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Capítulo 2. No hagas cosas buenas que parezcan malas

No sabía que hacer.

Quizás Bruno había perdido la cordura cuando decidió hacer este disparate. Esta estupidez. Y quizás no es que la haya perdido, porque... ¿Quién dijo que él lo era? La verdad, es que nunca me había parecido cuerdo, pero ¿Imprudente? Jamás creí que pudiera rebasar aquel límite.

Estaba nerviosa, y ni yo sabía por qué. Bueno, siempre había estado claro que no podía soportar los momentos incómodos, pero... ¿Casi hiperventilar por ellos? También estaba rebasando mis límites, eso estaba seguro.

Con movimientos ágiles logré sacar mi celular del bolsillo de mis vaqueros. Y digo "ágiles" debido a que mis dedos parecían ser después de haberlos hundidos en mantequilla derretida.

¡Auxilio!

Necesito que te des prisa en guardar las cosas.

Las dos palomitas no tardaron en marcarse de color azul.

Ella: ¿Nos vamos?

Yo: Nos vamos.

Ella: ¿Y lo dejaras solo?

Rodé los ojos a la pantalla. Esperaba que también le llegará mi rodada de ojos y bufido a Lana.

Yo: Lana, no empieces.

Ella: Yo solo decía.

La dejé en visto. Y con decisión iba a dejar mi celular de dónde lo había sacado sino fuera por el timbre de un nuevo mensaje.

Ella: Ya está todo listo.

Que rápida.

Bien, era mi turno de salir de mi deprimente escondite. No se crean, el baño de mi amigo era hermoso, pero no era un buen escondite para esconderse. ¿Un baño? ¿Es en serio?

Mentalmente también me regañe por eso.

¿A dónde se va la valentía cuando se le necesita? Mis dedos se habían quedado estáticos cerrados ya en el pomo de la puerta. En mi cabeza me imaginaba abrir la puerta de un dos por tres y salir como si nada pasara. ¡Porque nada pasaba! ¡Absolutamente nada!

Y como dije, en mi cabeza. En la vida real solo estaba yo con mi mano sobre la manija indecisa en abrir.

¿Sí? o ¿No?

Vaya, que serias preguntas.

Pero, no tenía nada que temer ¿Verdad?. ¿Por que huía? Eso mostraba que, por alguna extraña razón que nadie sabía, no quería estar en la misma sala que Ian. Y eso sería muy evidente. Se supone que yo no sé nada de lo que no deberia saber.

¡Ugh! Maldito Bruno y su bocota.

Sin saber muy bien de dónde había provenido ese aire envalentonado que me envolvió, abrí de un tirón la puerta.
Lo siguiente que supe fue que iba atravesando el pasillo que conectaba con el salón. Parecía todo en cámara lenta y como si yo fuera un espectador y no la protagonista.

Ya saben, esa sensación de estar y no estar al mismo tiempo.

-¡Nata! -saludó alegre el demonio que tenía como amigo cuando me vio llegar al salón-. ¿Dónde estabas? Creí que...

-Lo siento, Bruno; Lana y yo nos tenemos que marchar -interrumpí mientras iba directo al sofá donde yacía mi mochila, cuidando que en ningún momento mirará a la visita inesperada-. Tengo pendientes por hacer y será mejor que me de prisa en ello. De todos modos, trataré de enviarte parte de lo que falta de tu trabajo, ¿Vale?

No esperé respuesta y mire sugestivamente a mi amiga. Indicándole que está era nuestra salida.
Afortunadamente, ella era tan buena amiga que logro entender mi mirada y me ahorro explicaciones. Y pues claro, ella ya estaba enterada de todo, pero eso no quitaba que se pudiera poner de pesada al igual que Bruno.

También agradecí mentalmente por eso.

Juntas, nos encaminamos más cerca de estar fuera de la habitación.

-Lana igual te enviará una parte. Así que, por favor, estate pendiente a tu móvil. -Rogaba para que no pusiera pegas... Y si ponía, pues que se aguante. Esa era la consecuencia de hacer cosas sin antes consultarlo con alguien razonable.

Fue imposible no ver las miradas confusas que me lanzó Bruno. ¿Que está pasando? Seguro era lo que se preguntaba, pues si bien, su plan de cupido no había salido del todo bien.

-Bueno, creo que eso es todo. Nos vamos -alcé la mano en señal de adiós. Apretando mis labios cuando me fue inevitable no mirar de reojo a Ian. Aparentar que no sabemos nada... -Hola, Ian -saludé rápidamente para girarme en esa misma velocidad directo hacía la puerta.

Sintiendo la luz del exterior como la luz de mi salvación.








🎈









Caminábamos en silencio desde ya hace unos cuantos minutos de haber salido de la casa de Bruno. Sabía que Lana me quería decir algo, más sin embargo, no decía nada. Estaba segura de que buscaba la manera adecuada de decir lo que sea que tenga que decir. Al igual que estaba segura que aquello sería sobre los sucesos de hace unos minutos.

Ian.

Sabía que el tema trataría de Ian. Últimamente el tema más tratado en nuestro pequeño círculo de amigos que constaba de Lana, Bruno y yo, era Ian.

"¿Qué harás con él?, ¿Le aceptaras si se te declara?, ¿Sientes lo mismo?, ¿Se te hace guapo?" Aquellas y muchas otras preguntas hechas por mis amigos, había tenido que aguantar.

Gustarle a alguien no era cosa del otro mundo, pero Bruno y Lana se encargaban de que si lo fuera. Más si tomábamos en cuenta que Bruno era amigo de Ian. Y él tenía cierto afán de querer integrar a alguien más al grupo... Y que mejor si se trataba de alguien que gustaba de su amiga, o sea, yo. Por qué en este momento soy yo, y se que en algún momento igual lo será Lana.

-Yo tengo que cortar camino acá -murmuró la antes nombrada mientras detenía su andar, por ende, también copié su acción-. Mi madre me dejó algunos pendientes por hacer -explicó ante mi mirada confusa.

-Oh.

-Así que tengo que irme por ahí -señaló la calle abajo por la que tenía que deviarse.

-Entiendo.

Ella asintió.

-Nos vemos, Natita -se acercó para darme un corto abrazo-. Y por favor, no te enojes con Bruno... Seguro que lo que hizo lo hizo con las mejores intenciones.

-Lo dudó -mordí el interior de mi mejilla mientras intentaba no rodar lo ojos-. Al final Bruno sigue siendo Bruno.

-Que es encantador y buena persona -murmuró.

Ante eso, le enarqué una ceja.

-Bueeeeno, solo cuando se lo propone -añadió.

Esta vez, no pude evitar rodar los ojos.

-Mira, nadie niega que Bruno sea buena persona, pero está vez fue demasiado lejos -fruncí levemente la nariz ante el recuerdo de mis pobres nervios.

Maldito Bruno.

-Bueeeeno -la mirada que me lanzó hizo que entrecerrara los ojos en su dirección-, quién te manda a ponerte nerviosa... -alzó las manos- después de todo, el que siente amor por el otro es Ian no tú.

Maldita Lana.

-¡Lana! -chillé avergonzada cuando sentí la sangre acumularse en mi cara.

-¿Qué? Es la verdad, ¿no?

-Eres una pesada. Bruno y tú sois unos pesados insoportables.

-Y tú una mentirosa.

Abrí la boca, ofendida.

-¿Mentirosa, yo? ¿Yooo?

-Sí, tú.

-No soy una mentirosa.

-Y eso de fingir que no te gustó para nada saber que Ian siente algo por ti qué, ¿No es mentir? -Lana se cruzó se brazos.

-No, ¿yo para qué demonios querría fingir?

-No lo sé, quizás para que no te descubrieran de que amas a Ian apasionadamente desde las sombras.

-¿Qué bobada es esa? -fruncí el ceño-. Lana, ¿Cuántas telenovelas de tu tía has visto?

-Las necesarias para mí vida -me señaló con su dedo índice, acusatoriamente-. Y no intentes cambiarme el tema, señorita mentirosa.

-Que no soy mentirosa, pesada.

-Si lo eres, bruta.

-No tengo ni un pelín de brutez, lenta.

-Ja... ¡Ja! -ironizó haciendo gestos raros-. Me dice lenta la que no capta ninguna indirecta. ¿No te mordiste la lengua, Natita?

-....

-Ah, y ahora se va hacer la digna y ni me va a dirigir la palabra.

-....

-Andá, contesta.

Inevitablemente, solté una risita.

-Está discusión me parece absurda, la verdad.

La expresión de Lana se suavizó.

-A mí también.

Y ambas nos soltamos a reír.

¡Viva la bipolaridad!

-¿Por qué discutíamos, Nata? -preguntó entre risitas.

-Ni me acuerdo, Lan-lan.

Y seguimos riendo por unos cuantos minutos más.

Cuando logramos volver a nuestra mejor compostura, nos dedicamos una sonrisa de complicidad.

-Nos vemos, Nata. Se me está haciendo tarde.

-Ahora sí, adiós, Lana. -la despedí agitando la mano.

Una vez que ella me devolvió el gesto, ambas comenzamos a caminar por nuestro propio camino. Ella a dónde sea que vaya, y yo directo a mi casita.

Sin poder evitarlo y sin querer evitarlo, una sonrisa se formó en mi rostro.

Me gustaba nuestra relación pasiva-agresiva que teníamos algunas veces.

Porque sin duda, aquella discusión absurda me logro quitar la tensión que tenía desde que habíamos salido de la casa de nuestro amigo.

Justo cuando doble en una esquina, noté como el móvil me vibraba en el pantalón.

Al ver qué era un mensaje de Lana, lo abrí pensando en que se le había olvidado algo en casa de Bruno.

Lana y sus despistes.

Lan-lan 🪐:

Sigo pensando que fue muy malo que lo dejaras solo, malvada.

Entecerré los ojos a la pantalla.

Yo: ¿No podemos dejar el tema por la paz?

Ella: No, mua-ha-ha.

Yo: ???

Ella: Ya sabes, chica, risa malvada 😈.

Negué con la cabeza mientras me sentaba en banca que se encontraba por ahí.

Yo: Lana...

Ella: Dime.

Yo: No tienes remedio.

Mientras esperaba su respuesta, cheque la hora en la parte superior de la pantalla. Aún faltaban minutos suficientes para que de la hora acordada.

Ella: Lo sé, lo sé, ya me lo dijo el doctor, y mi madre, y mi abuelo, y mi vecina... ¡Todo el mundo! ToT.

Visto a las 3:52 pm.

Ella: En fin... Estábamos hablando de Ian, ¿no? *guiño guiño.

Yo: Tú estás hablando de él.

Ella: Ambas estamos hablando de él.

Yo: En serio, Lana, ¿Por qué insistes con el tema?

Ella: Me gusta hacerte cabrear ;)

Yo: 😒😒😒

Ella: Es que te ves graciosa cuando haces la misma expresión de fastidio 😂.

Visto a las 3:59 p.m.

Ella: Bueeeno, te ves ¿Tierna?

Visto a las 4:01 p.m.

Ella: ¿Te enojaste? 🥺.

Visto a las 4:03 p.m.

Ella: No te enojes 😭.

Yo: Dramática.

Ella: Siempre 💅🏻.

Yo: 🙄.

Visto a las 4:07 p.m.

Mientras me ponía a calcular si era bueno quedarme por más tiempo con mi trasero aplastado a la banca o irme directo a casa, me sorprendió ver cómo Bruno escribía en nuestro grupo de WhatsApp.

Si, nuestro grupo de tres integrantes.

Bruno: ¡Chicas! Aiuda.

Lan-lan: ¿Qué sucede?

Bruno: Me quedé solo, no quiero estar solo 😭.

Lan-lan: ¿Y Ian?

Bruno: Se marchó...

Bruno: Y a su barco lo llamó libertad 💔.

Lan-lan: 😂😂😂

Visto a las 4:10 p.m.

Bruno: Ya, en serio, que me siento solo :'(

Lan-lan: Pues llamá a tu noviecita.

Yo: Sí, llamá a la bruja esa.

Bruno: 😒😒😒

Lan-lan: Ups.

Yo: Ups x2.

Lan-lan: Ups x3.

Yo: Ups x4.

Lan-lan: Ups x5.

Bruno: Ya, pesadas.
Y mi novia no es una bruja, que sepan que está hermosa 😌.

Yo: Lana, ¿notas eso?

Lan-lan: ¿El qué?

Yo: Bruno algo coladito por la bruja.

Bruno: ¡Que no es bruja!

Lan-lan: Brunito querido, tu novia es una bruja.

Yo: La reina de las brujas.

Lan-lan: Que va, la diosa de las brujas.

Bruno: Con ustedes no se puede 😖.

Lan-lan: ¿Qué dices? Admites que tu novia es una bruja?

Cuando volví a checar la hora, me levanté de un salto de la banca. Solo me quedaban quince minutos para llegar a casa. Prácticamente, tenía que correr para no llegar más minutos tarde de los que tenía planeado llegar.

Corrí sin importarme el caer, es más, corrí sin importarme los mensajes que seguían llegando.

En cierto modo, agradecí eso.

Cuando aquel par de amigos que tengo se lo proponían, se podían fastidiar hasta la existencia.

En algún momento sentí algo gracioso el que mi mochila se sacudiera con cada paso apresurado que daba. Seguro que me veía patética.

No te niego nada.

Cuando pude verme a través del cristal de las ventanas de mi casa, ahogue un gritito.

¡Por dios! Me veía terrible.

Mi melena ahora parecía un nido de pajaritos. Y que sepan que un nidito mal hecho, para acabarla.

Con un suspiro lastimero, me abrí paso dentro de mi casa. Sorprendiéndome al ver a mi madre sentada en un sofá del salón. Esperando a que alguien pasase por el pequeño vestíbulo.

-Llegas tarde, Natalie -sus profundos ojos conectaron con los míos.

-Siento aquello -hice una leve mueca, muy leve-. El trabajo era más complejo de lo que pensabamos.

-Bien -asintió mientras descruzaba sus pies y se ponía de pie-. ¿Has comido algo?

Negué.

-Entonces, ve y deja tu mochila en tu habitación mientras yo te preparo algo -se encaminó a la puerta de la cocina.

Solté un suspiro mientras caminaba directo a las escaleras.

-Natalie -llamó mi madre antes de poder poner un pie en el primer escalón.

-¿Si? -me giré para poder verla.

Se encontraba a punto de cruzar el umbral de la puerta.

-Arreglate ese cabello que es un desatre en estos momentos.

Asentí.

-Si, madre.

Y subí rápidamente las largas escaleras.

Agradeciendo a los astros que mi madre no me armara un lío respecto a la puntualidad.










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Gracias por leer.

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Mis mejores vibras para vosotros y muchos besitos sabor limón.

Abrazos virtuales 🫂

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