto rodeo, dejaría la carta justo en la puerta y después se iría. Pero una despedida tan corta es como un "no volveré jamás".
Aldair sintió tristeza, pero el anciano se adelantaba a todo lo que él pensaba. Sabía que no sé quedaría tranquilo con solo entregar la carta. Y así fue.
Los hombres con traje llevaron a Aldair a colocar las carta frente a la puerta de la casa.
-Necesito entrar -Insistio Aldair desde la camioneta blindada.
Quería recoger la única foto que se había tomado con su madre y que mantenía guardada.
-¿Que vas hacer allá dentro?
-Reprocho el Anciano.
-Lo siento, pero es que tengo que buscar lo único que me queda de mi madre.
El anciano miro con lástima a Aldair y hizo dos toques con el bastón, sus hombres abrieron la puerta de la camioneta con velocidad y dejaron que Aldair entrera por últimas vez a la casa de su padre.
Todo estaba como lo había dejado, las cortinas de los ventanales bajas, la cocina recogida y a Flo como buen cuidador. Siempre mantenía una copia de la llave de la puerta de entrada consigo. Tenía que aprovechar que su padre todavía no llegaba del trabajo. Y entonces la tristeza lo empezó a invadir.
-Hola amigo -Acaricio a su perro tristemente. -Como te extrañare. -Flo jadeando paso su lengua por las manos de Aldair y le siguió los pasos.
Aldair tomo una taza y la lleno con agua, la coloco en el suelo y Flo empezó a tomar de ella.
Aldair sabía que Flo era un perro viejo y probablemente no lo conseguiría para cuando volviese, si es que volviese. Lo acarició y abrazo por par de minutos y prosiguió en buscar la foto.
Al encontrarla, consiguió junto a ella la esclava que también le había dejado la madre; La tomo y seguido a eso la puso en su bolsillo del pantalón. Quería quedarse un rato más pero no quedaba tiempo y fue entonces cuando escucho la corneta de la camioneta que estaba afuera. Puso la carta encima de la mesa de noche de la habitación de su padre y se marcho. El anciano estaba apresurado y Aldair no entendían porque.
Tomo todo lo que necesitaba y salió con prisa. Flo ladro con fuerza y Aldair no volteo a mirarlo, se quebró por dentro al ver que su único amigo que estuvo con él desde chico se estaba despidiendo. Pero aún así, Aldair no se retractó a su desición. Dejó todo casi como estaba y una vez que estaba en la camioneta el anciano dio la señal de arrancar.
Era el intento de demostrar que podía hacer grandes cosas.
-Necesito hacer una última cosa. -pidio entristecido.
-Se que esto puede ser difícil para ti -dijo el anciano. -Pero créeme que veo un futuro prometedor en tí.
Aldair miro con agrado aquellas palabras hechas por el anciano que irónicamente era su abuelo y que todavía no sabía cómo había pasado todo ran rápido.
-Necesito darle esto a alguien. - Insistió al mostrar la esclava que tenía en su bolsillo.
-Me imaginé que querías hacer algo más, así que me adelante a tus pedidos. -Sonrio el anciano. -Cruza aquí -Pidio al conductor del vehículo.
-¿A donde iremos? -Replico Aldair.
-Allison te está esperando en el parque. ¿No es a ella a quien le vas a entregar esa esclava?
Aldair sonrojado, sintió pena absoluta y solo le quedó aceptar lo que iba hacer.
-¿Como hicieron para que ella llegará a ese lugar? -indago. -Espero no le hayan hecho daño.
-¿Porque le haríamos daño? -reprocho el anciano. -Mande a mis hombres a que le dieran el recado. Ella piensa que fuiste tú, así que actúa como si fueses sido tú quien insistió a que se vieran en el parque.
Aldair no podía guardar su asombro por todo el poder que tenía el anciano. Le pasaba por la mente todas las veces que pudo ser observado a escondida y que ni siquiera se había dado cuenta.
-No te preocupes. Estuve pendiente de tí unas quince veces, pero te puedo asegurar que solo era cuando salias de casa.
-¿Que? -Exclamo Aldair.
-Solo te cuidabamos. -Puntualizo el anciano.
-Me veían todo el tiempo y dices que solo fue como quince veces...
-Bueno esas fueron las veces que yo personalmente estuve pendiente --corrigió el anciano.
-Pero que rayos...
-¿Piensas que tú siendo mi nieto y con tantos enemigos que tengo te dejaría sin protección? -añadió.
-¿Porque no llegastes antes y me sacaste de casa? -respondió Aldair dolido.
Entonces el anciano cerro los ojos y prosiguió hablando. -Estabas muy chico para entender, tu padre te cuido bien y a pesar de se tan sobre protector hizo un buen trabajo al no dejarte salir como tú dices. -abrió los ojos y dijo al conductor -Es aquí.
El conductor freno la camioneta un tanto alejada de donde se encontraba Allison y Aldair prosiguió a bajarse. Camino hacia ella y con una mirada directa saludo.
-Espero estés bien.
-Espero que también lo estés -Respondió Allison. -¿Para que me hiciste venir aquí?
-Lo siento, quería darte esto. -Aldair mostró la esclava de oro. Y Allison se impresionó al detallarla.
-¿Porque me la quieres dar? -pregunto dudosa.
Aldair no sabía que responderle y sabía que no podía decirle nada de lo que estaba haciendo. Así que prefirió decirle algo cursi.
-Quería que la tuvieras por todo lo bonito que me haces sentir -sonrojado dio a conocer sus sentimientos una vez más.
Allison se sonrojó por un instante y con un leve rechazo dijo.
-No quiero que te ilusiones conmigo.
-miro fijamente. -No puedes enamorarte de mi, porque yo no soy para ti. -resalto.
Aldair miro a su alrededor y cuando puso su mirada en Allison dejo escapar un suspiro áspero y desanimado.
-¿Acaso como saber cuándo no eres para alguien? -refutó Aldair.
Allison volteo los ojos y sin poder responder a su pregunta no quiso a largar el tema, así que decidió tomar las esclava y aceptarla como regalo.
Aldair se la coloco y sin tener ninguna experiencia en el amor jamás le pasó por la cabeza que estaba siendo rechazado directamente.
-Dame tu mano. -Pidio apresurado.
Allison no entendían porque Aldair hacia todo con tanta impaciencia. Y trato de hacer lo que le pedía sin tantos rodeos.
-¿Porque tan impaciente? - Allison cuestionó el comportamiento. Mientras la mano de Aldair tomaba la suya. Puso la esclava con nerviosismo evidente y al terminar subió su mirada hasta encontrarse con los ojos marrones que comunicaban confusión.
-Estas hermosa -Soltó Aldair.
-¿Porque no me respondes? -Insistió Allison que ya se estaba poniendo un tanto nerviosa al ver que Aldair estaba actuando de una manera muy extraña.
-Lo entenderás después. -Aseguro Aldair que sabía que lo estaban observando. Tal vez lo escuchaban y no quería poner en peligro a nadie y mucho menos a Allison que, confundida preguntaba.
-Quiero que te quedes con esta esclava y mañana hablaremos más calmado en el instituto. ¿Te parece?
Aldair miraba con el rabillo del ojo para saber si los hombres con trajes lo mantenían vigilado, y efectivamente después de mirar par de veces supo que no era bueno quedarse mucho tiempo ahí, así que, decidió despedirse de Allison que no dijo más nada y que se había quedado sumergida en sus pensamientos.
-¿Nos vemos mañana? -Propuso Aldair. Esa última pregunta era parte de un buen plan para que no sospechara de su desaparición.
Aldair sabía a donde se iría pero no sabía lo que se podía encontrar. Alejarse de los que más quería era la única opción para que ellos no se encontrarán con ningún tipo de peligro. Por algo el anciano estaba siendo muy precavido, ese algo no era descubierto por Aldair todavía pero, más temprano que nunca Aldair entendería cada paso que daba el anciano.
Una despedida que parecía común como cualquier otra después de charlar un rato en aquel parque y las esperanzas de que todo saliera bien
Estaba encendida en Aldair. Tenía que irse y así fue.
Se montó en la camioneta y dejó a una Allison con muchas incógnitas, pero que no le quiso dar tanta importancia ese día.
Hasta que el día siguiente fue sorprendida con la noticia.
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