Único.
Cuando estábamos en octubre tenía la idea de escribir un ManiReg acerca de la celebración del samhain la cual es el precursor de lo que hoy conocemos como halloween, pero lastimosamente por falta de tiempo no logré hacer nada. Pero viendo que de acercaba San Valentín pensé ¿Y si busco el origen del San Valentín y lo adaptó a este borrador? Allí me enteré de los lupercales, celebración del siglo 3 que fue una de las principales influencias para lo que hoy conocemos como San Valentín.
Está de más decir que me tomé como 7 libertades creativas con tal de barles un origen claro y conciso dentro del universo de Saint Seiya, porque si bien los lupercales fueron un "primer borrador" en la vida real, hay más factores que ni la propia iglesia se decide cuál fue.
Otra cosa es que quería mantener una conversación del borrador original. Creó que me quedo bien.
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La tranquilidad que había a los alrededores del Santuario era bastante notoria, una tranquilidad casi rutinaria que los aldeanos decidieron aprovechar, el joven santo de Leo tomaba su cargo de patrullaje, aprovechando de paso el buscar unos suministros para su templo que le hacían falta una vez terminó.
No pasó desapercibido para el león dorado como los aldeanos iban y venían arreglando y decorando el pueblo, preparándose para la festividad que tendría lugar 2 días después.
— Joven Dorado. — Unas chicas de la edad de Regulus se acercaron a él, casi para la satisfacción del león que tenía la intención de preguntar acerca de los preparativos que estaban haciendo. — Disculpe que lo molestamos pero queríamos saber si hará presencia en la festividad pasado mañana.
— No puedo prometer nada ya que es algo fuera de mi control, pero si me llama bastante la atención. No sabía que eran fechas de una festividad. — <<Creó que nunca había ido a una>> dijo esto último para sí mismo, ahora que caía en cuenta.
— Más razón del porqué debería venir. No la pasará mal. — La chica se sonrojo.
— Nos vemos allí entonces. — Y se despidió.
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— Degel de acuario. — El nombrado volteó el rostro, prestando su atención al recién llegado.
Al dejar lo recogido en su templo, Regulus busco los conocimientos del santo de Acuario para saciar su curiosidad.
— ¿Que se te ofrece joven leo? Supongo que requieres de mi asistencia.
— De cierta forma. Quería preguntarte sobre la celebración que hay ahora en el pueblo, no sabía nada acerca de eso, así que pensé que seguramente me podrías ayudar. — El Acuario enarcó las cejas. Esa pregunta la esperaría de Albafica, parece que Regulus no era muy diferente a él en cuanto a lo inexperto socialmente.
— ¿Qué tanto deseas saber? — Inquirió. Dejando sus lentes a un lado, haciéndole una señal para que lo siguiera. Si mal no recordaba tenía un libro acerca de la historia de dicha festividad.
— Todo lo que sea necesario. Empezando por el motivo detrás. Los aldeanos se veían bastante emocionados. — Le respondió. Degel pareció meditar recordando que entre los dominios de su biblioteca personal, existía lo que Regulus buscaba. Parándose de su asiento en busca de dicho libro.
— La realidad es que se trata de una cuestión bastante simple, no recuerdo el nombre pues entenderás que no estoy muy familiarizado con el ambiente. Pocas veces he ido pero se trata de una celebración hacia el amor de las personas. Algunos buscan pareja, y otros simplemente disfrutan una velada romántica en pareja. — Como una antesala le hizo saber.
— Eso explica porqué parecía que unas chicas me estaban coqueteando. Creó que puedo ir con Manigoldo entonces. — Degel sonrió por lo bajo. Regulus a veces le sorprendía.
>> Me llama la atención que se supone que es una celebración acerca del amor de las personas, ¿Es por Eros?
— No necesariamente. Es una festividad con bastante historia. ¿Quieres saber? — Volvió a preguntar, esperando una confirmación para entregarle el libro. Regulus asintió seguro. Tardando un momento Degel le entregó lo que buscaba, marcando en un capítulo en específico.
— La historia de cupido y los lupercales. — Leyó en voz alta. Buscando asiento para empezar a leer.
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Durante las fechas en el que la constelación nacida del dios ganimedes, (acuario) reinaba en el firmamento dando la bienvenida a los recién nacidos, se daba el evento acompañado por la tragedia repartida por los Lupercales: Demonios al servicio del dios Marte, la guerra encarnada. Anteriormente descritos como sacerdotes que le juraron lealtad en busca de proteger su hogar de las guerras, iniciando la tradición, otorgándoles Armaduras inspiradas en un lobo, en honor de la hembra de la especie que amamantó a los dioses Rómulo y Remo, representando así la fertilidad.
Específicamente todo esto ocurría durante el segundo transcurso del ciclo lunar. Un ritual en medio de un templo se hacía presente, 2 músicos adornaban la festividad con música, reuniendo a varias mujeres junto a los hombres más fuertes, finalizando con los sacerdotes, desvistiendo sus túnica mostrando armaduras rojas cubriendo sus cuerpos desnudos y capas de piel de lobo a sus espaldas. Una imagen totalmente obscena.
Las festividades daban inicio, las mujeres eran azotadas con cuero de animales en busca de aumentar la fertilidad, rogando a su dios con tal de cumplirla.
Por unos siglos esto se quedó como una festividad inofensiva para sus ciudadanos, poco a poco los hombres y mujeres se Iban corrompiendo en la lujuria que iban sintiendo, las mujeres empezaban a morir por los azotes, los antiguos sacerdotes sé empezaron a volver demonios en la tierra. La guerra se hacía más fuerte y más hombres se perdían, si buscaban la fertilidad ¿Por qué no aprovecharla?
Cupido. La Entidad del amor declaró pelea en contraposición a éstos sucesos, ya fuera de todo su papel original. No era amor en su más mínimo significado, si no una lujuria repulsiva.
Fue una batalla que duró 7 días y 7 noches, cupido en solitario encerrando las almas de cada lupercal que en terreno, falleciendo del agotamiento en el proceso. No era un dios especializado en la guerra y sus enemigos ya no estaban en el plano de la humanidad, salió victorioso pero sus heridas fueron demasiadas.
Toda esa tierra fue destruida esa misma noche. Siendo un registro para los sacerdotes que sé encontraron con la noticia, honrando el sacrificio de cupido, siguiendo ese mismo camino ayudando al prójimo a encontrar un amor sano, llegando incluso a aceptar el matrimonio de jóvenes en la guerra, a pesar de que normalmente estaba prohibido con el fin de no obstaculizar su rendimiento. Además de terminar castigando el camino que llevó a los lupercales a su destino.
La fecha que inicialmente fué la marca de una festividad obscena fue retomada para convertirse en una festividad a favor del camino correcto y la felicidad que las parejas se podían ofrecer.
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Al terminar de leer Regulus miraba el cuaderno en silencio, perdido en sus propios pensamientos momentos antes de buscar al guardián del templo y entregárselo nuevamente.
— Gracias, en definitiva quiero invitar a Manigoldo a qué me acompañe. ¿Tú irás?
— No está en mis planes realmente. Si fuera, quisiera invitar a alguien pero sé qué sería contraproducente.
— ¿Un viejo amigo o un interés particular? — Sonriendo con picardía preguntó.
— Ambas cosas. — Haciéndose el desentendido sonrió mientras colocaba el libro en su lugar.
— ¿Puedo preguntarte por qué sería contraproducente?
— Es un viejo amigo tanto mío como de Sísifo y es una persona en una situación algo complicada. No sabría explicártelo.
— En ese caso, ¿Por qué no lo visitan ambos ésa noche? — Para cualquier otra la respuesta hubiera sido bastante seca de parte de Degel, pero en esta situación terminó aguantando las ganas de reír, sonriendo sutilmente.
— No es mala idea. Irá a hacerle la propuesta entonces. — Declaró, aunque antes de poder irse Regulus intervino tomando parte de su atención.
— Una última pregunta. ¿En el santuario también está prohibido tener relaciones, verdad?
— En papel sí, pero la realidad es otra muy distinta. Tu sola existencia lo prueba. Pero como siempre, cabe en la responsabilidad de cada Santo el tipo de relación que lleva. ¿Por qué lo preguntas?
— Solo me quedé pensando un poco. Osea, yo sé que no se puede simplemente proponer una celebración y que está se cumpla cada año, pero me sorprende bastante la historia de una simple festividad que desconocía. — Llevando su mano por su nuca le respondió. El lenguaje corporal de Regulus señalaba nervios e inseguridad.
— ¿Estás seguro?
— Si, digamos que me quedé pensando en el tipo de relación que quiero con Manigoldo.
— Háblalo con él entonces, si lo vas a invitar. — Dicho esto con una sonrisa ambos se despidieron.
Degel subió en busca de Sísifo una vez Regulus estaba a cierta distancia. Viéndolo partir.
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— ¿Qué sé te ofrece mí pequeño rey? — Al bajar al templo de cáncer, el guardián de este lo recibió con los brazos abiertos.
— Quería saber, dentro de 2 habrá una celebración en el pueblo ¿Alguna vez has ido?
— Bueno. No es secreto que a veces me he llegado a escapar a divertirme un poco, si he llegado a asistir a varias. En mi lugar de origen no existía una celebración similar, haciéndolo divertido. — Le respondió. — ¿Quieres que vayamos juntos?
— Justo por eso vine. Nunca he ido a ninguna así que como está es acerca del amor, quiero ir con quién más amo aquí.
— Será un honor pequeño rey. Pero ¿En serio nunca has ido a ningúna? En serio me sorprende.
— Perdona si así es. Pero, tengo un título encima que me impide a veces unas cosas. Cómo está.
— Yo también y yo si lo he logrado. Se nota la influencia de tu tío.
— Pues claro. Mi tío me enseñó a ser responsable. — Manigoldo río, provocando de paso una sonrisa en Regulus, que, levemente acercó su mano al hombro de Manigoldo. — ¿Sabes? Ahora me pregunto si mi padre habrá ido a algún festival. A veces es difícil no recordarlo cuando llevó su armadura. ¿Cuántas veces habrá asistido? ¿Lo habrá hecho? A veces me hubiera gustado despedirlo más apropiadamente.
— Es normal que lo pienses. En mi caso, yo no tuve tiempo para lamentar o despedirme correctamente de los míos. Si me dió bastante nostalgia estar en medio de varios que tenían ese privilegio, para que negarlo. — Fue sincero.
— Lo sé. Hemos perdido a varios y nos podemos perder a nosotros mismos. — En ese momento Manigoldo se preocupó. ¿Que habrá pasado con Regulus para que de un momento a otro se pusiera así?
— ¿Pasó algo?
— ¿Grave? No. Pero si empecé a considerar algo. — Bando un paso al frente tomó las manos del cangrejo, exclamando con total seguridad. — Quiero casarme contigo.
— ¡Más despacio, Regulus! Me lo estás diciendo muy rápido. — Su reacción natural fue un sobresalto. Aunque no soltó las manos del más joven.
>> Parece que quieres que Sísifo y cualquier otro me maté. No sé si sea algo necesario entre los 2.
— Pero es lo que quiero. No quiero pensar mal, pero sobreviva o no, quiero estar siempre contigo. Despertar contigo, tener sexo contigo, escucharte decirme pequeño rey. — Haciendo una mueca Manigoldo lo considero bastante, todo eso no sonaba nada desagradable.
— Así de loco enamorado te tengo ¿Eh? — Suspiro. — Yo normalmente me considero un alma libre, no te lo negaré. Así que debes considerarte muy afortunado por ponerme correa. Tampoco sé que hiciste pará enamorarme tanto. Así que, prometo que en menos de 1 mes estaremos casados. Mi pequeño rey. — Regulus le abrazó, apretando fuertemente la ropa del contrario en su mano antes de reclamarle un beso.
— ¿Me enseñas a bailar? Después de todo, vamos a un festival juntos y pronto nos casaremos.
— Te recuerdo que fuera del santuario no podría bailar contigo. — Dicho esto, se paró extendiendo su mano al león. — Pero con gusto te enseño, se mover estás caderas fuera del sexo también.
— Entonces no me vas a decepcionar, ¿Verdad? — Reto. Tomando su mano para pararse, Manigoldo lo tomó de la cadera besando rápidamente su boca. Empezando a guiarlo.
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