Capítulo 03
Un proyecto escolar era la oportunidad perfecta para Atsumu de poder acercarse a la persona que le había interesado: ¡el inicio de una enorme amistad mientras el club de voleibol estaba inactivo por tres días! En su segundo día en el que Atsumu llegó a la academia, su oportunidad dorada se presentó con absoluta precisión, cuando las palabras del profesor de Historia fueron tan clichés que lo tomaron desprevenido: «formen equipos de tres personas. Cuando lo hagan, se les repartirán los temas de la Unidad 2 para que puedan exponer la próxima semana».
Una actividad cualquiera, aburrida y hasta cierto punto llegaba a ser irritante para Atsumu. Odiaba exponer, pero de él dependía si podía terminar muerto, o, muy al contrario, aprovechar cada minuto para conquistar a la persona querida. Si iba a morir, lo haría con elegancia.
Sí, eso era lo mejor.
Fue por esa razón que logró dar un largo respiro de su boca, teniendo que aflojar un poco los nervios que se colaron por su corazón cuando giró su cabeza hasta el pequeño joven que se sentaba a su lado, para armarse de fuerzas. No habían hablado mucho pero sí habían intervenido, además, no sería raro que un chico nuevo quisiera hacer equipo con la persona más cercana a su alcance. Todo lo tenía a su favor, el paraíso estaba a sólo unos cuantos pasos, él debía de alcanzarlo.
—Shoyo-kun-... —comunicó, con un tono de voz demasiado bajo que fue fácilmente interrumpido por el mismo Shoyo, hablando sobre el tema escolar, sólo que no con él...
—¡Kageyama, hagamos equipo! —demandó su atención el pequeño chico de cortos cabellos naranjas notablemente alborotados. El susodicho chasqueó su lengua con un poco de irritación ante la inminente sacudida que recibió por parte de Hinata al ser tomado de los hombros, pero eso no fue impedimento para que, aún malhumorado, éste aceptara la invitación.
—Está bien...
Atsumu ahí entendió por primera vez que, para llegar al Cielo, primero debía de atravesar el Infierno.
Agudizó un poco más su vista, mostrando todavía más la posición de sus ojos caídos en un extraño golpeteo silencioso donde captaba a su enemigo más poderoso en esa lucha por el corazón del pequeño Hinata Shoyo —lucha que él se inventó, por cierto—. Kageyama Tobio parecía ser el rival más poderoso de todos, y en algunas ocasiones llegaba a serlo Sugawara Koushi, pero Sugawara Koushi justo en ese instante estaba fuera de la ecuación, porque ya había sido reclutado por los chicos serios: Daichi y Kita. Además, nada garantizaba que Kageyama estuviera enamorado de Hinata y viceversa, ninguno de los dos actuaba nervioso entre sus intervenciones, y aunque siempre se la pasaban pegados como si fueran un chicle porque adonde fuera que vaya Hinata, Tobio iba detrás de él, tampoco actuaban cariñosos. Además, la fórmula de mejores amigos nunca salía bien en una relación. Ese pensamiento complaciente terminó por sacarle una pequeña sonrisa escurridiza de sus labios, decidido por sus propias decisiones tan magníficas. Incluso él mismo se perdió, dejando de ser discreto en su estrategia y mirando sin parpadear el atractivo perfil de Shoyo que ya iniciaba una conversación trivial con Tobio.
Por supuesto, el ejercicio no sólo se trataba de ser realizado por parejas, se tenía que agregar una persona más para poder formar un trío completo. Eso quería decir que sí había lugar para Atsumu Miya. ¡Había lugar para él!
Su contemplación para nada discreta fue interrumpida cuando Shoyo giró su cabeza para verlo directamente a la cara, con una curiosidad naciente en ese bello color que sólo estaba ahí para cegar a Atsumu. No pudo evitar dar un pequeño sobresalto, al sentirse descubierto por la persona querida ante su obvia mirada puesta sobre él, sintió sus mejillas arder con absoluta precisión y de repente, las palabras nacientes de querer integrarse a su equipo simplemente ya no eran un punto de enfoque.
—Miya-san, ¿ya tienes equipo? —Como si las estrellas se alinearan y todos los planetas de todo el jodido Universo conspiraran para crear ese encuentro, Atsumu ni siquiera tuvo que ser el que preguntara, porque el mismo Hinata había sido el que había soltado la afirmación.
Atsumu en definitiva no pudo soltar el claro gesto de felicidad, con sus ojos bien abiertos de par en par, el rubor chocando más contra su cara y sus manos que podría jurar estaban algo sudorosas por los nervios terminaron por atrapar de nuevo una de las delgadas y finas manos de Shoyo Hinata, y las apretó en un completo modo de agradecimiento y quizás como un posible reclamo a Kageyama para empezar a marcar territorio.
Muy a lo esperado, sólo pudo notar como Tobio observó ese agarre por un pequeño y breve lapso de tiempo, antes de apartar la vista a otro lado, con un claro gesto retraído que se reflejaba más en sus cejas delgadas fruncidas hacia abajo. Hinata, muy al contrario, reaccionó al tacto, con un enorme rubor en sus mejillas que sólo le dieron muchas más alas al mayor de los gemelos Miya por una pequeña racha de tiempo.
—¡No, no tengo! —Sacudió la mano ajena, logrando que Hinata se acoplara rápidamente a su estilo violento y empezara a reír con su habitual tono infantil, listo para socializar.
—¡Seamos equipo, Miya-san! —Entonces, eso fue lo primero que alcanzó a decir Shoyo, entre sus carcajadas y la calidez que extrañamente lograba irradiar Atsumu.
—¡Sí! —Nada podía salir mal para Atsumu.
El equipo había decidido que se realizaría el trabajo en la casa de Tobio, debido a ser la más cercana a la escuela. Miya lo había aceptado, completamente seguro de sí mismo y también no dándole muchas vueltas al asunto al llegar a la hora acordada, con una pequeña mochila colgando a sus espaldas y con la emoción a flote. Era el segundo día que llevaba de conocer a Hinata y ya estaba demasiado emocionado por verlo fuera del horario escolar... Kageyama no valía. Pero tampoco tenía nada contra la madre de éste, cuando la fémina azabache lo recibió, con una reverencia y una alegría innata, él actuó lo más amable que pudo. Ésta lo invitó a que se sintiera como en casa, y con indicaciones demasiado precisas, le pudo indicar dónde estaba el cuarto de su hijo menor, también mencionó que «Sho-chan» ya había llegado desde hacía un rato.
La inquietante sensación de que tanto Kageyama como Hinata habían estado solos en la misma habitación por quién sabe cuánto tiempo lo mareó, sintió que sus pasos se hacían un poco más pesados por cada escalón que daba, y sólo pudo dar consuelo al llegar al segundo piso y andar por el pasillo repleto de puertas que llevaban a diferentes cuartos con la idea de que así podría verlo cuanto antes, sin esperar a que llegara.
Llegó a la tercera puerta del lado derecho y la última de esa hilera. Tomó un poco de aire y se armó de valor, antes de que su delgada mano se deslizara sobre la perilla, y antes tocó por simple educación. No recibió respuesta inmediata en ningún momento, una voz alegre que pertenecía a su interés amoroso o la irritante de Kageyama para advertir que en unos momentos le abriría... no, en su lugar escuchó como si un cuerpo cayera de lleno contra el suelo en un ruido ensordecedor que lo hizo preocupar.
—¿Todo está-...? —Cuando quiso preguntar para saber el obvio estado de las cosas, la puerta se abrió por fin, dejando relucir la escena cómica de ver a Kageyama tirado de espaldas a un lado de su cama, con un gesto notablemente perdido y con la larga cobija colgando al enredarse en uno de sus pies. Hinata había sido quien había abierto la puerta, con una enorme sonrisa en su cara que le dirigió sólo para él y ese rubor mentiroso se asomaba en su cara con completa devoción entre su respiración agitada. Todo hizo estremecer a Atsumu.
Pero hizo oídos sordos a las señales, sonriendo con amabilidad al ver al chico que le gustaba recibiéndolo, con su uniforme escolar todavía puesto, con su suéter negruzco abierto y dejando ver más su delgado cuerpo a través de su camisa blanca. Eso sólo significaba que Hinata había estado en la casa de Kageyama desde que salieron del instituto aproximadamente a las tres de la tarde, eran las cinco en ese instante.
Nunca podría saber qué había pasado en esas dos horas, y eso sólo logró ponerlo más inquieto.
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