Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 08

Hinata volvió a cruzar miradas con él en medio de la clase. El pequeño chico que se sentaba a su lado, sólo logró que Shoyo abriera sus ojos como platos, cuando se topó en primera plana con los grandes ojos de Atsumu estudiándolo. Atsumu sabía que tenía los ojos un poco irritados por haber llorado, no se le haría raro que Shoyo lo notara. Aunque claramente también podía ser un poco incrédulo a esa idea, porque éste realmente nunca le mostró un vistazo especial, no como lo hacía con otra persona. Nunca fue visto como una enorme maravilla a ojos de su persona amada y eso era doloroso.

—Atsumu-san... —El susurro saliendo de su boca logró que el mencionado tuviera un enorme escalofrío por toda su columna vertebral, dejando de prestar atención al monólogo interminable en inglés del profesor de turno—. C-con respecto a lo que pasó ayer... —Increíble que éste quisiera aclarar las cosas. Pero Atsumu entró en pánico, porque no estaba listo, no quería oír excusas, no quería saber mentiras que sólo trataban de proteger la reputación de Tobio.

Hinata estaba enamorado de Kageyama, sus ojos rasgados tan preciosos sólo tenían ese brillo inmaculado e imborrable cuando el azabache estaba a su lado.

—No es necesario que me expliques nada, no es de mi incumbencia —soltó de su boca el rubio, continuando en un susurro y con la mandíbula empezando a arder del dolor porque estaba sacando de su boca lo que no quería.

Para variar en su dolor, al tratar de mirar al frente y volver a prestar atención, pudo notar sobre él el reojo color azul de Tobio sobre su cuerpo, observando todo discretamente, como si cuidara cada una de sus acciones al dirigirse a Hinata. Tímpano de hielo atrapado en sus orbes, pupilas que no dejaban de observarlo, como si le advirtieran en silencio, sin palabra alguna y de una forma en la que no pudiera ser captada por terceros, palabras heladas, vacías que no existían, pero Atsumu las sentía: «si le dices algo a Hinata que lo haga sentir mal, tendrás problemas conmigo». No sabía cómo podía interpretar eso, esa nueva faceta bien oculta de Kageyama que sacó a relucir en un modo de defensa a favor de su compañero sexual con el que siempre se la pasaba peleando.

Ese tipo de comportamiento sólo traería lo inevitable en ambos...

Shoyo se preocupaba por cosas tontas, mientras en el mundo existían personas peleando por la vida y la muerte, en peor situación que él. Atsumu estaba en peor situación que Hinata, pero él también estaba consciente de que sus preocupaciones tampoco eran tan radicales como las anteriores. Pero seguía doliendo. Eran sus sentimientos y eran válidos, tal vez en Shoyo eso también aplicaba. Tal vez por eso el de cabellos naranjas dejó la conversación de lado, mostrando en más de un sentido ese color rojizo en su cara que lo hacía ser alguien tan tierno, con sus mejillas siendo resaltadas por el color natural, sus ojos ser lo más bello del mundo, aunque no pudiera reflejarse en ellos y un vacío que lo recorrió cuando éste le aparto la mirada, apenado. Atsumu vio con atención como el menor se enfocaba en su libro abierto de par en par que no tenía nada más que garabatos indescifrables en otro idioma, y mordía la punta de su lápiz con impaciencia.

Miya creyó que su corazón volvía a quebrarse en pequeños pedazos, la incomodidad estaba de su lado, jugando sucio sólo para cegarlo y no tenerlo del todo despierto. En medio de su contemplación y su actitud perdida, pudo recordar la vaga promesa de Hinata diciendo que se casaría con él por las galletas. Entendió en ese precoz instante que sólo había sido una broma, Shoyo quiso seguirle el juego a algo que él dijo sin rozar lo verdaderamente romántico y sin tomar en cuenta sus sentimientos palpables.

Era verdad, tampoco podía culpar a Hinata de esa afirmación descuidada que ahora dolería tanto porque él nunca pudo confesarle sus sentimientos.

Pero si lo hacía sólo escucharía en voz alta lo que él ya sabía: no era correspondido. Hinata realmente lo quería, lo podía ver en sus gestos que le dirigía y el calor que profesaba como mero impulso y que obligaba a cualquiera a ceder. Por supuesto que Hinata lo quería... como un amigo y nada más. 

El pequeño bote de sentimientos románticos que Miya buscaba estaba vacío porque la otra persona no le correspondía.

—¡Miya-san! ¡Miya-san! —Una voz molesta lo estaba llamando de regreso a la tierra, y Atsumu no pudo evitar fruncir el ceño, insatisfecho.

¿Qué podía ser más importante que su desamor? ¡Maldita sea!

—Atsumu —aludió ahora en un tono callado, débil y tranquilo la voz inconfundible de Kita. El mayor así pudo reaccionar un poco más, teniendo el débil impulso de regreso a la Tierra como un asteroide a toda velocidad, tratando de ingresar para impactar el suelo del hogar que todos conocían. Pero un delgado dedo rozando su mejilla del lado izquierdo fue el choque del meteorito explotando antes de caer al suelo, por el aire a alta presión que se filtró en él. Ahí reaccionó de golpe, llegando a la vista de un profesor de inglés algo ansioso, mirándolo a la cara con cierta expectativa y a un Shinsuke con su habitual cara seria que trató de regresarlo al hablarle y tocar su cuerpo.

Primero, buscó respuesta en el chico que se sentaba a su lado, en el lado contrario que su amor no correspondido. Kita era serio en todo momento y señaló con su vista al hombre que esperaba su participación. Ésa fue la primera vez que Atsumu decidió mirar a otro lado que no fuera hacia Hinata, ocurriendo no por un enamoramiento temprano y con un fondo que era la risa de Sugawara tratando de escaparse de su boca y el color rojizo llegando a su cara, no fue por algo emotivo o divertido.

—¿Qué ocurre, profesor? —Su boca estaba temblando y su corazón casi se le escapaba de su pecho. ¿Lo peor? Estaba sufriendo esa vergüenza frente a su rival amoroso y a su interés que ni de broma le correspondía.

El profesor encargado dio un largo respiro, al verlo actuar así, entendiendo con el rostro ajeno que realmente estaba completamente perdido. Tampoco era que quisiera humillarlo o algo así.

—Continúe la lectura en la página 67, joven —indicó, sólo logrando que el mayor diera un respingo por la sorpresa y tratara de encontrar la página indicada cuando él se quedó en la 65 antes de perderse en su mundo.

Su historia de amor estaba llegando a su fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro