Esther nunca conoció a su tataranieta, el Óblast Autónomo Hebreo de Rusia, pero su legado vivió a través de las generaciones. Sus historias, canciones y valores fueron transmitidos de padres a hijos, hasta llegar al siglo XX, cuando se fundó el Óblast Autónomo Hebreo.

El personaje del Óblast Autónomo Hebreo siente una conexión especial con Esther, a pesar de no haberla conocido. A través de viejas cartas, canciones y relatos, descubre la historia de su tata abuela y se inspira en su valentía y su amor por la libertad. Esther se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza para el Óblast Autónomo Hebreo, recordándole la importancia de preservar su cultura y su identidad.

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