CARTA A UN PADRE
"Padre de antemano pido disculpa por dejarte este papel con letras a grafito y no darte la cara. De no mirarte a los ojos y poder decirte lo mucho que te amo, de agarrarte la mano y de no poder apretarla para saber que estás presente. Se qué cuando leas esta carta, te darás cuenta que no siempre salen las cosas como queremos.
Tuve que dar un paso importante y se que tú no estarías de acuerdo con mi decisión, pero pronto comprenderás porque lo hice.
He llorado escribiendo esto porque según yo, mañana será mejor. Y lo escribo dudando porque nadie sabe que puede depararle el futuro. Solo estoy seguro de que estoy convencido de ir tras ese algo de ser grande en la vida, ese mismo algo que te dije una vez mientras tomabas tu cerveza fría y hablamos de lo bien que te estaba yendo en el trabajo.
Todo ha cambiado desde ese entonces y a veces ni te reconozco. Solo espero que ese sueño que tenia desde que era pequeño para ti, se cumpla. Se que cada cosa tiene su tiempo pero, no creo que mi tiempo detrás de cuatro paredes sea de grandes paso.
Perdoname...
Espero verte pronto y ser el hijo que tú tanto quieres que sea.
Tú hijo Aldair."
El padre dobló la carta y entre lágrimas lamento. Sintió un vacío tan amplio en su pecho. Como cuando falta el oxígeno y tratas de buscarlo a toda costa.
Salió en busca de su hijo y trato de ir lo más rápido posible a la estación de policía.
—Disculpe. —Dijo al entrar a la oficina de la comisaría.
—¿En que le podemos ayudar Señor?—contesto el oficial junto al escritorio.
—Señor Suárez —Enfatizó el padre angustiado. —Mi hijo ha desaparecido. —Exclamó.
Y así fue que cayó la noche y la madrugada de búsqueda, hasta que en la mañana siguiente apareció Allison con la esclava de la esposa del padre puesta en su mano.
El padre sabía que ella tenía algún conocimiento de donde poder encontrar a su hijo Aldair, pero la respuesta que está le dio no era tan esperanzadora.
Los oficiales hacían su trabajo de búsqueda pero era inútil. Cuando alguien con tanto poder como tenía el anciano está en medio de la desaparición, es imposible encontrar al desaparecido. Los jefes de los oficiales, sabían de lo sucedido pero era porque con mafia, o más bien dinero de la mafia, todo se puede.
—Tiene que esperar señor Suárez. —Dijo uno de los oficiales, lavándose las manos como Pilato después de no poder hacer nada.
Aldair había desaparecido del mapa y su padre sentía como el dolor y el temor de lo peor lo consumía rápidamente. Horas en desvelo, el mal sabor de sentirse culpable por la ida del hijo y una triste mirada perdida a la espera de poder tener una información de esperanza.
El padre que antes era un tanto agresivo con su hijo, ahora lloraba amargamente por la desaparición de este.
Hasta que por fin recordó que el tal Bruce podía saber dónde estaba. Se le vino a la mente el día en que Esmeralda hablaba sobre el bajo mundo y sobre Andrew. Entonces fue como si un rayito de luz se filtrara en su oscuridad.
No espero más y emprendió el camino hacia la búsqueda. La casa enorme donde había parecido la noche en la que Andrew y Esmeralda llamaron a Aldair, para que lo buscase después de llegar ahí un tanto desorientado. Lucia diferente, como si la luz fuese más brillante en ese lugar.
El padre llegó a la puerta y tocó.
Pero la pena lo detenía de querer seguir tocando. Lo ocurrido la noche aquella lo tenía pensativo hasta que la puerta se abrió.
—Hola. —Dijo secamente Andrew.
—¿Como estás hijo?
—¿Como te atreves a llamarme hijo? —replico con desagrado.
—Lo siento... —sollozo el padre. —Tenia que venir.
La madre de Andrew escucho algunas voces desde la cocina y quiso saber con quién hablaba su hijo, cuando vio la cara del padre de Aldair supo que no sería bueno.
—¿Que haces aquí? —Reprocho la madre.
—Que se vaya. —insistio Andrew.
—Hijo por favor déjame a solas con tu padre. —pidio Esmeralda.
—El no es mi padre. —exclamo con ira Andrew.
—Vete a tu cuarto —resalto inquieta y directamente la madre.
Andrew solo hizo como si se estuviese apartando y se ubicó cerca sin que se pudiera ver, pero escuchando todo lo que decían.
—Tú sabes que no puedes estar aquí. —puntualizo Esmeralda con nitidez.
—Se que no puedo. —acepto el padre. —Pero es que, necesito de tú ayuda y la de Andrew. El sigue siendo mi hijo.
La madre cerro los ojos de manera brusca para calmar su ira y decidido respirar con calma.
—La próxima vez que tú vuelvas a llamar a Andrew "hijo", agarrare tú cuello y le pasaré un cuchillo sin remordimiento.
—El tiene que entender que todo es pasado. —enfatizo el padre entristecido.
—Tú no tienes derecho... —Esmeralda ya no aguantaba su poca cordura. Así que trato de cerrar la puerta pero el padre de Aldair lo detuvo.
Fue entonces cuando Andrew intervino con ira.
—¡Tú viejo asqueroso, te puedes largar por donde viniste!
—Tú no entiendes Andrew —Insistio el padre dolido.
—Claro que entiendo perfectamente. Tú quisiste tu otra familia primero que a mí, tú te fuiste sin más, sin remordimiento alguno, —En puño la mano. —¿Tú crees que puedes un día como si nada venir y decir que todo lo que pase lo deje en el pasado?
—Lo siento... —Replico el padre.
—¿Lo sientes? —Andrew empezó agitarse sin tener control. —Tú eres un ser que no sientes.
La madre trato de frenarlo con palabras pero Andrew quería sacar toda las palabras que tenía guardadas desde hace ya tiempo.
—Hijo... por favor. —interviene la madre.
—Tu no entenderí...
—No vuelvas a decir que no entendería —Una lágrima apareció. Andrew por dentro sentía como si se estuvieran burlando de él. Ese sentimiento donde matarías al que tienes de frente solo para sentirte mejor.
—¿Sabes cuántas cartas te mandé? —completo el hijo.
Un padre sin respuestas, no pudo aguantar la presión y no dio la mirada a un hijo fúrico que se estaba desahogando.
—Te mandé muchas cartas en las que con dolor decía que volvieras. El día en el que me enferme no estuviste.
La madre al mirar a su hijo llorar en desahogo no pudo aguantar sus lágrimas y consolar a su hijo.
—no creas que yo te llamaré padre, porque no te lo mereces. —Andrew siguió con amargura. —Aldair no se merece tú papel de papito perfecto. Porque tú no sabes que es ser un padre...
Entre las palabras del hijo el padre no contesto. Cayó hasta que tuvo las fuerzas de articular.
—Mi hijo Aldair... Esta desaparecido. —Termino el padre por decir finalmente.
Andrew seco sus lágrimas y al escucharlo se burló gustosamente.
—De seguro se fue de casa porque el papito le lleva su vida. —increpa —¿Vienes aquí a eso? ¿A solo decirme que tu querido hijo a desapareció?
Dejó sentir el silencio por unos segundos.
—Vengo a pedirle su ayuda. —Sollozo el padre entre lágrimas.
La madre al ver que las palabras del padre eran con dolor inquirió.
—¿En que te podemos ayudar?
—¿En serio ayudarás a este? —Andrew no entendió a su madre.
—Por favor. —Suplico el padre. —Se que ustedes saben del bajo mundo. necesito saber cómo llegar allá y con quién hablar.
—No te llevaré —Resalto Andrew airoso. —Si tu hijo fue para allá, es porque de seguro esta con Allison.
—Allison no sabe dónde está. —replico el padre.
Andrew quedo por momento pensante y se preguntó en donde poder encontrarlo. También él como todos los demás suponía que Bruce tenía que ver en todo esto.
—Bruce... —Balbuceo.
—Ya he escuchado de él. —dijo el padre. —Los hombres de Bruce te encontraron a ti cuando desapareciste ¿cierto? —alzo su mirada hacia Esmeralda.
—Si, él me ayudó. —asintio la madre.
—Necesito que me digan dónde puedo localizar a ese tal Bruce. —Insistio el padre dolido.
—Primero —Enfatizo Andrew. —El no duraría en esos barrios ni un minuto solo. Bruce lo tiene vigilado siempre, ya que tú querido hijo se metió con su novia.
—¿Como? —No entiendo el padre.
—Si, la noche en la que Aldair fue golpeado fuertemente en la cabeza, casi lo matan.
—¿Como que casi lo matan?
—Bruce lo apunto con un arma pero yo me metí. Al forcejear con Bruce su mano derecha Gil, golpeó a Aldair en la cabeza. Todo eso se lo busco por una chica.
—¿Allison?
—Si, Allison. —recalco Andrew. —Así que tú hijo, si toca el bajo mundo no saldría de él.
—¿Tú no eres amigo de Bruce? —indago el padre angustiado.
Andrew sonrió y dejó escapar con sarcasmo. —Lo que es la vida. Un día no me paras y el otro simplemente me necesitas.
El padre sintió la pulsadas de cada palabra que le decía Andrew y pidió nuevamente con lástima.
—Necesito que me ayudes. No lo hagas por mí. Por favor.
En los pensamientos de Andrew no había ninguna pizca de intensión de querer ayudar a un padre angustiado. Entonces miro a su madre y en el fondo supo que ella si lo ayudaría.
—Te ayudaremos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro