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Capítulo 01

Hinata Shoyo dejó escapar un pequeño jadeo bien trazado de su boca. Su voz era música para los oídos de su acompañante, que no pudo evitar dar un pequeño gruñido sonoro cuando con sus grandes manos empezó a acariciar los muslos ajenos del chico que en esos momentos estaba sentado arriba de él, con una evidente erección en su desnudo miembro.

—Ah... —El pequeño tono de voz apenas y fue audible, cuando trató de moverse por primera vez en círculos teniendo un pene en su interior. Su voz quedó ronca y ahogada, tratando de acostumbrar el considerable tamaño que había entrado en su cuerpo antes de que su «pareja» empezara a moverse.

Esa persona le había hechos dos preguntas. La primera había llevado como respuesta de parte de Shoyo un rotundo «no», muy al contrario, en la segunda pregunta, Hinata no perdió el tiempo y sin dudarlo soltó un simple «».

Después de un rato de tratar de acostumbrarse, agradeciendo en todo momento que esa persona le tuviera la paciencia necesaria a pesar de haber sido algo inesperado por su habitual carácter temperamental que cargaba cada vez que estaban juntos en la cotidianidad (o sea, siempre), los dos supieron que la acción apenas iniciaba.

Nadie estaba en casa, por eso nadie escuchó los sonidos inapropiados que salieron de su boca y sólo él fue el afortunado de poder ver el ruborizado rostro ajeno que tiempo atrás era imperturbable. Los padres de su compañero sexual siempre se iban extremadamente temprano al trabajo, una oportunidad dorada para los chicos ya que nadie los vería, y después de un baño, toda la evidencia restante quedaría hecha ceniza al ir juntos a la escuela.

El pequeño golpeteo ensordecedor que era mezclado con suspiros ahogados, ojos cerrados, movimientos indecentes y la entrada y salida del miembro dentro del pequeño cuerpo de Hinata, fueron suficiente para que la pequeña línea entre la amistad que acompañaba a la cordura, terminara por romperse.

El cuerpo de Shoyo desnudo era perfecto y atractivo, el cuerpo de su compañero de clase era exquisito: su piel blanca que estaba inundada de pequeñas marcas de dientes en sus hombros y sobre su pecho, algunas más temerarias en la parte más baja del cuello, lo volvían loco. El movimiento perfecto de sus caderas, tratando de hacer cada vez más intensa y profunda la penetración, sus delgadas manos primerizas en el acto tratando de demandar todo el terreno de su pecho al darle grandes caricias y su diminuto rostro ruborizado que mantenía sus ojos entrecerrados... todo, absolutamente todo era demasiado atractivo a su vista, perfecto para su gusto y su momentánea ceguera ante su primera vez compartida.

Hinata no peleó ni tampoco trató de poner resistencia cuando su compañero de clase lo terminó por empujar con una suavidad que, antes, Shoyo diría que era inexistente en ese idiota al que tanto quería. De repente, el dominante ya no era él, y se dejaba guiar como todo un pequeño sumiso complacido ante el sudoroso chico mucho más alto que él, de potentes ojos rasgados de un color oscuro y lacios cabellos negros.

—Hinata... —llamó esa persona, dejando que el pequeño rostro amigable del chico mostrara un poco de curiosidad entre el placer conectado que llegó a sentir cuando el joven trató de abrirle un poco más las piernas, para acomodar mejor su pene en el pequeño agujero para que terminara por entrar el pedazo de carne que había quedado afuera en las embestidas curiosas y destinadas de Shoyo al estar arriba de él. Como era de esperarse, por supuesto que eso logró sacar un resuello tan alto en el mencionado, que la otra persona temió que ese sonido se escapara de las cuatro paredes de su habitación—. Oye, ¿estás bien? —La juventud era impulsiva, le gustaba divertirse en una diminuta y extraña sinfonía que terminaría completamente rota y Shoyo fue lo suficientemente valiente como para volver a afirmar ese cliché, dando una pequeña sonrisa divertida en sus labios que terminó por extenderse en una pequeña carcajada por el susto que se había llevado.

—Sólo me sorprendió un poco —afirmó en una carcajada, siendo algo obvio para su acompañante y que realmente agradecía que a pesar de todo lo vivido en esos instantes, Shoyo siguiera siendo la misma persona que conoció en primero de secundaria, y no cambiara en esos casi cinco años que llevaba tratando con él incluso en el acto sexual.

Ellos no eran pareja, sólo eran amigos que se conocieron a la edad de 12 años. Su suerte había sido tan extraña, que sus gustos en el voleibol los hicieron más cercanos, estando juntos incluso en esa torpe edad de 17 años, Hinata a dos meses de cumplir 18, y su pareja prohibida era sorprendentemente unos cuantos meses menor que él. Por apariencia no lo parecían.

Eran mejores amigos, sí, mejores amigos que en ese instante entrelazaban sus dedos de una de sus manos en señal de tener una pequeña tregua, mejores amigos que estaban en una cama desnudos, teniendo sexo por primera vez sólo por simple curiosidad y por dos preguntas dadas por el más alto, mientras eso quedaba en el pasado y Hinata se enredaba con sus pies en las caderas del chico para que éste pudiera llegar más profundo.

Sí, a veces los mejores amigos hacían eso.

«¿Has tenido sexo alguna vez?»

«¿Quieres intentarlo conmigo?»

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