Capítulo 21
Estaba muy asustada, no era capaz de ubicar el lugar, corrí y corrí tanto que me sentía asfixiada, eran demasiadas sensaciones las que estaba experimentando y no entendía porque estaba tan nerviosa. Vi de pronto dos hombres corriendo hacia mí, armados y sin ningún tipo de gorro o pasamontañas, podía ver claramente sus caras hasta que llegaron a mí, me agarraron desde atrás y el hombre que al parecer era el jefe o líder me apuntaba con un cuchillo. Estaba petrificada, no lo entendía, hasta que sentí como se aproximaba a mí y me enterraba el cuchillo, mientras decía una frase que me iba a atormentar muchísimo tiempo, "Amor perdóname" lo más triste de todo, era que el hombre que me estaba haciendo el daño más horrible del mundo, no era nada más ni nada menos que Martín... Solo pude sentir como mi vida se me iba entre las manos, apenas si lograba sentir como mi cuerpo me exigía aire en busca de vida, tenía frio, me dolía tanto, que lo único que pude fue dejarme ir...
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Me desperté en mitad de la noche, Lorena se movía frenéticamente y me estaba asustando, lloraba dormida, era tan crudo que me partía el alma, intenté hablarle, intenté abrazarla, pero a pesar de esto mis intentos de despertarla eran en vano. El sueño debía ser tan horrible que no podía escapar de él. Seguí intentándolo hasta que logré despertarla, estaba muy fría y por ello la estaba cubriendo con mi cuerpo, ambos desnudos. —Mi amor, Lorena, por favor despierta, me estas asustando.
Muy despacio abrió los ojos llenos de lágrimas, y sin más se atacó a llorar abrazada a mí. La consolé un buen rato, hasta que ya estuvo más tranquila y se volvió a quedar dormida; fue imposible preguntarle por su sueño y por eso abrazándola y pegándola más a mi pecho, me dormí. Me relaje al tenerla junto a mí, tranquila y sin miedos. Mi cielo. Mi novia, la mujer de la que me estaba enamorando. El peor error de mi vida.
Desperté cerca de las nueve de la mañana, era un día soleado como pocos se ven por estas épocas en Bogotá, pero mi sorpresa fue mayor al darme vuelta en la cama y no ver a Lorena por ningún lado, según sabia hoy estaba de descanso, no tenía clase y por ello había salido con los amigos, así que se me hizo muy raro no verla por ningún lado, intenté llamarla y no me contestó, algo rarísimo porque ella siempre estaba pendiente de mí y anoche pudimos solucionar nuestras diferencias.
Le iba a dar su espacio, pero luego iba a ir con todo, el plan estaba saliendo a pedir de boca y no podía arriesgarme con ella, me mataba todo esto, pero a la luz de la realidad mi familia era más importante.
Me levanté, me bañé e hice algo rápido de desayuno y salí para la sede, tenía que ir a reunirme con Tomás, hoy no podía ir detrás de Lorena, hoy Mateo tenía que ir a cumplir con sus deberes en la oficina. Cuando llegue a la bodega en la que Tomás tenía montado todo su circo, me recibió el idiota que me acompañó la última vez que le hicimos algo a Lorena, era una putada tener que verlo, porque siempre era un constante recordatorio de lo que hacía con Lorena, era una mierda enamorarse y más mierda aun, el enamorar se del encargo.
—Mateo, milagro de verte por acá, ¿hasta ahora te lograste escapar de las piernas de esa delicia que tienes asignada? ¿así de buena es en la cama? —Solo podía pensar en arrancarle las pelotas y los ojos, pero tenía que mantener mi fachada, no podía delatarme porque sabía que siempre estaba bajo una constante vigilancia, aunque fuera el hombre de confianza, entendía que este era uno de los trabajos más importante de la organización y personalmente de Tomás.
—Es buenísima, algún día podremos compartir. Quisiera verla gritando debajo de ti. —Me ardía decirlo, pero tenía que hacerlo.
—¡Que rico! Estaré esperando esa maldita invitación. Por ahora, te digo que el jefe quiere verte en su oficina, pidió explícitamente que tan pronto llegaras, fueras a su oficina.
Asentí y seguí en esa dirección, no podía dejarme calentar la cabeza, Tomás no era un juego y tenía que respirar hondo y llegar lo más calmado posible a la oficina, el maldito era tan bueno leyendo las emociones que, cualquier paso en falso y estaría fuera de la vida de Lorena.
Toqué dos veces y entré. —Buenos días, jefe.
—Mateo, sigue y siéntate, quiero que me informes sobre el caso de esa niñita con la que te acuestas, dime cómo va eso.
—jefe, vamos bien, Lorena está justo en el punto donde la necesitamos, siento que se está enamorando mucho y está bajando la guardia frente a su seguridad.
Soltó una carcajada que me supo amarga y continuó —me alegra muchísimo, que la tengas en ese punto, la necesitamos tranquila y mansa como una palomita, lo que le tengo preparado ni Manuelito podría imaginarlo. Ahora vete a entrenar, hace mucho que no pasas por aquí y te veo como lento.
Cuando ya iba de salida me volvió a hablar, pero no precisamente para hacerme feliz. —¡Ah! Mateo, pásate por donde Luis, te tiene trabajo, ya que hoy no vas de perro faldero.
Solo pude sonreír, pero de una manera bien hipócrita. Odiaba relacionarme con esa gente, el tal Luis no era nada más, ni nada menos que uno de los matones y traficantes más peligrosos, que me estuviera buscando no era nada bueno y menos ahora que podía tener más de un punto débil.
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Estaba tan cansada, no había dormido muy bien que digamos, y escapar de la casa de Martin no me había hecho tan bien, pero no podía dejar de recordar ese sueño, no era por nada, pero me sentía confundida, sabia que era algo absurdo porque a quien le pasa que el novio es un idiota asesino, sinceramente eso se lo dejaba a las telenovelas y a los libros, mi vida era distinta, mi vida era la realidad y por ahora tenía que relajarme, tomar aire y seguir adelante.
Llegué a mi casa, mis papás habían salido y como les había dicho que iba a ser día de chicas, no hubo problema en que me quedara fuera, lo que en realidad era bueno, pues me serviría de desconexión.
Me preparé algo ligerito y me volví a acostar, quería ponerme al día con mis series del momento, así que en plan Netflix, empecé a buscar la que me tenia enganchada, Grimm lo más loco que había visto, pero que me tenia alucinando.
Un rato después me despertó el timbre y su insistencia, supe que me había quedado dormida, porque empecé mi pequeño maratón en el capítulo 3 de la segunda temporada e iba como por el 7 u 8, tenía tantísima pereza de levantarme, pero me llené de valor y fui hasta la puerta.
—Buenas tardes, señorita, soy de la tienda Flowers and feelings, vengo a traerle este obsequio.
—Oh, muchas gracias. —Me sonroje, pues era la primera vez que recibía flores.
—Con gusto, permiso.
¡Vaya! Que educado el chico. Como pude lleve las flores al interior de la casa y las dejé en la mesita de la sala, ahí empecé a buscar la tarjeta, tenia mucha curiosidad, aunque presentía de quien eran las flores.
No sé si hice algo que te molestara,
Quiero que sepas que te amo.
M.
La sonrisa no se me borró de los labios, pero por alguna razón no estaba completamente feliz.
Quería agradecerle, pero a la vez no, así que lo iba a dejar sufrir un rato y por eso, prendí mi teléfono y coloqué mi música favorita, de esa buena que me gustaba usar para sacar mis penas y relajarme, cuando empezó a sonar "Brasilera de Dvicio" me llené de energía y me pude desconectar de todo lo que me rodeaba.
A veces era bueno alejarse de todo y pensar bien, me lo debía a mi misma y a mi carrera, necesitaba la mente clara para volver a clases y no andar pensando en todo lo que pasa, si, lo sabia muy bien, era un poco dramático de mi parte pero era inevitable y aunque no lo dijera, notaba que mi padre estaba cada día mas preocupado por algo, algo que no entendía, pero que nos involucraba, porque cada día que yo salía de casa, notaba en su mirada el temor y siempre, siempre me pedía que estuviera alerta.
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Buenas, buenas, buenas.
Volví, por fin lo hice, gracias por la paciencia de quienes me leen, son maravillosos.
Nos leemos pronto
Liz.
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