Capítulo 15
Hoy les quise traer una sorpresa, espero les guste tanto como a mi...
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No podía creerlo, el jefe iba a alucinar con la noticia, así tenía que ser, ese hombre me quería más cerca, así pues, más cerca me tenía, me odiaba por hacer esto, pero era lo más viable, mi familia tenía que estar bien, esto era una completa mierda, pero era mi trabajo. Por momentos como este es que odiaba tanto el momento en que le quedé debiendo hasta el alma al maldito demonio, porque así son las cosas, Tomás era el maldito demonio y tristemente, yo era como él, una copia barata del matón más asqueroso que ha podido existir.
Esta mujer estaba feliz, pletórica, después de que le entregara esa tarjeta, lo más triste de la situación es que de verdad quisiera haber escrito esas palabras no como Martin, sino como el jodido Mateo, esta era la mujer de mi vida, pero era mi trabajo, no podía ir en contra de nada, todo debía seguir el curso normal, aunque me doliera en el alma.
Ya no podía ocultarlo más, hasta el matón más matón del mundo podía tener sentimientos, esa mujer me gustaba, la quería y por encima de todo, esa mujer era mía, sin importar que al final de todo, me odiara.
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Estaba feliz, después de que le dijera que sí, Martin le pidió al instructor que nos llevara a las caballerizas, era momento de ir a otro lugar o eso fue lo que entendí. Cuando llegamos no podía dejar de observar el caballo, era hermoso y aunque no era la primera vez que montaba a caballo, si era la primera vez que me sentía tan a gusto y feliz.
—Amor, ¿nos vamos? —Estaba tan embobada con el caballo que no le presté mucha atención, estaba recordando ese bonito momento y la manera en que sus ojos se iluminaron cuando le dije que sí, sin importar que, papá siempre me decía que los ojos son las ventanas del alma, y los de Martín no mentían.
Sentí que me tomaban de la cintura y me daban un beso en el cuello, ¡Dios! Que gusto. —Amor, bonita, ¿nos vamos?
Sonriendo me gire y lo mire a los ojos: —Si Martin, ya nos podemos ir.
—¿En qué pensabas? Estabas un poquito distraída.
—Martin, estoy feliz, muchas gracias por este momento tan especial, estaba pensando en ti, en todo esto.
Soltó una carcajada, que no voy a negar que hizo que mi libido fuera a mil, últimamente pasaba eso, desde hoy proclamo que su risa es mi sonido favorito.
—Yo tampoco lo creo, ¿bonita recuerdas que esa noche te prometí que iba a obtener algo más que tu número de teléfono? —Eso ultimo lo dijo, acercándose muchísimo a mi cuerpo y con su boca en mi oído. ¡Qué vergüenza por Dios! Me excitaba que hiciera eso, ya parecía una colegiala necesitada. Cuando se fue a separar me dio otro beso en el cuello, se demoró un poquito más, logrando su cometido, tan pronto se alejó me miro a los ojos y con un toque de burla me dijo: —Me encanta lo que produzco en ti, amor...
Me sonroje un montón, no lo podía creer, lo había hecho a propósito, era un loco completo. —Preciosa, vamos, te tengo otra sorpresa.
No fui capaz de decir nada más, estaba tan emocionada que las palabras huyeron de mí, así que, simplemente asentí y sonreí, apostaba a que aun estaba mas roja que un tomate.
En el carro las cosas no fueron muy distintas, el ambiente estaba cargado de pura electricidad y juntos nos lanzábamos miradas coquetas, esto era muy muy excitante, jamás en mi vida había sido tan arriesgada, con ninguno de mis anteriores novio habían sido de esta manera, esto era muy nuevo para mí.
Después de varios minutos, llegamos a un restaurante muy lindo, con unas vistas espectaculares, Camille, era perfecto para completar la aventura. —Amor, vamos a almorzar algo muy delicioso, este restaurante es muy bueno, te mereces lo mejor.
—Gracias Martin, esto es perfecto.
Cuando nos ubicaron en la mesa que Martin tenía reservada, llego el mesero y Martin nos pidió la comida, había muchas cosas deliciosas y no me decidí por nada, por lo que le pedí que me ayudara con la elección.
Allí todo fue muy especial, hasta el postre, donde venía escrito un Gracias en muchos colores, creo que esa fue la parte más especial de todo, Martín era genial. Cuando ya terminamos todo, nos levantamos de las sillas y no pude evitarlo, le di un beso a Martín que me dejó con ganas de más, logrando que él me sonriera.
—Lore, gracias por esta bonita tarde conmigo, ¿A dónde te gustaría ir?
—Pensé que habías planificado todo nuestro día.
—No bonita, también quiero que tu elijas a donde vamos a ir, donde podemos terminar este día tan perfecto.
Sabía que era muy arriesgado de mi parte, y repito que jamás me había comportado de esta manera, pero algo más allá de mi razón me impulsó a decirlo, no sabía porque, pero Martín me inspiraba toda la confianza que jamás llegue a tener con nadie ajeno a mi familia.
—Mmmmm, no se que pienses, pero aun no conozco tu apartamento, será que podemos ir a conocerlo. —Confieso que eso ultimo lo dije mirándolo de manera picara, ya eran muchos meses de conocerlo y creo que al fin podíamos avanzar un poco más, a pesar de que apenas estábamos empezando una relación; de alguna manera pensaba que esto debía empezar con algo inolvidable.
—Wow amor, que directa, pero tus deseos son órdenes.
Rápidamente subimos a su carro y salimos en dirección al apartamento, estábamos un poco lejos por lo que parecía, ya que había pasado más de media hora y no llegábamos. Me lleve una grata sorpresa cuando llegamos a unos bonitos edificios cerca al parque de la 93, no me mal entiendan, por mi como si Martín vivía en una choza, pero era algo muy espectacular el hecho de que tuviera unas vistas tan hermosas.
Subimos al tercer piso, era un bonito lugar, bastante acogedor para ser un apartamento de soltero. —Preciosa, bienvenida a mi humilde morada.
—¿En serio? ¿Humilde? Que modesto Martin.
—Con tigo lo mejor mi bonita, no sabes cuanto me alegra que vinieras. ¿Quieres tomar algo?
—¿Qué tienes?
—Ven y te enseño a ver qué prefieres.
Fuimos hasta la cocina donde me mostró unos vinos, por lo que sabía eran de reserva, también cerveza y por último me ofreció agua, la vieja confiable.
—Un vino está bien, gracias.
—Marchando.
Cuando Martín se fue a buscar las copas, aproveche para salir de la cocina e irme hacia la sala, me entretuve viendo unas fotos muy bonitas cuando sentí de nuevo una mano en mi cintura y un beso en mi cuello, qué manía la de Martín de buscarme así, sabía perfectamente lo que ocasionaba en mí, era muy malo, parecía un diablito de lo travieso que se estaba comportando, justo de la manera en que me cautivó en ese bendito bar.
—Mi amor, no sabes cuanto me alegra que estés aquí. —Tenía su mano en mi vientre y me estaba acercando a su pecho.
Me gire un poco. —A mí también me agrada estar aquí.
—Es como una especie de fantasía amor.
Empezamos a besarnos, cada vez la cosa se iba calentando más y más, no era una inexperta y sabia muy bien en que me estaba metiendo. Pero no quería ser tan directa, al menos no todavía, así que me separé de él y fui en busca de mi vino.
Así estuvimos, charlando un buen rato, hablamos de todo un poco, de nuestras aficiones, nuestros planes y todo aquello que nos interesaba, estábamos tomándonos el tiempo de conocernos. Cuando vi mi reloj, me di cuenta que era un poco tarde, tenía que avisarle a mi madre, por mas grandecita que fuera, aún vivía con ella.
Yo: Mami, estoy con Martín, no te preocupes, creo que llego tarde. 😉
Mamá: Bueno hija, me avisas, confió en ti.
Yo: Hablamos más tarde, los amo.
Cuando terminé de enviar el mensaje retomamos la conversación y seguimos tomando vino, hasta que me empecé a acercar mucho a Martín, ambos respirábamos fuerte, ambos estábamos muy excitados, se notaba desde lejos; el ambiente se empezó a calentar rápidamente. En el momento que menos me lo esperaba, Martín me tomo de la cintura y me sentó encima de él, pude notar que tan emocionado estaba.
—Lorena, dime que me detenga, porque te juro que ya no puedo más.
Acercándome a su oído le dije: —No quiero que lo hagas.
Y así empezó algo que no pude parar.
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Hoy me inspire un montón y pude terminarlo.
Nos leemos pronto.
Liz
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