Capítulo 4
Cuando estuve bailando con Lorena, vi algo diferente en ella, algo que no había notado en los dos meses que llevaba siguiéndola, cuando estuvo un poco más desinhibida pude conocer a una chica menos prevenida, me lo puso difícil desde un principio, me asustó pensar que mi plan se estaba yendo a la basura; por suerte supe utilizar mis armas y nada ni nadie significa un problema para mí, solo un reto más y en este momento Lorena es uno de los retos que estoy dispuesto a superar, aunque por el camino salga afectado; fue una lástima que justo después de bailar con ella y por qué no decirlo seducirla un poco, llamara el jefe y tuviera que salir corriendo como un perrito faldero.
Cuando llegué al punto de reunión de siempre, el jefe ya me estaba esperando.
—Mateo, te mande llamar porque necesito saber en qué va el asunto de la hija de Ramírez.
—Eso va bien, de hecho, acabo de salir de un bar donde estuvimos juntos, realmente ese Ramírez es muy bueno enseñándole a cuidarse, aunque en su vida cotidiana es muy tranquila, no es tan fácil acceder a ella, es bastante prevenida en cuanto a desconocidos, pero eso es lo de menos, a través de Martín, el hombre con el que ella cree que estuvo bailando, voy a cumplir mi misión, estoy seguro de que poco a poco puedo ganarme a la chica —le dije mirándolo a los ojos.
—Más te vale, eres mi mejor ficha, ese desgraciado va a pagar —dijo con una media sonrisa.
—Si jefe, no hay problema, ¿necesita algo más?
—No, ya te puedes ir, mantenme informado y ¿Mateo?
—Dígame —le dije rápidamente
—Hazte un favor y no te enamores de la chica, es solo un trabajito más —asentí y salí.
Ese era el problema, después de estar viéndola desde lejos por más de 2 meses y ahora conocerla, descubrí que ella tenía algo que la hacía diferente de otras chicas, de otras hijitas de papi y mami, pero como bien dijo el jefe, es mi trabajo y no debo sentir nada por esa niña.
Por eso fue por lo que no entendí ese sentimiento irracional que surgió en mí, que me obligó a enviarle un mensaje. Ese mensaje no lo envió Martín, lo envié yo Mateo, el hombre detrás de ese gran trabajo, el hombre que ha hecho mucho daño, el hombre que vio algo en Lorena Ramírez, el mismo que sabía que si se enamoraba iba a salir mal parado de todo esto.
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Cuando me desperté más tarde ese día, revisé mi celular y vi que tenía dos mensajes de Martín.
Martín: Nunca he creído en las casualidades, te dije que no me iba a detener hasta alcanzar lo que quería, bonita todavía no me he cansado de ti, me gustó conocer a la chica desinhibida que bailó conmigo, me gustaría repetirlo.
Martín: Ese vestido combinado con esos tacones, son el sueño húmedo de cualquiera, no me olvides, porque te aseguro que yo no lo voy a hacer.
Después de leer ese mensaje me quede con una sonrisa de tonta en la cara, emocionada por esa pequeña muestra de interés, le respondí dándole las gracias por pagar mi cuenta y nada más, entonces me levante del sofá, me duché en el baño de la habitación de Cata y me dispuse a preparar algo de comer.
Cuando las chicas se levantaron les di un poco de Crepes con fresas, miel y jugo de naranja, ya sé, un desayuno cargado de dulce, pero delicioso.
Después de que todas comimos y me terminé de arreglar me di cuenta de que ya iba siendo hora de regresar, por lo que llamé un taxi para ir mi casa.
Me despedí de las chicas y salí a esperar el carro. Un rato después regrese a mi hogar, dulce hogar. —Buenas tardes, ya llegué —dije cantarinamente mientras entraba a la casa.
—Nena, estoy en la cocina —gritó mamá y sonreí con cariño.
Cuando llegué a la cocina, el segundo santuario de mi madre, muy efusivamente me preguntó: —¿Qué tal estuvo tu noche de fiesta, trago y lujuria?
Le sonreí, no sabía en qué momento se había vuelto tan liberada, pero era algo que me encantaba porque podíamos tener un nivel de confianza que con casi nadie se podía alcanzar. —Mamá tu bien sabes que no soy de las que tienen noches lujuriosas, pero...—Le sonreí pícaramente y ella como siempre cuando tenía algo importante para contarle, dejo lo que estaba haciendo, me cogió del brazo y me hizo sentar a la mesa del comedor.
—Lorena, cuéntame, tú sabes que puedes confiar en mi ¿cierto? —Me paré y la abracé.
—Sí, mamá, lo sé. Conocí a alguien, creo que puede ser la fantasía de cualquier mujer, ya sabes bailamos y no sé cómo carajos en algún punto de nuestro baile y cariñitos, logró sacarme mi número de teléfono y compartirme el suyo.
—Lorena, tú sabes que apoyo tus decisiones y que quiero tu felicidad, pero ten cuidado, tomate tu tiempo, no te aceleres, pudo ser un simple rollito, no te fíes de a mucho y ten en cuenta que eres valiosa.
—Gracias ma por tus palabras, pero me voy a mi cuarto a descansar un poco, tú sabes, necesito recargar energías.
Mamá era así, cariñosa, comprensiva y lo más importante, siempre me daba la confianza para contarle muchas cosas y siempre me impulsaba a creer en mí y valorarme. Después de la charla con ella, subí a mi cuarto para poder dormir un poquito más, le dije que no tenía ganas de almorzar, por eso fui directa a la cama, dormir en un sofá no era lo más cómodo del mundo y mi espalda ya estaba protestando. Cuando ya estaba bajo las cobijas pensé mucho en Martín y su actitud seductora, ese hombre tenía el poder de controlar mi libido, por eso con ese recuerdo en mi mente y gran sonrisa en mi cara me quedé dormida.
***
Cuando me desperté dos horas después, sentí el agradable olor a chocolate recién hecho, me levanté y cuando me disponía a bajar para ir a la cocina, mi teléfono sonó anunciando un mensaje nuevo:
Martín: ¿No crees que es un poco grosero no responder los mensajes? ¿Será que intentas evitarme?
Sonreí antes esas líneas y de inmediato le respondí.
Claro que no, bonito a veces tienes que dejar que las personas duerman, no solo existes tú. ¿Qué estás haciendo?
Martín: Pensar en ti y tu deliciosa forma de bailar y ¿tu?
Yo: No intentes parecer el cliché barato de un conquistador, tienes que esforzarte más.
No habían pasado ni dos minutos desde que envié ese mensaje, cuando mi celular se iluminó con una llamada entrante.
—Preciosa, no puedes solo decirme que soy el imitador de un conquistador barato porque tú sabes muy bien que no es así.
—Ok, creo que golpeé el ego de alguien, mi culpa, lo siento.
—Ahora vas a tener que compensármelo ¿no crees?
—Martín, qué tipo de chantaje estas planeando, no juegues conmigo. ¿Qué propones?
—Salgamos a tomar un café, Lorena salgamos hoy, dame la oportunidad de mostrarte al otro Martín, el más seductor, pero fuera de un bar.
—Mmmm déjame ver, ¿Por qué debería aceptar?
—Porque heriste mis sentimientos y porque puede que sea el hombre de tu vida y pierdas la oportunidad de conocerme.
Tan pronto dijo eso, solté una carcajada, pero segura como nunca de que podía darle una oportunidad acepté.
—Hecho, a qué hora y dónde.
—Dime tu, algo que te quede fácil y cerca.
—¿Mmmm te parece bien Titán, el centro comercial?
Escogí este lugar porque no soy tonta, es la primera vez que salgo con él y ni loca pienso dejar que me lleve a quién sabe dónde.
—Funciona para mí, a las seis te parece bien.
—Hecho, nos vemos más tarde, no me vayas a dejar plantada.
—Por supuesto que no, adiós preciosa, no dejaré de pensar en ti.
Rápidamente busqué algo cómodo para ponerme, un jean, una blusa verde preciosa, la pashmina y las baletas, guardé un saco en mi bolso y todo lo que iba a necesitar y baje a buscar un poco de ese chocolate caliente.
Cuando regresé a mi habitación, me di un baño muy rápido, el plan era ahorrar agua y obviamente tiempo, me vestí y me maquillé un poco, cuando estuve lista, me vi al espejo y me enorgullecí de mi labor, sencilla pero guapa.
Antes de salir, fui a la cocina y me despedí de mi mama, le di un gran beso y le dije que me llevaba el carro.
Una hora y media después llegue a Titán, busqué parqueadero y fui a la plazoleta de comidas, después de verificar la hora me di cuenta de que por culpa de los nervios había llegado treinta minutos antes, así que decidí recorrer el lugar y esperar hasta que el supuesto amor de mi vida diera señales de vida, una locura total.
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